Fue sin duda un hecho que llamó la atención el pronunciamiento oficial que realizara la semana pasada el presidente de México, Enrique Peña Nieto, sobre los entonces más recientes dichos e instrucciones del presidente Trump, respecto a la orden ejecutiva donde asignaría batallones de la guardia nacional para el resguardo de la frontera sur de su país. Fiel a su estilo, la instrucción se daba envuelta en señalamientos y calificativos negativos a nuestro país, autoridades y población migrante.
El discurso fue prácticamente impecable, fino, político y duro. Estoy seguro que se quedará grabado en la memoria de muchos como parte de los buenos momentos del presidente a la postre.
Hacía no mucho, semanas atrás, había escuchado a un par de personas, expertas en estrategia política, mencionar que era cuestión de tiempo para que la Presidencia de la República emitiera una postura firme respecto a la relación bilateral entre México y Estados Unidos, marcando un alto a las constantes declaraciones que el presidente Trump emitía y que generaban tensión política, social y económica. Argumentaban que ese hecho elevaría la percepción positiva del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su actual candidato el doctor José Antonio Meade. Sonaba lógico, como algunas otras teorías que escuchamos en esta ajetreada época electoral.
Sin embargo, el hecho fue aún más sorprendente por sí mismo, en poco menos de cinco minutos de mensaje, el presidente Peña apareció estoico, no sólo fue contundente sino que hizo tangible la unidad social más allá de colores y objetivos electorales, sumó a su discurso palabras de los principales candidatos a la Presidencia de la República, Ricardo Anaya del PAN, Andrés Manuel López Obrador de Morena, José Antonio Meade del PRI y Margarita Zavala como independiente, para generar una postura en común; que me atrevo a decir, bien representaban el clamor popular de la sociedad mexicana. Aplaudo sin duda la forma y el fondo del hecho; a nivel percepción el hecho suma, desde luego, a la defensa de la soberanía nacional pero también me parece que abona a la democracia y a la idea de tener un proceso electoral sano y útil, que invite a los ciudadanos a ejercer su derecho y responsabilidad de votar y mitigar la percepción de quienes pudieran decir que el gobierno actual interfiere en el proceso. Pocas veces he tenido la oportunidad de disponer tan a la mano un ejemplo de cómo dar el primer paso para reconstruir o fortalecer una reputación en cualquier ámbito, éste no tiene desperdicio.
Así, la semana pasada tuvimos una buena lección de gobierno, pero también de comunicación incluyente, eficiente y frontal. Los que nos encontramos trabajando en áreas de comunicación sabemos que lo más difícil de cambiar son las percepciones, pero fuimos testigos de cómo una buena argumentación y una red de aliados siguen siendo base fundamental de una buena estrategia.
Lacayo. Lacayo.
Un “pulcro” discurso sin acciones susecuentes se degrada a “vacía” retórica.
Disculpa error tipográfico; debió decir subsecuentes.