Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y si el gobierno entrante no quiere ver que la decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco tendrá implicaciones negativas para México en los siguientes años, simplemente seguirá tomando decisiones que minen el prestigio del país, y que claramente comprometerán el crecimiento económico, limitando la verdadera capacidad de crear empleos y aumentar el bienestar de la población, lo que supuestamente era el objetivo del presidente electo.
Es triste, vergonzoso y lamentable el espectáculo que está dando la administración entrante con esta simulación de Consulta y, más aún, dándole validez a un resultado que lo único que hace es justificar una decisión que de forma obcecada ya estaba tomada, desconociendo opiniones técnicas, la posición del sector empresarial y la del mismo sector aeronáutico.
Adicionalmente, y casi a manera de mofa, desestimó la reacción de los mercados financieros, olvidando que sí existen, que son reales, que forman parte esencial de la vida de cualquier país y que todos los días emiten sus resultados sobre “encuestas verdaderas”. El resultado de la inflación, la evolución del PIB, el balance fiscal, etc., se escrutan por los mercados financieros y estos emiten un veredicto en función del impacto que dichos indicadores o eventos de corte económico o político tengan sobre el devenir del país.
En este caso, hay una opinión real, verdadera e inobjetable: los mercados financieros, particularmente el mercado de divisas y el accionario, desaprobaron la improvisada e inapropiada propuesta de ampliar la base de Santa Lucía. Aún no son gobierno y ya tenemos los primeros indicios de que la gestión de quienes próximamente tendrán a su cargo el destino del país seguirá un derrotero que dejará a México más empobrecido y con instituciones de papel.
Las agencias calificadoras más prestigiadas del país también han emitido su punto de vista respecto a la “Consulta” del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Moody`s, Fitch y HR Ratings, modificaron la perspectiva de la deuda soberana de México de estable a negativa, reflejando una clara preocupación por el futuro económico como resultado de lo que parece ser una forma de gobierno que privilegiará los caprichos por encima de los verdaderos intereses de la nación.
HR Ratings destaca de manera contundente el porqué de su decisión de poner en perspectiva negativa la deuda soberana de México: “Esto debido al deterioro inmediato en la percepción de inversión y riesgo del país, lo que ha llevado a una depreciación en el tipo de cambio que pondrá presión al alza sobre la cifra de deuda neta al cierre del año…”.
¿Ignorarán en la administración entrante que el cambio en la perspectiva del país es la antesala para el recorte de la calificación? Si esto último sucede, grandes inversionistas institucionales globales abandonarán México, detonando una mayor depreciación del peso, presionando los niveles generales de inflación y obligando al Instituto Central a adoptar una política monetaria restrictiva.
Hay que tener claro que el camino será tortuoso. Desde hace muchos años no me tocaba observar movimientos tan abruptos en los mercados financieros como resultado de algún acontecimiento político/económico. Mientras avanzaba la presentación del presidente electo, veíamos en los monitores financieros cómo se profundizaban las pérdidas, reflejando un claro desencanto y pesimismo por el futuro que se avecina.
La última vez que percibí un ambiente con tanto desánimo fue a finales de 1994, cuando resultado de una serie de acontecimientos externos e internos me tocó ver cómo las pantallas se teñían de rojo, anticipando la fuerte caída de la economía (-6.2% en 1995).
Ese año arrancó con el levantamiento de un grupo armado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que tomó además de San Cristóbal, cuatro cabeceras municipales y otros pueblos, un movimiento que buscaba deponer al gobierno y avanzar a la Ciudad de México para tomar al país.
Más adelante, el 23 de marzo, el candidato a la Presidencia de la República por parte del PRI, Luis Donaldo Colosio, fue asesinado en un evento dentro del marco de su campaña electoral, lo que enturbió el ambiente político y económico de México. A estos acontecimientos internos se sumaron otros tantos, además de que en el ámbito externo la Reserva Federal de Estados Unidos decidió poner en marcha, desde principios de 1994, una política monetaria restrictiva a la luz del dinamismo mostrado por la economía y con la intención de evitar el surgimiento de presiones inflacionarias, política que impulsó las tasas de interés de 3 a 5.5% al cierre del año, reforzando así la fuga de capitales.
Aunque hoy las condiciones macroeconómicas son diametralmente diferentes, hay una lección que no puede olvidarse: la pérdida de confianza en una economía abierta y de libre mercado, se traduce en una fuerte salida de capitales y en la afectación del tipo de cambio con el consecuente impacto negativo en el crecimiento económico, en este sentido, ya tuvimos como muestra un botón.
No se puede ignorar el comportamiento de los mercados, estos le dan vida una economía, y funcionan con base en mensajes que fortalecen la confianza o la destruyen, con el agravante de que esto último puede suceder muy rápido, pero lo primero, recuperar la confianza suele tomar mucho tiempo, incluso años. Un proverbio popular dice: “la confianza se gana con mil actos y se pierde con tan sólo uno”.
Hoy han surgido nuevas dudas sobre lo que esta forma de hacer gobierno a través de “consultas” significa, y si esto abrirá las puertas a la ampliación del mandato del nuevo presidente, a la utilización indebida de las reservas internacionales o si el país incurrirá en un mayor endeudamiento y a la ampliación del déficit fiscal para poder cumplir con las múltiples promesas de campaña. Ojalá el país no haya dado un salto a la oscuridad.