El cuento de la Economía

Plusvalía

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Plusvalía, una palabra con una connotación económica en toda la extensión de la palabra. Sin embargo, con un entendimiento peculiar para cada uno de nosotros. La Real Academia Española la define como el Incremento del valor de un bien por causas extrínsecas a él, siendo lo extrínseco algo externo, no esencial. Es decir, un incremento de su valor por causas externas del bien. No quedando muy clara la definición misma, quiere decir que algo adquiere valor por algo ajeno al mismo.

Indudablemente, esta definición choca con los estudios de Karl Marx sobre la plusvalía, ya que en su estudio sobre la teoría del valor expuso que equivale a lo que no recibe el obrero de su trabajo y que es apropiado por el patrón. En donde el trabajo es una mercancía y su pago corresponde al tiempo de trabajo socialmente necesario para que el trabajador pueda subsistir y reproducirse. Con una jornada de 8 horas, sería dentro las primeras 4 o 5 horas de trabajo en que se cubra esa necesidad (pago al trabajador) y en lo restante se genera el plus-valor que es apropiado por el patrón y que da pie a la así llamada acumulación del capital.

Esa sería una segunda connotación (completamente distinta) a la plusvalía, es el mismo objeto (mercancía trabajo) quien genera el plus-valor que no le es entregado y que es apropiado por el empleador.

Una tercera connotación, y tal vez en la que muchos asocian el concepto plusvalía, tiene que ver con los bienes inmuebles, ¿quién no ha rentado o buscado una casa o departamento y no le han comentado que el predio aumentará su plusvalía? Exceptuando las vecindades, pero un buen vendedor, indudablemente utilizará el término con la intención de generar mucho valor en el bien inmueble que quiere vender o rentar.

En términos de bienes inmuebles, existe el concepto “árbitro de plusvalía”, que es la persona que determina el impuesto municipal sobre el incremento de valor de los terrenos de naturaleza urbana. Por lo que en este sentido hablamos de todo un procedimiento métrico para poder saber cuál es el mejor momento para invertir o vender una propiedad.

Se llegó hablar del “Boom inmobiliario” tanto en Estados Unidos como en la Ciudad de México; en Estados Unidos se debió a la facilidad de obtención de créditos, sin embargo, con la crisis de 2008 las tasas de interés no pudieron sostenerse y se vino una de las crisis inmobiliarias más grandes. Se hablaba de la pérdida de plusvalía, que en términos propios no era así, fue una imposibilidad de pago ante el aumento de las tasas de intereses, lo que abarató esos tipos de mercancía.

En la Ciudad de México, después del temblor de 1985, y con las nuevas leyes para construir, aumentó la demanda de inmuebles; asociado a una autorización sin precedentes. Dio pie a la urbe que es el día de hoy, además de la centralización de los poderes en esta parte del país.

El que aumente el precio de un bien inmueble, no depende o no es algo ajeno a él, sino a la demanda sobre el mismo. Por ejemplo, si recién construyen un servicio de transporte, mientras está la construcción, la demanda de vivienda aledaña a dicha construcción disminuye porque todos saben el tránsito que se genera con las obras. Un caso en particular fue la avenida Tláhuac, que cruza varias delegaciones; mientras se construía la línea 12 del metro el tránsito en la zona fue caótico, y la demanda sobre el mismo disminuyó. Actualmente, se ven anuncios que resaltan la plusvalía de la zona al estar comunicadas con el metro. “Zona con alta plusvalía”, la venden ahora. Ojo, es la misma zona que nadie quería rentar por el tránsito, no fue el metro que determinó su aumento de plusvalía, sino la demanda misma.

La plusvalía en términos inmobiliarios se usa para lograr vender o rentar algo. Un anuncio en ese sentido diría que es un departamento con un excelente potencial de plusvalía porque está ubicado en una excelente zona de la ciudad, con todos los servicios cerca. Sin embargo, la gente que vive, por ejemplo, a lado de una escuela, no creo que esté muy contenta por el tránsito que se hace (estacionados en doble fila) y se pasen horas para salir de sus casas, lo mismo sucede con un centro comercial cercano, un metro, etc. No son los servicios cercanos los que determinan el valor de inmueble, sino la demanda del mismo.

Ahora, cuando lean nuevamente la palabra plusvalía, espero ya no la asocien exclusivamente a los que nos quieren vender en términos inmobiliarios, ahora pueden tener presente que es un término acuñado en la teoría del valor trabajo, y que va más allá de una zona en particular para vivir. Las palabras tienen muchas connotaciones y significados, y con esa misma palabra pueden contarse cosas distintas, depende de nosotros qué es lo que queremos creer, así las cosas con el llamado cuento de la economía.

