Extramuros

Auxilio. Un sucedáneo por favor

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Hay algo de impertinencia en tratar de encontrarle sucedáneos, en nuestro país, a todo fenómeno o personaje internacional. Así hemos encontrado una larga serie de “leidies” y “lords” en todos los ámbitos, cuando se trata de una pifia o una grave metida de pata, de las que nadie está exento. Todo ello es pasajero, ya que después de una buena cantidad de memes en las redes sociales, la gente queda saciada del escarnio sufrido por sus protagonistas.

Esa mala costumbre de encontrar sucedáneos es recurrente. Se hacen versiones de teatro y películas extranjeras, evidentemente con menor calidad, pero intentando descollar en su ambiente.

En la política pasa lo mismo, podemos detectar varios sucedáneos, unos que pueden ser calificados por sus detractores como el “Maduro de México”, por sus aspiraciones inequívocas de autoritarismo, sus discursos huecos y simples, por su violencia verbal y física a sus opositores y hasta por su superlativa ignorancia sobre los temas más importantes del país, para los cuales tiene siempre la misma receta del rechazo.

Otros sonríen al ser comparados con personajes destacados como el recientemente electo Presidente de Francia, Emmanuel Macron. Figura internacional que ha sorprendido a propios y extraños, al convertirse en un icono de la política independiente, que venía rezagado en las preferencias, pero debido a su perfil y candidez, conquistó a los electores franceses, y a su paso, venció a los extremos ideológicos y salvó de una posible debacle a la Unión Europea.

Los mexicanos hemos visto, como mudos testigos, cómo se financian una buena cantidad de párrafos periodísticos y se pagan cantidades estratosféricas por minutos televisivos en la búsqueda del “Macron mexicano”, ese anhelado sucedáneo que puede venir desde la penumbra donde sólo se esconden los inocentes, los capaces de hacer resurgir la esperanza en el corazón de los mexicanos. Suena un poco a epopeya romántica y a muchos nos crea una buena carcajada, por cierto, muy afectuosa y bien intencionada.

¿Por qué no ser originales? ¿Por qué no buscar un modelo propio, genuinamente mexicano? ¿Es que acaso estamos en la misma senda de algunos países democráticos en los cuales la mayoría se equivocó al votar y hoy ven truncadas sus esperanzas? El hartazgo es mal consejero…

Sin embargo, sí existen fenómenos políticos, candidatos que al modificar su discurso y formular planteamientos incluyentes y viables, podrían conjuntar fuerzas que a botepronto pudieran parecer antagónicas dado que sus fundamentos ideológicos siempre se han considerado opuestos; similar al agua y el aceite.

Hace poco leí algo que de nuevo me hizo poner los pies sobre la tierra: “En política todos los días se tiran las cartas”. Y es verdad, aún no sabemos con certeza lo que pudiera suceder y las definiciones que pudieran darse. La democracia electoral precisamente consiste en que, con las mismas reglas para todos, la incertidumbre de quién será el triunfador, es una constante. Tan simple como eso.

Mientras tanto, volveremos a recurrir a la incesante búsqueda del sucedáneo, es decir, algo parecido a lo que en otras latitudes del mundo ocurrió, aunque con menos calidad. Quizá debemos recurrir a la mítica lámpara de Diógenes, quien empleando la iluminación de su luz pura, buscaba al hombre (o a la mujer) justo.

Los sucedáneos pueden caer hasta ser un simple mote, pero el fenómeno social de búsqueda de un liderazgo fuerte y fresco, aún persiste. Falta poco para saberlo. Y el resultado electoral en el Estado de México nos proporcionará el material suficiente para continuar este modesto artículo.

Semáforos Financieros y Criterios de Convergencia

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Hace unos días me enteré que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) había propuesto un sistema de alertas –muy didáctico, por cierto– para que las administraciones estatales, y de paso los ciudadanos, puedan saber qué tan grave es su problema de deuda pública. Es decir, que cuando el semáforo marque endeudamiento elevado significa que la entidad ha excedido los máximos posibles que sus propias leyes le imponen o los criterios adoptados por calificadoras con base a disposiciones de carácter nacional e internacional. Por el contrario, la entidad que obtenga endeudamiento sostenible en el semáforo, estaría en una posición de buen administrador o que aún puede apostar un sistema que les permita financiar bienes de uso perenne –normalmente infraestructura –. También habrá una alerta intermedia que sería endeudamiento en observación.

Con este tipo de alertas deben dispararse acciones al interior de las finanzas estatales para ajustar el gasto o recaudar mejor, así como gestionar mejor los fondos federales que apuntalan las finanzas públicas de los estados. Algunas entidades han establecido topes de endeudamiento conforme a porcentajes de su propio presupuesto; en caso de rebasar dichos porcentajes, las legislaturas locales deberán autorizar los montos de endeudamiento y los mecanismos para solventarlos a futuro. Algunas legislaciones estatales establecen muy bien los conceptos por los cuales es permitido contratar deuda, mientras que otras aún deben trabajar estos delicados aspectos de sus finanzas públicas.

