México 404

Una Reforma que no sabe a dónde ir

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Para llegar a un lugar es necesario saber a dónde se quiere ir. Esta pareciera ser la premisa que mejor describe a la Reforma en Telecomunicaciones de nuestro país.

Ciudad de México.- La Reforma de Telecomunicaciones ha carecido de una narrativa clara que logre explicar los motivos que le dieron origen y el contexto de la misma en el interés público y proyecto de desarrollo nacional. Esta presenta contradicciones fundamentales, por un lado parece que busca revertir la alta concentración de mercado de algunos jugadores, al prohibir explícitamente que ningún agente económico pueda tener más del 50 por ciento de participación de mercado, sin embargo, unos párrafos más adelante, en el mismo acto jurídico, se crea la figura de una Red Nacional en la banda de los 700 MHZ, dando lugar a un monopolio publico/privado. Así de clara la confusión, así de clara la falta de brújula de una reforma constitucional.

Otra carencia fundamental de la Reforma es la falta de definición de lo que debe constituir un Plan Nacional de Banda Ancha, así como una definición explícita de una política de Acceso Universal, la cual es de facto la visión de un Estado, frente al paradigma de desarrollo contenido en acuerdos y tratados internacionales, como Sociedad de la Información y el Conocimiento.

Es claro que las telecomunicaciones hoy en día, por su carácter convergente, representan el gran cambio tecnológico de nuestra era. Las naciones como la nuestra deben hacer todo lo posible por aprovechar al máximo estas tecnologías, con un espíritu integrador, democrático y solidario. Es imperativo para el desarrollo de una nación, que la revolución de las telecomunicaciones y tecnologías de información sea un motor y no un factor adicional de división y marginación de su población.

El Instituto Federal de las Telecomunicaciones (IFT) es el nuevo órgano regulador que nace también de la citada reforma, el cual tampoco logra atinar hacia dónde quiere llegar, ni qué instrumentos tiene a su disposición para ello. Así, sin brújula ni narrativa de origen, el IFT no logra construir la visión de un mercado competitivo que logre impulsar el desarrollo de más y mejor infraestructura de telecomunicaciones, para que la Sociedad de la Información y el Conocimiento sea una realidad.

Una muestra evidente de la falta de claridad de objetivos es la reciente declaración de dominancia en televisión de paga, por parte del IFT para Grupo Televisa.

A fin de poner en contexto mi comentario es preciso entender, que durante los últimos años en México y en muchas partes del mundo, las redes de cable han sido las principales competidoras de las redes de par de cobre de los operadores incumbentes. En México no es posible entender que hoy una conexión residencial de 10 MB cueste solo 400 pesos, mientras que apenas hace unos meses su costo era considerablemente más alto. Un escenario así no era posible imaginarlo hace varios años. Sin embargo, esto es solo una realidad para aquellos que tienen acceso a una Red de Cable, que a su vez haya recibido las inversiones necesarias para tener la robustez suficiente para manejar estas capacidades.

En el caso de los Estados Unidos, en 2010 el entonces Comisionado de la FCC, Michael Powell, reconoció en varias ocasiones que las redes de Cable eran la apuesta más segura que se tenía para que en el corto plazo se pudiese aumentar el promedio de velocidad de conexión de los estadounidenses en sus hogares, ya que ofrecían la posibilidad de ofrecer una conexión a más de 100 MB a cualquier usuario con cobertura Vs. los 10 MB de los proveedores tradicionales de telefonía.

La declaratoria de dominancia a Televisa, por parte del IFT y las posibles medidas de regulación asimétrica que determinen tendrán un claro impacto en la capacidad de inversión y modernización de una de las redes de cable más importantes del país (más no de alcance nacional) y con ello la posibilidad de que un mayor número de mexicanos tengan la opción de acceder a un Internet más robusto y más accesible. Asimismo, esto también afectará las decisiones del jugador incumbente, ya que atenuando la capacidad competitiva de la red alterna a la suya, este no requerirá llevar a cabo inversiones para competir y mejorar la capacidad y velocidad de su vieja red de par de cobre.