2018, apolíticamente importante

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Primeramente, a cada uno de ustedes que se toman unos minutos para leerme, les deseo que el 2018 sea un gran año, al igual que a sus respectivos seres queridos. Dicho lo anterior, quiero platicarles de dos temas que están a la vuelta de la esquina con este incipiente 2018. Mismos que son importantes por su alcance y trascendencia, no sólo nacional sino también internacional; y eso temas son:

  • Los olvidados de septiembre de 2017.
  • Las elecciones presidenciales.

En cuanto al segundo tema, no me quiero detener mucho, la verdad no dudo que muchos, por no decir todos los que me están leyendo, ya tienen o al menos ya saben por quién no votarán el domingo 1 de julio de 2018. Si los partidos de “derecha” y de “izquierda” ya se unieron con un fin, no dudo que como ciudadanos logremos elegir a la mejor opción para este país. Sí, ya sé que alguien me dirá “te estás contradiciendo con tu escrito de ¿quién elige?”. Pero no es contradicción, es en verdad creer que las cosas pueden ser diferentes si logramos organizarnos como sociedad. ¿Recuerdan esa sensación que se despertó después del sismo, esa solidaridad incontrolable? A esa parte de todos nosotros apelo para los que decidan ir a las urnas, y de no ser el caso, lograr que en verdad se respete la verdadera voluntad popular.

Sí, habrá compra y coacción de voto, habrá tarjetas (ya un tribunal dijo que sí), desafortunadamente habrá de todo, pero dependerá de cada uno de nosotros organizarnos y hacer las cosas bien y no a medias.

Antes de eso no podemos dejar en el olvido a los damnificados que dejaron los sismos de septiembre de 2017, no podemos dejarlos solos. Nuevamente nos tenemos que organizar para ayudarlos, ya quedó claro que institucionalmente no son importantes. Debemos lograr que nuevamente se dé ese aire de solidaridad que corrió por las venas de los mexicanos en esos días tan cruciales.

Insisto que no debe gastarse un peso en campañas políticas, hasta que todos y cada uno de ellos recupere su patrimonio; muy probablemente serán parte de las promesas de campaña. Es imprescindible estar atentos y no nos vuelva a pasar como con la gasolina o el precio del metro, las cuales fueron promesas de campaña que no subirían y pasó exactamente lo contario.

Debe lograrse que, ante ese tipo de actos de prometer y no cumplir, eso cause responsabilidades por el simple hecho de que se está mintiendo; y no permitir que los sismos sean una moneda de cambio dentro de los discursos.

Todo candidato que esté dispuesto a meter este tema en su agenda política dentro de su campaña, lo invito a que mejor destine el dinero de la campaña para la reconstrucción. Esas acciones hablarán mucho más que todos los discursos bien hechos, y bien letrados que puedan decir.

Es hora de hacer campañas para ciudadanos a-políticos, es hora de hacer propuestas reales, no promesas que no se cumplirán o que es impensable que puedan pasar por el sistema económico que nos gobierna.

Los partidos políticos tienen el gran reto de enfrentarse a una sociedad que se ha unido como hace muchos años no lo hacía. Ése es el voto por el que deben de ir, no por el voto de la coacción, de la compra, de las dádivas.

Por eso este año es apolíticamente importante, tenemos en nuestras manos una oportunidad de hacer las cosas bien, de lograr que los damnificados en verdad puedan reincorporarse a la sociedad civil, ¿quién puede pensar en votar, si su domicilio ya no existe? ¿esas credenciales de elector serán vigentes? Sus casas simplemente dejaron de existir, ése es el gran problema. Démosle certeza jurídica a cada uno de ellos; y ya que estén en igualdad de condiciones entonces sí, decidamos qué es lo mejor para todos y cada uno de nosotros.

La inseguridad será otro de los temas que estará en las campañas presidenciales, pero ojo, es la educación, el trabajo bien pagado, las condiciones óptimas para crear empresas lo que permitirá que pueda abatirse; hacer de las cárceles lugares de readaptación social y no una escuela profesional del crimen como viene siendo.

Necesitamos un 2018 apolíticamente importante, que no nos importe los políticos, que logremos que si van a prometer algo lo cumplan, y de lo contrario, se castigue. Esforcémonos a que el tema de este año no sea la elección, sino la edificación de cada una de las casas que se perdieron. Invito a cada uno de los aspirantes a presidente, que en verdad no echen en saco roto este tema, no se trata de prometer sino de actuar. No gasten en decir que lo harán, háganlo, nos lo merecemos.

Basta de promesas al aire; es necesario que la realidad cambie de inmediato, como candidatos tienen un papel único, ojalá lo sepan aprovechar y hagan de este país, ese país que despertó el 19 de septiembre.

