Es importante tener un organismo como la Organización de Estados Americanos (OEA), el cual vigila el comportamiento de los países y está al pendiente de los derechos humanos de todos los que habitamos en el continente americano. El hecho de no reconocer a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, es un acto de congruencia con los ideales de dicha organización para que se respeten la democracia y se impidan los abusos de quienes gobiernan.
Simplemente con el hecho de que la inflación en Venezuela sea de 1’000,000% anual, es más que suficiente para entender que cada día los pobres son más pobres, que cada 17 días se duplican los precios de los productos, que la población está padeciendo hambre, violencia y carencia en todos sentidos. Independientemente de que México no quiera intervenir en el desconocimiento de Maduro, sería importante que fuera en contra de aquello que afecte los valores y dignidad del ser humano.
Ahora será interesante ver qué sucede con Juan Guaidó, quien es un opositor del régimen de Nicolás Maduro, y que por expresar su forma de pensamiento y la de sus colaboradores, será nuevamente puesto en prisión. ¿Cómo debemos actuar ante esto los mexicanos? ¿Aplaudir esta falta de libertad de expresión o recordar que en nuestro país no hubo acción cuando Andrés Manuel López Obrador se declaró presidente legítimo en el año 2006, al no reconocer la victoria de Felipe Calderón en las elecciones?
Sería ideal lograr que México se uniera a los principios de la OEA para fortalecer la unión de todos los países a favor del bienestar de nuestros hermanos de Venezuela.
El Presidente López Obrador y el canciller Ebrard aciertan al invocar la doctrina Estrada por lo que México debe abstenerse de opinar sobre la legitimación del gobierno venezolano o la ausencia de ella. Sin embargo, como miembro de la OEA nuestro país sustenta principios democráticos y de manera tácita pero clara repudia cualquier forma de tiranía. A Venezuela le urge una restauración de la legalidad democrática.