La utopía, esa pesadilla

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El conocimiento en gran parte se construye con hábitos, con repeticiones que adocenan el pensamiento en una comodidad que no cuestiona, “demuestran su sabiduría memorizando” dice Rafael el marinero narrador de la Utopía de Tomás Moro. El ideal de una realidad inexistente es una obsesión científica, detonador del progreso, es el destino de su trayecto. El ideal utópico es la proyección de una ideología, desde las primeras utopías, como la Biblia y el Paraíso o la República de Platón, llevan hasta el límite los preceptos de un sistema. La adaptación del conocimiento deformó el concepto “utópico” para hacerlo un adjetivo y un axioma, lo utópico es perfecto y, por lo tanto, inalcanzable, y no es así, perseguir una utopía provoca la deshumanización, es una aberración de la justicia.

Utopía.
Imagen: Pinterest.

En la Utopía de Moro, las ilustraciones son grabados de Ambrosius Hans Holbein, el mapa de esta isla ficticia es una copia de Inglaterra, con las anotaciones irreales de Moro. Los habitantes visten de la misma forma que los ingleses del Renacimiento, para darle más veracidad, es un libro de viajes en el auge de los libros de descubrimientos geográficos. Moro toma un recurso formidable, los narradores de viajes eran grandes mentirosos, lo podemos ver con los libros sobre la Nueva España, que ahora el patriotismo acusa de denigrantes; era parte de la tradición, mentir para vender, como sigue sucediendo en la literatura, para eso es el arte, para eso son los libros, para inventar una realidad. La Utopía es un compendio de crueldades, de abusos y violaciones de los derechos humanos, un libro catalogado como ejemplo de lo que el “humanismo” propone, justamente la deshumanización del ser humano para alcanzar la felicidad. No es una ironía, como se acostumbra a leer, es una advertencia, que además se ha cumplido, todas las dictaduras han tenido pretensiones utópicas, el racismo eugenésico nazi, el comunismo, las aspiraciones maoístas, la igualdad individual y social impuesta que, sin embargo, mantiene la esclavitud, están prefiguradas en la novela. En el primer libro, la discusión sobre el mejor castigo para combatir el robo, las propuestas violentas y las “benévolas” son igual de brutales, no hay salida, los seres humanos carecemos de vocación para la justicia, y la confundimos con venganza.

Los grabados de Holbein de precioso dibujo, le dan credibilidad a la narración, si está dibujado el mapa, entonces existe. Los mapas de Américo Vespucio, el marino Rafael dice haber estado en tres de sus expediciones, están realizados con el mismo estilo, la complicidad del artista aportó ciencia a la mentira, le dio ubicación, el mapa hace tangible la propuesta de Moro. Los habitantes de la isla son felices y no hay problemas porque no existe la propiedad privada, todo, incluso las mujeres son de “uso” colectivo, las emociones no son un objetivo ni un obstáculo, simplemente no se plantean como parte de la existencia. El siglo XX puso en práctica muchas de esas ideas y de otras utopías, y en todas el ideal destruyó a los individuos.

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