Motivos de la calvicie (Segunda parte)

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Hoy les presento la segunda parte del relato y también el último viernes de 2017. Agradezco a cada uno de los que me han acompañado puntualmente cada viernes. Gracias también el espacio para poder compartirles ideas y algunos que otros conceptos y datos económicos.

Muchísimas gracias y literal, no vemos por estos lares el siguiente año. 

En diferentes ocasiones (o muestras) me ha tocado venir parado en el transporte público, por aquello que la oferta es mayor a la demanda (o viceversa), y también por aquello de las prisas y las ansias de llegar a casa. En esas ocasiones en las que me ha tocado venir parado, es tanta la demanda por el transporte que mucha gente se sube por la puerta de atrás, que irónicamente tiene un letrero en rojo que dice “sólo descensos”; bueno, eso es lo de menos; la gente sube y paga su pasaje, mismo que se lo da a una persona, que se lo pasa a otro y así sucesivamente hasta que llegan a la mano del operador del microbús.

Aquellos que vienen sentados, en ocasiones se ven molestados por el rozar de las manos que se están pasando las monedas correspondientes a los pasajes de los que se suben por la puerta de atrás, ¡es ahí! En ese ejercicio en donde noté por primera vez que uno de los señores sentados tenía calvicie, y la primera hipótesis que se me vino a la mente fue el roce de las manos y la ropa de la gente que pasa el pasaje de aquel usuario que subió por donde se desciende.

Hipótesis que deseché por no poder comprobar de forma empírica, y por no tener los recursos para medir los efectos del roce de la gente y su ropa a la hora de pasar de mano en mano el pasaje del usuario que ascendió por donde más adelante descenderá.

Sin embargo, la repetición de la escena (muestra significativa); es decir, por venir parado un “n” número de veces más, y comprobar que al menos uno de los que venían sentados presentaba calvicie, y las casualidades no son posibles con la repetición.

Es cierto que por casualidad te puedes encontrar una moneda en la calle, eso es una gran casualidad, pero si todos los días te encuentras una moneda, eso ya determina por sí sólo un patrón; es decir, que tiene una causalidad determinada. Me explico: si te encuentras una moneda en la calle una sola vez, la causalidad se determinará inmediatamente a la buena suerte, y hasta a un “te levantaste con el pie derecho”; lo que es cierto, es que no se cuestiona más allá de su simple presencia. De ser el caso de que todos los días te encuentras una moneda, entonces si ya no entra dentro de la normalidad de la buena suerte, ello ya implica una causalidad, al grado extremo de que alguien te esté jugando una broma pesada. Simplemente y como tantas reglas de la vida, la buena suerte y casualidad no se llevan más que una sola vez, en esa única vez se entienden y se explican, no hay más.

Indudablemente yo mismo desecharía la hipótesis de correlación positiva (causa-efecto) de la calvicie y el uso del transporte público, si la casualidad no se hubiese choteado; es decir, si no se hubiese repetido el patrón. Cabe aclarar que en ningún momento hubo repetición de los objetos de las muestras (es decir, de los alopecios), en cada caso era distinto al anterior; claro, había algunos rasgos similares pero al final no había repeticiones.

En cada uno de los casos había sujetos faltos de pelo, que venían sentados y en todos y cada uno de ellos, venían de lado de la gente que pasa el dinero de mano en mano para pagar el pasaje de los que se subieron por atrás. Dando paso de esta manera a la relación causal de la calvicie por utilizar el transporte público.

Indudablemente esta hipótesis no es todavía generalizable; sin embargo, el tamaño de la muestra es significativo para poder inferir en su veracidad. Tarea de subsiguientes estudios o análisis de este fenómeno será probar o rechazarla, por mi parte es todo.

Muchos no tomarán en cuenta esta recomendación, muchos otros sí; para todos aquellos incrédulos de la veracidad de las ideas expuestas les dejo las siguientes recomendaciones: el masaje al cuero cabelludo activa la circulación sanguínea, lo que permite que la raíz esté en buen estado; la higiene adecuada evita la pérdida de cabello acelerada, pues se retira el exceso de grasa y con ello se evita el debilitamiento de la raíz.

Asimismo, se recomienda el uso de lociones y shampoos que estimulen la circulación sanguínea en los folículos capilares, al favorecerse de esta manera la renovación y engrosamiento del cabello. También pueden darse masajes con las yemas de los dedos y/o con aparatos especiales para estimular la circulación sanguínea del cuero cabelludo.

Finalmente, me despido no sin antes darles la última recomendación a los no alopecios: usen lo menos posible el transporte público en horas de mucha afluencia; y los que van sentados, les recomiendo sentarse de forma estratégica (del lado de la ventana) para no verse afectados por este mal, sobre todo a largo plazo.

