Escrutinio Casual

Disrupción en un sólo sentido

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¿Qué pasaría si las organizaciones y personas cumplieran lo que dicen?, ¿qué pasaría si no hubiera discursos fingidos con dobles agendas para lograr un mismo objetivo? En tiempos de guerra se suele anteponer la diplomacia y la política por delante, precisamente para evitar llegar a el enfrentamiento, aunque a veces, como en los negocios, a la vez que se entablan reuniones se ejercen “operativos” para desestabilizar o presionar el alcance de su objetivo, siempre con la condicionante de ocultar el origen y mantenerse en la clandestinidad.

La realidad es que no hay mucha diferencia con el mundo actual, específicamente en el ámbito de comunicación corporativa. Solía haber una marcada tendencia institucional a tratar de diferente forma una información o postura, tanto en el ámbito público o en la comunicación externa, como en las relaciones con el gobierno o en la estrategia de cabildeo. La organización solía ser “prudente”, propositiva y evitaba debates, mientras que en el ámbito uno a uno, los equipos de cabildeo ejercían férrea presión en los puntos de contacto elegidos.

Globo.
Imagen: Cronista.

La misma labor la ejercían o ejercen las asociaciones gremiales, las cámaras empresariales están hechas para ser el brazo fuerte y a veces duro de las organizaciones que representan y que “no pueden o deben” entablar ese tipo de pronunciamientos en lo individual, por el “alto costo reputacional u operacional” que podría suponerles hacerlo en lo individual. Eso generaba no sólo dobles discursos, sino dobles agendas.

Sin embargo, vivimos tiempos nuevos en todos los sentidos, claramente en el aspecto social las personas nos informamos más; no necesariamente mejor, pero estamos más en contacto con diferentes puntos de vista, y sin duda, cuestionamos más todo. En este sentido, vale la pena reflexionar sobre el uso y efectividad real de esas fórmulas que buscaban generar comunicación branded y comunicación unbranded.

La realidad parece imponer una innegable reutilización de la honorabilidad y la transparencia, conceptos que solía –en otros tiempos–, darle sentido a la manera en la que como sociedad construíamos alianzas, acuerdos, treguas y hasta contratos. Eran los tiempos del valor de la palabra.

Ciudad.
Imagen: Pulso social.

Eso significa otorgarle un sentido único a que, lo que decimos, encausará nuestro actuar porque no hay dobles intenciones y porque de otra forma corremos el riesgo de ser expuestos con consecuencias difíciles de asumir. Por ejemplo, podrá ser del gusto de unos y de otros no tanto, pero el actual Gobierno de la República está llevando a cabo –en amplia medida– lo que prometió a sus votantes; mientras tanto muchas organizaciones de la iniciativa privada se mantienen a la expectativa para lograr entender, si existe alguna agenda oculta o cuál será la que revelará sus verdaderas intenciones. En el intermedio, se está perdiendo tiempo y mucha incertidumbre se está generando.

¿Qué pasaría si promoviéramos una agenda de comunicación, en todos niveles, basada en un sólo discurso y una sola línea de actuación? No quiero ser ingenuo, pero me parece que ahorraríamos mucho tiempo; siendo más eficientes, confiaríamos más el uno en el otro, lograríamos asociaciones más efectivas y también combatiríamos más rápido, y hasta dejaríamos sin cabida a las fake news. Es interesante analizar qué organizaciones y personas así lo hacen y cómo les va en su desempeño. Si hace el ejercicio, le aseguro que se llevará grandes respuestas.

La disrupción puede venir de lo más esencial.

El activo más valioso del mundo

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Recientemente tuve la oportunidad de ver uno de los últimos documentales lanzados en Netflix llamado “Nada es privado” (“The Great Hack” en inglés). Es una pieza interesante que relata la generalidad de los hechos que materializaron el “escándalo” de Cambridge Analytica que, entre otras consecuencias, hizo que durante 2018 Facebook perdiera USD 37 mil millones de dólares en capitalización, en 24 hrs., de acuerdo con la BBC.

Siguiendo la narrativa del documental, es interesante detenerse un momento a reflexionar sobre varios dilemas que se presentan. Dilemas que fácilmente pueden pasar por circunstancias y hechos ilegales, perseguidos por la justicia internacional pero, desde mi punto de vista, donde los más relevantes se basan en la inmoralidad o la falta de ética en el actuar de las partes involucradas.