Hace casi veinte años la Unión Europea incluyó un término muy innovador con el propósito de construir el ambiente financiero propicio para construir la Eurozona, éste fue Criterios de Convergencia. En ellos se establecieron parámetros de disciplina financiera muy estrictos para todos los integrantes de aquella época. Italia fue el único país integrante que incumplió los criterios de convergencia, pero finalmente aceptaron su ingreso argumentando que era impensable que este país fundador de este gran bloque económico, político y comercial, estuviera fuera de este sistema.

La SHCP hace mucho que aplica medidas de disciplina financiera para el gobierno federal, pero ciertamente incurre en laxitudes cuando los casos son extremos. Aplicar estos semáforos puede acarrear reacciones diversas, pero no dejará de ser un mero indicador para esbozar la situación financiera de las entidades. Las leyes que deberían incluir Criterios de Acceso a nuevos fondos participables destinados a financiar programas de carácter extraordinario, pudieran ser, por lo menos, la Ley de Coordinación Fiscal, la Ley General de Deuda Pública así como la Ley de Disciplina Financiera para las Entidades Federativas y los Municipios, y la Ley de Contabilidad Gubernamental.

Los Criterios de Acceso pudieran ser sus niveles de deuda pública, déficit fiscal, porcentajes de recaudación respecto a su presupuesto anual, y el peso del sector público sobre su presupuesto. Y ya que estamos por el barrio, no estaría mal hacer consideraciones sobre infraestructura escolar y penitenciaria, así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Habrá que amarrar desde arriba aspectos trascendentales de la vida nacional. Ello nos llevará a una cascada de reformas y adiciones a leyes y reglamentos generales, federales, estatales, reglas de operación de programas federales y estatales, y un largo etcétera, pero por algo habrá que empezar.

Seguramente la mayor parte de los partidos apoyará acciones encaminadas a combatir la opacidad en las cuentas públicas, certidumbre en las inversiones, impacto en el bienestar general, planeación estratégica, profesionalización del gobierno y consolidación institucional. Todo ello es congruente con los famosos presupuestos basados en resultados (PbR).

Es decir, que los Criterios de Acceso establecerían como condición el alcance de metas debidamente evaluadas y comprobadas, para poder acceder a otros fondos aún mayores para detonar proyectos de mayor envergadura. Hay parámetros que por décadas pretendemos trasponer, pero a lo largo de todo ese tiempo no se ha logrado, principalmente por escandalosos casos de corrupción; sin embargo, hay quienes aun llevando en orden sus finanzas públicas y privadas, no han obtenido los resultados deseados porque simplemente aspectos que son de interés nacional, no constituyen una prioridad para determinadas entidades. El que da el dinero tiene derecho a exigir información y resultados bajo sus propias reglas.

Generar acicates es una medida infalible. Las buenas calificaciones siempre traen regalos. El establecimiento de Criterios de Acceso a fondos especiales de desarrollo en México, pueden estabilizar regiones enteras, así como transparentar la aplicación de recursos federales.

Por prejuicios históricos aún no hemos podido lograr que el artículo 117 constitucional sea reformado para permitir, bajo reglas estrictas y mecanismos de resolución de controversias, firmar convenios y acuerdos a las entidades federativas para el desarrollo de políticas comunes. Los Criterios de Acceso encajarían perfectamente en grandes proyectos de impacto regional cuyos beneficios impacten a un número importante de la población.

México sigue siendo un país en continua construcción. Desde la edificación de su democracia electoral debemos arrastrar criterios democráticos a todos los aspectos de la vida nacional.

Acuerdo México-Unión Europea. ¿La capa del muerto?

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El esquema de negociación comercial entre México y Estados Unidos ha dejado de ser interesante, mas sigue siendo muy importante. Hasta ahora nadie ha lanzado una propuesta revolucionaria y debemos de entender que el status quo no necesariamente es el estado ideal de las cosas, sino que aún pueden evolucionar siguiendo la línea de la innovación y el bienestar general.

En columnas anteriores hemos concluido que México llega con una gran experiencia en este proceso, dado que el Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, es experto en el TLCAN, en la alineación peñista no hay otro jugador que tenga mayor conocimiento sobre el tema. Aunque el señor Videgaray también ha intervenido recurrentemente de acuerdo a sus atribuciones, el que conoce a fondo este asunto es Guajardo, ya que él formó parte de los hacedores del TLCAN.

Su contraparte norteamericana, el señor Ross, con sus ocho décadas a cuestas y su experiencia en los negocios, sobre todo en México, ha visto caer muchas estrellas del firmamento (como diría Matthias Claudius) y conoce su tema. Me recuerda a una vieja navaja suiza, de las que tienen de todo para cualquier ocasión. Tengo la mejor impresión de sus capacidades. Este personaje irá acompañado por el nuevo Jefe de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, así como de Peter Navarro, Director de la Oficina de Políticas de Comercio de la Casa Blanca.