Motivos de la calvicie (Primera parte)

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Este par de semanas me tomaré el atrevimiento de hacerle caso al título de mi columna “El cuento de la economía”, y aunque no económico, les quiero contar un cuento.

La idea es que estas dos semanas, esperando que estén de vacaciones con sus familias ‒si no en la playa sí en sus hogares‒, se den unos minutos y empiecen a leer este cuento. Lo dividí en dos, así que tendrás que esperar a que llegue el viernes 29 de diciembre para saber en qué acaba. Aquí les dejo la primera parte, ojalá lo disfruten y sea de su agrado. No omito señalar que se llama: “Motivos de la calvicie”.

Hay muchos estudios que asocian a la calvicie con el daño a la raíz, o folículos capilares, que no permite el crecimiento del cabello; es decir, técnicamente la calvicie se presenta cuando la caída del cabello excede a su crecimiento; una aclaración más es pertinente: la calvicie es entonces el resultado algebraico de la suma de la caída del cabello, y la no recuperación del mismo, dicha aclaración es pertinente para resaltar la importancia del uso algebraico en el quehacer diario.

Hablando algebraicamente, si se le ponen números a este fenómeno, se estaría hablando de la caída de entre 50 y 150 cabellos diarios (por dar un dato), los cuales se regeneran en la mayoría de los casos porque la raíz permanece allí, pero cuando ésta es dañada (y no hay regeneración) es que se presenta la calvicie.

A la calvicie se le denomina también alopecia, misma que se asocia a una cuestión hereditaria (androgenética) en primer lugar; asimismo, se asocia a otros factores como las cuestiones alimenticias (malos hábitos), y finalmente se relaciona con la edad (envejecimiento).

Con la finalidad de darle un toque más rimbombante al asunto, cabe aclarar que la calvicie masculina se asocia con la acción de las hormonas llamadas andrógenos, que inhiben el funcionamiento normal de la raíz que da origen al cabello; y científicamente se explica como una afección que ocasiona parches redondos de pérdida del cabello, generalmente en parte posterior de la cabeza.

Para rematar y darle mayor credibilidad a la información presentada hasta ahora, sólo restaría decir que todo lo anterior es citado o más bien tomado de revistas científicas internacionales, y uno que otro Journal (indexadas). Con aquello que actualmente lo internacional ha tomado mucho prestigio y mucho más la educación; asimismo se podría hacer mención, a favor de mayor credibilidad, que los comités editoriales de estas revistas reúnen a los expertos más calificados y letrados en el tema, mismos que tienen estudios de posgrado, si no en Europa mínimo en Estados Unidos.

La certeza final, la daría una oración de esta magnitud, fenómeno que han estudiado ampliamente los investigadores más renombrados de la universidad más importante y con mayor prestigio a nivel internacional, ubicada en el decimoquinto país más importante en cuanto a niveles de educación con especialidad en el tema que nos convoca. En pocas palabras, en este tipo de ejercicios citar a una universidad le da mayor credibilidad a lo que estás mencionando o refiriendo.

Es por eso que, la credibilidad no te la da la información misma, sino el sustento académico que tiene. Incluso así, la ironía es que este tipo de actitudes no las aprendes en la escuela, ni en las aulas académicas de las universidades, sino en las calles y en la vida diaria.

¿Cuántos reportajes televisivos no hemos visto que empiezan diciendo que científicos de no sé qué universidad descubrieron no sé qué cosa? Es ahí donde las referencias cobran sentido y sobretodo mucho peso.

Estas ideas tienen su origen en un reportaje, en el diario, sobre un shampoo que evita la calvicie, y ¡claro!, empezó haciendo citas de muchas universidades. A lo que me puse a pensar, si realmente un consumidor revisa dichas citas, o simplemente es una estrategia de marketing. Honestamente no hice ese ejercicio, pero sí observar si existía un patrón de comportamiento que pudiera explicar la calvicie, claro, que no fueran las cuestiones hereditarias, alimentarias y de la edad, que ya tantos análisis existen.

Y vaya que me sorprendieron los resultados…

De ahora en adelante no habrá especificaciones técnicas sobre el tema, más bien se recurrirá al sentido común, mismo que nos dicta y determina caminos menos complejos en el entendimiento de cualquier fenómeno, tan es así que se puede expresar a la calvicie, en términos peyorativos, como un: “te estás quedando pelón”, o un “eres como la vida, cada día más cara”. Sin embargo, tampoco recurriremos a la mofa del tema, existe, se plantea como extremo, pero hasta ahí.