El mundo digital, hasta el momento, nos ha demostrado que no tiene límites, ni para bien ni para mal. Ha revolucionado la manera en la que convivimos como sociedades globales, pero se desarrolla tan rápido que nos ha rebasado respecto a la forma correcta de usarlo, hoy nada de lo que sabemos sobre este universo virtual es cierto, todo es hipótesis. De momento, la mayoría de la interacción la hemos dejado en manos de la autorregulación, casi, me parece, pensando en la posibilidad de ver si ahí logramos ser mejores miembros sociales.

The great hack.

Regresando al asunto puntualmente, sí, es cierto que Cambridge Analytica infringió reglas de uso de los datos a los que accedió, pero no del 100% de ellos. Aproximadamente 250 mil personas, usuarios de la citada red social, accedieron a realizar un test de personalidad y con ello brindaron su consentimiento para que el algoritmo detrás accediera a sus datos personales, pero dicho algoritmo se extendió hasta poder extraer datos de los amigos de las personas que originalmente habían interactuado con la prueba.

Viene lo interesante, es casi innegable en la historia identificar qué cosas fueron ilegales o lo pueden ser, no hace falta ser abogado para aplicar una buena dosis de sentido común. Sin embargo, la narración de los hechos plantea en varias ocasiones que, con base en ese tipo de datos personales, la entonces firma consultora de campañas y comunicación política en varias partes del mundo pudo perfilar la personalidad de individuos que, durante procesos electorales, se agrupaban como indecisos. El éxito del algoritmo y la metodología del equipo de esta firma se veía reflejado al momento de la votación final, donde alcanzaron resultados exitosos ya sea de abstinencia o de votación, pues la información que le habían hecho llegar a esos votantes perfectamente analizados incidió en el resultado final deseado.

Política de privacidad.
Imagen: ADSLZone.

El dilema es interesante, ¿hubo robo de información?, todo indica que sí, ¿hubo información sesgada e información falsa?, sí, aunque esto último es más inmoral que ilegal. Y por último, ¿obligaron a las personas a votar como lo hayan hecho o no, en los días de las elecciones?… la respuesta es no. Entonces, resulta curioso ver cómo un recurso tan antiguo, casi como la civilización moderna, convive y reta a la tecnología que nos llevará al futuro; la Ética sigue estando vigente.

Una de las conclusiones más claras del documental es que, al día de hoy, las compañías más valiosas del mundo,  tienen como activo fundamental “información”, en la mayoría de los casos, “nuestra información”. ¿Será acaso que los usuarios deberíamos de tener capacidad y derecho a monetizar nuestra información?

¿Cómo podemos empezar a regular el mundo digital? ¿Cuándo? ¿Quién? Lo que es cierto es que estamos viviendo el comienzo de un nuevo mundo, es como un niño que aprende a caminar, por cada paso con fuerza hay dos con debilidad. Qué interesante será verlo andar por completo.

La sobre exposición en los medios

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No hay, todavía, un algoritmo que nos ayude a definir la medida correcta de una campaña de visibilidad o posicionamiento. Aún nos basamos en la generación de contextos únicos creados por factores múltiples que, basados en la experiencia y los datos recolectados, nos ayuden a definir la estrategia y plan de trabajo más adecuado.

¿Cómo hacerlo bien? Además de aplicar la lógica elemental anterior, siempre resulta más conveniente apoyarse en un experto, es decir, alguien que tenga experiencia comprobada y exitosa en materia de comunicación. Si se puede, mejor aún, alguien que empiece por cuestionar por qué aparecer en medios o sólo hacer labor mediática, es útil y favorable.

Lo sé, suena una tanto escandalosa esa última línea, más para alguien que se desempeña en ese mundo. Sin embargo, la experiencia, el mundo actual y los retos de las organizaciones, ejecutivos y gobiernos, han cambiado las reglas del juego. Y si entendemos que estos factores naturalmente cambian con el tiempo, nosotros debemos hacer lo mismo. O bajo la teoría de Darwin, no prevaleceremos.

En una estrategia de comunicación o de comunicación corporativa no significa que salir en medios sea mucho más beneficioso, pero sí es importante considerarlo sabiendo cómo hacerlo con un discurso congruente y sin tratar de acaparar la atención de los medios; por lo general nos cansamos muy rápido cuando se integra una persona en un círculo y pareciera que se esfuerza en ser el centro de atención, sin que suceda naturalmente.

Salir en los medios.
Fotografía: dCIDE.

