El cuento de la Economía

19 de septiembre, 32 años después

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En los distintos centros de trabajo y escuelas, se realizó el mega simulacro del 19 de septiembre, conmemorando lo ocurrido en 1985. Eran las 11:00 hrs. cuando las alarmas sonaron y se hicieron los protocolos establecidos de evacuación, entre resignación y buen ambiente se realizó y en algunas dependencias se bajaron los tiempos del año pasado de desalojo de los edificios. El sol a plomo nos hacía pedir ya regresar a los lugares de trabajo, subir las escaleras después de varios pisos, nos hizo descansar e hidratarnos. En mi caso, avisé a mis familiares que sonaría la alarma por el simulacro para que no se espantaran.

El simulacro se dio en entera normalidad; sin embargo, esa tranquilidad se acabaría 134 minutos después, el suelo se empezó a mover en un inicio de arriba hacia abajo y posteriormente de un lado a otro. La angustia se apoderó de todos, gritos, llantos, crisis emocionales. Aún y con el movimiento, logramos ponernos en los lugares de resguardo; y empezamos a bajar cuando así nos los autorizaron. De algo sirvió el simulacro que habíamos tenido antes, sólo que no nos dijeron que se sentiría horrible bajar con angustia y mucho miedo todas y cada una de esas escaleras, que se hicieron eternas.

Al llegar a la zona de seguridad es que me dí cuenta que la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Estado de México, Guerrero y Oaxaca, estaban viviendo uno de sus peores momentos de angustia, y el miedo que se respiró hace 32 años se estaba oliendo por todos lados, el miedo volvió a la Ciudad de México, nuevamente un 19 de septiembre. Cientos de muertos, muchos edificios que se cayeron o que están a nada de colapsar.

La información llega a cuenta gotas, y las redes sociales se vician de información no confirmada y generan más caos, miedo e incertidumbre, aún y con ese panorama desalentador miles de capitalinos pusieron sus manos o dieron vivires, y han logrado que se hable de personas rescatadas con vida.

Un temblor de esa magnitud bloquea a cualquiera, en primer lugar, por querer saber que tus seres queridos se encuentren bien. Obviamente las redes de comunicación se colapsaron y fue imposible comunicarse. La incertidumbre como única constante; desafortunadamente muchos no volvieron a escuchar a sus seres queridos, eso es lo que les dejó este sismo de 7.2 grados en la escala de Richter.

Una vez que se logró afrontar la situación y pudo establecerse contacto con los seres queridos, mucha gente empezó a ayudar en los lugares en donde más se necesitaba, algunos motociclistas empezaron a llevar y traer gente. Camiones de redilas iban llenos de gente. Era esperanzador ver a la gente ayudando en semáforos, muchos hablando ya con sus seres queridos. Regresaba una “normalidad” en donde empezabas a dimensionar lo que realmente estaba pasando.

La reacción de muchos fue ayudar, muchos otros de estar al pendiente de lo que estaba pasando, todos atentos, se nos fue una tranquilidad del día a día, y todavía esta el reto de saber qué más se puede hacer. La pregunta y angustia constante es saber cómo lograr tener nuevamente una “normalidad”, si así se le puede llamar.

¿Será el paso del tiempo lo que nos regrese esa “tranquilidad”? Nadie que vivió el 19 de septiembre de 1985, creo que recuerde ese día con tranquilidad. ¿Qué hacemos colectivamente para realmente salir con entereza y fortaleza de esta situación?

Muchas voces reclaman ayuda por parte de quienes sólo les interesa el voto el siguiente año; es un reclamo muy válido y yo me uno, que no se gaste ni un sólo peso en las campañas políticas del siguiente año. Que todo ese dinero se use para la reconstrucción de quienes perdieron todo. Sí, seremos los mexicanos, los que seguirán poniendo las manos y hasta los vivires; sin embargo, les toca a ellos hacernos creer que realmente les interesamos y dejen de lado su interés económico de obtener un cargo público.

Sus estancias legales no les “permitirán” poder hacer algo así, sus argumentos legales de tiempos y formas será su mejor pretexto, y nuevamente harán saber su interés real que tienen en esto de la democracia representativa; pero ya no hablemos de políticos porque de ellos hace mucho dejamos de esperar algo. Hablo a título personal pero que creo que muchos de ustedes de alguna manera lo comparten.

Hay que demostrar que este país tiene cimientos tan sólidos, como lo es la solidaridad, la fraternidad, ayudar en la medida de nuestras posibilidades y agradecer a todos aquellos que están dando todo de sí por lograr que se hable de vidas salvadas. Sí, es una tragedia, inconmensurable, traumática, pero que nos da la esperanza que de que somos más los que realmente queremos hacer las cosas bien.