En resumen, con esta medida regulatoria todos perdemos, porque todos aquellos que tenemos acceso a Internet a buenas velocidades y a precios competitivos, sabemos lo trascendente que para nuestro desarrollo es, no solo estar conectados, sino bien conectados. Sabemos que necesitamos que un mayor número de mexicanos puedan tener a la mano más opciones de mercado y no tener como única opción el acceder a Internet de Banda Ancha mediante programas “sociales”, porque a falta de brújula para desarrollar un mercado competitivo, solo se tendrá a papá gobierno para “reparar” lo que haga falta, ya sea mediante la creación de un “Rey Midas” en turno, o bien con el dinero de todos, que muchas veces es lo mismo.

Ciudadanos 1.0

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El reporte “Networks and Citizenship: Using Technology for Civic Innovation”, enumeró varias de las dimensiones que significa ser ciudadano en la era del internet.

Ciudad de México.- El Estado de Derecho es tema central hoy en nuestro país. Es casi imposible que no esté presente en gran cantidad de mesas de debate públicas y privadas, y es objeto de análisis de los principales editorialistas. Hablar de ello es imperativo por el momento que vivimos, pero más aún por el hecho de que durante años no lo fue.

Hace ya 20 años, cuando tuve la fortuna de trabajar en la coordinación de asesores del candidato a la presidencia, Dr. Ernesto Zedillo, recuerdo haber leído un estudio sobre el sistema de justicia de nuestro país, abordado desde una perspectiva económica y administrativa. El estudio planteaba que el sistema en su conjunto tiene una capacidad finita y que la demanda supera por mucho la oferta. Dicha capacidad, señalaba el estudio, es “ acaparada por un pequeño grupo de usuarios de mayor solvencia económica, que deja al resto sin el vital servicio.

La conclusión a la que se llegaba era contundente: En México, la probabilidad de que un ciudadano cuente con el servicio y la protección del sistema de justicia es muy baja, y de hecho nula para una gran mayoría de mexicanos. No hay plazo que no se venza. No hemos logrado construir una ciudadanía con plenos derechos y seguridades, sino que hemos hecho de la desigualdad moneda política de cambio. De otra manera no se entiende cómo hipotecamos nuestro sistema educativo y justicia a favor de una estabilidad que, por definición, no ofrecía un futuro de país y nos condenaba a un desenlace fatal en el que hoy tenemos un Estado “funcional” que simplemente observa cómo los mexicanos nos afectamos unos a otros, en el que es posible que haya más de 29 000 desaparecidos y no pase nada, que tantos mexicanos extorsionen diariamente a otros más, que ser “ladrón pero eficaz” sea ahora el parámetro para medir a un político o funcionario público calificado.

Sin embargo, sí hay una ruta que seguir: construir ciudadanía. ¿Cómo hacerlo? Hay muchas tareas por realizar, pero al abordar este reto desde la perspectiva de esta columna editorial, se sugiere cómo abonar a esta construcción aprovechando las posibilidades tecnológicas de nuestra era.

En 2011, el Instituto Aspen publicó el informe Networks and Citizenship: Using Technology for Civic Innovation, en el que señaló las dimensiones de lo que significa ser ciudadano en la era del internet y ofreció al mismo tiempo algunas recomendaciones de política pública, de las cuales vale la pena resaltar la siguiente: “Colocar un tablero en el que se visibilice qué tan bien actúa el gobierno” y “qué tan bien actúan los ciudadanos”. Con esta propuesta se busca monitorear y hace públicas una serie de métricas que den claridad al desempeño del gobierno y a su responsabilidad frente a la ciudadanía, pero también se mide el desenvolvimiento de los ciudadanos. El argumento de fondo es que publicar esta información serviría de modelo para el comportamiento tanto de los responsables de gobernar como los gobernados, para alinearnos en torno a una meta común.