Esta combinación de habilidades e indiscutible talento de ambos protagonistas, Ross-Guajardo, los obliga a generar los mejores resultados; ninguno querrá regresar a casa con los deberes mal hechos. Pero habrá que reconocer que tenemos la mala costumbre de analizar el escenario omitiendo a Canadá cuando hoy podría ser un buen aliado, aunque no le confiaría ni las llaves de mi coche, porque estos tratados encierran intereses insondables.

En esta columna hemos insistido en generar escenarios de diálogo social entre los beneficiarios directos de estos instrumentos comerciales de los tres países firmantes de TLCAN. Que las asociaciones, lobbies, productores, importadores, exportadores, obreros, industriales, tengan la oportunidad de enriquecer e influir en la evolución del tratado con la finalidad de hacer realidad los beneficios que tanto se pregonan, no sólo de forma temporal e intermitente, sino de manera permanente a través de un foro que se formalice como un órgano consultivo y deliberativo del TLCAN.

Hace una par de días el Secretario Guajardo se reunió con la Comisaria de Comercio de la Unión Europea para acelerar el paso a la modernización del viejo acuerdo comercial de tercera generación. El tema surge cada vez que los personajes de Estados Unidos agudizan sus discursos en contra del TLCAN. Pareciera que se hace mal uso de nuestros negocios con la Unión Europea, asignándoles el papel de la “capa del muerto”. Las negociaciones con la Comisaria de Comercio Malmström deberían ser inéditas. Toda negociación con la Unión Europea debe tener como referencia el súper acuerdo comercial y de cooperación signado entre este gran bloque comercial del viejo continente y nuestro socio Canadá.

Debemos aspirar a la mejor relación con la Unión Europea, que sea de hondo calado, que perdure y haga madurar aún más la relación, ahora que este gran bloque comercial también transita por una revisión interna de sus estructuras y sus metas. México no debe usar la modernización comercial con Europa como una reacción de despecho contra las duras palabras del gobierno de Estados Unidos. Ésa sería una actitud, por lo menos, mediocre.

De igual forma se aceleran las negociaciones con China para establecer lazos comerciales a través de un acuerdo de mayor alcance. Este mercado es quizá el más importante del mundo dada la cantidad de consumidores en ese país, sin embargo, habrá que dejar muy claros los mecanismos para evitar las prácticas de dumping social y algunos temas sobre calidad en los productos, ya que ante la eventualidad de presentarse en una relación comercial entre China y México, podrían afectar seriamente tanto a productores como a consumidores.

México, representado por la Secretaría de Economía, está haciendo lo debido, buscarnos la vida en otras latitudes. Finalmente podemos afirmar lo que en otros artículos de esta columna hemos señalado, Guajardo está jugando bien sus cartas sobre la mesa. El tiempo es inexorable y llegará, tarde o temprano, el momento para apostar. Las presiones son enormes, pero la concentración en la diversificación comercial, es nuestra estrategia.

La evolución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible

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Muchas y muy variadas son las noticias nacionales e internacionales que influyen en el devenir de México y los mexicanos. El desbocado comportamiento del Presidente de Estados Unidos, las reacciones del Primer Ministro Trudeau, la estabilidad monetaria, el incremento de las exportaciones mexicanas, las capturas de importantes capos del crimen organizado y la caída de importantes líderes políticos involucrados en redes de corrupción. Asimismo, vemos escenarios políticos influenciados por todo este maremágnum de noticias que arman debates encarnizados e inciden en las interminables encuestas.

Una noticia que llama la atención y que quedó nublada por otras que generaron más escándalo, fue la creación del Consejo Nacional de Sostenibilidad, el cual fue instalado en un evento encabezado por el Presidente Peña Nieto y el Canciller Videgaray, celebrado en el Palacio Nacional. Este Consejo debe ser el número 100 mil que se ha instalado y del que seguramente no volveremos a escuchar nada; no obstante, persigue una importante misión: vigilar la aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por la Asamblea General de Naciones Unidas en octubre de 2016 por los países miembros; 17 objetivos con 169 metas relacionadas con diversas materias relacionadas con el desarrollo social, económico, político y medioambiental.

La CEPAL, una organización que procede de Naciones Unidas, se ha encargado de promover los ODS en toda América Latina y el Caribe mediante la relación política con jefes de estado y de gobierno de los países que integran la región. Esta organización que encabeza la destacada académica y política mexicana Alicia Bárcena, ha logrado que paulatinamente la región latinoamericana y caribeña asuma compromisos importantes, tales como el adoptado por el gobierno mexicano.

