A Guadalupe Mijares.
Un caballero en Moscú, la última novela de Amor Towles, cuenta la vida de un noble ruso arrestado por los bolcheviques en el Hotel Metrópoli. La primera etapa de su nueva vida transcurre en una lujosa suite, pero no lo conocemos ahí, sino en un pequeño espacio en el piso superior del hotel, donde lo trasladan a raíz de un poema que el gobierno considera subversivo. Acostumbrado a la opulencia y, sobre todo, a la libertad, el conde podría deprimirse al grado del suicidio, como lo considera en cierto momento. Sin embargo, decide lo opuesto: reinventarse. Y es así como se convierte en el mejor mesero del hotel y entabla una profunda amistad con quienes antes de su arresto lo servían. Su educación le ayuda. El conde Rostov es amable, considerado y todo un caballero cuando se trata de ayudar a una mujer en problemas. Gracias en buena medida a estas cualidades, transforma lo que hubiera sido una prisión en un mundo propio con muchas satisfacciones. Nunca lo vemos quejarse o maldecir al destino. En los tiempos turbulentos de la Rusia de aquella época, logra convertir su suerte en una aventura. Toma las partes del pasado que considera convenientes y descarta el resto sin mirar atrás. “Quién hubiera imaginado que cuando fuiste sentenciado a pasar el resto de tu vida en el hotel Metrópoli, te convertirías en el hombre más afortunado de toda Rusia”, le dice un amigo en una de sus visitas.
La historia de la protagonista de Del color de la leche, el impactante libro de Nell Leyshon, no puede ser más distinta: Mary es una campesina inglesa que trabaja de sol a sol bajo el mando de un padre furibundo porque Dios sólo le dio hijas mujeres. Vive en una granja con él, su madre, sus hermanas y un abuelo paralítico al que adora. Mary nació ahí, no conoce más allá de las colinas que rodean el valle. Sería normal que fuera desdichada, pero tiene una predisposición natural a la felicidad. Le gustan los amaneceres, el canto de los pájaros, sentir el sol en la espalda, pasar tiempo con sus hermanas y ocuparse de su abuelo guardado como un estorbo en el cuarto de las manzanas. Además de sentido del humor, Mary tiene un carácter fuerte y habla sin parar. Hasta que la obligan a ir a cuidar a la esposa enferma del vicario. Ella trabajará en el vicariato y su padre cobrará. Un acuerdo natural; finalmente, es mujer y debe servir, callar y obedecer. Estará contenta aquí, piensa la familia del vicario. Se ha liberado del maltrato de su padre, tiene una cama para ella sola, toda la comida que quiera, ropa limpia y sus labores son mucho menos desgastantes que las del campo. ¿Cómo es posible que eche de menos la granja? Pero claro que la extraña, aunque nadie lo quiera aceptar en la vicaría.
Un día, después de la muerte de su esposa, su patrón, ahora viudo, empieza a enseñarle a leer y, poco a poco, la relación cambia. Primero una mano en la pierna, después el peso de otro cuerpo en la cama. Toman los alimentos juntos, son una pareja. Hemos sido felices, dice el vicario. La culpa se adormece mientras Mary se siente cada momento más atrapada. Ella no puede reinventarse por la simple razón de que una mujer en ese entorno y en esa época no es libre para hacerlo. El costo es demasiado alto y el dedo de Zeus es vigilante. El mundo es masculino, ¿qué importan los sentimientos de una criada, de una granjera ignorante? Seguramente finge al cerrar las piernas. Y que agradezca haber aprendido a leer, ¿no era eso lo que quería? En eso, el vicario tiene razón y la escritura será parte de su liberación, aunque de una manera distinta de la que el lector espera.
Cuando acabé de leer Un caballero en Moscú, me quedó una buena sensación. Es una novela optimista, entretenida y bien escrita. Cuando cerré Del color de la leche supe que el libro me había afectado. Por primera vez entendí el feminismo exaltado con el que no siempre concuerdo. Y reconozco a las mujeres gracias a quienes puedo ahora escribir este texto, sabiendo que nadie va a vetarlo o que tendría que buscar a un hombre que lo avalara.
Reinventarse es un privilegio y el conde Rostov lo hizo con la elegancia y la gentileza de un gentleman, un hombre amable. La decisión de Mary al final de Del color de la leche es un golpe a las emociones del lector. Antes de juzgarla, sería un buen ejercicio ponerse un momento en su situación.
Maravillosa columna, Susana Corcuera de verdad nos transportas a esas épocas y nos llevas también en un viaje a la epoca actual! ¡Lo máximo de esctitora! ¡Felicidades!
¡Gracias, Paz! Los dos libros son buenísimos, ojalá los leas para comentarlos.
Me encantó tu columna y el mensaje que en ella trasmites.
No puedo estar más de acuerdo.
Gracias
Yo creo que los libros te van a gustar mucho. Si los lees, luego los discutimos. ¡Gracias por dejar el comentario!