¡Sí, fuerza México!

Que en Paz Descansen, todas las víctimas…

El grito de dependencia

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Justo el día de hoy se celebrará el grito de Independencia de México; aunque el gesto histórico fue propiamente el 16 de septiembre, se festeja el 15 con pretexto, en ese entonces, del cumpleaños de Porfirio Díaz; y como las costumbres se hacen leyes, llevamos décadas haciendo lo mismo. Sin embargo, el día de hoy no hay nada que festejar y no sólo por el día sino porque no somos independientes, al menos económicamente hablando, y cada vez estamos más fracturados como sociedad, nos es ajeno lo que no es nuestro o no nos pasa directamente. La gente en este tipo de actos públicos, van por la continuidad de tal o cual programa social; en ese sentido, se han vuelto una moneda de cambio para los distintos partidos políticos, y los partidos políticos supeditados a intereses totalmente alejados de las necesidades sociales.

En mi muy particular punto de vista, considero que el dinero gastado, este año en ese acto, debería ser invertido en los damnificados de temblor del paso 7 de septiembre, que vaya que impactó muchísimo en Chiapas y Oaxaca. Afortunadamente, muchos mexicanos se han solidarizado, pero es innegable que existe ese sentir de “no me pasó a mí y no hago nada”. Pero no es propio del actuar de un mexicano, sino es un sentir que se ha ido inculcando ante tantos actos de corrupción y que no tienen consecuencia.

Aunque en temas como éste no tendríamos nada que festejar, no cabe duda que económicamente tampoco tenemos mucho que celebrar; la economía mundial nos dio un rol no muy activo, y desafortunadamente estamos demasiado ligados económicamente al quehacer e interés de nuestro vecino del norte (Estados Unidos), y no hablo de exportaciones e importaciones que en los dos caso nos representa más del 80 de nuestra relación comercial con el mundo, sino de políticas económicas las que nos determinan dependientes, esa orientación excesiva al mercado, tropicalizada con nuestra manera única de fomentar, tolerar y permitir la corrupción. Eso es lo que no determina dependientes e indudablemente me encantaría tener motivos para salir a la calle a festejar ese gesto histórico, pero desde una óptica distinta, económicamente hablando. Con soberanía alimentaria, con derechos garantizados a toda la población, como salud, educación, vivienda, empleo y seguridad. Que la pobreza ya no fuera una cifra a bajar, más bien algo ya erradicado. “Una utopía” dirán algunos, una realidad que podríamos implementar, sin necesidad de los partidos políticos.

Hace unos años me tocó vivir estas fechas en otro país, propiamente en Chile, y esa sensación de unidad y pertenencia, me evocó nostalgia por mi madre patria. Esa sensación de pertenencia no la he vuelto a sentir en años sucesivos, y es por la sencilla razón de que no existe ese sentimiento de unidad como nación; la división política, religiosa, afecta también nuestro actuar económico; no actuamos por el bien de todos, sino por nuestro bien, y si le agregamos la inseguridad y los actos de corrupción, le quitan o merman esas ganas de gritar: ¡Viva México!

Necesitamos dejar de depender de lo que harán por nosotros, necesitamos replantearnos lo que queremos como mexicanos, tener bien claro que la competitividad no la determina el mercado, existen otros mecanismos de mayor confiabilidad; a Luque Olmedo Miguel Ángel le leí la siguiente analogía sobre la competitividad y creo que es la que puede explicar en lo que estamos insertos no sólo como país, también como sociedad misma:

“dos cazadores van de safari, en Jeep, por la selva, que se va espesando progresivamente de tal forma que, llegados a un punto, les resulta imposible continuar en automóvil. Bajan, recogen los rifles y otros bultos, y a pie se van adentrando más y más hasta que de pronto aparecen unos leones. Deciden cazarlos, pero descubren que han olvidado la munición, por lo que uno de ellos se dirige a su mochila, saca unas zapatillas de deporte y se las calza, momento en que el otro dice: bueno, tú eres tonto, ¿crees que porque te pongas las zapatillas de deporte vas a correr más que los leones? A lo que el primero responde: Sólo necesito correr más que tú, no más que los leones.”

Esa idea de competitividad es en la que nos han insertado en el mercado mundial, y que hemos trasladado o estamos trasladando a nuestro quehacer día a día, y la que desafortunadamente ha degradado las bases con las que se conformó esta nación.

Necesitamos deshacernos de esa óptica o visión de competitividad; sí ser competitivos en lo que sabemos hacer y no hacia los demás, hacer las cosas bien; y, entonces, como diría la canción que muchos sabemos y hemos coreado: ¡Que se sienta el Power Mexicano! Y sí, y sólo así que ¡Viva México Cabrones!