En nuestro artículo Sólo para valientes, publicado en El Semanario el pasado mes de noviembre (2016), sugerimos que dichos ODS pasaran a formar parte de las disposiciones normativas mexicanas, principalmente de las leyes de planeación nacional y estatales, así como en las leyes presupuestarias con la finalidad de que fuera muy claro el compromiso mexicano con su cumplimiento. Ello implica que los planes de desarrollo nacional, estatales y municipales estén enfocados a la aplicación de los ODS, pero que sus acciones sean evaluadas por INEGI o por CONEVAL. Ambas instituciones ya se aplican en la medición de casi todos los temas que abarcan los ODS.

Pues bien, estas propuestas ya están en marcha, pronto se enviarán iniciativas al Congreso de la Unión para modificar la Ley Nacional de Planeación para fortalecer el compromiso de México con su cumplimiento y en cascada comprometer a entidades federativas y municipios con estas disposiciones. El INEGI se encargará de su evaluación, pero seguramente CONEVAL participará activamente.

A partir de la instalación del Consejo Nacional de Sostenibilidad, el Gobierno de la República impulsará la instalación de consejos estatales similares al nacional. Sin embargo, dado el desprestigio de gran parte de estas administraciones, quizá esté justificado el surgimiento de nuevos mecanismos tales como consejos regionales de avaluación y seguimiento de los ODS, para que estas fórmulas detonen la competencia regional en el  abatimiento de rezagos en las materias contenidas en los ODS; para ello, será necesario modificar los términos del artículo 117 constitucional, para desmantelar el resabio decimonónico y poder reglamentar las atribuciones de los estados para firmar convenios y acuerdos entre sí, con la finalidad de desarrollar políticas comunes sobre materias diversas, entre las que pueden incluirse las que contienen a los ODS.

Habrá que fabricar los contrapesos y los procedimientos para garantizar el pacto federal y buscar soluciones posibles incumplimientos en los acuerdos. Esta reforma podría incluso contener condiciones para el mejor ejercicio de recursos federales, desde el establecimiento de metas regionales, pasando por la trasparencia en la ejecución de los recursos y su impacto positivo en la población regional. Un nuevo mecanismo para generar eficiencia y transparencia en el fondo general de participaciones.

Nuestra propuesta plasmada en noviembre pasado, iba incluso más allá. Incitaba a los partidos políticos a comprometerse abiertamente con los ODS al incluirlos en sus respectivos programas de acción y sus declaraciones de principios, con la finalidad de que formaran parte de sus respectivas plataformas políticas y, en consecuencia, propusieran los mejores diseños de programas para su eficaz aplicación y beneficio en favor de los mexicanos en sus campañas políticas.

El Gobierno Federal está cumpliendo con su parte, los estados y municipios lo harán en su momento, pero los partidos políticos aun deberán manifestar su posición respecto al tema. Es el momento de desarmar los andamiajes de los programas de acción de todos los partidos, darles términos de vigencia y un diseño didáctico que trasparente los compromisos asumidos por los partidos políticos de impulsar programas, establecer sus metas y su respectivo financiamiento.

En fin, estos nuevos retos podrían oxigenar una parte de los mecanismos de construcción de consensos para el establecimiento de políticas públicas y programas gubernamentales de las tres esferas de gobierno, así como la construcción de un nuevo federalismo desde las regiones. Sin embargo, asumir estos nuevos retos aún sigue siendo sólo para valientes.

Los acuerdos Ross-Guajardo. Decisiones y encrucijadas

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Hay algunas decisiones que son difíciles de tomar. Unas suelen retar nuestras más reconocidas habilidades hasta el punto de inflexión. Decisiones en medio de encrucijadas que surgieron desde las sombras del tiempo, como si lo que estuviera ocurriendo fuera el cobro de un grave adeudo que quedó sin saldar. Difíciles todas mientras más afectaciones o mayores beneficios tengan para una sociedad. Todas ellas dejan una imborrable muesca en el cerebro, una marca indeleble, una cicatriz, pero jamás una medalla.

Los medios están colmados de noticias y opiniones diversas sobre el mismo tema pero tamizadas por mallas de diámetros diferentes. Los más viejos juzgan desde sus cansados caballos recordando antiguas luchas, defendiendo sus propias batallas y lo mucho que dejaron en ellas. Los contemporáneos suelen olvidar el pasado y elucubrar nuevas recetas basadas en intrincados algoritmos que arrojan respuestas y recomendaciones de una frialdad hiriente. Para completar la troica generacional, están justamente los que irradian más presión: los destinatarios de nuestras decisiones, los herederos de nuestras obras y acciones. Difíciles son entonces las decisiones. Claro está.

Hace más de dos décadas los tomadores de decisiones fueron duramente criticados por incursionar en terrenos poco conocidos por México. Salían de las sombras antiguos guerreros que evocaban esas viejas batallas históricas libradas por ilustres mexicanos y, por si fuera poco, graves advertencias sobre el futuro del país. Finalmente una generación cuestionada y masivamente atacada por todos los flancos, firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

El Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, formó parte de aquel equipo de hace más de dos décadas, que tomó decisiones con retos y oportunidades, presiones y consignas de todo tipo. Les auguraban el fracaso y un caudal de reclamos históricos. Al cabo del tiempo vimos que las cosas ciertamente no resultaron fáciles, pero muchas más fueron altamente positivas para el país.

