Científicos y organizaciones civiles darán a conocer acciones contra la distribución de maíz transgénico y los riesgos que este implica para la salud.
Ciudad de México (elsemanario.com).- Cada vez son mas las corporaciones agrobiotecnológicas que lanzan al mercado semillas de productos transgénicos, es decir, modificados genéticamente para que el producto nazca con capacidades especiales como ser inmune a diversas bacterias, crecer 200 veces su tamaño regular o mantener alejadas a ciertas plagas. El propósito de estas modificaciones tiene relación con un punto de vista empresarial de cero pérdidas con el mayor de los beneficios; estas ventajas, sin embargo, no son contempladas para los agricultores, ni los consumidores.
Los productos transgénicos representan un peligro activo para la salud de los organismos vivos, esto incluye personas y vegetación en general. Muchas organizaciones privadas y publicas han luchado desde su creación en 1996 para sacar del mercado cualquier tipo de semilla transgénica y evitar producciones futuras. Actualmente en México se presenta una campaña para prohibir el maíz transgénico, comercializado por primera vez por la empresa Monsanto, y se trabaja por proteger este alimento que representa la base de la economía agrícola del país.
Algunos mitos y realidades acerca del maíz transgénico que redacta Greenpeace en su pagina web son:
1. Es seguro para el medio ambiente, mito.
Realidad: Este maíz ha sido manipulado para producir un insecticida que ataca al gusano barrenador (una de sus principales plagas), pero también perjudica a otros insectos que ayudan a controlar las plagas, entre ellos la mariposa monarca. Esta toxina que se acumula en el suelo de cultivo, puede afectar la fertilidad a largo plazo.
2. Es seguro para la alimentación humana, mito.
Realidad: La industria biotecnológica se ha negado a hacer publica la información vital que demuestra los problemas para la salud humana, por el consumo de alimentos transgénicos, por ejemplo, los signos de toxicidad en los órganos internos de las ratas de prueba, que fueron usadas para las investigaciones.
3. Se necesita para combatir el cambio climático, mito.
Realidad: El etanol que tiene el maíz, no es un método de bionergía sustentable. El uso del maíz con estos fines, eleva los precios de los alimentos y amenaza la seguridad alimentaria. La reducción de CO2 es mínima, comparado con la energía que se emplea para procesarlo como combustible.
4. Brinda beneficios económicos, mito.
Realidad: Por el contrario, compañías como Monsanto, ofrecen préstamos a campesinos pobres para que compren sus semillas transgénicas. Al final, los campesinos terminan con deudas y se ven forzados a adquirir mas préstamos, también son acusados por “contaminación accidental” y se ven forzados a pagar multas millonarias.
5. Ayuda a reducir el hambre, mito.
Realidad: El hambre es un problema de distribución y de falta de recursos, son demasiadas las personas que no pueden tener acceso a los alimentos básicos, no porque haya escasez de estos, sino porque no tienen los suficientes ingresos para ello. Las semillas trasngénicas no están diseñadas para resolver el hambre del mundo, por el contrario, es evidente su objetivo en la producción de ganancias a estas corporaciones.
6. Es posible la coexistencia entre cultivos transgénicos y convencionales, mito.
Realidad: Los cultivos transgénicos contaminan los cultivos convencionales. Cuando se cultivan fuera del laboratorio es imposible detener la toxicidad que provocan y que afectan al campo, a los insectos, la polinización y las corrientes de aire. Si el maíz trasngénico contamina la planta madre, su versión orgánica, todas las variedades de este grano desaparecerán.
7. Es imposible detener la tecnología transgénica, mito.
Realidad: Solo cuatro países han aceptado a la tecnología transgénica como parte de su sistema de cultivo ( EU, Argentina, Canadá y Brasil). A mas de una década de sus inicios, la industria biotecnología no ha logrado imponerse y son muchos los países que prohíben su cultivo.
En México, a pesar de que en 2009 se aprobaron las siembras experimentales de maíz transgénico, el rechazo a esta tecnología entre campesinos, consumidores y científicos independientes es creciente. Se han encontrado diversos estudios sobre los daños y las enfermedades provocadas por la exposición a los herbicidas glifosatos que emplean los productos transgénicos, las organizaciones preocupadas por atender este problema son la Union de Cientificos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) y la Alianza por la Salud Alimentaria (ASA), juntos trabajan por crear acciones contra la distribución y el consumo del maíz orgánico ademas de informar a las personas sobre los peligros que este representa para la salud y el medio ambiente.