La Camarista: tras la vida oculta de los objetos

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La Camarista es el nombre de la película dirigida por Lila Avilés, que contará con 2 millones de pesos para promoción durante su camino hasta el 2020 cuando representará a México tanto en los Oscares como en los Premios Goya en España. Lo mismo que se decidió en el caso de Roma de Alfonso Cuarón, de las dos cintas que habrían podido elegirse, la de Avilés será la única enviada por nuestro país.

Se estrenó en septiembre de 2018 en Toronto y desde entonces ha obtenido 23 nominaciones en su recorrido por festivales de todo el mundo. De éstas, ganó: Premio especial del jurado en La Habana, Marrakech, Marsella y Ámsterdam, Premio Diploma en Minsk, Mejor actriz en Ecuador, Mención especial en Palm Springs, Premio del público en Portland y Premio Golden Gate en San Francisco. Pero sin duda, sus victorias más importantes han sido en México: estuvo nominada a 10 premios Ariel en 2019 y ganó el de Mejor ópera prima; en el Festival Internacional de Cine de Morelia, FICM, ganó el Premio Guerrero de la Prensa para Ficción y el Premio Ojo al Mejor Largometraje Mexicano, que además del estímulo monetario incluye una escultura con dicho motivo realizada por el artista michoacano Javier Marín.

Lila Avilés.
Lila Avilés, actriz y cineasta mexicana.

En mi opinión, la indiscutible calidad de La Camarista se refleja en cada elemento que la integra, desde la profundidad minimalista de encuadres de sábanas blancas contra el fondo de la gran ciudad vista a través de los ventanales de un hotel de lujo, hasta la actuación de Gabriela Cartol que lleva al espectador a identificarse con las aspiraciones y deseos de un ser contenido emocionalmente a quien, sin embargo, logra develarnos en toda su complejidad.

Uno de los objetivos que Avilés expresó en entrevista, era el de crear una obra con varias capas de lectura. Yo creo que además de esos niveles de  profundidad, los aciertos de La Camarista pueden reconocerse desde diferentes perspectivas. La primera es que resulta una película esencialmente femenina: dirigida y producida por mujeres y que presenta el mundo a través de la mirada de quienes realizan una actividad que tradicionalmente les ha sido asignada a ellas. A juzgar por la proporción en 2018 en el Festival de Morelia: 6 de 11 largometrajes en competición pertenecían a directoras, la equidad de sexos en la industria del cine, que preocupaba a Tatiana Graullera, productora de la cinta, se está haciendo realidad y la victoria de La Camarista es prueba contundente de ello.

La Camarista.
Fotograma de ‘La Camarista’, dirigida por Lila Avilés (2018).

Otra perspectiva, quizá la más socorrida, es la que ve en la película una buena denuncia del abismo que existe entre la clase trabajadora y, en este caso, la de quienes pueden hospedarse en hoteles de lujo. Se dice que Eve, la protagonista, sueña con ser alguien distinto; encuentra la fuerza para afrontar el rigor y monotonía de su vida cotidiana evadiéndose en fantasías que crea a partir de las pertenencias olvidadas por los huéspedes. Al respecto, Avilés hizo hincapié en que la falta de comunicación no sólo se da entre clases sociales, sino que en general nos aísla como individuos. Según cuenta, tras haber terminado la película, se percató de otro de sus contenidos: el trabajo nos consume más allá del estrato social y nos convierte en seres alienados; el deseo de subir, el espejismo de la felicidad que se compra con dinero, obstruyen la vía del acercamiento entre compañeros. Lila optó por presentarnos a Eve en su lugar de trabajo para que fuéramos nosotros espectadores quienes recuperáramos las piezas sueltas, fragmentos de conversación, miradas, reacciones… y con ellas imagináramos el resto de su vida. Pienso que quizá de la misma manera que la propia camarista se relaciona con los huéspedes, incluso cuando ya no están y aprende a construirse a sí misma a partir de objetos que dan cuenta de su ausencia.

Mi opinión al respecto de La Camarista como denuncia es que logra una observación atenta, pero sin patetismo de una profesión humilde y agotadora; con interés gustoso seguimos a Eve, desplazándose en escena con la seguridad de quien conoce un territorio de manera íntima: ese ambiente aséptico y a la vez reconfortante le pertenece, tanto, que activa su capacidad creadora al tiempo que la protege contra el acoso de la inmensa Ciudad de México, asomando como tela de fondo.

Por otro lado, y quizá transgresora de la mujer sacrificada, está la visión de Eve como una voyeurista. Para entenderla, hay que saber que Lila Avilés fue actriz de teatro y su película se basó en la pieza La Camarera, inspirada a su vez en el trabajo de la artista francesa Sophie Calle. Nacida en 1953, Calle se ha dedicado a hacer de sus propias experiencias y momentos íntimos una obra, misma que presenta en distintos soportes: fotografías, libros, videos, acciones artísticas. Empezó en su juventud cuando tras un largo viaje se encontró de vuelta en casa sin amigos y sin proyecto profesional; así, decidió dedicarse a seguir a desconocidos por la calle para reencontrar París a través de los recorridos de los otros. Un análisis de sus creaciones dice que “intenta conjurar la angustia causada por la ausencia construyendo situaciones que asocian una imagen y una narración en torno a un experiencia personal. Las reglas de su juego se establecen entre los límites de las esferas pública y privada y en el carácter intercambiable de las posiciones de voyeur y exhibicionista”.

Colección fotográfica de Sophie Calle
Colección fotográfica de Sophie Calle (L’Hôtel, Chambre 47).

En el libro fotográfico Hotel, resultado de su experiencia de varios meses como camarera en un hotel en Venecia, Calle pretende inmortalizar los efectos personales de los huéspedes al tiempo que descubre detalles de su vida.  Pues fue precisamente revisando dicho libro que Avilés tuvo la ocurrencia de filmar su primer largometraje. Como lo confiesa, la idea de imaginar la vida de los otros a partir de lo que dejan la sedujo. Interrogando camareras en distintos lugares las descubrió habitadas por un sentimiento común, la soledad. Así, junto con su coguionista Juan Carlos Márquez, construyó al personaje en su entorno, tan entrañable que, en mi opinión, es casi reconfortante imaginar a La Camarista examinando los objetos de uno mismo como si hurgara en nuestra intimidad: mucho mejor que la indiferencia por la que hace tiempo dejamos de contemplarnos unos a otros.

La veracidad en la interpretación de Eve es además fruto de varios días de convivencia de Lila con el personal del hotel Presidente. El rodaje se hizo en las mismas instalaciones en funcionamiento, “entre huéspedes, maletas y otros empleados, por lo que había momentos en los que incluso nos corrían con las cámaras y teníamos que hacer cortes para no interferir con la operación regular… La proximidad con las camareras y la preparación del rodaje fue tan agradable que decidí poner a actuar a algunas de estas mujeres”. Es así como, según Avilés, la ficción y la vida se reúnen en La Camarista. En mi opinión, es una magnífica cinta que merece todo el apoyo del medio del cine y definitivamente el nuestro como espectadores.

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Susana Corcuera

Me encantó la reseña y se me antojó mucho ver la película. Ojalá tenga buena distribución en México.

Inés Santiago

Por lo que vi en la web, ya se exhibió en la Cineteca en abril; ojalá vuelvan a pasarla o en otras salas.

Gabriela Gorches

Estamos atentos , seguramente aparecerá en otras salas y en alguna plataforma de televisión

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