Es lo mismo en el mundo comunicacional, muchos ejecutivos o personas de interés publicable suelen iniciar diciendo que no quieren figurar, hasta que lo hacen y se dan cuenta del poder de un buen artículo, foto, espacio y declaración. Es casi adictivo.

Pero hay que tener mucho cuidado, tener objetivos claros y no parecer ociosos en el ejercicio, salir por salir es negativo en imagen, credibilidad y gestión de riesgos.

He de decir que aplaudo mucho y colaboro para brindar igualdad de oportunidades y reconocimiento para todos los géneros, pero no puedo evitar mencionar que he visto cómo equipos de comunicación, cayeron en la tentación. Me refiero a  esos que, al tener a mujeres como CEO’s de grandes organizaciones, decidieron acertadamente utilizarlas como un activo de generación de valor a la marca; como un canal de comunicación externo e interno pero sucumbieron ante el encanto de los medios y han sobreexplotado su imagen, tanto que pareciera que se convirtió en una campaña de posicionamiento personal, sobrepasando a la marca u organización y generando más riesgos que ventajas. ¿Pregúntenle a algún presidente de compañía o a un miembro de un consejo de administración si le gusta que el Director General figure más que la propia marca?

Valor de la marca.
Imagen: Tactic Center.

Por lo anterior enlisto algunas ideas que deberían ayudar a mitigar la sobre exposición pública:

  1. La estrategia comunicación corporativa y de marca es más que apariciones constantes en medios de comunicación.
  2. La reputación de la organización es uno de los activos más valiosos de una organización, tanto como su patente, plantilla de colaboradores o clientes y se construye todos los días, mediante todos y cada uno de los que integran la organización.
  3. El CEO, director general y equipo de dirección, pueden ser un activo muy valioso de las organizaciones, tiene que usarse de forma estratégica y dosificada.
  4. Un buen equipo de comunicación es aquel que no depende necesariamente de voceros, es aquel que convierte el día a día de la organización en noticia.
  5. Figurar en medios es útil, poderoso y construye reputación, pero abre una puerta que es difícil cerrar, necesitamos estar preparados para gestionar sus implicaciones.

Una historia de pasión

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Estoy convencido que es un privilegio encontrar una profesión y un trabajo que nos llene de pasión y satisfacciones. Es como la búsqueda del Santo Grial en términos profesionales, lograr identificar esa actividad que no se sienta como obligación sino como parte de la vida misma con momentos buenos y malos, pero al final llena de aprendizajes, crecimiento y automotivación.

Yo ciertamente soy privilegiado por haberme encontrado en esa situación circunstancialmente, no pude elegir en qué trabajar, pero mi profesión me encontró a mí, como a muchas otras personas les ha pasado (o eso deseo). Me he dedicado, esforzado, equivocado y aprendido, mucho. Pero, en efecto, he logrado un hecho difícil, en este contexto. Encontrarme con más de 80 personas que comparten mucho de esa misma situación tan privilegiada, las llamo colegas y tengo el gusto de trabajar con ellos y ellas todos los días.

Jóvenes emprendedores.
Imagen: PA Digital.

Más jóvenes y poco más grandes, lo mismo de México que de Brasil, Colombia, Argentina, Estados Unidos, España. Un grupo de profesionales de primer nivel con quienes compartir retos, pensamiento estratégico, puntos de vista, ideas creativas, filosofía, pragmatismo y, sin duda, valores personales y pasión por la comunicación como una fuente de transformación positiva de la sociedad, de nuestro mundo actual y futuro.

En días recientes, este maravilloso equipo de trabajo ha logrado llevar a la organización que representamos a ser consolidada como la más importante del país en nuestro sector, de acuerdo al ranking de referencia, elaborado por la revista Merca 2.0. Un esfuerzo incansable de 12 años de existencia que, pudiendo parecer poco, ha logrado abrirse camino en un sector que cuenta con compañías con más de 50 años de existencia.

¿Ha sido sencillo?, no; ha sido difícil, cansado y retador, pero también muy divertido, generoso y lleno de aprendizajes. Y como yo lo veo, lo mejor apenas comienza, es un momento clave donde los profesionales de este equipo nos damos cuenta de que ha valido la pena el esfuerzo y el cariño que hemos dado para ayudar a nuestros clientes, amigos periodistas y aliados de negocios.

Motivación profesional.
Imagen: Revista Merca2.0.