La pobreza del Quinto Informe de Gobierno

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En redes sociales, propiamente en el perfil de una extraordinaria profesora leí que ella “quería vivir en el México del Quinto Informe de Gobierno”, y ante todo “lo bueno que pasa” (quién no, ¡¿eh?!). En su momento me pareció muy divertido por el tono sarcástico; sin embargo, analizando el contexto es evidente que estamos expuestos a una de las campañas mediáticas de promoción personal sin precedentes. Ya sea que vayas en el transporte público (radio), en casa (televisión) o hasta en el celular al reproducir algún video, nos llenan de “las cosas buenas” que están pasando en México.

Se parte del supuesto que ante la repetición vendrá la aceptación y/o la credibilidad. ¿Será que en verdad mi percepción de la realidad es tan negativa? Tal vez mi percepción se debe a que sólo sigo indicadores “negativos” como la deuda, el desempleo, el irrisorio salario mínimo de 80.04 pesos. Debo de dejar de ver el nivel de pobreza, que no me debe de interesar los casos de corrupción latentes.

Eso es a nivel interno; a nivel externo, antes al menos los que decidían cambiar esa realidad, arriesgaban su vida y se iban a Estados Unidos, pero ahora con Trump y con su inestabilidad emocional y decisiones viscerales, ya ni eso es opción.

En las cosas “buenas” que están pasando, se habla de “finanzas sanas”, sin mencionar la palabra “déficit”; se habla de inversión extranjera, pero no de inflación y migración. El informe debe incluir no sólo “lo bueno”, eso es su obligación, deben hacer las cosas bien. Se debe no sólo decir, sino permear, sentir, vivir que en verdad las cosas van bien. Que a título personal no las siento así, y dudo que muchos de los que lean estas palabras les pase lo contrario.

Simplemente, dudo que alguien, en su sano juicio, se crea lo que se dice en el Quinto Informe de Gobierno; esto es así porque, desafortunadamente, son indicadores que evidencian una realidad muy distinta y diferente. La inseguridad se palpa día a día, y si no es a nivel personal, es a nivel del primer círculo de cercanía que sabemos que fueron víctimas de la misma. Policías corruptos, funcionarios corruptos y sus excusas de errores administrativos ante la evidencia de su dolo en su actuar.

A varios meses del socavón en Morelos, no han rodado cabezas importantes; el titular de dicha dependencia es intocable, pase lo que pase, su estrategia a seguir es el olvido social. Y, por si fuera poco, está saliendo a la luz pero a través de redes sociales, a la par y en contraste de los spots del informe, el caso de corrupción llamado “La estafa maestra”, que de ser cierta la información, estamos ante el más grande caso de desvío y corrupción no sólo del Gobierno, sino de sus universidades afines.

¿Por qué gastar tanto en difundir el informe? ¿Por qué no usar esos recursos en gasto social o en gasto de inversión que es el rubro que más impacta positivamente a la economía? ¿Por qué no preguntar en qué gastarlo? Esa percepción de inclusión podría cambiar el impacto de todos esos recursos mal gastados. No es una inversión, eso deben de entenderlo al menos para su próximo (y último) informe.

En ese sentido, deberían invertir en un mecanismo de interacción social con el Gobierno o de inclusión en el rumbo del quehacer económico. Como sociedad hemos cambiado mucho, demandamos y necesitamos cosas diferentes día a día; y no hay algún cambio en la forma de gobernar desde que se conformaron los actuales mecanismos de representación. Deben dejar de hacer oídos sordos en muchos temas, y principalmente en la demanda de seguridad e inclusión social.

Estamos a años luz de los países desarrollados en temas de corrupción, seguridad y en temas económicos, principalmente. Es por eso que la pobreza del Quinto Informe de Gobierno no sólo radica por sus números a modo, ni en su estrategia mediática, sino que realmente no logra involucrarnos con el quehacer diario. El titular del Ejecutivo Federal podrá posar con tantos beneficiarios de su gobierno como él quiera, acción que ha hecho desde campaña, en donde aseguró que no subirían los precios de las gasolinas y todos sabemos cómo termino esa historia.

Lo que es cierto, es que la estrategia mediática afecta el corto plazo, invade y transgrede nuestros espacios, para intentar convencernos de que vamos bien; sin embargo, se olvidan que el uso excesivo de la misma provoca fastidio y hartazgo a largo plazo. Por lo que es incompleto e insuficiente decir lo “bueno” que está pasando, si no se enlista, todo lo malo y, sobre todo, que no se hace nada. Son dos caras de un mismo informe: pobre desde su contenido y alcance real; y muy ambicioso en su estrategia de posicionamiento mediático.

