La ANARQUÍA en un país se define como la ausencia de poder público, y la consecuencia es el caos, el desconcierto, la inseguridad y la violencia.
El poder público se legitima cuando se ejerce a través de instituciones fuertes y confiables, y para que esto se manifieste y sea creíble, el respeto al Estado de Derecho no puede ser negociable.
Hoy, debido a las circunstancias por las que atravesó nuestro querido país, estamos viviendo un cambio que, por decir lo menos, es profundo, habíamos llegado a una situación en la que el descontento debido a la corrupción, la prepotencia y la impunidad estaba desbordado y era como una olla de presión que si no se le daba salida iba a explotar, para que esto se diera, era necesario en el panorama una figura que tuviera el carisma de AMLO, y para bien o para mal ¡el cambio se dio!
En estos momentos, dada la intensidad que estamos viviendo, y ante la urgencia de tener resultados, se están tomando decisiones, y no importa si son buenas o malas, lo importante es, si le damos perspectiva, que podemos perder el Estado de Derecho.
La popularidad y el carisma que tiene nuestro Presidente le permite tomar decisiones de forma inmediata y contundente, para tratar de lograr los resultados y expectativas que la mayoría de la gente espera; y se entiende que el principal enemigo es el tiempo, a medida que los resultados no se logren, la fuerza de AMLO irremediablemente se irá mermando.
Además, la realidad es que la inseguridad y el crecimiento económico bajo nos está golpeando a todos los mexicanos, y revertir esta situación rápidamente como todos quisiéramos, lo veo de sumo complicado.
Regresando a la palabra ANARQUÍA, probablemente nuestro Presidente pueda controlar la situación al no tener que distraerse con los contrapesos, y con esto poder lograr resultados más rápidos, y que la verdad, son urgentes. Pero el gran riesgo que tenemos ‒donde creo que todos le debemos dar la perspectiva al futuro‒ es que en el momento que falte AMLO, ya sea porque termine su sexenio, se venga un desgaste acelerado, o por alguna otra razón que hoy no puedo imaginar, difícilmente llegará al poder alguien con su popularidad y su fuerza, y entonces nos quedaremos sin alguien que pueda conducir y poner orden en el país. Por otro lado, tampoco contaremos con instituciones fuertes y confiables que nos puedan sacar adelante.
En pocas palabras, para mí el gran riesgo es que nos podemos quedar en total ANARQUÍA y en estado de indefensión, pues no tendremos manera de que haya forma de imponer conducción y orden al país, no habrá quien lo pueda hacer, por lo que quedaríamos expuestos a cualquier aberración.
Por eso es tan importante que no perdamos el panorama, y a toda costa defendamos y fortalezcamos las instituciones que hoy tenemos. Es una realidad que muchas tienen problemáticas muy profundas, otras, muchas carencias, pero es inaceptable que sean menguadas o que queden inservibles.
Por supuesto que las instituciones no se manejan solas, su valía reside en las capacidades y experiencia de quienes trabajan en ellas y, por lo tanto, ahí está el gran reto, es necesario eliminar de ellas a la gente nociva, corrupta e incompetente, y preparar y profesionalizar a los que deben trabajar en ellas e impulsar la meritocracia, me parece que ésa es la mejor manera de garantizar que México no quede en un futuro a la deriva.