Los agoreros de los annus horribilis continuarán tejiendo escenarios y atisbando horizontes complejos, pero el tiempo finalmente llegó. Los primeros encuentros entre los responsables de la relación comercial entre Estados Unidos y México finalmente ya están sucediendo, y no será para sostener amenas charlas sobre temas triviales sino para acordar una ruta de negociación sobre asuntos del más alto interés para ambas partes. Los canadienses esperan su turno, pero con ellos son menores las aristas, habrá acuerdo con Canadá.

El Canciller Videgaray aprovecha cada foro para enviar un mensaje sobre cualquier tema, incluyendo los comerciales. Es un hombre aplicado. En la política internacional jamás hay que perder la valiosa oportunidad de no hablar. Estar pendiente de todos los temas internacionales, no significa que se deban desglosar todos. La prudencia y la contundencia, cuando estas interactúan inteligentemente, son plataformas monumentales, verdaderos faros luminosos.

Los acuerdos Ross-Guajardo dejarán un sello por las siguientes dos décadas, por lo menos, pero esas decisiones incidirán en el desarrollo de varias generaciones de estadounidenses, canadienses y mexicanos. En temas de comercio no hay nada escrito, estos dos protagonistas están llamados a hacerlo bien; y no hay mejor acuerdo comercial que aquel en cuyas reglas se garantice oportunidad para hacer negocios, para generar empleos, riqueza y bienestar. Es muy posible que nadie quiera un socio pobre, y a estos niveles, tampoco se pretende un socio débil.

La encrucijada será para todos. Habrá elecciones en México y con toda seguridad el destino del TLCAN dejará caer su influencia en los temas de debate en el proceso de sucesión presidencial, eso es un insumo de gran importancia en la toma de decisiones, ni duda cabe, pero deberá asumirse. Estados Unidos también vivirá las consecuencias de sus decisiones y se asumirán en sus respectivas elecciones, principalmente en los estados con mayor intercambio comercial con México, y en aquellos en cuya economía influya la mano de obra de los migrantes.

Los acuerdos Ross-Guajardo apenas empiezan. El responsable de la política economía de México ha sido el protagonista más tranquilo del gabinete del Presidente Peña, pero no el menos activo. Ha tomado el papel que justamente le corresponde. Como si fuera un hábil jugador de naipes, sus expresiones no acusan la mano que le ha tocado, pero conoce las consecuencias que devienen de cada carta sobre la mesa. Lo mismo hace Ross. Sus diálogos son cortos, concisos, diáfanos, pero también es inexpresivo. Procura rechazar la floritura de las expresiones del Presidente Trump; su larga vida y experiencia empresarial constituyen un cajón lleno de sorpresas.

Hasta el cierre de esta modesta columna de opinión, las noticias sobre el encuentro entre Wilbur Ross e Ildefonso Guajardo aún no surgen. Las tamizaremos en su momento. Mientras tanto sólo podemos advertir la alta responsabilidad que pesa sobre ellos en la toma de decisiones y la encrucijada que envuelve las circunstancias.

El Capitolio. La segunda lectura

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En recientes fechas hemos puesto especial énfasis en los acontecimientos relacionados con las relaciones entre México y Estados Unidos, el papel de Canadá en esta fórmula política-comercial tripartita y en las declaraciones que el Presidente Trump receta a diestra y siniestra.

Sin embargo, muchas cosas subyacen en las historias que emanan de estos encuentros. Las estrategias, la experiencia, el conocimiento, la mística política, la congruencia de los elementos que conforman las delegaciones nacionales de los tres países, la repercusión en la permanencia política de sus respectivos partidos, las razones para revisar acuciosamente nuestros acuerdos y la importancia de su continuidad.

Pareciera haber una especie de patrón seguido por el señor Trump y los integrantes de su equipo para generar una reacción en su contraparte y, como secuela, establecer una actitud determinada frente a ellos, principalmente rampante; declaraciones que pretenden denostar y minusvalorar el status quo, y suplantarlo por escenarios y condiciones de mayor ventaja, para negociar desde una posición empoderada.

En consecuencia, la contraparte puede tomar decisiones con márgenes reducidos, donde las opciones se agotan rápidamente y los reveces o respuestas podrían desencadenar situaciones insostenibles. Definitivamente, visto desde una óptica política exenta de ideología, la respuesta que el gobierno de Estados Unidos ha recibido, ha sido contundente y clara: “México no pagará ni hoy ni nunca ningún muro”. ¿Esperaban esa respuesta? Opino que sí. Sin embargo, los agarramos “mal parados” como para buscar una salida legal y ágil para cristalizar su voluntad. Así que serán los contribuyentes de nuestro vecino país los que inicien pagando su construcción, y, con seguridad, no habrá reembolso alguno.

