El debate de los partidos políticos, hoy se centra en lo que siempre les ha interesado: el dinero; y eso es lo que al pueblo trae enfermo. La imprudencia de los partidos políticos ya es inaguantable y lo único que están provocando es la formación de una ola gigantesca de desánimo que socaba la, ya de por sí desacreditada, democracia mexicana, que ha consumido el tiempo de los partidos políticos, sin que ninguno de ellos tenga una agenda social, de madurez institucional, de análisis del desempeño de los programas gubernamentales o de revisión de la deuda histórica con las comunidades nativas de esta tierra que hoy llamamos México.
Hoy más que nunca, es importante debatir sobre la idoneidad de los mecanismos para emprender la reconstrucción de los pueblos que han sido afectados por los huracanes y sismos acontecidos durante el mes de septiembre del 2017 y prospectar el futuro de las familias que han sido sumidas, aun más, en la pobreza extrema. A gran parte de la sociedad nos resulta verdaderamente repulsivo sólo pensar que las aportaciones y donativos de millones de mexicanos de todo el país, así como de extranjeros amigos de México, vayan a parar a la campaña de algún candidato al puesto que sea…
Ninguna propuesta formulada hasta ahora ha podido ser tragada por los ciudadanos, así que mucho cuidado… Hay que tomar mejores decisiones hoy, porque el “hubiera” no existe… Si para garantizar la transparencia en el manejo de recursos y supervisar la calidad de las acciones de recuperación de la infraestructura, así como en la edificación de los nuevos hogares de miles de hermanos nuestros, es necesario recurrir a los más prestigiados organismos internacionales, debemos hacerlo… Que nadie diga que convocar a estos organismos para verificar la buena marcha de las acciones pueda ser un flagelo para la soberanía e integridad del país… Por favor, no lo hagan…
El ánimo solidario de los mexicanos iba por muy buen camino y, casi como un ruego, pido que el mal ejemplo de los partidos políticos no cunda en la sociedad para patear el alma cívica, porque tristemente hemos visto asaltos de camiones y centros de acopio destinados a los pueblos más lastimados por los fenómenos naturales más recientes, cometidos por descerebrados grupos radicales a quienes no se les debe tocar ni con el pétalo de una rosa. Pero eso es sólo la estratificación de la inconciencia, unos hasta arriba y los otros hasta abajo.
Por si fuera poco, ya estamos en tiempos electorales, por lo que cualquier movimiento en falso puede causar la muerte del equilibrista. Cada tema o propuesta, desata declaraciones encarnizadas, ya sea con fundamentos o no. El consenso es un diamante inalcanzable en esta época, porque la balanza es tan sensible, que cualquier decisión no supervisada pudiera decantar las preferencias para unos y otros. Por eso las decisiones tardan en tomarse, todas deben ser medidas desde diversos ángulos. Mientras tanto, los miles que perdieron sus hogares están esperando respuesta a sus gravísimas necesidades. A ellos no los entretienen los dimes y diretes entre unos y otros.
El gobierno federal, como es de esperarse, ya ha tomado todas las riendas para emprender la reconstrucción; es decir, que el debate está posicionado sobre los partidos. Los titulares de Secretarías del gobierno federal y demás servidores públicos, continúan sus visitas y levantando censos para medir la verdadera dimensión de la catástrofe, porque con las casas, bardas y escuelas derrumbadas o seriamente deterioradas, aparecen males aun más profundos, como la pobreza extrema, el desempleo, la falta de atención médica, el analfabetismo, la violencia regional, los abusos en comunidades, la debilidad de las autoridades municipales y delegacionales (CDMX) y una complicada madeja de problemas sociales y políticos, que también será necesario resolver.
El reto es mayúsculo y todas las acciones que pudieran ser detonadas para enfrentarlo, trascenderán el período constitucional de la actual administración federal, y quizá también trascienda la próxima. Así que lo que haya que decidir ahora deberá ser el resultado de cálculos bien hechos, no queremos que el equilibrista pierda concentración y se precipite al suelo.