A quien honor merece

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En las últimas colaboraciones he descrito el panorama del medio teatral desde los formatos de producción y difusión hasta las propuestas escénicas durante el 2012. En ninguno de los casos hablé de obras en específico porque todavía no hallaba la mejor forma de hacerlo. Seleccionar un trabajo como lo mejor de cierta categoría era un criterio injusto porque quedarían fuera montajes que, sin ser magistrales o extraordinarios, eran dignos de considerarse.

Por lo tanto, evité escoger “el mejor” para hablar de “lo mejor”. Los principales criterios que rigen estos reconocimientos son la ejecución técnica y la búsqueda de mejores posibilidades expresivas con el público. Mi intención con esta lista tiende, sin duda, a destacar actores, directores, textos y montajes capaces de hacer un teatro más vivo, brillante e interesante para los espectadores y, como consecuencia, atraer a más gente a las salas.

En el único caso que sólo presentaré un ejemplo de la categoría será en el mejor montaje, porque en éste se manifiesta cuál fue la corriente que mejor pudo sintetizar un enriquecimiento en el lenguaje teatral y, por lo tanto, lograr un impacto enorme con el público.

La primera categoría es trabajo escenográfico. Sin duda, la propuesta más detallada en su parte técnica y más funcional a las necesidades del montaje fue la de “Oscuro” de Philippe Amand. También sobresale por su impecable elaboración la escenografía de “La pequeña habitación al final de la escalera”.

Es interesante ver cómo en los musicales existe una preocupación constante por este rubro. Es lógico porque en este formato tiene una influencia determinante para el desarrollo del espectáculo. Dentro de este grupo de obras encontramos trabajos valiosísimos como el de “Mary Poppins”, “Si nos dejan”, “Despertar de primavera” y “Placer o no ser”.

El mejor diseño de iluminación es para “Mary Poppins” de Natasha Katz; las atmósferas recreadas en cada cuadro son precisas para las canciones y el estilo del montaje, además es muestra de una gran capacidad técnica del equipo de producción. Este trabajo es sinónimo de rigor. Otras muestras interesantes de este apartado son “Tío Vania”, “Despertar de primavera”, “La pequeña habitación al final de la escalera”, “Temporal”, “Pasiones peligrosas” y “Si nos dejan”.

En este año, el reconocimiento al diseño de vestuario se puede dividir en dos grupos. El primero privilegia un rigor histórico a favor de un texto con una época determinada; en este caso destacan “Pasiones peligrosas”, “Tomar partido”, “Si nos dejan”, “Tennessee en cuerpo y alma” y “Panorama desde el puente”.

El segundo busca un vestuario con líneas expresivas más arriesgadas que nunca se aparta de la visión del espectáculo, de hecho, lo engrandece y hace brillar más la historia; aquí encontramos a “Temporal”, “Oscuro” y “I love Romeo y Julieta”.

Como los musicales es uno de los formatos superestrella de este país es importante hacer una valoración de la parte actoral. La mejor actriz de este formato, por mucho, es Bianca Marroquín; su capacidad técnica en el cuerpo y la voz es precisa y exacta. No obstante es necesario mencionar a la extraordinaria Maru Dueñas por “Placer o no ser” (merece una ovación de pie porque hizo un monólogo con las reglas del musical), Laura Cortés por “Mary Poppins” y Gicela Sehedi por “Despertar de primavera”.

Por otro lado, dentro del grupo de actores de musical destaca, de manera predominante por su entrenamiento corporal y vocal y las exigencias físicas de su personaje, Mauricio Salas por “Mary Poppins”. También sobresalen Alan Estrada por “I love Romeo y Julieta” y “Despertar de primavera”, Ernesto D´Alessio y Mariano Palacios por “Si nos dejan” y Cristóbal García- Naranjo por “Despertar de primavera”.

Dentro del rubro de interpretaciones femeninas encontramos, por su dificultad técnica, a dos menciones especiales: en primer lugar a Mónica Dionne por “Afterplay” ya que el espectáculo constaba de una pieza y comedia donde se ponían al límite todos los recursos expresivos de la actriz.

En segundo lugar, sin ninguna disparidad técnica con la anterior, está Laura Zapata por “Los efectos de los rayos gamma” con su interpretación de Beatriz, uno de los papeles más difíciles de sostener en una obra de dos horas debido a las exigencias corporales y de tono.

Cabe mencionar también a Itatí Cantoral por “Tennessee en cuerpo y alma”, Karina Gidi por “La pequeña habitación al final de la escalera”, Lumi Cavazos por “Panorama desde el puente”, Jacqueline Andere por “Pasiones peligrosas”, Silvia Pinal por “Amor, dolor y lo que traía puesto”, Alejandra Ley por “Venenos Cotidianos”, Ludwika Paleta e Isela Vega por “La Madriguera” y Laura Almela por “Tío Vania”.

En cuanto a las interpretaciones masculinas, el trabajo más impactante durante el año fue el de Mauricio Islas por “Panorama desde el puente”. Ejecutó la obra de Arthur Miller con el tono necesario y con un justo trabajo corporal y vocal. Su personaje fue, sin duda, el más complejo del 2012.

En contrapartida, también destacan Arath de la Torre por “Las obras completas de William Shakespeare”, Plutarco Haza por “Oscuro”, Hernán Mendoza por “Tennessee en cuerpo y alma”, Ricardo Polanco por “La caja”, los Mascabrothers por “El Tenorio cómico” y Mario Iván Martínez por “La madriguera”.

El 2012 fue testigo de varias revelaciones actorales. Las dos más importantes son Alex Durán de “La caja” porque hace muestra de una gran maestría para manejar esta comedia difícil desde todos sus ángulos, y Adriana Llabres por “Rudo” debido a un nivel de energía justo para cargar un demandante montaje experimental. Estos dos actores son promesas de la escena en México.

En términos de dirección haré alusión a José Solé por “Panorama desde el puente” y Marco Vieyra por “Oscuro”; en ambos casos explotaban al máximo la experiencia en vivo para ofrecerle al público un espectáculo emocionante en cada escena. Lograban que sus actores tuvieran la energía necesaria para contar la historia.

 Con Solé podemos encontrar una dirección clásica con muy pocas decisiones experimentales, a cambio, hallamos un ritmo y tono perfectos para abordar el texto de Miller. Mientras tanto, Vieyra destaca una experimentación de movimiento y una constante abstracción en el trazo escénico; el montaje de “Oscuro” es  una gran evolución del lenguaje teatral mexicano.

Por último, el mejor montaje del año es “Oscuro” de Édgar Chías y dirigida por el antes mencionado Marco Vieyra. Esta obra representa una corriente que vitaliza al teatro y busca atrapar al público en cada segundo. Su naturaleza experimental hizo mucho más complejas las líneas expresivas para dejar al desnudo un trabajo actoral impecable y una historia conmovedora en todos los sentidos. “Oscuro” es la síntesis de un esfuerzo por buscar vida en los personajes, en los conflictos y en la relación con el público.

Es así como transcurrió el 2012. Aplaudo de pie a todos los que hicieron teatro para con-mover al espectador.

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