Qué privilegio es hacer lo que a uno le gusta, qué importante sería que los más jóvenes que están descubriendo su camino piensen en esto y dediquen tiempo a encontrar su fuente inagotable de motivación profesional; su vocación, marcará su vida y futuro

Ser el primero es bueno, mantenerse resulta aún mejor, ya que exige mucha responsabilidad y brinda mínimo o nulo margen de error, pero cuando uno disfruta su día a día, eso se convierte en un motivador más.

Cuando tenemos la capacidad de disfrutar lo que hacemos, el éxito llegará tarde o temprano.

Tomar el sol sin bloqueador

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¿Quién que haya ido a la playa no ha padecido los efectos del vital y bello sol? El color dorado que genera en nuestra piel, sin duda es sinónimo de un buen descanso, relajación, e incluso hasta envidias genera. Sin embargo, en muchas ocasiones nos hemos desprevenido sin usar productos adecuados para, además de broncearnos, podamos también protegernos. Por eso, en vez de relajarnos nos estresamos y hasta sufrimos del dolor y ardor que se siente por nuestra piel quemada.

Una primaveral y hasta veraniega analogía, me da pie a reflexionar acerca de lo que las organizaciones hacen para actuar en situaciones de crisis. En mi experiencia, los criterios que nos permiten evaluar si una situación se debe denominar así son dos:

  1. Debe afectar (o tener potencial de) la continuidad de las operaciones de nuestra organización y/o,
  2. Puede afectar la reputación de nuestra organización.

Casi cualquier otro hecho fuera de esta clasificación, no es crisis.

Estrategia empresarial.
Imagen: Management Journal.

Dicho lo anterior y continuando con la analogía, ¿qué tanta atención ponemos en los preparativos de nuestro largo viaje? Sin duda tendemos a enfocarnos en lo más obvio: tener un hotel listo y pasajes para llegar a nuestro destino, que harían las veces de tener un negocio con clientes y colaboradores. Mientras que esos elementos existan, nada nos preocupa y nos parece que el viaje será placentero y exitoso.

El riesgo de la obviedad y la inercia de resolver el día a día de las organizaciones muchas veces limita la capacidad de prevención y atención al detalle que, en diversas ocasiones, es lo que nos permite regresar una y otra vez, cada año, al tan añorado destino de descanso. Puede ser que los primeros tres viajes nos salgan como planeamos y ganemos confianza, pero puede convertirse en una peligrosa confianza que nos lleva a tomar cada vez menos precauciones, dejamos de revisar las condiciones del transporte en que iremos a nuestro destino y hasta las propias condiciones climáticas del mismo puede ser incluso que nos parezca que nuestra piel está más que acostumbrada al sol y decidamos dejar de aplicar algo que nos proteja.

Así de simple y sencillo me ha tocado ver cómo diversas organizaciones dejan de prestar atención a detalles que dieron por sentados o que simplemente se cuestionaron si realmente merecía la pena invertir en ellos y dejaron de hacerlo.

Plan de estrategia.
Fotografía: Aicad Business School.

Es entonces cuando lo imprevisto sucede, y mientras que el negocio y el día a día sigue su curso, al cabo de un par de horas sentimos los dañinos efectos de una sobreexposición a la luz solar y, peor aún, nos vemos obligados a acudir al médico, asustados, esperando que de la manera más rápida y eficaz nos alivie con un remedio casi mágico que debería tener listo y no fallar, pues para eso es médico. En el mejor de los casos, el experto nos ayudará y efectivamente aliviará nuestro sufrir, pero eso no garantiza que no quede alguna cicatriz.

Una marca debe ser un recordatorio de lo relevante que es cuidar los pequeños detalles de la organización y del viaje que a través de ella emprendemos. Desafortunadamente pocos directivos se detienen a invertir tiempo, recursos económicos y esfuerzo en preparación, blindaje y gestión de riesgos. El mejor riesgo es aquél para el que estamos preparados.

Casi es vital que esa marca quede para ser capaces de verla en el espejo y tener un recordatorio de lo peligroso que es tomar el sol sin bloqueador.

El mundo de la reputación

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En un mundo tan volátil, si la reputación fuera una acción bursátil, estoy seguro que sería una buena compra, por lo menos conceptualmente hablando mantendría su valor a la alza en los últimos 10 años, otorgando constantes rendimientos y con poco riesgo a la baja. Ya se suman varios ejemplos que refuerzan esta analogía.

Hoy para los mexicanos que llevamos cuatro meses con un nuevo gobierno, es éste el que está poniendo cada vez más en perspectiva la valorización de la reputación, no sólo como un concepto intangible, sino como un valor tangible y fundamental para tomar decisiones.