Importación de patrones de consumo

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Hace algunos lustros, no siendo un consumidor informado, actuaba como tal o al menos con algunos chispazos de consumidor racional. Es indudable, quería todo aquello que tenían o querían los demás. Recuerdo perfectamente que estando en la prepa, entré a trabajar a una pizzería y después de dos meses logré comprarme mi reproductor de casetes, la peculiaridad es que era reversible; es decir, se acababa un lado y en automático empezaba a reproducir el otro lado. En ese momento ya empezaba a estar de moda los reproductores de CD´s y los llamados Mini-CD, por lo cual el reproductor de casetes no me salió tan caro como lo era en su lanzamiento.

Lo mismo me pasó con los video-juegos, ya estaba en venta la última generación y yo accedía a la anterior; indudablemente esa conducta tenía un porqué, y era mi restricción de ingresos. Así me pasó durante muchos años adelante, posteriormente entré a trabajar a otros lugares y el poder adquisitivo de mi salario, se incrementaba, aún y con la inflación creciente año con año. Mi patrón de consumo no se modificó mucho en cuanto acceder a precios menos castigados por la inflación y sigo queriendo lo que quieren los demás, teléfonos de última generación; principalmente tecnología de última generación, esperando que vean reducidos sus costos en el mercado, sería la única gran diferencia con otros consumidores, sé esperar o más bien aprendí a esperar.

En general, podría decir que es conducta de acceso a la tecnología, generaciones posteriores y a precios más bajos, pueden generalizarse a toda la economía. Es decir, no producimos tecnología, la gran mayoría la importamos, y accedemos aquella que como país no es más fácil comprar. Somos un país que ensambla productos altamente tecnológicos, pero si sólo los ensamblamos, lo hacemos bien, tenemos mano de obra calificada en esos temas y los salarios son competitivos (80.04 pesos el día) para que se consolide esta industria, y siga atrayendo capitales. Jugamos el rol que nos dio la economía glogal, el que nos asignó con consentimiento propio.

Aunque seguimos siendo importadores de tecnología, dependemos de esos grandes descubrimientos, que se hacen en otros lares y pagamos por los mismos. Si disfrutamos de esa tecnología es porque pagamos por ella, pero no somos capaces como país de hacerla internamente. ¿Tiene eso algo de malo? Al final logramos acceder o tener esa tecnología, pagándola, pero accedemos. ¿Qué de malo tiene pagar por lo que se quiere? Nada, absolutamente no tiene nada de malo.

Sí, somos consumidores de tecnología, pero sólo aquellos que tienen los recursos para hacerlo. Cabe aclarar que son 53.4 millones de mexicanos los que se encuentran en situación de pobreza para 2016, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Ellos no acceden a la tecnología que se está importando, aunque no les importa (no es pleonasmo) porque no tienen acceso a la misma, la desconocen.; tal vez la necesitan, pero no la conocen. Ellos no saben de parrillas eléctricas cuando siguen usando el carbón para calentar sus alimentos.

Paradójicamente, muchos de esos mexicanos (más de 70 millones) tienen un teléfono celular (obviamente muchos no son de última generación). Esto es así porque las mismas empresas tienen productos para todos los sectores de ingresos, y porque existen otras empresas que dan financiamiento a pagos semanales o quincenales para aquellos que aspiran a mejores tecnologías en eso de la comunicación, sacrificando parte de su ingreso futuro.

Insisto, aun y esos 70 millones de mexicanos con teléfono móvil, son importadores de tecnología y basan su consumo a un producto de moda. Hacen un esfuerzo para estar comunicados, o para no quedarse atrás, dependerá del patrón de consumo de cada uno de ellos, el telefono que adquieran.

Cabe mencionar, que esos patrones de consumo, los trajo consigo la llamada globalización económica. Por lo mismo es muy sencillo llegar a creernos en condicines de igualdad con los habitantes de otras latitudes sólo por usar las mismas marcas y tecnología que ellos. Sin embargo, sus ingresos determinan el diferencial real de las economías. La importación de patrones de consumo y con ellos de tecnología, es un espejo que refleja una realidad que no es nuestra o que no nos pertenece.

Lo que realmente debemos dejar de importar, no es la tecnología, sino los patrones de consumo, para poder entender de esta manera nuestras necesidades reales como nación, y lograr impulsar una estrategia de desarrollo tecnológico, y no seguir adaptándonos a la tecnología que importamos. Esto debe ser impulsado por el Gobierno, pero nuestro papel como consumidores es demandárselo. Si Trump hace efectivo su amenaza de sacar a su país del TLCAN, no nos quedará más remedio que dejar de importar sus patrones de consumo para que ése sea nuestro único “Plan B”.

