Escrutinio Casual

Familia, negocios y comunicación

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“La familia es primero”, me decía mi padre cuando crecía y no podía tener más razón. Creo que es una frase con la que la mayoría de los mexicanos y latinoamericanos nos sentimos altamente identificados. Aún desde la perspectiva económica esta máxima se ve dignamente representada en nuestra cultura, pues resulta que nuestra economía está fundamentalmente basada en PYMES (pequeñas y medianas empresas) que en su mayoría tienen o tuvieron una conformación familiar, es decir, fueron creadas por personas relacionadas por consanguinidad o por ley.

Diversos ejemplos de esta clase económica-social se extienden a lo largo de nuestra historia, desde los más exitosos que convirtieron el negocio de la panificación o el transporte en imperios que han traspasado fronteras, hasta otros que siguen en el proceso de desarrollo y consolidación en la actualidad o aquellos que fracasaron en el intento de gestionar su propio éxito.

Emprender es complicado, se requiere un ADN particular, un gusto por el riesgo particular y una energía brutal, mezclada con una voluntad de titanio y más… ahora sumemos a eso el reto de lograr conciliar los límites y los contrapesos de la relación familiar versus la profesional.

Cuando uno lee y entiende la mayoría de las historias de éxito de las empresas familiares que se consolidaron en su localidad y en el exterior, resulta interesante ubicar el papel de la comunicación en ese proceso, claro está, además de muchos otros atributos, como visión, disciplina, trabajo en equipo, lealtad, etcétera. Sin embargo, la comunicación y el valor que le dieron a ésta, los protagonistas de estas historias de logros, se presenta como un factor clave que facilitó e incluso fortaleció el camino.

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Ilustración: EBD.

Aún así, existe todavía más que resistencia, desconocimiento, que impide dar saltos de institucionalización a muchas organizaciones altamente exitosas en la actualidad. En este camino de la consultoría todavía veo cómo “ilustres empresarios familiares” mencionan que es mejor no comunicar para que no te volteen a ver y privilegiar las operaciones del negocio, pero también veo que buscan recurrir a soluciones exprés, casi mágicas, cuando su operación se pone en riesgo y algunas veces “simplemente” es por rumores que lastiman la reputación de su empresa y, por ende, la confianza de sus públicos de interés.

La experiencia nos dice que no basta con encargar la comunicación a la dirección de Recursos Humanos, cuya función, en una parte, se ha ido transformando para especializarse en otro tipo de tareas críticas, inherentes al desarrollo de competencias y carreras para las personas que impactan en el negocio o creer que por el hecho de tener una revista interna, los colaboradores entienden el negocio y sus planes.

La comunicación es una herramienta estratégica, de primer orden de relevancia, puede ser el camino inicial para lograr tener un equipo cohesionado, inspirado que domine y comparta los mismos objetivos, pero también el camino para ganar más dinero, enfrentar riesgos o crisis y, desde luego, innovar. La comunicación debe ayudar a que una organización tenga y conserve su licencia social para operar, e incluso para que adquiera financiamiento internacional con el fin de expandir sus operaciones.

El reto es entender que en una época de post-verdad que genera incredulidad crónica en las sociedades, la comunicación no debe verse como un riesgo, el riesgo se halla en no comunicar. Por eso, la familia, los negocios y la comunicación van de la mano.

La transformación del modelo de relaciones institucionales

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En tiempos de David y Goliat

Entrados ya, en los primeros días del año nuevo, es apremiante poner mucha atención en el proceso de cambio que está teniendo nuestro país en materia de vida social y política, la excusa de la transición en el cierre del año pasado que parecía nos daba margen a la especulación ya se nos acabó.

Nos podría gustar mucho o poco, pero la realidad es que estamos empezando a ver materializados cambios que, desde la esfera política, afectarán la manera en la que vivimos como sociedad. Esto, desde mi perspectiva es relevante, pues muchas organizaciones siguen reflexionando respecto a qué y cómo hacer para moldear sus operaciones y negocios a las formas y expectativas de esta nueva realidad.

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Imagen: Hospiceproe.