La observación directa es lo que va a determinar los resultados, y a la vez la veracidad de los mismos, bien es cierto que ¡hasta no ver no creer! En este tenor, ahí les va el motivo real, único y verdadero de la calvicie: “venir sentado en el transporte público”.

Quizás les parezca absurdo el contenido de este artículo, pero esperen… terminen de leer la segunda parte y se darán cuenta que la certeza es la que escribe estas palabras.

Continuará…

Hiperinflación a la mexicana

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Como este término causa mucho miedo usarlo, mejor seguimos la ruta institucional de decir que es “una inflación creciente por encima de la estimación para este año”; además, ya se tomaron acciones correctivas, y se contempló enfrentarla con el reciente aumento al salario mínimo, el mayor en los años recientes.

Sin embargo, 2017 es un año lleno de tintes de hiperinflación, término que se ocupa ante una subida del nivel de precios muy rápida y continua, teniendo como principal efecto, un encarecimiento de la canasta básica ‒haciendo inaccesibles bienes de costos elevados‒ y, a su vez, provoca que la gente no retenga el dinero, desincentivando el ahorro y, por ende, encareciendo el crédito, comprometiendo el consumo futuro ante el endeudamiento presente. Esto deriva, para algunos casos, en actos violentos, que no se justifican pero que son efecto económicos reales y palpables; dado lo anterior, más el derroche de dinero por las campañas políticas, nos espera un año difícil; en pocas palabras, es un panorama no muy alentador para 2018.

Hagamos que hablen los números y no sólo mi apreciación personal. Según datos del Banco de México, la inflación acumulada a enero de 2017 era de 1.7 %; mientras que para noviembre fue de 6.15%. Representando un aumento de 261%. Sí, “doscientos sesenta y un por ciento”. Pero, igual esa cifra no es tan relevante; veamos el dato de inflación anual, misma que pasó de 4.72% en enero de 2017 a 6.63% para noviembre, lo que representa un encarecimiento de las cosas en un 40.4 %; y a esos datos es lo que yo llamo “hiperinflación”; pero, como decía en el primer párrafo, podemos llamarle inflación alta que empieza a controlarse.

La pregunta pertinente que debe seguir es saber si ¿es realmente el mercado el que determina la tasa de inflación? ¿Es el mercado el que determina el aumento en los precios de los productos y/o servicios?

Al menos en el modelo económico “de libre mercado a la mexicana” no es así. El mercado no decide nada. Se le achaca a la “competencia” la disminución de algunos precios pero, en general, todo ha aumentado de precio. Y, para no poner en duda todo lo que se ha dicho, los invito a buscar un ticket de compra de diciembre de 2016 y verán que todos, absolutamente todos, los productos de ese ticket ahora valen más, y no fue el mercado quien determinó que así fuera; no, no fue así, y no será así por más que lleguen a repetirlo.

Y no es así, querido lector, simplemente porque para cualquier empresa es insostenible mantener los precios, si los insumos y los costos de transportación aumentan mes con mes. El aumento a los precios de la gasolina es el principal insumo de la “hiperinflación a la mexicana”, recordemos que para julio de 2010 el litro de magna estaba en 8.63 pesos, y ya en diciembre (13 de diciembre de 2017) está en 16.45 pesos por litro, lo cual es un aumento del 96%. Y eso no lo decidió en absoluto el mercado, fue una (más bien, “es”) política gubernamental. No hay propuestas reales para realmente poder dejar en desuso la energía fósil, no hay alternativas para el uso real de energía limpia. Deberían existir financiamientos gubernamentales para que puedan consumirse autos ya sea híbridos o eléctricos, pero no, se sigue apoyando al sector automotriz convencional porque genera empleo, y ése es un dato muy importante de mantener, pues recuerden que es el eslogan del “sexenio del empleo”. Son una serie de decisiones contradictorias entre sí, que se justifican institucionalmente y, desafortunadamente, los costos son asumidos por el grueso de la sociedad.

Cabe mencionar que tampoco fue decisión del mercado el aumento al transporte público que se dio en este año; debemos enfatizar que el servicio no es de calidad y, de hecho, ha aumentado muchísimo la inseguridad; es un secreto a voces que están coludidos los asaltantes y los diferentes ramales del transporte público, sin dejar de lado a las autoridades encargadas de velar por la seguridad.

La realidad nos dice que la población tiene un ingreso que está por demás polarizado, y que más del 50 por ciento, vive en la pobreza, por lo que la inflación es un indicador vital para el día a día y para todos.

