Yves Klein: la búsqueda de lo inmaterial

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En el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la Ciudad de México, se exhibe Yves Klein, exposición retrospectiva de uno de los artistas más provocadores de la segunda mitad del siglo XX. A través de una propuesta plástica desató una gran controversia en el mundo de la pintura que todavía no se recuperaba del influjo de las vanguardias: pintar de un único color toda la superficie de su composición. Todo en la década de 1950.

Antes, hacia 1915, lo habían hecho los suprematistas de la mano de Malevich, con su célebre Cuadrado negro; sin embargo, nadie más hasta Klein y el Movimiento Zero, llevaron esta posibilidad plástica hasta el límite –combinando también con el antecedente de lo que hoy conoceríamos como arte acción (antes conocido como happening y también llamado performance)–, configurando lo que hoy conocemos como pintura monocromática, tendencia artística que cuenta con salas dedicadas a Klein, como es el caso del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, España.

El artista francés después de varias propuestas (en la muestra se observan varias de sus obras tempranas, entre las que destacan los colores rojos, naranjas e incluso algunas combinaciones), eligió el color azul ultramar, pigmento que después de algunos experimentos químicos, patentó y denominó como IKB (International Klein Blue).

El trabajo exhibido en el MUAC nos revela la búsqueda del artista hacia una nueva propuesta, en la que el eje es la exploración de lo inmaterial, pero a través de la materialidad misma. Es decir, ¿qué le da valor al arte?: ¿los materiales? (consideremos el soporte material, es decir, desde la tabla de madera o tela hasta el óleo mismo); ¿la perfección/imperfección en la técnica? (pensemos en los espléndidos retratos del barroco en lo que Gombrich denomina “la conquista de la realidad”); ¿los temas? (¿qué nos produce mayor goce estético? Un paisaje impresionista o la magna representación de La coronación de Napoleón en Notre Dame de Jacques Louis David, por mencionar dos ejemplos); ¿lo que se busca expresar?, ¿todo en su conjunto?

“¡Larga vida a lo inmaterial!”, se puede leer en letras azules IKB en piso del MUAC. El mismo texto de presentación de la muestra una de las peculiaridades de la plástica del artista: “Las obras revelan la tensión constante entre la condición material del arte y su inmaterialidad”. Ese es el punto de partida. Y es en lo que Klein nos permite reflexionar. Nuestra experiencia estética, si nos lo permitimos, puede ser rebasada por ahora no deformes formas –como Gadamer las llama–, sino por colores y sombras que nos pueden sacudir (a favor o en contra). Acciones que nos invitan, por ejemplo, a tocar el pigmento IKB –en una situación por supuesto no permitida–, de la instalación de la primera sala que nos recibe, precisamente como una forma de experiencia estética.

La exposición reúne más de 75 obras y numerosos documentos donde revela el trabajo de apenas 32 años de vida –falleció de un infarto a esa temprana edad–. Podemos también observar magníficos videos que documentan su quehacer artístico. Desde las “Antropometrías de la época azul”, en la que bajo una acción con orquesta incluida (con su correspondiente partitura escrita por Louis Saguer), tres mujeres desnudas actúan cual “pinceles vivos” siguiendo las indicaciones de su artífice o como cuando toma un lanzallamas y dibuja sobre paneles, sombras y efectos para ir más allá de la materia misma y revelarnos lo que está detrás y que algunas veces no queremos o nos resistimos a observar.

También podemos ser testigos de cómo planeó hasta el último detalle de su boda (incluida la tiara de la novia, en azul IKB) o los trabajos para el vestíbulo de la Gelsenkirchen Opera House (con una espléndida maqueta de la mano de su estudio en perspectiva, además de los videos de la instalación).

Les recomiendo un fragmento del documental que se realizó con motivo de una muestra de Klein en la Tate Modern en Inglaterra:

En 1952, ocho años antes de las Antropometrías de Yves Klein, un compositor estadounidense incursionaba también en nuevas formas de explorar la música contemporánea. John Cage compuso 4’33” (cuatro, treinta y tres), en tres movimientos. Obra en la que no se emite ningún silencio durante cuatro minutos y 33 segundos (de ahí el título). Causó gran controversia, pero se ha convertido en un referente no solo de la música sino del arte contemporáneo en su conjunto (también en el Museo Reina Sofía podemos observar varios videos de sus creaciones musicales). La pieza existe en versión para piano, pero también para orquesta. En este caso, el pianista también estadounidense David Tudor. Le anteceden breves palabras del mismo John Cage:

Yves Klein se presenta en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), en el Centro Cultural Universitario, hasta el 14 de enero de 2018. Miércoles, viernes y domingos, de 10 a 18 hrs. jueves y sábado, de 10 a 20 hrs. Lunes y martes cerrado. Público general, 40 pesos. Con credencial de estudiante, maestro y adultos mayores, 20 pesos. Miércoles y domingos, 2×1. El catálogo bilingüe de la exposición se vende en la tienda del museo, pero se puede descargar en formato digital de forma gratuita, previa autorización de uso de derechos de autor, en una espléndida iniciativa de la UNAM en la página del museo (https://muac.unam.mx/expo-detalle-127-yves-klein).

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