Ante esta constante inquietud de varias organizaciones con las que convivo como asesor y estratega, me gustaría plantear algunas reflexiones que me parecen oportunas y necesarias:

  1. Necesitamos entender que, de momento, la estadística nos dice que lo que está sucediendo es mayoritariamente lo que se prometió que sucedería.
  2. La forma de relacionarse con el nuevo gobierno sí está cambiando, la toma de decisiones está concentrada en un círculo pequeño y bastante limitado, mas no inaccesible. Debajo de este círculo de influencia, casi nada o muy poco pasará, serán meramente operativos al servicio de las decisiones de primer nivel.
  3. Las formas son fondo, más que nunca. No perdamos de vista el discurso, lo que se dice y cómo se dice. Tal vez, desde ya, pueda haber más coincidencias que desventajas.
  4. Las organizaciones no tienen que asumir grandes costos operativos por alinearse a las expectativas de las nuevas autoridades, en cambio, tienen que seguir enfocadas en su rol económico y social, eso sí, asumiendo la transparencia y el desarrollo social como parte de un modelo sustentable de negocio. Y sinceramente creo que esto les beneficiará más allá de estos 6 años.
  5. Todo aquello que sea coincidente con los ideales y proyectos de transformación del nuevo gobierno, y que pase una exhaustiva prueba de confianza, será bien recibido y seguramente apoyado desde el primer círculo de confianza. Eso sí, debe tener visión de futuro, sostenibilidad.

Los nuevos tiempos, entonces, nos traen nuevas consideraciones para replantear el modelo de relacionamiento de nuestras organizaciones. Ante la pregunta que algunas organizaciones se hacen de ¿cuándo empezar? La respuesta es: cuanto antes, por no asegurar que quienes no lo han hecho desde hace más de doce meses, ya van tarde. Mientras más clara y tengamos la parábola de David y Goliat, más claro podremos tener el camino estratégico a seguir.

Bienvenidos todos a un nuevo año y ‒deseo‒ a una época de oportunidades para todos.

La promesa del valor de la comunicación

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En la antesala del cierre de año y específicamente de uno muy productivo y positivo en términos profesionales, me gustaría reflexionar sobre el papel que tiene la comunicación y las relaciones públicas en el desarrollo de nuestro entorno.

Haciendo un sumario de aquellas cosas que a nuestro equipo de trabajo le permitió cosechar frutos, me encuentro con que la mayoría de los proyectos emprendidos y ejecutados van más allá de los servicios tradicionales de relación con los medios o posicionamiento de contenidos relevantes en espacios informativos. Con esto, no quiero demeritar, ni nada parecido, ese tipo de tácticas que ejecutadas con maestría son fundamentales para aprender y lograr hacer otras diferentes. Pero para mí y para los que nos dedicamos a la comunicación, significa que ese deseo de aportar valor al negocio de nuestros clientes se encauzó correctamente y dio resultados.

Desde mi perspectiva, la comunicación y las relaciones públicas e institucionales no sólo deben ser una herramienta de los departamentos de mercadotecnia, recursos humanos o ventas, el mundo en el que vivimos demanda más que eso. La manera en la que nos comunicamos e interactuamos como sociedad ha cambiado dramáticamente, los gobiernos, las compañías, los jóvenes, los adultos, las ONG’s, etcétera, experimentamos un crónico exceso de información, desinformación y desconfianza.

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Imagen: Beople.

El papel de la comunicación y de los que la ejecutamos todos los días, debe ir más allá, debe ser una herramienta tan estratégica que le ayude a tomar decisiones a un CEO, a un consejo de administración, a un CFO. Debe permitirnos, a los profesionales de la materia, tener un lugar indiscutible junto al primer equipo de dirección de un negocio o una nación. Lo más interesante de esta reflexión es que depende de uno mismo hacer que suceda. Necesitamos ser tan capaces de proponer soluciones que abarquen desde lo más operativo hasta lo más estratégico, sin perder de vista el objetivo y la contribución que hacemos para que una organización logre estar bien comunicada, que una comunidad sea atendida, que el negocio logre generar más riqueza, los colaboradores se conviertan en embajadores de su lugar de trabajo, incentivar y atraer adeptos que colaboren con organizaciones no gubernamentales o hacer que un gobierno entienda y reflexione sobre las cuestiones que importan a sus gobernados.

El evento de lanzamiento de un producto y su difusión mediática es tan relevante como la regulación que permite su comercialización y la narrativa usada en las rondas de levantamiento de capital que hicieron posible su producción. Para mí, la pregunta es, ¿en qué punto de esos procesos nos gusta participar para generar la nueva promesa del valor de la comunicación?

Comenzará un nuevo año con doce meses para ponerlo en marcha. Les deseo mucho éxito.

El modelo de comunicación del nuevo gobierno y sus retos

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Qué reto tan grande tiene nuestro nuevo gobierno por delante. Ocupándome del enfoque que me apasiona y corresponde, que es el de reputación y comunicación estratégica, me declaro casi un admirador de la serie de desafíos que va acumulando el nuevo gobierno a horas de haber asumido el poder.