Finalmente, recordemos que, en lo que va de 2017, pagamos 40% más por muchos productos; ésa es la realidad económica con la que concluye este año; ésa será la base de un 2018 lleno de incertidumbre política; escucharemos miles de propuestas que solucionen todos y cada uno de los problemas que nos atribuyen como sociedad. Se vienen muchas promesas y una realidad latente. No, no es el mercado quien los va solucionar, y mucho menos quien los provoca, de esa realidad debemos partir.

México 2018: ¿Quién elige?

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Recién inicia el proceso de elección para el titular de Ejecutivo Federal en México, las caras de los candidatos se empiezan a conocer, y me llaman la atención palabras sin sentido que hizo el precandidato único del PRI: Llevaremos a México al lugar de potencia mundial que le corresponde, la vieja promesa PRIista de sacar al país de la pobreza; aun y en contra de su propia actuar, ya que él como Secretario de Hacienda puso en marcha los llamados ajustes que trajo consigo la reforma energética, los así llamados gasolinazos; que han afectado a la economía y que tanto han impactado directamente en el nivel alto de inflación; y por otro lado, en su año como Secretario de Desarrollo Social, no hizo nada que cambiara el panorama de la pobreza en México, como buen institucional sólo dio continuidad a lo que se venía haciendo.

De eso hablamos de continuidad, y me queda claro que bajo este camino que se trazó no vamos a llegar al primer mundo, nunca, e impensable ocupar un lugar como potencia mundial. Por lo que me cuesta trabajo creerle cuando dice que “llevaremos a México al lugar de potencia mundial que le corresponde”, mismo que será un eslogan más de las tantas ofertas de primer mundo que escucharemos en los siguientes meses, desafortunadamente.

Y sí, tiene experiencia y sabe acatar decisiones, se integra y hace equipo, eso es visible al ser parte de los funcionarios de élite en dos sexenios, de partidos “opuestos”; en ese sentido, ya fue Secretario de Hacienda (varias veces), de Relaciones Exteriores, de Desarrollo Social, de Energía, y actualmente ocupa el puesto de precandidato único para aspirar a la Presidencia de la República por el PRI; porque al fin y al cabo vienen siendo su nuevo puesto que le toca desempeñar.

La continuidad del modelo económico, que él representa, va en contra de éste su primer eslogan de campaña; porque para ser potencia mundial, se necesita una industria sólida en sectores prioritarios y no sólo manufacturas; un sector agroalimentario consolidado que es la base del crecimiento, se necesita un salario realmente competitivo para consolidar la demanda, con una muy buena línea de ingreso. Abatir la inseguridad y la corrupción, y desafortunadamente hablamos que representa a la clase política más corrupta, véase los ex-gobernadores procesados o con una orden abierta. Su candidatura, deja de lado todo aquello que de alguna manera como funcionario público llegó a hacer.

El orden político, con su particular política económica a seguir, no dejará perder sus privilegios que han obtenido hasta ahora para cumplir con ese eslogan. Se necesita inversión en educación; ser potencia mundial, invertir en investigación, desarrollar e impulsar innovación. Es simplemente lograr un cambio de chip, y no, la continuidad no privilegiará ese cambio de chip.

A 5 años del regreso del PRI a Los Pinos, no hay mejora en la calidad de vida, y por el contrario junto con el desinterés de Mancera, han hecho que al menos en la Ciudad de México, la violencia e inseguridad sea el pan de cada día.

La clase política y su interés de perpetuarse en ésta, nos evidencian su desinterés en el quehacer diario de la gente; ya se olvidaron, y es moneda política la situación de los afectados por los pasados sismos de septiembre. Mancera se irá sin hacer nada (real) por ellos, esos créditos que pretende otorgar, no deberían ser créditos.

Mi columna de hoy encabezada con la pregunta de “¿Quién elige?”, según las instituciones, será la misma gente; sin embargo, y sin temor a equivocarme, no es ni será. Mancera abandonará el barco sin sentido que ahora tiene, sin rumbo y a la deriva nos dejará a los capitalinos; con un sistema de transporte ineficiente y con un nivel de inseguridad como cuando gobernaba el PRI en la Ciudad de México; los funcionarios de élite dejarán de lado sus “importantísimas” reformas, tanto hacendaria y educativas para buscar dar continuidad no a un partido en el poder, sino un sistema político y económico, mismo que jamás, pero jamás nos llevará a ser potencia mundial.

Una verdad a voces es que Meade será invariablemente el nuevo Presidente de México para 2018; simplemente porque el sistema político-económico-electoral del país así ya lo decidió. No nos tocará ser potencia mundial, y no por la sencilla razón que la política económica no se encamina a ese fin, pero pues suena bonito como eslogan, y será explotado hasta la saciedad; lo respaldará su “enorme experiencia”, carrera pública “intachable” y su “amor por México”. Además de él, la contienda electoral del próximo año tendrá muchas caras (varias de ellas “independientes”), pero desafortunadamente el sucesor está decidido. Ahora toca jugar a la democracia, obviamente con sus descalificaciones, escándalos políticos, compra de votos, coacción en la intención del voto, y movimiento de encuestas a modo.