La modernización del TLCAN, Round 1

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Del 16 al 20 de agosto pasados en Washington, D.C., se dio la Primera Ronda de Negociaciones para modernizar el TLCAN; algunos medios de comunicación hablan de fracaso o que no se llegó a ningún acuerdo; mientras que otros más cautelosos la tiñeron de fortuita y productiva; tal es el caso de la declaración trilateral, en donde se habla de las fechas en que se reunirán nuevamente: (…) se reunirán de nuevo en México para una segunda ronda de negociación del 1 al 5 de septiembre. (…) Las negociaciones seguirán a un ritmo acelerado, continuarán en Canadá a finales de septiembre y regresarán a Estados Unidos en octubre, con rondas adicionales planeadas para el resto del año. (Comunicado de prensa de la SE).

Sin embargo, se omite señalar los temas que se abordaron y sobre los cuales no hubo acuerdo alguno, extraoficialmente se dice que se abordó el acceso a mercados, las reglas de origen, la propuesta de exclusión del capítulo de solución de controversias; y que se discutirán en las subsecuentes reuniones el comercio electrónico, corrupción y transparencia, entre otros.

Mediáticamente se habló de la postura de la delegación de Canadá (de los sindicatos, propiamente) en cuanto al tema de los bajos salarios en México y que están provocando tanto que la mano de obra mexicana emigre, así como la exportación de procesos productivos. Sin embargo, no olvidemos que actualmente se cree que el salario (bajo) está ligado con la competitividad y atracción de inversiones.

Se dice muchas cosas de lo que se trató y lo que se omitió, lo que sí es una constante es el desconocimiento, alcance y repercusiones económicas de esta modernización, de darse, del TLCAN. Se conoce o se sabe muy poco de que existe una consulta que está haciendo el Senado de la República respecto al tema, son 6 preguntas que a continuación les presento, con mi propuesta de respuesta.

La primera es ¿Cuáles deben ser las prioridades de México en la modernización del TLCAN? La prioridad sería fomentar la esfera productiva nacional, impulsando tanto la producción, como la distribución de productos nacionales. Impulsar internacionalmente la iniciativa de la marca “Hecho en México”, logrando que no se quede en un eslogan más.

¿Qué temas que no estén incluidos en el texto original del TLCAN deben ser integrados al mismo? Es, la segunda pregunta; y lo que no está incluido es el tema de la libre movilidad de los factores, y por ende la igualación de los ingresos. Asimismo, se debe de contemplar fases sucesivas de integración económica y no sólo comercial.

¿Qué áreas del TLCAN deben ser mejoradas o actualizadas?, es la tercera pregunta, y debe ser mejorado la solución de controversias, a la par de la OMC; e indudablemente se debe actualizar lo referente al comercio electrónico.

¿Qué sectores de la economía deben contar con mayores apoyos de parte del gobierno ante la modernización del TLCAN? La cuarta pregunta, evidencia que sino todos, casi todos los sectores deberían ser apoyados. De inicio el sector agrícola; se debe garantizar la soberanía alimentaria. En el tema de la salud, se debe consolidar una industria nacional, fuerte y no supeditada a la gran industria internacional.

La quinta pregunta se plantea ¿Cómo debe abordarse la movilidad laboral, los salarios y la protección al medio ambiente en la negociación? Debe abordarse con un gran compromiso, de que la movilidad se dé por elección y no por necesidad, como es hasta ahora. Los salarios deben ser competitivos en el área comercial; y ante el desinterés por los temas ambientales por parte de Estados Unidos, se debe proteger los recursos naturales del país.

Finalmente, te dan la opción de si Desea hacer algún comentario o recomendación especifica respecto a: (y se mencionan varios temas). Dejo el link de la misma, con la idea de que puedan hacer valer su opinión.

http://www.consultatlcan.senado.gob.mx/formulario.php

Aunque desconozco si se siguen aceptando las encuestas, al existir ya un documento en el que se presentan resultados de la misma.

http://www.consultatlcan.senado.gob.mx/docs/final.pdf

En ese documento se habla de un total de 204 formularios recibidos; indudablemente se agradece a esos 204 mexicanos que se tomaron el tiempo de expresar su opinión. Sin embargo, estadísticamente no es representativa, la muestra, de una poblacional de más de 130 millones de habitantes en el territorio nacional, más los millones que se encuentran en cualquiera de los otros dos socios comerciales; es a ellos a quien más les afecta esta situación y a quienes se le debe preguntar.

No dudo de la capacidad de negociación de la delegación mexicana en este proceso; sin embargo, debe existir un mecanismo de inclusión del sentir de todos y cada uno de los mexicanos. Aunque desafortunadamente no creo que lleguen a tomarnos en cuenta; y en verdad, ojalá, llegue a equivocarme.

