Una Reforma que no sabe a dónde ir

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Para llegar a un lugar es necesario saber a dónde se quiere ir. Esta pareciera ser la premisa que mejor describe a la Reforma en Telecomunicaciones de nuestro país.

Ciudad de México.- La Reforma de Telecomunicaciones ha carecido de una narrativa clara que logre explicar los motivos que le dieron origen y el contexto de la misma en el interés público y proyecto de desarrollo nacional. Esta presenta contradicciones fundamentales, por un lado parece que busca revertir la alta concentración de mercado de algunos jugadores, al prohibir explícitamente que ningún agente económico pueda tener más del 50 por ciento de participación de mercado, sin embargo, unos párrafos más adelante, en el mismo acto jurídico, se crea la figura de una Red Nacional en la banda de los 700 MHZ, dando lugar a un monopolio publico/privado. Así de clara la confusión, así de clara la falta de brújula de una reforma constitucional.

Otra carencia fundamental de la Reforma es la falta de definición de lo que debe constituir un Plan Nacional de Banda Ancha, así como una definición explícita de una política de Acceso Universal, la cual es de facto la visión de un Estado, frente al paradigma de desarrollo contenido en acuerdos y tratados internacionales, como Sociedad de la Información y el Conocimiento.

Es claro que las telecomunicaciones hoy en día, por su carácter convergente, representan el gran cambio tecnológico de nuestra era. Las naciones como la nuestra deben hacer todo lo posible por aprovechar al máximo estas tecnologías, con un espíritu integrador, democrático y solidario. Es imperativo para el desarrollo de una nación, que la revolución de las telecomunicaciones y tecnologías de información sea un motor y no un factor adicional de división y marginación de su población.

El Instituto Federal de las Telecomunicaciones (IFT) es el nuevo órgano regulador que nace también de la citada reforma, el cual tampoco logra atinar hacia dónde quiere llegar, ni qué instrumentos tiene a su disposición para ello. Así, sin brújula ni narrativa de origen, el IFT no logra construir la visión de un mercado competitivo que logre impulsar el desarrollo de más y mejor infraestructura de telecomunicaciones, para que la Sociedad de la Información y el Conocimiento sea una realidad.

Una muestra evidente de la falta de claridad de objetivos es la reciente declaración de dominancia en televisión de paga, por parte del IFT para Grupo Televisa.

A fin de poner en contexto mi comentario es preciso entender, que durante los últimos años en México y en muchas partes del mundo, las redes de cable han sido las principales competidoras de las redes de par de cobre de los operadores incumbentes. En México no es posible entender que hoy una conexión residencial de 10 MB cueste solo 400 pesos, mientras que apenas hace unos meses su costo era considerablemente más alto. Un escenario así no era posible imaginarlo hace varios años. Sin embargo, esto es solo una realidad para aquellos que tienen acceso a una Red de Cable, que a su vez haya recibido las inversiones necesarias para tener la robustez suficiente para manejar estas capacidades.

En el caso de los Estados Unidos, en 2010 el entonces Comisionado de la FCC, Michael Powell, reconoció en varias ocasiones que las redes de Cable eran la apuesta más segura que se tenía para que en el corto plazo se pudiese aumentar el promedio de velocidad de conexión de los estadounidenses en sus hogares, ya que ofrecían la posibilidad de ofrecer una conexión a más de 100 MB a cualquier usuario con cobertura Vs. los 10 MB de los proveedores tradicionales de telefonía.

La declaratoria de dominancia a Televisa, por parte del IFT y las posibles medidas de regulación asimétrica que determinen tendrán un claro impacto en la capacidad de inversión y modernización de una de las redes de cable más importantes del país (más no de alcance nacional) y con ello la posibilidad de que un mayor número de mexicanos tengan la opción de acceder a un Internet más robusto y más accesible. Asimismo, esto también afectará las decisiones del jugador incumbente, ya que atenuando la capacidad competitiva de la red alterna a la suya, este no requerirá llevar a cabo inversiones para competir y mejorar la capacidad y velocidad de su vieja red de par de cobre.

En resumen, con esta medida regulatoria todos perdemos, porque todos aquellos que tenemos acceso a Internet a buenas velocidades y a precios competitivos, sabemos lo trascendente que para nuestro desarrollo es, no solo estar conectados, sino bien conectados. Sabemos que necesitamos que un mayor número de mexicanos puedan tener a la mano más opciones de mercado y no tener como única opción el acceder a Internet de Banda Ancha mediante programas “sociales”, porque a falta de brújula para desarrollar un mercado competitivo, solo se tendrá a papá gobierno para “reparar” lo que haga falta, ya sea mediante la creación de un “Rey Midas” en turno, o bien con el dinero de todos, que muchas veces es lo mismo.

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