Desde lo más alto de esta administración se habla mucho y se refleja en sus decisiones, la preferencia por aquellas figuras personales e institucionales que tienen una buena percepción y, por tanto, reputación. En algunas de sus decisiones se podrán cuestionar capacidades técnicas, pero no reputacionales, por lo menos desde los argumentos que expresan aquellos que toman esas decisiones.

Pocos ejemplos en este sentido hay en el mundo, me parece que el hecho en términos sociales es muy interesante. Es decir, pareciera un regreso a los orígenes básicos donde lo que se busca es que, para que las cosas funcionen bien, primero debes construir estructuras basadas en la confianza. Si hay confianza, los conocimientos técnicos pueden llegar y florecer después, aunque claro, con la disposición a asumir también el desfase generado por la curva de aprendizaje.

Reputación empresarial
Imagen: UTP Escuela de Postgrado.

La reputación y la confianza están de moda, dicen que la mejor manera de no tener que recordar lo que se dijo es diciendo siempre la verdad. Parece muy sencillo, pero en un mundo tan volcado al capitalismo se crearon muchas distorsiones más allá o sin pensar en mantener una buena reputación en todos los sectores: político, social, religioso, educativo, etc.

No es un lujo más o un gasto innecesario invertir en estrategias de gestión reputacional, y sí en cambio son una inversión estratégica, en muchos casos para subsistir o seguir generando bienestar. Es tan claro como que los gobiernos privilegian a personas y organizaciones con antecedentes impecables, también como que muchas organizaciones han tenido que desarrollar nuevas y más transparentes procesos de cumplimiento. Empiezan a crearse posiciones ejecutivas denominadas Chief Reputation Officer que es básicamente el guardián de la reputación de la organización; incluso,  hasta las películas de superhéroes se han vuelto más incluyentes y pluriculturales adaptando a muchos de sus personajes para dar representación a todo tipo de minorías en nuestros personajes favoritos.

La reputación está en todo, está en el #MeToo, en el nuevo reglamento de tránsito, en las gestiones de crisis, en los mercados bursátiles, en la calificación soberana de un Estado, en los productos que adquirimos, en la reunión interna informativa… la pregunta entonces es: ¿la reputación está en tu plan de negocios?

¿Ilegal o inmoral? Reto, estrategias de gestión reputacional

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Es curioso pensar cómo en la actualidad convivimos y nos regulamos como sociedad. ¿Qué hubieran pensado en los años 60 y 70 esas generaciones de jóvenes, productivos, casados, universitarios, con familia, posiblemente practicantes de alguna religión respecto a cómo se viviría en el futuro, en el siglo XXI? ‒claro está, no omito saber que en la década de los 70 y 80 también tuvieron su “lado B” respecto a diversos excesos humanos y sociales‒.

Seguramente muchos habrían podido imaginar autos voladores y robots como parte del tejido social. Pero casi estoy seguro que pocos habrían pensado que de manera inesperada y desesperadamente volveríamos a buscar reencontrarnos con la moralidad, la ética y los valores como sociedad. La nueva revolución tecnológica iniciada por el internet y maximizada por las redes sociales, ha cambiado la manera en la que convivimos como sociedades. Ha costado trabajo entender el rol de las redes sociales, las cuales han mostrado nuestras más básicas vulnerabilidades humanas al sumarnos a una causa, conversación o señalamiento que, aun sin saber de dónde vino, por el simple hecho de que suena bien, útil u obvio, nos ha hecho errar y multiplicar falsas verdades.

reputación en una empresa
Fuente: El Financiero.

Pero también han rescatado una parte interesante de nuestra naturaleza social, la capacidad de reunirnos, coordinarnos y denunciar aquello que consideramos trastorna o va en contra de un buen ecosistema para vivir. Desde hace tiempo veo con interés, la cada vez más latente preocupación que tenemos por autorregular nuestro entorno. Criticamos, como sociedad, con mucha más dureza la inmoralidad sobre la ilegalidad. Pareciera que queremos regresar a nuestros orígenes o a una mejor época. Y como colectivo somos fuertes y las nuevas formas de comunicarnos nos han dado nuevo tono de voz y penetración, pero creo que aún nos falta dar el paso individual que nos lleva como personas y organizaciones a transformar verdaderamente nuestro entorno de forma positiva.