El valor de la intangibilidad

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Hoy quiero hablarles de algo que saben que existe pero que no pueden ver o tocar, hablo de los bienes intangibles que propiamente son los bienes que tienen valor pero no presencia física. Para hablar de ellos, lo haré desde tres enfoques: uno, es el valor de las mercancías (valor de uso y valor de cambio); dos, el sector servicios; y tres; los Derechos de Propiedad Intelectual (DPI).

De inicio, la importancia de los bienes intangibles estriba en que regulan muchas de las actividades que hacemos diariamente, que van desde la comunicación, las transacciones electrónicas (compras y transferencia de dinero), entre muchas otras cosas.

Desde el enfoque del sector de servicios, tenemos el ejemplo de un diseñador, mismo que no hace la silla sin antes tener la autorización del cliente, y para eso, tuvieron que interactuar a través de bienes intangibles, mandándole el proyecto de la silla por correo o mensajería instantánea. Ese boceto (bien intangible) pasará a ser una mercancía (bien tangible) dentro del proceso productivo. Muchas empresas trabajan sobre catálogos (bien tangible) y en el mismo muestran “n” cantidad de bienes a los que puedes acceder (bienes intangibles, hasta ese momento).

En este sentido, ejemplos hay muchos; no es lo mismo, sacar dinero del cajero e ir a pagar una tarjeta de crédito o un servicio en las ventanillas del banco, que hacerlo desde casa tras una computadora. Ese servicio (intangible) permitió no perder el tiempo en filas y arriesgarse a salir con dinero; es en este sentido, que lo tangible puede volverse intangible, y viceversa también aplica.

Creo que su identificación y diferenciación entre bienes tangibles e intangibles quedó clara desde el primer párrafo, pero era necesario detenerme en poner ejemplos prácticos para poder seguir con la explicación y/o análisis desde los otros dos enfoques pendientes.

Desde otro ángulo, tenemos que todas las mercancías tienen valor de uso, y las que entran al proceso de circulación adquieren el de cambio; que, en los bienes intangibles, sería el ejemplo del diseñador. La silla tiene el valor de uso de sentarse y el valor de cambio es el costo de poder adquirirla. Aunque en estricto sentido el valor de uso y de cambio atañe a las mercancías, es innegable que se puede trasladar a los servicios o bienes intangibles.

Un celular, su valor de uso es el poder comunicarnos, su valor de cambio son los miles de pesos que queremos pagar por poder obtenerlo.

En cuanto a los derechos de propiedad intelectual, estos están relacionados con bienes del intelecto humano, un bien o proceso intangible. Un invento, una obra, una idea, pasan por un proceso de creación intelectual y es su fijación es a través de cualquiera de la figuras jurídicas de los DPI´s que los protegen y su valor económico puede adquirir distintas dimensiones, caso concreto tenemos los ingresos de una patente de medicamentos, películas, o los libros “Best Seller”. Un claro ejemplo que la intangibilidad de las cosas también tiene valor de uso y valor de cambio.

Finalmente, me quiero detener en una idea sobre un archivo de Word, ya que nos podrá dar los elementos para entender el valor de la intangibilidad; un documento en Word de una de mis colaboraciones en esta plataforma está constituido por 29 KB, de capacidad de almacenamiento; mismo que constituye 3 páginas, 800 palabras, 4,224 caracteres sin espacios, 5,019 caracteres con espacios, 12 párrafos, y 65 líneas.

Para que se den una idea, en una USB de 1GB de capacidad, cabrían más de 34 mil archivos como éste; es decir, un texto de 105 mil hojas, que en pocas palabras es un montón. Esa USB en el Centro de la Ciudad no pasa de 100 pesos poder adquirirla (recuerden es barato comprar allá); pero ahora hablemos del uso que le daríamos a esa USB y cómo ese valor que se pagó por ella, cambia radicalmente por el contenido de la misma.

De inicio imaginemos que esa USB tiene la última versión de la tesis de doctorado, el borrador final de un libro, o simplemente tiene las fotos que no tenías respaldadas de tu último viaje en familia. Eso cambia el valor tanto de uso como de cambio de esa USB de 1 GB. Aunque pagaste 100 pesos por ella, ya no la cuantificas ni valoras por esa cantidad porque ya incluye archivos que te representan un valor. Indudablemente estarías dispuesto a pagar una cantidad mayor por esa USB en el caso de que la perdieras y tuviera (por la circunstancia que fuera) la última versión de tu trabajo de investigación. Mismo que te representó horas sentado frente a una computadora. Para los demás será un simple archivo, pero para esos demás es o será un simple archivo porque desconocen el valor de la intangibilidad del intelecto humano.