Me parece que la fórmula de comunicación y relacionamiento del nuevo gobierno, que una gran parte de la sociedad mexicana no está logrando entender, se basa en que no está diseñada para ellos. Sin embargo, está enfocada en los 30 millones de personas que creen y votaron en las pasadas elecciones del mes de julio.

Una de las decisiones que ha emprendido el nuevo gobierno, basada en la práctica de la austeridad republicana propuesta, será la de reducir los equipos de comunicación federales y concentrar ese esfuerzo en Presidencia. Esto sin duda me parece que pone de forma tangible el compromiso del nuevo gobierno por ahorrar dinero, pero también deberá llevar a nuevos horizontes la creatividad y la adopción tecnológica de los que permanezcan como representantes de esa área en cada dependencia federal y también, la de quien encabezará Comunicación Social de la Presidencia (Jesús Ramírez). Con menos recursos tocará hacer lo mismo, por lo menos.

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Jesús Ramírez Cuevas y Andrés Manuel López Obrador (Foto: Notimex).

Los que trabajamos profesionalmente en el sector de la comunicación y las relaciones públicas, sabemos el tipo de reto que conlleva atender a varios clientes de gran nivel (por jerarquía, especialidad y volumen de demanda) a la vez. Para ponerlo en perspectiva, un equipo de trabajo de alto desempeño puede atender hasta ocho clientes de alto nivel de exigencia y yo diría que por cada tres de estos, equivaldría una dependencia federal, de ese tamaño será el reto. Y sume usted las necesidades directas de Presidencia de la República.

Con base en mi experiencia, estoy seguro que colegas de mi profesión, no me dejarán mentir al decir que, las grandes ligas de la comunicación están justo en Gobiernos Federales (o al máximo nivel gubernamental local), el tipo de retos, las problemáticas en las que se colabora, los temas que se manejan y los stakeholders que se atienden son simplemente el benchmark más alto que puede haber para un profesional.

Me parece que a este reto se sumará el de un stakeholder fundamental, que son los 59 millones de personas registradas en el padrón electoral que, o no votaron o votaron en contra, pero que casi podría asegurar quieren lo mismo que todos los mexicanos (espero): que con este gobierno y los que sigan, poniendo lo que nos corresponde, nos vaya bien. En términos de comunicación me parece que el reto estará no sólo en informar, sino en sumar el mayor número de ciudadanos a este movimiento de cambio, ¿cómo?, basados en una adecuada política de difusión de acciones y resultados que mejoren su vida.

En el mundo de la economía de la reputación, las percepciones y  brindar un minuto de atención, lo es todo. Ojalá se ganen toda la atención posible.

Servicio al cliente y valor añadido

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Constantemente llega a mi ámbito personal y profesional el tema de servicio al cliente como un hecho de reflexión, insatisfacción y mejora continua. Es decir, suelo pensarlo, verlo y vivirlo desde diferentes ámbitos. Así que pensé en dedicar estas líneas para hablar sobre lo que, desde mi experiencia personal y profesional, significa un buen nivel de servicio al cliente.

Por supuesto, parto desde la perspectiva en la que toda mi vida profesional he estado del lado de los que vendemos dos cosas: nuestro tiempo y nuestro conocimiento para resolver situaciones o hacer que otras tantas sucedan correctamente. Es decir, siempre he dado servicio. Este tema vuelve a mi mente después de lo que parece un año que prácticamente termina y donde a nivel profesional el equipo de trabajo que me toca co-dirigir ha hecho un gran esfuerzo al brindar muchos frutos, todos casi, basados por una correcta gestión de servicio y entrega de resultados.

Por eso espero que estas reflexiones las encuentren útiles todos aquellos quienes pueden tomarse el tiempo para leerme y, sobre todo, los que en algún momento de su vida han dado algún tipo de servicio:

  1. No convertirnos en un commodity. Sí, ahora hasta los servicios se pueden comparar por precio. Necesitamos entender el negocio de nuestros clientes para portar soluciones diferenciales, más allá de las obvias. Piénsenlo, no pagamos bien, por cosas que cualquiera (inclusive nosotros) podríamos hacer.
  2. No ser todólogos. Desde luego, seremos mucho mejor valorados en la medida en la que seamos expertos (verdaderos) en una o algunas disciplinas, nadie hace “de todo un poco” con excelencia y profundidad.
  3. El tiempo es oro. En la medida en la que seamos capaces de resolver a tiempo e incluso, adelantarnos a las necesidades de nuestro cliente, seremos relevantes, casi indispensables. Por ello también podremos valorar mejor nuestro expertise y capitalizaremos nuestro tiempo de mejor forma.
  4. Seamos catalizadores. Eliminemos en NO, como una respuesta inicial a las consultas o peticiones que nos hacen, entendamos primero y ayudemos a que se generen soluciones. Digamos cómo sí.
  5. Seamos empáticos. Atendamos como quisiéramos ser atendidos en cada situación.
  6. El negocio es la guía. Entendamos y asumamos como propios, no los retos de un área o de un producto, sino los del negocio en general para ser considerados como un verdadero aliado estratégico que ayuda a ser a una organización, una mejor.