En el discurso en el Capitolio, ante la representación popular de su país, el señor Trump se enfundó en un traje que no le quedaba, una especie de corsé poco cómodo. Fue una especie de discurso mediante el cual se disciplinaba a determinados lineamientos del Partido Republicano que lo llevó al poder, y como premio a su buen comportamiento, un derroche de aplausos provenientes de la bancada de la derecha. Por su parte, los demócratas contemplaron la escena sentados y conscientes de que ese “maridazgo” aún debía pasar pruebas muy ácidas.

Por momentos, el semblante del joven Senador Republicano Paul Ryan, se tornaba algo conmovido por la escena, la estaba disfrutando, sin duda; pero en el fondo se advertía que había una carcajada estridente contenida entre pecho y espalda. Sólo podemos imaginar lo que pasaba por su mente. El impeachment sigue paseando por la cabeza de los políticos de Estados Unidos. “En política, los puestos no son tuyos, ni cuando son tuyos…”, decía el adagio de un viejo político de mi pueblo.

Pero, ¿cuánto durará esta actitud pactada? Quizá en un par de semanas veamos al Presidente de Estados Unidos con síntomas de asfixia política cuando ya no soporte el corsé en el que se ha metido, y vuelva a ser el caballo bronco que no aguanta la doma republicana. Estaremos pendientes de los mensajes de Twitter del Presidente, ése será el termómetro.

Decir que Trump conectó home run en su discurso frente a senadores y diputados es muy aventurado. Las encuestas son indicadores pasajeros, y lo veremos en las próximas semanas. En política, nada es permanente. Todo se mueve. Y en muchas ocasiones, inadvertidamente.

Ya han sido acusados dos de sus colaboradores más cercanos de haber hecho contacto con el embajador ruso sin autorización alguna, lo cual tendrá un desenlace predecible dado los antecedentes del Consejero de Seguridad Michael Flynn, quien tuvo que renunciar a su cargo por las mismas acusaciones. En el caso específico del Fiscal General Jeff Sessions, éste habría negado cualquier tipo de contacto, sin embargo, ayer mismo aceptó que sí había tenido relación con el embajador ruso, pero que no se trató nada relacionado con la campaña del señor Trump.

Habrá que reconocer que el hecho de haber omitido a México en su discurso, cuando sí se refirió a Canadá como un buen socio, es una exclusión en toda la extensión de la palabra. Espero que nadie haya llorado por tan hondo desprecio. Tendremos que salir a buscarnos la vida por otra parte, quizá en Europa y con nuestros socios latinoamericanos. De estas vías alternas, esperamos noticias impacientemente. Por lo pronto, el Canciller Videgaray ya se encuentra en Costa Rica reunido con sus homólogos de los países pertenecientes al Sistema de Integración de Centro América (SICA), una fórmula de cooperación de intercambio político muy interesante, misma que pudiera crecer si se cuida y cultiva con positiva ambición.

México no puede esperar a que el Presidente Trump baje del lado derecho de su cama para que ese buen día de surte su actitud cambie. La experiencia del equipo mexicano, su formación, su visión y su compromiso son claros y poseen un altísimo nivel. Eso debemos reconocerlo. Deberán hacer bien la tarea y traer buenas notas a casa.

El Senado los estará esperando. Algunos de sus ilustres miembros intervendrán para lucirse en sus diez minutos de fama en la tribuna, erigiéndose en expertos en todos los temas que se abundan sobre la faz de la tierra. Otros, un poco más comedidos, procurarán debatir basados en información global y formularán sus preguntas para extraer la mayor información posible.

Seguimos en el filo de la butaca, pendientes de la información que emana diariamente de estos acontecimientos. Buen fin de semana.

 

ENRIQUE ESCALANTE ARCEO

En el filo de la butaca

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Un capítulo álgido se está escribiendo el día de hoy en el pesado libro de las relaciones entre Estados Unidos y México. Finalmente sabremos qué fue lo que sucedió en el encuentro de alto nivel. En una esquina Tillerson y Kelly, Secretario de Estado y el de Seguridad Interior de nuestro país vecino del norte, respectivamente; y en la otra esquina, Luis Videgaray, Canciller de México, y el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; y el de Hacienda, José Antonio Meade. Esperamos que las horas invertidas en este acercamiento, produzcan una clara señal de que hay una discusión intensa pero con sustancia, con materia para negociar; que este encuentro haya servido para desahogar algunos temas y encorchetar algunos otros para resolverlos en mejor ocasión, para arrojar algo de certidumbre de ambos lados del Río Bravo y despresurizar el ambiente político y social entre ambas naciones.

La embajadora norteamericana Roberta Jacobson seguramente empleará todos sus secretos y artilugios, aprendidos en casi treinta años en el servicio exterior de su país, para no tener que recurrir a la retórica del mundo diplomático que acostumbra atenuar y matizar los problemas; sino que el resultado de la reunión sea para hablar abiertamente y enumerar, en puntos muy claros: acuerdos, avances, retos pendientes, reuniones próximas, fechas, agendas, desacuerdos, y por supuesto, acompañados de una buena foto de familia.

