A Francisco, defensor de la opinión libre.
La visión del futuro de ciertos escritores de ciencia ficción ha resultado profética. Me imagino la sorpresa de Julio Verne ante los submarinos y los viajes a la luna que sólo concebía en su imaginación. Hace poco releí Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell. Dos libros de mediados del siglo pasado que nos muestran realidades actuales que estos autores vislumbraron.
Orwell describe un mundo dividido en tres grandes estados totalitarios, uno de ellos controlado por “el partido” bajo la dirección del “Gran Hermano”, líder cuya misteriosa identidad no hace sino fortalecer su poder. El Estado es omnipotente porque todo lo ve, todo lo sabe. Bajo su control, las tres super potencias simulan conflictos entre ellas y crean guerras en países lejanos para justificar su autoridad. Si entre estos países surgen desavenencias y aumentarlas va de acuerdo con sus intereses, lo hacen sin escrúpulos, aunque de manera soterrada.
En la actualidad, tenemos tres bloques: el de Occidente, China y Rusia. Cada vez que tienen diferencias, la humanidad tiembla ante la amenaza de un apocalipsis nuclear. Sin embargo, las guerras se desarrollan lejos de ellos. La teoría de que las torres gemelas fueron derribadas por gente en el poder del propio Estados Unidos para tener un pretexto y unir al pueblo en el miedo -incluso odio- a los musulmanes, probablemente no sea cierta, pero es un hecho que se ha aprovechado la tragedia para el millonario negocio de las armas, parte fundamental de la economía de los Estados Unidos. En cuanto al “Gran hermano”, al ojo que nos domina, cada vez es más difícil no depender de los teléfonos móviles, a pesar de estar conscientes de que las compañías utilizan nuestros datos a su conveniencia. No ha sido necesaria la fuerza para esclavizarnos, hemos sucumbido de manera voluntaria.
En Un mundo feliz Aldous Huxley también aborda el tema de la libertad. La novela sucede en el año 2540 y describe un mundo en donde la manipulación genética en manos de un grupo ha formado una sociedad basada en jerarquías. Los bebés crecen en úteros artificiales y se adoctrina a la población para que cumpla roles preestablecidos. Además, a todos se les da una droga llamada soma que los mantiene conformes con su situación. No voy a contar el resto del argumento porque no quiero echarles a perder el libro a quienes se les antoje leerlo. Creo que esto basta para encontrar la similitud entre la novela de Huxley y el presente. El manejo de la genética con la finalidad de tener hijos de características específicas ya se discute y los antidepresivos, ansiolíticos y drogas en general para estimular o aplacar emociones, se prescriben como si fueran caramelos. Incluso hay escuelas que condicionan la inscripción de niños “difíciles” a que estén medicados. Por si fuera poco, gran parte de los sistemas educativos dista mucho de fomentar en los estudiantes la crítica positiva y la defensa de la opinión personal.
Nunca he creído en las teorías de conspiración, pero la humanidad ha evolucionado de manera que en ocasiones parecerían ciertas. Aunque quizás todo se resume en el miedo a la libertad que nos vuelve víctimas de quienes no temen hacerse cargo, para bien o para mal, de las vidas de los otros. De acuerdo con lo que dijo Orwell, ellos saben que la mayoría de los seres humanos amarán la esclavitud.