Son seis ideas breves que resumen, desde mi punto de vista, algunas claves que nos pueden conducir a ser mejores en el servicio al cliente.

La transparencia para la atracción de talento

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La transparencia atrae talento

La semana pasada tuve la oportunidad de exponer a estudiantes de la Universidad Iberoamericana, algunas frases y conceptos sobre reputación, crisis y asuntos públicos, claves para la gestión de la reputación y la metodología que implemento en situaciones acríticas, así como algunos casos de éxito.

Personalmente encuentro el gusto del mundo académico, y comparto con la firma en que trabajo, el interés de compartir el trabajo que hacemos con el propósito de motivar a los futuros profesionales de la comunicación y, por qué no, reclutar a nuevos talentos.

Además de esta experiencia y las otras similares, en el ámbito profesional he trabajado con organizaciones que buscan estrategias de comunicación que aporten a su programa de atracción y retención de talento. En mi opinión, además del diseño de un plan que logre esta meta, éste tiene que ir acompañado de una herramienta indispensable para la empleabilidad de las organizaciones: la transparencia.

Ante un contexto de la globalización y digitalización, es claro que en la actualidad existe una necesidad que tiene el talento por saber exactamente a dónde va a trabajar antes de aplicar a o aceptar cualquier oferta de empleo. Esto choca con el tradicional blindaje de las compañías en cuanto a aspectos internos como su cultura, valores, actividades internas, entre otros. Es decir, el talento busca la apertura en una organización.

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Imagen: Mundo Ejecutivo

La pregunta que nos hacemos los consultores de comunicación es: ¿cómo lograr que las compañías consideren a la transparencia más que una obligación, sino que la adopten como uno de sus pilares de identidad corporativa?

  1. Primero el contenido, luego la forma. Adoptar nuevas prácticas transparentes antes de comunicar sobre la transparencia como un concepto intangible.
  2. La sinceridad genera confianza. Tenemos que aceptar que nada es perfecto. El público acepta a la transparencia como tal muestra a la compañía con sus virtudes y defectos, así como su constante búsqueda de mejora.
  3. La transparencia como algo natural. La transparencia habilita el éxito, haciendo a la innovación más eficiente, la prestación de servicios más centrada al cliente y a la compañía más enriquecida.

Mientras que las compañías se cuestionan ¿cómo transmitimos y comunicamos la transparencia para atraer talento?

  1. Employee advocacy. Empoderar a los propios empleados de la compañía para que se conviertan en sus principales embajadores, generando mayor credibilidad para la organización.
  2. Explorar vías atrevidas. Dar voz al talento y comunicar momentos de la compañía por medio de herramientas digitales como las redes sociales.

¿Está dispuesto a ser transparente?

Nuestro propósito

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Recientemente tuve la oportunidad de participar en una conversación donde me solicitaban la creación de un eslogan que ilustrara el presente y futuro de una organización X. Al pedir información para que mi equipo y yo procediéramos con la petición que nos hacía esta organización, me di cuenta que el trabajo sería mucho más retador de lo que pensaba y tuve que decir que NO.

Lo que comprendí en esa entrega de información fue que realmente no se trataba de desarrollar una línea que tuviera un impacto exclusivamente comercial, iba mucho más allá. Tuve que sugerir en cambio un proceso de redefinición del propósito de la organización, pues la petición buscaba renovar el porqué son diferentes, por qué hacen lo que hacen, cómo lo hacen y por qué eso les convierte en un modelo (también) sostenible.

No es que sea mejor esta acción a hacer un eslogan, pero es bastante más diferente y casi podría decir, a título personal, interesante.

A esta reciente experiencia se han sumado un par más en los últimos meses y considero útil y relevante ponerlo en valor en este espacio, pues más que una moda, es una necesidad inminente. Por lo menos así lo comentó el 81% de una muestra de 85 directivos de grandes compañías en España, que fueron consultados por la firma que yo represento (LLORENTE & CUENCA), aunque también, el 50% dijo que ciertamente sus organizaciones ya cuentan con un propósito público y definido y que, a su criterio, debía ser actualizado.

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Imagen: websa100.