Hoy no basta con ser legal, necesitamos ir más allá. Necesitamos construir nuestra realidad con cimientos sólidos que nos ayuden verdaderamente a ser percibidos de manera diferente, a ganar la confianza de nuestras comunidades y a desarrollar territorios de conversación innovadores, propositivos, retadores y evolutivos.

El asunto no está en debatir si está bien o mal, ser legal o moralmente inadecuado, el tema está en aceptar esta realidad y sacar buena partida de ella. Estamos viviendo cambios, no sabemos si son de corto o de largo plazo, pero no debemos de perder tiempo ni como individuos ni como organizaciones tomando una postura contraria. Es casi la ley de selección natural.

Las nuevas estrategias de gestión reputacional, comunicación y prevención de crisis, deben de considerar este contexto, entenderlo, analizarlo y usarlo. Lleva ya varios años acuñado el concepto de licencia social que va pasando de ser no sólo una manera de hacer más y mejores cosas, sino un activo indispensable y fundamental para nuestro futuro.

¿Estamos realmente preparados para dejar de crear campañas mediáticas y ganar la voluntad social?

Perder el miedo a la transparencia

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Recientemente tuve la oportunidad de participar en un panel de discusión, relacionado con gestión de riesgos reputacionales. Las opiniones se vertían desde el contexto actual que, entre otras cosas, se retrata a partir de un nuevo mundo hiperconectado que magnifica las vulneraciones a las que estamos expuestos personas y organizaciones.

Desde las inquietudes básicas sobre la materia, relacionadas a las preguntas ¿cómo decidir si una organización debe o no tener canales sociales? o ¿cómo prepararse correctamente para gestionar una crisis?, la conversación se tornó más interesante cuando se habló acerca de los sucesos que, en un mundo tan modernizado e integrado, siguen siendo errores comunes de las personas y organizaciones al momento de entender, gestionar y/o adelantarse a gestionar sus propios riegos.

La pregunta que surgió, dando pie a una muy interesante reflexión fue: ¿cómo reconectar con tus stakeholders, después de que una fake news se ha gastado la credibilidad de la organización o de la persona y, desde luego, de la propia conversación? La respuesta a la que llegué, basado en la conversación previa de los que participábamos, es que “las organizaciones deben perder el miedo a la transparencia”.

ser una marca transparente

No, no lo es todo, pero si lo pensamos y analizamos estadísticamente podríamos ver el efecto cualitativo que tiene una política de apertura y transparencia vs una actitud cerrada a la información y al diálogo, se convierte en un efecto positivo muy relevante. Pensemos rápidamente en dos ejemplos icónicos que casi todos podemos conocer. McDonald’s, cuestionado duramente varios años respecto a la calidad de sus alimentos, insumos e higiene, implementó literalmente una política de puertas abiertas que permite a consumidores entrar y conocer sus cocinas. ¿Qué transmite?, confianza. Hoy se puede hablar de que gusten o no los productos de la marca, pero quedan casi nulificados los argumentos en contra de la calidad de sus productos. Por otro lado, tenemos al sector y a las compañías mineras, ante la pregunta rápida ¿qué sabemos de la minería? o ¿qué pensamos de la minería? Estoy seguro que pasan por la mente diversas ideas negativas al respecto, inseguridad, accidentes, impacto ambiental, etc. ¿Por qué? Porque hemos basado nuestra percepción en momentos negativos que han tenido mucha visibilidad y que nos han formado una opinión poco favorable sobre el sector, sumado a una especie de pacto de hermetismo, extendido en el mundo de la minería a nivel global. Cuando una organización de este sector se ha animado a hablar, no sólo descubrimos cosas de ingeniería muy interesantes, sino mejores prácticas ambientales e historias fascinantes como que una buena parte de los camiones gigantescos que mueven materiales en una mina son conducidos por mujeres y muchas otras cosas más.

buena reputacion empresas

Entonces, si la transparencia es la fórmula mágica que resuelve la gestión de riesgos en este mundo tan veloz, ¿por qué no practicarla? Ciertamente no es sencillo, hay que empezar por hacer las cosas bien, no hay estrategia de gestión de riesgos que cubra una mala praxis. Ser transparente no significa ser capaz de ofrecer mucha información o papeles, significa poder responder cuestionamientos sin dejar dudas. Para parecerlo, antes hay que serlo, de lo contrario la hipertransparencia nos alcanzará, dejándonos peor que expuestos, desacreditados.

Por tanto, ¿qué tan preparados nos sentimos para ofrecer respuestas?