No muy frecuentemente tenemos la posibilidad de experimentar la creación de una Constitución Política, situación inminente que los capitalinos habrán de vivir. Desde luego, lo importante de ello está en la oportunidad histórica de conformar un texto jurídico fundamental lo suficientemente objetivo en razón de lo que una entidad como la CDMX y sus habitantes requieren.
En los constituyentes recaerá la enorme responsabilidad de crear un documento acorde al contexto en el que se desarrolla la vida en la CDMX, documento que habrá de estar alejado de expresiones populistas y clientelares, que por su alto grado de indeterminación e idealidad sean de imposible materialización.
Algo muy importante es que la Constitución de la CDMX debe de consagrar el respeto y garantía de los derechos humanos y de aquellos que se han logrado tras muchos años de lucha como el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y el matrimonio igualitario, por ejemplo. Derechos éstos que se han logrado tras administraciones que se autonombraron progresistas. La presente administración y las subsecuentes que provengan de los llamados partidos de izquierda tienen sobre sus hombros la responsabilidad de realmente seguir fomentando políticas incluyentes en las que se contemplen, inclusive, las pequeñas minorías y, sobre todo, los pequeños sectores de la población que están en total descobijo de la ley por sus circunstancias de salud, económicas, sociales y culturales. De no ser así, los logros obtenidos, corren el riesgo de ser simplemente prebendas clientelares.
En la Constitución se deberán sentar las bases que prescriban la solución de problemas históricos con los que lidiamos los habitantes de esta gran urbe. Problemas, inclusive, que por su cotidianidad poco a poco han provocado la pérdida de asombro ante ellos, al grado que los hemos adoptado como una normalidad en nuestras vidas.
Ejemplo de lo anterior, es la prostitución que, desde siempre o casi siempre, ha existido sobre Anillo de Circunvalación, la calle de San Pablo, calzada de Tlalpan, Sullivan o Puente de Alvarado también, así como en un gran número de establecimientos que utilizan la fachada de bares “familiares” y que en realidad son prostíbulos en todo su apogeo. El problema no es el sexo servicio (que inclusive pudiera ser una forma de trabajo regulado por la ley), sino los delitos relacionados con esa actividad. Delitos como la trata de personas, explotación sexual, tráfico y consumo ilegal de drogas, abusos y acosos sexuales; violaciones, lesiones, homicidios y un concurso inacabable de otros delitos que hacen de la prostitución un fenómeno muy delicado y que por razones de corrupción no ha sido solucionado.
Como el anterior, existen en la capital un sinfín de problemas que a lo largo de muchos años hemos venido arrastrando y que no se les ve una próxima solución. Éstos transgreden no sólo los derechos humanos, sino también toda forma de convivencia armónica. Lo anterior encuentra su origen en tres factores principales: la corrupción e impunidad, la falta de leyes, instituciones y autoridades eficaces y, finalmente, a la carencia de una cultura de la legalidad de todos.
De lo anterior, quiero hacer hincapié en lo que respecta a la falta de autoridades eficaces. En gran medida las violaciones a los derechos humanos que se realizan provienen, precisamente, de un acto de autoridad. Luego entonces cabe la pregunta: ¿Por qué las autoridades violan los derechos humanos? En términos generales esto se debe a cuestiones de corrupción y por incompetencia de los servidores públicos.
Enfocándonos en la incompetencia de los funcionarios, es fundamental que desde la nueva Constitución se ordene, derivado del derecho de los habitantes a una buena
administración pública, la contratación de los futuros servidores a través de aprobar evaluaciones y cubrir los perfiles adecuados para al puesto que aspiran.
Hoy se realizan dichas evaluaciones desde la Contraloría General del GCDMX, lo cual ya es algo muy importante; sin embargo, al estar señalado en un precepto constitucional, revestiría de mayor fuerza este mecanismo de ingreso a la administración pública local y que a la postre llegue a optimizarse el servicio público a través de contar con funcionarios capaces, profesionales y con vocación de servicio.
¿Cuántas veces hemos tratado de resolver algún problema de trámites con la burocracia y que a la vuelta de las horas en la fila de espera seguimos sin verles solución? ¿Cuántas veces hemos sufrido algún abuso de autoridad? ¿Cuántas otras, se nos atiende de mal humor y sin ganas de resolver nuestras problemáticas? En fin, estamos en un momento oportuno para sentar las bases que, con responsabilidad, en un futuro cercano cambien las circunstancias en las que nos encontramos.
cruzvazquezmanuel@gmail.com
@marcialmanuel3
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