Estimados lectores, creo que la mayoría de ustedes estará de acuerdo con su humilde servidor que tenemos un hermoso país, con muchas riquezas (petróleo, metales preciosos y no preciosos, flora, fauna, selvas, etc.), y sin embargo, hay una “terrible” desigualdad, nuestro pueblo cada día es más pobre, no cuenta con viviendas dignas, servicios básicos, seguridad social, empleos dignos que les permita vivir, simplemente, vivir.
Estoy completamente de acuerdo que no es sólo un problema de México, casi todo Centro y parte de Sudamérica es igual o padece de lo mismo; entonces, ¿dónde está el problema? ¿Se trata posiblemente de una enfermedad? El tema es mucho más profundo, y no me voy a meter en buscar una solución a lo que pasa en otros lugares, con mi país tengo suficiente y es una labor muy ardua.
Con tristeza veo que cada seis años, la clase política (sea del partido que sea) ofrece, promete, busca a los mejores mercadólogos que les diseñen el “lema de campaña” con el que no habrá ningún votante o serán mínimos los que no lo hagan por ellos; así mismo, los diseñadores de imagen, que logran cambios sorprendentes entre “él antes y él después” del partido, y cuando al final de la jornada, aquellos postulantes, ¡finalmente ganan!, lamentablemente se olvidan de las personas que lograron posicionarlos en ese puesto, voltean la mirada a lo que les importa de verdad: el poder, el dinero, tener más que al que sustituyen, evitar al máximo ser ventaneados en algún escándalo.
Y aún si eso pasa, vemos con dolor que la realidad es que “no pasa nada”, la historia, la verdadera historia nos lo dice, el conflicto estudiantil del 68, caso sin resolver. El típico “Arriba y Adelante” cuando nuestra moneda pasó por las devastadoras devaluaciones cada seis años, producto de la mala administración de los jefes de Estado y del saqueo provocado por ellos mismos, pasando por el “ni los veo, ni los escucho”, o “lo que el presidente quiso decir…”, hasta el clásico, “sí ya se que ustedes no aplauden”.
Llegué a escuchar en algún viaje familiar por Sudamérica, que definían a nuestro México como la máquina de hacer millonarios cada seis años, obviamente esto no enorgullece a nadie, te hace sentir mal, muy mal, por esa “desigualdad” tan marcada que tenemos, y que en el pasar y pasar de los años, la brecha –en lugar de acortarse– se amplía más.
Hoy, preferimos perder miles de millones de pesos cancelando la obra más importante del país (NAIM), mandando un pésimo mensaje al mundo inversionista, pero claro, como no es producto del actual Gobierno, se cancela y hasta se plantea “inundarla”. ¿Acaso somos el país más rico del mundo? ¿O nos falta un tornillo?
¿Se imaginan la cantidad de prosperidad que se pudo haber generado con los miles de millones que se pagaron para su cancelación, cuántas comunidades no se pudieron ver beneficiadas al fin, con los servicios básicos, agua potable, escuelas, hospitales, o construir la famosa carretera que les pudiera ahorrar tiempo para llegar a sus trabajos, al pueblo cercano más grande donde tienen que hacer sus compras? Claro está, sólo cuando tienen dinero para las mismas. Obvio, eso nunca se sabrá.
Pero tenemos otro tema, nuestro famoso “Tren Maya” que se supone beneficiará a varios estados de la República, devastando selvas, comunidades, poniendo en riesgo el hábitat de la escasa fauna que aún existe, pero esto ¿para qué? No lo entiendo, y lo peor es que somos muchos los que tampoco lo entendemos. Aunque el 50% de los mexicanos hubieran elegido al ejecutivo actual, existe el otro 50% que no lo hizo y que no está de acuerdo en las políticas y el actuar del mismo se supone que un mandatario gobierna para todos, no sólo para una parte, y su principal función es la de “unir”, hacer un frente común, pero –por desgracia– la división está dada y marcada por palabras del mismo presidente: “fifís”, “fuchi”, “guácala”, etc., es decir, habla de una forma a la parte del pueblo y de otra a la ciudadanía.
A mi parecer, juega con el doble discurso, ya que con la salida de “yo tengo otros datos”, está demostrando que sólo él tiene la verdad. Afirma que en su gabinete no hay indicios de “corrupción”, y al señalar a Manuel Bartlett (artífice del fraude electoral con su caída de sistema en la elección entre Cárdenas–Salinas), lo defiende como leona a su cachorro, y le permite aparecer en vídeos cuando se le cuestiona directamente sobre sus propiedades y fortuna con respuestas como el “chu, chu, chu” (olvidando que es un servidor público y los contribuyentes pagamos su sueldo), sobre un asunto de interés para todos, ya que nos interesa saber cómo con un salario de Secretario de Estado, Diputado, Senador y nuevamente Secretario, logre tener lo que tiene.
Con lo expuesto, me temo que el tema toral de su servidor, desigualdad, no se verá resuelto ni en el corto plazo ni en el largo, simplemente –para mi humilde óptica–, “no hay voluntad política”. Lo importante es sacar el mejor provecho del periodo presidencial, no permitir daño ni político ni colateral, cosa que veo prácticamente imposible por los últimos acontecimientos en Sinaloa y que paso a pasito el mismo pueblo se dará cuenta que el famoso Mesías no resultó serlo y que vino sólo a hacer más grande esa diferencia abismal que tenemos.
Les recuerdo que en columnas pasadas lo escribí, sin ser de mi aceptación, le deseo que le vaya bien en su mandato, ya que de ser así, nos irá bien a todos los mexicanos, pero de no serlo, no me imagino la profundidad del barranco en donde nos meterá y del cual, veo que tardaremos mucho en salir.
Pero como siempre, ustedes tienen la última palabra.
Como siempre un articulo muy acertado, es un tema muy difícil pero que tristemente se vive en el país y que cada vez es más sonado, todos estamos preocupados por esta economía que se va convirtiendo en agonía; me atrevería a decir que he escuchado a varios economistas decir que se esta terminando la desigualdad justificando este argumento diciendo que todos ahora somos “pobres” y me refiero además de lo monetario a la insuficiente inclusión que se tiene, los recursos de gobierno deberían llamarse “recursos para el capricho del presidente” ya que es lo que ha hecho, el aeropuerto de Texcoco, Santa Lucia y su evidente corrupción para hacer que a toda costa se apruebe, la captura de Oviedo (que ni si quiera fue plan de México).
En fin, quisiera pensar que el presidente trae algo bueno para México, tristemente los otros datos nos dicen que no es así, a mi humilde punto de vista yo creo que muchas cosas que están pasando en México si son responsabilidad de AMLO pero muchas otras de todos los que decidimos callar cuando algo está mal.