Retrato en Voz Alta es un libro de arte y de entrevistas a artistas de la plástica mexicana, es una edición lujosa, bella y elegante editado por AEditores http://www.aeditores.com/
Tiene la virtud de entrar en una forma no invasiva en la personalidad de los artistas. En este interrogatorio se dejan ir por la confianza que les inspira la presencia de Irma Zermeño, la escritora y pintora que guía cada entrevista.
Las fotografías en blanco y negro, realizadas con película de negativo, lo que las hace de tonos absolutos, marcan la disyuntiva de las revelaciones, no son medias palabras, no hay censura, es blanco o es negro.
El fotógrafo Allan Fis revela al entrevistado sin hacerse él mismo presente. Es muy común que en el género del retrato artístico, el fotógrafo insiste en salir también en la foto y se las arregla para estar ahí. Fis se repliega y deja que surja el artista, ya sea posando de espaldas como Arturo Rivera o como José Luis Cuevas dando su mejor ángulo o Roberto Cortazar con su punzón en primer plano y la mirada en la punta. Los retratos que hace a Jorge y Javier Marín, de los pocos que posaron son su obra o con una referencia clara hacia ella, reproducen con increíble sabiduría el espíritu de su trabajo, uno retando a la fuerza de gravedad en una trampa al ojo, un efecto especial, y el otro posando en una recreación de sus propias esculturas.
Las entrevistas que realiza Irma Zermeño nos dan un claro quién es quién del conjunto de artistas. Al dejarlos ser con absoluta libertad ellos se muestran a sí mismos. Los temas que Zermeño elige para las preguntas son claros detonadores, provocaciones deliberadas: religión, sexo, amor, arte, esto a veces resulta suficiente para crear conversaciones interesantes y ricas, y en otros casos, la apatía o la arrogancia son infranqueables, por ejemplo la entrevista de Leonora Carrington, y ahí queda el testimonio. Esto hace que unas entrevistas sean más atractivas que otras, hay personalidades más seductoras. Y la razón está en lo que se dice y cómo se dice, vamos de vidas mediáticas como la de Cuevas a reflexiones sobre la obra que enriquecen, y referencias familiares como el mole que hace la abuela que aunque no importan y no tienen un valor, si nos dicen de los alcances del personaje.
Un interrogatorio es para eso, aunque se diga que se responde sin pretensiones, la realidad es que la entrevista es un escenario y es una posibilidad de exhibirse, de sacar a la tribuna al personaje que se crea. Un artista no solo construye su obra, se inventa a sí mismo. Unos responden con inteligencia y atractivo, otros se reducen, hacen de la cotidianeidad un falso acercamiento. Como un lenguaje paralelo están las fotografías, en las que el personaje o demuestra o contradice lo que habla de sí mismo.
Hay coincidencias entre los entrevistados: la creación es mejor que el sexo, aman a los animales, se quejan del medio artístico y para los críticos no hay palabras amables, y tomo de eso lo que me pueda tocar, dicen que ni sabemos, ni tenemos idea de lo que ellos hacen. Como siempre engrosamos la lista de los seres prescindibles. De estas entrevistas cito unas frases: “Tengo miedo al comenzar un cuadro”. Arturo Rivera. “En el defecto está la verdadera belleza, la encuentro en ese accidente que la construye”. Javier Marín.