¿El sexenio del empleo?

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Ésa es la propaganda que nos acompañará de aquí a que acabe el sexenio… perdón, “el sexenio del empleo”. Me encantaría que el eslogan dijera, “el sexenio de la educación”, el de las becas, el de la investigación y desarrollo (I+D), el de la salud, abatiendo la cifra escandalosa de obesidad y diabetes. Pero no, es el del empleo; pero no del empleo bien pagado, eso es lo que le falta aclarar al eslogan.

Para ser el sexenio del empleo, necesita de una reforma que le fuera atractiva a la inversión extranjera directa, la reforma laboral; además de dar todas las facilidades (concediendo en ocasiones hasta los terrenos a las empresas) para que puedan establecerse en tal o cual estado.

Los logros en materia de empleo, va en contra de lo que se dicta en la propia Constitución, tal es el caso de lo que se plantea en el segundo párrafo, de la fracción VI, del Artículo 123; donde se menciona que: (…) Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. (…).

Con el salario mínimo que entró en vigor el día de hoy, que es de $88.36, resulta impensable que se cubra con lo referido en el párrafo anterior; no se trata de hacer publicidad a modo, si fuera el caso, sería más honesto decir que es el sexenio de la corrupción, de la violencia y el fomento institucional de la misma.

No, el empleo o el fomentarlo no es que crezca su número relativo, porque se deja de lado el crecimiento de la población y entonces en términos reales esas tasas que ahora exaltan podrían ser mucho menores y no servirían para lo que las están utilizando, usarlas mediáticamente.

Suena bonito (seamos honestos), es un buen eslogan, “El sexenio del empleo”, es más, hasta más bonito se ve si le agregamos lo que dijo el titular del Ejecutivo Federal: Estas cifras son relevantes porque, más que cualquier otro indicador económico, el empleo se ver reflejado directamente en el bienestar de las familias.

Desafortunadamente, no. No es más relevante que cualquier otro indicador económico. Tampoco es más relevante que la inflación, simplemente porque esta última determina el poder adquisitivo de lo que adquiere con el salario que se generó con ese nuevo empleo; tampoco es más que el consumo; sin consumo no hay producción y, por ende, sin producción no hay empleo. Macroeconómicamente no es más importante, y lo dice la política económica que predomina actualmente.

No lo es, y no será lo más importante del sexenio, por más eslogan y bonito que sea. La realidad nos dice lo contrario, el que se creen empleos es una obligación constitucional, y si se están generando empleos, no son bien pagados, lo cual es una pequeña nota aclaratoria que valdría la pena tener en cuenta.

Otro posible indicador que pareciera menos importante que la generación de empleo, bajo la lógica del Poder Ejecutivo, sería el PIB, y por el lado que se le vea no es así. El PIB= (C) + (I) + (G) + (X-M). Donde la (C) es el consumo, (I) la inversión, la (G) el gasto del gobierno, y (X-M) el saldo de la balanza comercial (X) exportaciones, menos (M) importaciones. En donde el mercado laboral (aumento de la oferta), no es garantía de aumento de la productividad, debido al nivel salarial (que es bajo). Por lo que fomentas a la vez el mercado informal, al no existir un mecanismo de atracción al mercado laboral, y también generas inseguridad y violencia.

Es ahí donde se ve realmente el reflejo de la política laboral, si se crean trabajos (mal pagados), fomenta otras opciones: informalidad y/o delincuencia; y no olvidemos que otra obligación del Estado es fomentar la seguridad pública; y vaya que este sexenio es uno de los débiles en ese sentido. Todos los tipos de delito (modalidades) han aumentado exponencialmente, de manera que algo no se está haciendo bien.

El uso de un eslogan debe de ir más allá de impactar en lo mediático; aunque, quizás, se refería a “otros indicadores” y no a estos. Eso puede ser, pero por si las dudas, al menos para el PIB, la inflación, no es más relevante al aumento de la oferta de trabajo. Ojo, que la oferta de trabajo la generan las empresas, las pequeñas y medianas, principalmente, y éstas han externado su preocupación por la creciente violencia.

Sí, que sea el “Sexenio del empleo”, pero falta agregarle que es un empleo bien pagado y con garantías (mínimas) de seguridad pública; y entonces sí, hagámoslo público y disfrutémoslo; mientras no sea de este modo, seguirá la óptica de una realidad muy distinta a la nuestra, al menos no de la gran mayoría de los mexicanos.