Los mexicanos solemos minimizar la formación y los niveles de juego de nuestra selección de fútbol y de cuanta representación enviemos a una justa internacional. Que éste no sea el caso para sacar a ventilar esa pésima costumbre. Todo lo contrario. En esta reunión ninguno se puede llamar novato, ni siquiera aquellos que, por ser condescendiente con sus nuevos compañeros de trabajo, dicen que han llegado a aprender.

Éste es el tramo de su carrera como servidores públicos en el que deben emplear todo lo aprendido hasta hoy. Es uno de los exámenes más severos a los que se enfrentarán en toda su carrera. Para este momento se han preparado toda su vida, y en este episodio deberán de emplear todo cuanto saben de su materia, que seguramente no es poco. La presión sobre ellos debe estarse paseando cerca del miocardio. Pero para esto se han alquilado como secretarios.

Después de varias horas reunidos, ambas partes aceptaron que el fenómeno de la migración habrá que atenderlo de una forma más amplia, con la colaboración de más países del continente, por lo que de este punto es posible que se desprendan nuevos esquemas para abordar esta práctica cultural. La declaración sobre la necesidad de poner un alto al flujo de armas y drogas, significa una renovación de las fórmulas de colaboración para abordar estos temas que violentan regiones muy amplias de ambas naciones.

Está claro que los temas entre México y Estados Unidos suman una lista muy larga. El diálogo está planteado, habrán más encuentros, y con seguridad desencuentros, pero estamos en la mesa percibiendo claros matices de que quizá sea mejor hablar con los secretarios de Trump, que con el mismísimo inquilino de la Casa Blanca.

Muchas han sido las voces que opinan sobre si el Presidente Peña Nieto debería recibir o no a los secretarios del gobierno de Estados Unidos, dado que Trump no ha mostrado la más mínima intención de recibir a los nuestros; y, es más, como preludio de cada posible encuentro entre funcionarios de ambas naciones, la parte norte acostumbra lanzar fuertes declaraciones que distraen a nuestros representantes asaltándolos con grandes interrogantes.

Sin embargo, aplicar el principio de reciprocidad en el sentido negativo, no siempre es recomendable. En un episodio como éste, tampoco es recomendable poner la otra mejilla. Debemos tener presente que hay una agenda muy importante que atender y a la cual habrá que darle seguimiento puntual. A México le interesa resolver algunos puntos y avanzar. México y Estado Unidos tendrán siempre una larguísima frontera y muchos temas comunes. Hizo bien el Presidente Peña en recibir a estos altos funcionarios del país vecino. Este encuentro deberá tener una secuela, queremos pensar que será positiva.

Tal vez debemos aprender de la señora Freeland, canciller canadiense, quien mostró el músculo previamente a su entrevista con Tillerson en Washington, ya que esta distinguida dama le recetó un buen revés al Secretario de Estado que lejos de enrarecer el ambiente, le dio una tonalidad de firmeza y no de una ocurrente bravuconada. Esa actitud se me antojó a una buena jugadora de carambola, que al golpear el mingo busca que el efecto lo ubique cómodamente para facilitar el golpe que sigue. Sabemos que el golpe siguiente se los aplicó su jefe, el Primer Ministro Trudeau, unos días después.

En fin, seguimos sentados en el filo de la butaca. Ninguna noticia es más importante que todas las que surjan de estos encuentros trascendentales. Los pleitos, las acusaciones mutuas, los dimes y diretes, las interpretaciones psicológicas de unos diarios, o las elecciones del Estado de México… se ubicarán en las páginas interiores de los periódicos.

El TLCAN en capilla. No hay plazo que no se cumpla

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Las marchas de la unidad no dejaron huella ni sobre los pavimentos. Lo que sí evidenciaron es que ya no somos los mismos ante la unidad nacional, que tristemente transita para convertirse en una especie de cliché, en uno de los tantos mitos mexicanos, en una especie de recuerdo nostálgico que quizá nunca regrese. Parece ser que el viejo sabio de la política perredista, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, tenía razón al decir que “…con banderitas no se resolvería gran cosa…”. Palabras más, palabras menos. Lo cierto que ni veinte mil almas –incluyendo las de los más famosos– marchando de hinojos a Chalma, resolverán algo que tuviera que ver con algún muro o con las muecas del señor Trump.

Una senadora, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores –da igual cuál sea su nombre o su extracción política– también realizó su marcha, pero ella hacia Estados Unidos a saludar a sus afamados homólogos. Me parece un hermoso detalle de su parte por la candidez de su noble intención, sin embargo, aún tenemos dificultades para encontrar que dicha acción encaje en el complicado rompecabezas en el que estamos inmersos con el vecino país de norte, en el que echamos en falta que dicha Comisión y su presidenta, se pongan las pilas aun más, se reúnan con el canciller y los demás secretarios ocupados en el tema de la tirante relación con Estados Unidos, y urdan un plan conjunto que genere presión, propuesta y resultados. Las fotos vendrán después.

