¿Sabes qué es la envidia y por qué la llegas a sentir? Conoce más sobre una de las sensaciones más constitutivas en la humanidad.
Ciudad de México.- Ya decía Don Quijote, “todos los vicios, traen un no sé qué deleite consigo; pero el de la envidia no tal, sino disgusto, rencores y rabias.”
¿Qué es la envidia? Un sentimiento de perdida en comparación con otro que se basa en una precariedad narcisista, es decir, que los sentimientos de inferioridad constituyen su piedra angular. Para su elaboración, la envidia se arma de una poderosa defensa contra la percepción de la propia inferioridad: se odia a otro para no sentir odio contra uno mismo.
La envidia entonces no es más que un representante simbólico de todo lo que me falta; ha estado presente en el hombre desde tiempos ancestrales y ha sido representada -y estudiada- a través de la historia por múltiples figuras y desde diferentes planos. Ya sea que hablemos del ‘enfermo de envidia’ de Aristóteles, la gangrena del alma de Unamuno, el cáncer de las sociedades y de las doctrinas de A. Camús, el dardo envenenado de Voltaire, la peste luzbeliana de Quevedo o el mal sagrado de María Zambrano, como decía Reyes Mate, la envidia siempre será “el amargo pan de los vencidos.”
La alusión a la envidia como medio generador de enfermedades deletéreas -mortíferas o venenosas- con devastadores efectos en la salud fue demostrada por primera vez en la antigua Grecia con los tratados médicos de Aristóteles. Al parecer, la envidia, mantiene efectos corporales que van más allá de los característicos rasgos físicos que enmarcan a un envidioso -palidez lívida, consunción, ojos hundidos, aspecto torvo y degenerado, según las percepciones de Juan Luis Vives- esta herida narcisista puede ser la clave misma para las más sórdidas patologías del ser humano -. La frase ¿verde de envidia? habla mucho sobre sus efectos directos en el hígado, su capacidad para producir bilis y por lo tanto para poner ‘verdes’ a las personas-.
No es que el envidioso no pueda ver los méritos o la fortuna ajena, sino que los mira torcidamente. De acuerdo con Melanie Klein, el envidioso es mimético y reproductor, el verdadero genio es emprendedor, ocurrente, original, artista. El envidioso no puede permitirse admirar la energía generadora de otros, por ello trata de socavarla, trivializarla o arruinarla para mermar la admiración que podría causar en los demás. La envidia marchita la productividad. Al final, no existen muchas buenas cualidades que puedan ser rescatadas de esta admiración fracasada que es la envidia.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.