Externalidades gubernamentales

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Según la teoría clásica, el Gobierno debe intervenir en la economía cuando se da una de las llamadas fallas de mercado, mismas que generan externalidades a los consumidores. Teóricamente se refiere a los efectos que tienen el consumo o producción de algún bien, sobre personas que no participan en la producción o consumo de dicho bien. Hablamos de costos sociales; es decir, que los paga la sociedad. Un ejemplo de este tipo de externalidades (negativas, por cierto) es la contaminación de las industrias. O que hay información asimétrica hacia los consumidores, entre otras.

Sin embargo, no sólo son las empresas las que incurren en costos para la sociedad, también la participación (intervención) del Gobierno en la economía genera externalidades que tendría que ser en favor de evitar o abatirlas.

Dentro de los ejemplos que se pueden dar de la mala intervención gubernamental es la regulación en materia de ingresos, lo que provoca o fomenta de inicio de su polarización; de igual forma el no ajustar los salarios al incremento de la inflación, genera rezago salarial, desempleo que contribuyen asimismo a la inseguridad que aumenta (peligrosamente) en los últimos meses.

En este sentido, cabe preguntarnos: ¿Qué pasa con las externalidades gubernamentales? ¿Qué pasa con los efectos del actuar (negativo) del Gobierno? Indudablemente los costos los asume la sociedad; y no hablo solamente de casos de corrupción, sino de decisiones erróneas de política macroeconómica.

En teoría existe la Secretaría de Función Pública, pero desafortunadamente actúa cuando ya se dio el acto de corrupción, no tiene un mecanismo eficaz de prevención. Actualmente, existe la propuesta de la fiscalía anticorrupción que está en marcha, pero impregnada de anomalías por los tintes políticos con las que se escribió; no la condeno al fracaso porque en verdad espero que sea realmente lo que nos permita erradicar la corrupción en este país que tanto daño nos hace.

Innegablemente la externalidad en la que caemos con gran frecuencia como país es la corrupción, y desafortunadamente no tiene un castigo ejemplar que desincentive que siga pasando; por el contrario, como no pasa nada es que se vuelve una práctica común. Es un mal que parece que nos será un lastre por décadas venideras; sin embargo, el entender este tipo de conceptos, como sociedad nos permitirá tomar decisiones conforme a la realidad económica del país.

Es en este sentido que la única (desafortunadamente) participación que tenemos en la actualidad, es en la llamada “democracia participativa”, eso sí, con todas sus anomalías habidas y por haber. Coacción y compra de votos; pero también ese tipo de acciones son permisibles como sociedad, sabemos que pasan y pues no hacemos absolutamente nada. El día que en verdad nos organicemos, realmente lograremos construir un Gobierno acorde a nuestras necesidades y quitarnos ese peso del dicho que “cada pueblo tiene el Gobierno que se merece”.

Abatir la corrupción, no se logrará desde las instituciones que la promueven y solapan; es desde la sociedad en donde se debe de propiciar la participación orientada a nuestras necesidades básicas, que es trabajo, habitación, seguridad y salud, entre otras. En este sentido, el primer paso es conocer el peso de nuestra participación dentro de la conformación de la sociedad actual; es increíble que aunado al avance tecnológico, pareciera que retrocedemos como sociedad.

Es una gran disyuntiva lograr que el avance tecnológico vaya acorde a las nuevas necesidades, nos falta tener mecanismos de evaluación del actuar gubernamental. Mecanismos que tengan injerencia en cuanto a la continuidad de los gobernantes; eso de inicio frenaría (al menos un poco) este tipo de conductas. Probablemente con un mecanismo, logremos que realmente trabajen para la sociedad y no por interés propio.

Sin embargo, pareciera que este tipo de acciones son parte de una utopía, o propio de los así llamados países desarrollados. ¿En verdad es tan difícil de legislar en favor de una mejor sociedad? Pregunto porque desconozco los pasos que se deberían hacer en materia legal para poder hacer este tipo de cambios. Creo que ir a votar por votar, deja de lado este tipo de ideas, falta hacer valer el voto, en el caso de querer participar en este ejercicio. Pero no por una despensa o por dinero, sino por condiciones óptimas de trabajo, educación, salud y seguridad; incluidas en las campañas, sexenio tras sexenio, pero no visibles en la realidad social.

No sabría cómo impulsar esa “evaluación” con implicaciones al quehacer gubernamental. La idea está sobre la mesa, ahora espero su retroalimentación y propuestas, estimado lector, para que no se quede en una simple idea. Sin duda todos queremos vivir en una sociedad diferente, no sólo por nosotros mismos, sino por los que dependen de nosotros. Es por ellos, que debemos de lograr que las externalidades gubernamentales no se queden en el tintero del no pasa nada, sino que sean castigadas de una manera ejemplar. ¡Ojalá lo logremos!