Estamos frente a un escenario adverso y desde lejos se advierte que no será fácil transitarlo. Por ello, las ideas que surjan de la inspiración de las fuerzas políticas del país, que en un impulso de hondo sentimiento nacional arrebaten sus maletas y crucen fronteras para tratar de ser redentores de las causas más sentidas de los mexicanos, resultarán verdaderamente vanas y superficiales porque si no están enlazadas a una estrategia, sólo se convertirán en una fugaz nota periodística.

No hay plazo que no se cumpla. Wilbur Ross es el nuevo Secretario de Comercio de Estados Unidos. Empresario entrado en años que parece de una madera correosa, con intereses personales diversos en México. En breve se sentará a la mesa a replantear el sentido del TLCAN, y posiblemente bajo los argumentos maniqueos del presidente de Estados Unidos.

En la otra esquina, nuestro secretario de economía, Ildefonso Guajardo, uno de los pocos de aquel “Dream Team” que hizo nacer el TLCAN, que aún está situado en una responsabilidad pública importante. Es innegable que este documento que ha regido durante dos décadas los intercambios comerciales de América del Norte, ha servido de mucho, aunque es verdad que ya es tiempo de revisarlo, teniendo en cuenta que es poco creíble que este tratado comercial sólo haya beneficiado a México. Mediante este instrumento, los tres países involucrados han ganado.

Si alguien ha sido prudente durante todo el camino es el secretario Guajardo. No se ha impuesto la toga de la sabiduría, sino que se ha detenido a escuchar con atención el testimonio y las propuestas de cuantos pasaron por ese sinuoso camino y que, como él, han dado seguimiento puntual a la evolución del TLCAN durante todos estos años. El señor Ross llegará con sus casi ocho décadas a cuestas, a quejarse al estilo Trump o las empleará para verter una nueva propuesta que sea atractiva, pero a ojo de buen cubero no creo que los representantes de Estados Unidos tengan muy claros sus planteamientos. Es decir, que tal vez el primer saque verdadero y serio deba provenir de lado sur del Río Bravo. Quizá será la reunión más importante de cuantas hayamos tenido en el exterior o en tierras mexicanas durante los últimos 20 años. Aunque también debemos tomar en consideración el diálogo comercial para ampliar y madurar el acuerdo comercial de México con la Unión Europea que está en marcha y en buenas manos.

Por su parte, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, prácticamente ha amarrado algunos acuerdos con el señor Trump en la Casa Blanca, el pasado lunes. El preludio lo conocemos, pues unos días previos a dicha reunión, la Secretaria de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, ya expresaba su firme posición dándole un revés al Secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, manifestando que su país respondería con aranceles ante una eventual escalada proteccionista de los Estados Unidos. Con ese tono llegó el premier canadiense a la avenida Pensilvania. Otro instrumento de presión ante Estados Unidos empleado por el premier canadiense, es su sobresaliente gestión ante la Unión Europea para fortalecer su ya destacado acuerdo comercial, calificado como inédito.

Ellos podrán decir misa, si gustan, pero en los asuntos de negocios no hay nada escrito. Canadá es un buen amigo de México, lo reconocemos. Eso cuenta mucho, pero hay muchos otros factores que son importantes. Los canadienses y los mexicanos tienen empresas que funcionan coordinadamente para que el mercado funcione usando las ventajas que proporciona el TLCAN, y en esta guisa también están inmersas las empresas de Estados Unidos.

Los tratados comerciales hacen que las economías se vuelvan simbióticas, por eso, después de poco más de dos décadas de vigencia de TLCAN, todas esas redes de negocios hierven en un espeso caldo de intereses que será muy difícil deshacer. Lo mejor es seguir adelante y desarrollar nuevas fórmulas que permitan un constante perfeccionamiento.

En esta misma columna, en nuestro artículo titulado Diálogo Social en Norteamérica, sugerimos que la parte mexicana eventualmente propusiera  la creación de una nueva instancia; un foro permanente que garantice la participación ciudadana de los tres países, donde converjan, discutan y tomen acuerdos las asociaciones empresariales, uniones de productores, pymes, emprendedores, trabajadores, regiones y demás sectores de interés, para alimentar la evolución del TLCAN, ya que para ellos fue hecho este instrumento comercial hemisférico. Ello evitaría que cualquier disparate que proviniera de alguno de los gobiernos firmantes, trastocara las bases sociales en las que se fundamenta un mecanismo de intercambio económico como éste.

Las próximas semanas nos tendrán al filo de la butaca. Estaremos muy pendientes de la evolución del proceso de diálogo político y la negociación del replanteamiento del TLCAN entre Canadá, Estados Unidos y México.