2017 y el “súper” salario mínimo

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Noviembre de 2017 trajo consigo una “gran” noticia, se incrementó en 8.32 pesos el salario mínimo en México. Ahora se pagarán 88.36 pesos por una jornada de 8 horas diarias. En términos porcentuales equivale a un aumento de 10.39; en relación a los 80.04 pesos que se pagaron de enero-noviembre. Si contemplamos el mes con 30 días, estaríamos hablando de 2,650.80 pesos mensuales; mientras que en términos reales al mes equivale a un aumento de 249.60 pesos.

Los 88.36 pesos diarios (por 8 horas de trabajo) equivalen a 4.71 dólares (18.74, tipo de cambio del 22 de noviembre 2017). Muy por debajo de los 13 dólares que se ganan en una hora en el país vecino del norte. La comparación si bien es innecesaria por el tamaño de las economías, sí es pertinente si se enfoca desde la postura laboral en cuanto a las negociaciones del TLCAN.

Pero sigamos con las buenas noticias, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, nos dice que se incrementa el Monto Independiente de Recuperación (MIR) ($5.00 pesos diarios); y se anticipa el incremento del 2018 (3.9 por ciento); y por tanto, el salario mínimo general a partir del 1º de diciembre de 2017 será de 88.36 pesos diarios.

Sin embargo, el análisis no debe hacerse a la ligera y debe contemplarse al menos tres indicadores de suma importancia y que dan al traste respecto a las bondades de esta noticia (inflación, tipo de cambio y costo de las gasolinas); en cuanto a la inflación, que al mes de octubre (anual) con datos de Banco de México es de 6.37%. Lo que merma sustancialmente el poder de compra del salario mínimo.

Si analizamos el sexenio bajo este indicador tenemos los siguientes resultados, para diciembre de 2012 la inflación (anual) fue de 3.57%. Representando un aumento del 78.13% al día de hoy; mientras que el salario mínimo pasó de 64.76 para enero de 2013 a los ya mencionados 88.36 a partir del primero de diciembre de 2017. Representando un aumento porcentual de 36.44.

Lo que evidencia que el salario mínimo en lo que va del sexenio está por debajo un 40 por ciento del aumento real de la inflación. Por lo que el ajuste, al menos debió incluir este efecto en términos reales, situación que no se dio.

Tipo de cambio, este indicador es importante analizar debido a que comerciamos más del 80 por ciento con Estados Unidos; además nos indica qué tan caros nos son los productos que vienen de ese país; para el 31 de diciembre de 2012, el tipo de cambio era de 12.98; mientras que para el 22 de noviembre es de 18.74; presentando un aumento del 44.28 %. Esta situación ha encarecido la balanza comercial, y en términos reales, las importaciones nos son más caras y pagamos mucho más por todo lo que importamos, considerando varios productos de primera necesidad, maíz incluido.

Algo en términos de macroeconomía no estamos haciendo bien, la libre flotación del tipo de cambio no ha favorecido intercambios justos y/o equivalentes; por el contario, los ha encarecido. Se supone que debemos acudir al comercio exterior cuando el costo nos es más favorable que los costos de producirlos nosotros mismos. Al final nos vemos forzados a importar los productos a los precios castigados por el tipo de cambio, por el simple hecho que no tenemos la capacidad instalada de producirlos nosotros mismos; en otras palabras, no tenemos con qué hacerlos y tampoco sabríamos cómo.

Finalmente toca hablar de un indicador energético, llamado precio de la gasolina. Vaya que es uno de los rubros más castigados, en términos reales, dentro de la presente administración. La gasolina magna pasó de costar 10.81 pesos el litro en diciembre de 2012, a 16.36 para noviembre de 2017 (Ciudad de México, Delegación Cuauhtémoc), aumentando en 5.51 pesos el litro, lo cual equivale a un aumento porcentual del 51.34; mientras que la Premium (para el mismo periodo de análisis) pasó de 11.37 a 18.25 pesos por litro; representando un aumento del 60.51 %; por su parte, el diésel estuvo de $10.90 a 17.09, oscilación que representa un aumento del 56.78%

Este indicador impacta en el sector transporte, tanto particular, público y de carga, y en términos generales (consumo de 40 litros), en los últimos 5 años te cuesta 222.00 pesos más la gasolina magna; 275.20 pesos la Premium; y 247.60 pesos el diésel. Costos que no son contemplados en el estudio para el aumento del salario mínimo.

Sí, el aumento es bueno, pero no así cubre las necesidades reales de los trabajadores, los deja desprotegidos contra la oscilación del tipo de cambio, la inflación y del precio de las gasolinas; resta esperar a que se tomen en cuenta estas variables en la actualización salarial 2018.