Además de lo propuesto por el Instituto Aspen, es necesario poner en perspectiva el fenómeno de las redes sociales como factor de cambio. Si hoy es posible tener en una red social más de 1000 amigos, ser retwiteado 100 000 veces y recibir millones de likes, podemos asumir que es factible medir los servicios netos que recibimos por parte del gobierno en cada rubro de sus actividades y medir nuestra responsabilidad ciudadana y contribución general al bienestar de la nación. Es importante recalcar que el Estado somos todos, y que el gobierno es el que nos damos como sociedad. En la era de las redes sociales es posible sumar a cada ciudadano para llegar al resultado final de construir una sociedad más justa, más equitativa y más libre.

Nuevas herramientas para un viejo problema

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Cada vez más, los elementos físicos, tanto de infraestructura que componen una ciudad, como sus habitantes, están generando una gran cantidad de información que es necesario procesar para diseñar y planear el futuro de una ciudad.

Ciudad de México.- La planeación urbana en nuestro país es uno de esos tantos temas que son determinantes para nuestro desarrollo como sociedad pero que, una y otra vez, se maneja de forma discrecional o, en el mejor de los casos, con un alto grado de incompetencia.

Todos hemos visto un edificio, centro comercial, estadio, calle o puente que claramente pensamos: ¿A quién diablos se le ocurrió hacer esto? Cotidianamente observamos como, misteriosamente, aparece un edificio de veinte pisos en una calle en donde solamente hay casas de cuatro, o bien, un conjunto de oficinas en medio de una zona residencial, así como un gimnasio, papelería o escuela que, poco a poco, va creciendo en espacio hasta convertirse en un nudo vial con consecuencias negativas para los vecinos.

La realidad es que los Planes de Desarrollo Urbano son, en la práctica, una especie de Constitución local que plasma en ellos la evolución de nuestra sociedad; las actividades económicas que se llevan a cabo, la dinámica de los flujos de personas en su desplazamiento diario, el tipo de transporte disponible, la calidad de los espacios para la recreación y expresión cultural, etcétera.

La evolución del urbanismo como rama de la arquitectura ha sido notable en las últimas décadas y su contribución la podemos apreciar en muchas ciudades modernas del mundo. Estas son expresión de un trabajo complejo, especializado y multidisciplinario. Hoy el urbanismo se nutre de la visión y aportación de una gran cantidad de disciplinas y, recientemente, del análisis y procesamiento de grandes cantidades de datos para una planeación cada vez más efectiva y eficiente en el uso de recursos.

-Hoy, afortunadamente para los ciudadanos -y estoy seguro que para muchas autoridades locales- no están solos ante el reto de llevar a cabo una mejor planeación de nuestras ciudades, ya que pueden utilizar al Internet como una plataforma de cooperación multidisciplinaria con alcance internacional. Permitiendo abrir el proceso de definición a especialistas y no especialistas que valoren las características de la geografía del lugar, de su particular demografía, de sus capacidades económicas, y de su dinámica social y cultural. Todo esto a fin de construir una auténtica planeación urbana basada en un enfoque científico, utilizando datos duros y tomando en cuenta las mejores prácticas internacionales en esta materia.

Hace aproximadamente un año, John Tolva, el Jefe de Tecnología de la Ciudad de Chicago, en una conferencia exponía como hoy los “arquitectos tradicionales” y los “arquitectos de información” enfrentan el mismo problema con herramientas y especialidades diferentes, y en donde ambos tienen soluciones a los problemas que enfrentan cada uno. La realidad, señala Tolva, es que cada vez más, los elementos físicos, tanto de infraestructura que componen una ciudad, como sus habitantes, están generando una gran cantidad de información que es necesario procesar para diseñar y planear el futuro de una ciudad, anticiparse a sus necesidades y proponiendo nuevas formas de convivencia y desarrollo.

No obstante, a lo que señala Tolva como un gran reto presente en todo ejercicio de planeación urbana, lo puntual es que hoy las herramientas necesarias para hacer una mejor planeación, están disponibles a cualquier oficial municipal del mundo.