¡Zapatero a tus zapatos!

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Económicamente hablando, el término “Zapatero a tus zapatos” puede hacer referencia a la especialización ya sea a nivel laboral, o a nivel país en los productos en los que se tiene ventaja comparativa para salir beneficiado en el comercio. Laboralmente, existe especialización, tenemos obreros calificados en las diferentes industrias, y existe de igual forma una diferenciación salarial en ese sentido. Las empresas aplican sofisticados métodos de selección y/o reclutamiento para favorecer la productividad y hacerse de la mejor mano de obra calificada que le reditué la inversión que está realizando.

En materia comercial, nos especializamos en los productos en los que hacemos mejor, bueno, al menos eso lo dice la teoría del comercio internacional. Justo estamos a nada de reiniciar como país las negociaciones de actualizar el TLCAN. Voces de los distintos sectores industriales se manifiestan a favor o en contra de tal o cual cosa. La idea esencial es lograr que el saldo de la balanza comercial sea superavitario de comercializar con los países de América del Norte.

Un tema que no debe excluirse de la mesa de negociación es la brecha salarial que existe entre los países, de no hacerlo, es empezar las negociaciones con una gran desventaja para todos y cada uno de los actores que están vinculados o relacionados con el quehacer económico actual. De igual forma se debe tener precaución con los alcances de los cambios que se propongan en materia de Derechos de Propiedad Intelectual; debe de anteponerse las necesidades nacionales sobre los intereses de las grandes empresas de Norte América.

A 23 años de puesta en marcha del TLCAN, al menos en el sector farmacéutico han desaparecido (“fusionado”, le dicen en términos económicos) muchas empresas nacionales; y la investigación (medida por patentes) tiene más de 95 por ciento de titulares no mexicanos. Algo no se hizo bien, y por ende, debe privilegiarse el interés nacional del sector salud en México, porque uno de los motivos de la escasez de los medicamentos en dicho sector es su elevado costo; y sin una industria nacional que esté tecnológicamente capacitada para hacer frente a cualquier eventualidad, nos estamos condenando a una dependencia que no es deseable, y que es evitable hoy en día.

Tenemos investigadores capaces y empresas comprometidas, sólo falta que las condiciones en el mercado sean más equitativas y no sigan privilegiando el interés internacional.

Así como es cierto que hay perjudicados con el TLCAN, también es cierto que se debe de entrar a la renegociación, privilegiando las capacidades que han ido desarrollándose en todos los sectores y subsectores durante estos años de libre comercio; la industria automotriz es un caso de estudio en cuanto a su mutación y capacidad de adaptación de los distintos escenarios económicos en las últimas décadas; la manufactura de electrónicos permitió fomentar la especialización laboral de acuerdo a sus necesidades. Capacidad que puede implementarse en muchas otras áreas de interés nacional, y no sólo de atracción de inversión de extranjera directa o indirecta.

Las decisiones que se tomen en esas negociaciones afectarán a todos y cada uno de los mexicanos; es una oportunidad única de privilegiar el interés social sobre el particular, ojalá que así se dé. Se lee un tanto utópico que llegue a pasar, y tal vez no suceda, pero este tema es un claro ejemplo de una aplicación económica de la frase “Zapatero a tus Zapatos”. Propiamente hablando, hace referencia a interactuar en temas en los cuales tienes algún espectro de conocimiento sobre el mismo.

El gran problema que enfrentamos es que quienes nos representan internacionalmente, pueden llegar a tener declaraciones como la siguiente, VIDEGARAY: Yo no conozco la Secretaría de Relaciones Exteriores más que como se puede conocer desde fuera. No soy diplomático, nunca he tenido más allá de los encargos propios de la Secretaría de Hacienda (…). Ustedes han dedicado su vida entera a ello. Se los digo de corazón y con humildad: vengo a aprender de ustedes, (…).

Ese mismo personaje meses después puede hacer declaraciones sobre lo que pasa en otras latitudes de América Latina, y tal vez como está en proceso de aprender es que anda de opinólogo de otras realidades sin ver la suya. Es un claro ejemplo de miopía política y que si realmente aplicáramos el dicho de “Zapatero a tus zapatos” otro gallo nos cantaría. No cabe duda que llevamos las de perder en la negociación del TLCAN, resta esperar que las decisiones que tome la delegación Norteamericana y, sobre todo, la Canadiense, tenga efectos secundarios favorables para la economía mexicana. ¡Eso sí, ojalá, así sea!