Era de esperarse la reacción de quienes en las últimas dos décadas se han visto beneficiados por sus respectivos partidos para ser indefinidamente postulados por el principio de representación proporcional, es decir, plurinominales; pero no en cualquier posición, sino encabezando las listas para que no haya duda alguna de que ocuparán un escaño en el poder legislativo federal o local, o un asiento en algún ayuntamiento.
Esto no significa que la ciudadanía haya votado en forma directa por dichos candidatos, sino que van sobre los hombros de quienes sí han hecho campaña política solicitando la confianza popular y comprometiéndose con el electorado, además de financiar sus campañas políticas. La suma de los votos de aquellos que sí hicieron campaña en sus respectivos distritos, también suma para aquellos que sólo esperaban el resultado y eventualmente tomar protesta para ocupar su respectivo escaño.
Por supuesto, aquellos que han sido electos en sus distritos en múltiples ocasiones o que han encabezado la lucha para que su planilla sea electa para gobernar un ayuntamiento, quisieran tener la misma oportunidad de aquellos cuya campaña palaciega e indecibles amagos a sus propios partidos, para llegar exentos de cicatrices y conservando su sonrosado color. Pero no es así, la asignación de posiciones plurinominales casi siempre obedece a una lógica diferente.
En todos los partidos ha habido casos de legisladores plurinominales, hombres y mujeres, que se han desempeñado brillantemente en el ejercicio de sus funciones legislativas, haciendo de su experiencia política y solidez profesional, además de su habilidad para urdir estrategias, verdaderos puntales para sus grupos parlamentarios y para el país. Ganan votos legislando y guiando a sus bancadas. Votos que ciertamente se suman para la próxima elección. A muchos de ellos su prestigio les precede y ello ha sido suficiente para ganar elecciones en sus distritos y regresar al poder legislativo federal o de los estados, representando muy dignamente a sus electores.
El hecho de que el INE haya denegado a un partido en particular, la decisión de su máximo órgano de decisiones, condicionar la postulación de plurinominales electos consecutivamente por el mismo principio, sólo es una parte del análisis, y obviamente de la gestión política de los directamente afectados. Lo importante es que el tema está sobre la mesa y ya se vislumbra la tendencia en varios institutos políticos, la posibilidad de instituir dichas condiciones en sus propios estatutos e incluso catapultarlas hasta la propia Constitución.
Eso obligaría a quienes son plurinominales a buscar la postulación de sus partidos para lanzarse a sus distritos a hacer campaña, a calzarse los tenis y caminar visitando a sus electores, adquiriendo compromisos personales y partidistas; sólo su esfuerzo y capacidad de convencimiento pueden acarrearles la confianza mayoritaria de sus vecinos y regresar a ocupar su escaño, habiendo empeñado su palabra y con un nuevo color sobre la piel.