El propósito tiende a responder a la pregunta “¿por qué?”, básicamente por qué existimos y cómo aportamos valor al mundo a través de lo que hacemos, mas no es la visión y misión de una organización, aunque desde luego, resulta complementario.

Como mencionaba, esos datos los extraigo de un interesante estudio cualitativo llamado “Los directivos españoles ante el propósito corporativo: 5 claves”, que mis colegas en Iberia llevaron a cabo. Entre otros hallazgos también se resalta que un 75% de los participantes mencionan que el papel del CEO, en torno al uso del propósito como herramienta para inspirar y generar confianza, es fundamental. Mientras que el 81% respondió igualmente que el propósito debe de ir más allá de una política de responsabilidad social corporativa, debe atender o ligarse a un reto global.

El propósito o la actualización del mismo, puede ayudar a generar un punto de inflexión respecto a una transformación de fondo en una organización, y debe ayudar también a que los colaboradores se sientan más motivados, y que la organización sea mucho más competitiva en entornos globales de negocios.

Recordemos algunos propósitos de empresas que seguramente nos serán familiares:

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Foto: Revista Espacios.
  • Lego: “Inspirar el desarrollo de los constructores del mañana”.
  • Facebook: “Dar a las personas el poder de construir una comunidad y acercar a la gente de todo el mundo entre sí”.
  • Starbucks: “Inspirar y nutrir el espíritu humano”.

Y usted, ¿se ha preguntado cuál es su propósito?

Si quisiera consultar el informe sobre el estudio al cual he hecho referencia, visite: https://www.desarrollando-ideas.com

El valor añadido de la comunicación

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No se termina un año en el que no tenga una conversación con un colega relacionada a todos los retos que debemos enfrentar en el ejercicio de la profesión, y que si bien, se convierten en anécdotas, siguen manteniendo vigente la pregunta de por qué hacemos comunicación y cómo aportamos valor a las organizaciones o estrategias de negocios, desde los departamentos o equipos especializados en la materia.

Me sigo encontrando con que algunos colegas, a quienes respeto mucho, mantienen abierta la incógnita de que la comunicación no se puede cruzar con ventas o con el desempeño financiero de la organización, y no coincido; afortunadamente mi experiencia me ha enseñado lo contrario. Por eso dejo estas cuatro ideas o retos para ir más allá y lograr la correlación correcta de la comunicación con la cuenta de resultados de una organización.

  1. Romper el statu quo: Es más fácil comprometerse con publicaciones de contenidos irrelevantes en medios de poca trascendencia para coincidir con la voluntad del solicitante, a proveerle de nuevas ideas que verdaderamente atiendan su necesidad.
  2. Entender el negocio: En la medida en la que dominemos el negocio de la parte interesada, podremos añadir verdadero valor; tal vez la estrategia está en no hacer comunicación externa, ni interna, sino a intermediarios o comunidades. Si entendemos sus retos, historia, podremos definir su necesidad y dar una solución eficiente y útil.
  3. Implementar KPI’s: Qué cierta es la frase “lo que no se mide no se puede mejorar”. Partamos de la base en que hace muchos años la medición tradicional de la comunicación y las relaciones públicas fue diseñada para estrategias de publicidad. Lo que hacemos ahora tiene otro valor, no más y no menos que publicidad, pero diferente. Busquemos mejores indicadores, en mi experiencia me ha tocado desarrollar KPI’s (Key Performance Indicator) que se alinean con la metodología de un balance score card para que así se conviertan en parte de los objetivos del equipo de trabajo u organización a la que estoy asesorando y tengan “piso parejo” versus otros departamentos.
  4. Estemos presentes: En la medida en la que el equipo de comunicación esté enterado de los detalles finos del negocio, podrá opinar con sentido, debemos construir una dinámica propositiva que anticipe riesgos y oportunidades para poder fortalecer la toma de decisiones en el negocio. Es pasar de ser un área sólo de servicio a un área de estrategia.

key, performance, indicator

Estos no son todos los retos, lo sé, pero son situaciones que veo y vivo recurrentemente, por eso, en la medida en la que seamos capaces de empezar por una, no sólo obtendremos un mejor posicionamiento profesional, valdremos más, en todo sentido, tendremos estrategias de comunicación más eficientes, seremos mejores profesionales y seguramente crearemos condiciones más óptimas para que las nuevas generaciones se desarrollen.

En comunicación, el reto no sólo está en pasar de tomar pedidos a ser asesores, el verdadero reto se halla en buscar nuevas maneras de hacer las cosas y decir cómo sí es posible lograr los objetivos planteados.

¿Ustedes qué opinan?