Cabe señalar que el camino a la modernidad no solo pasa por grandes reformas, la realidad es que caminar hacia el desarrollo social y económico es realmente un compromiso con nuestro tiempo, esto es, echar mano del avance tecnológico, del conocimiento, de las nuevas formas de atacar problemas añejos con herramientas nuevas y sobre todo, un compromiso con nosotros mismos y de como aspiramos a vivir en sociedad. La planeación urbana puede sonar como algo lejano, algo que incumbe a especialistas, sin embargo, la realidad es que esto tiene todo que ver con transitar hacia una sociedad más incluyente y más justa.

Para cerrar esta entrega, quiero insistir en una idea central que ha regido siempre mi acercamiento con la tecnología y es que el Internet es la gran herramienta de cambio social de nuestra era. En ella podemos encontrar la solución a una gran cantidad de los problemas que nos aquejan como sociedad, redefinir nuestra relación con el gobierno que nos damos y avanzar en nuestra capacidad de ciudadanos de definir las reglas que rigen nuestra convivencia.

Retos de la Tecnología para el Tercer Sector

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La revolución tecnológica actual está provocando varios cambios.  El primero en sentirse es el económico, ya que algunos mercados, los más eficientes, procesan rápidamente los acontecimientos. A continuación vienen los sociales, los que tienen que ver con instituciones y sistemas de gobierno que tardan muchos años en reconocer y adaptarse a la nueva realidad.

 

El hilo conductor de la revolución tecnológica es la redistribución de poder entre los actores.  Este nuevo equilibrio de fuerzas transforma las instituciones y los sistemas de gobierno, ya que lo que comúnmente se conoce como  la fuerza del pueblo hoy  se está constituyendo como una colectividad que opera de manera directa.

 

En Estados Unidos y otros países, en el contexto de la competencia electoral por puestos de representación se entiende a Internet y sus aplicaciones como herramientas fundamentales para lograr un triunfo en las urnas. Sin duda el ascenso a la presidencia de  los Estados Unidos del organizador social  que es Barack Obama no se explica cabalmente sin el poder social que es posible gestionar mediante Internet. Curiosamente, mucho se habló de Facebook como agente principal de este cambio, pero la realidad es que la red social por excelencia no se encontraba todavía en su máximo apogeo. Tampoco fue un algoritmo mágico y de patente especial que haya conseguido el deseado efecto de comunicación y acción. La herramienta utilizada fue el correo electrónico. Los asesores del entonces candidato presidencial sabían que el éxito radicaba en dirigir y encauzar la comunicación para articular el poder de la sociedad. Para ello no se podían repetir las fórmulas conocidas de los medios tradicionales, de modo que, por primera vez, se trató de conectar. ¡Sí, conectar! Conectar con un lenguaje directo y personal, privilegiando la conversación sobre el mensaje sórdido masivo. Fue así como un medio, Internet, se utilizó como la gran herramienta para comunicar y convocar el voto y la acción a favor de una causa, a favor de un candidato.

 

Si es cierto que Internet y sus tecnologías ha sido aprovechado por aquellos que buscan ocupar puestos de representación popular, lo es también el hecho de que estas herramientas deben ser manejadas por el llamado tercer sector, ya que a través de las organizaciones no gubernamentales (ONG) el juego democrático se enriquece, se generan equilibrios y contrapesos al poder político y se contribuye a mantener una voz ciudadana en los asuntos de interés público.

 

En México, el tercer sector está llamado a cumplir un papel fundamental. Es necesaria la participación ciudadana para que el interés de estado ya no sea monopolio del gobierno o de un grupo de interés determinado.

 

Más que nunca, las ONG necesitan adquirir habilidades e influencia en el nuevo terreno de la comunicación. Tienen que ser innovadoras, mostrar arrojo para hacer oír sus causas y sobre todo ser auténticas y directas para sumar voluntades.

 

Además, el reto es doble,  ya que para tener éxito deberán asumir un compromiso con la transparencia y el rendimiento de cuentas. Toda organización debe operar bajo el entendido de que en esta nueva era, en la que es posible llegar a una gran cantidad de personas utilizando para ello un simple dispositivo de cómputo, no se sostienen engaños ni simulaciones.