Hoy les quiero hablar de una de las características de algunos bienes dentro de la economía, y es que son escasos; es decir, existen cantidades limitadas, mientras que las necesidades de los consumidores son ilimitadas. En la mayoría de los casos es el mercado que permite llegar al equilibrio entre la oferta y la demanda, al aumentar el precio y, por ende, cubrir la poca demanda (por un alto precio). Así funciona el mercado teóricamente hablando. Su comportamiento ya en la vida diaria, en la llamada realidad es un poco diferente o tal vez la palabra correcta para referirnos a su comportamiento es distinto, y muy distinto al menos para el bien o el tema de los ingresos.
Cabe aclarar que el ingreso de las familias, conocido como sueldo o salario, deviene de una mercancía llamada trabajo. Dicha mercancía es atípica porque tiene muchas necesidades propias como es el vestir, calzar, comer, entre muchas otras.
¿Qué pasa ante la escasez del bien ingreso? ¿Cómo funciona el mercado ante dicho comportamiento?
La respuesta es muy sencilla, ante la escasez del ingreso, no hay un mecanismo de compensación del mercado; sí del gobierno, pero no del mercado. Existen los programas sociales que compensan la escasez del ingreso; y no digo que tenga algo de malo o que no se está haciendo bien; hay muchos análisis en cuanto a su efectividad y alcance; sin embargo, creo que el mercado no está funcionando debidamente ante la escasez del ingreso de la mercancía llamada trabajado.
En este sentido, son al menos cinco puntos en los que el mercado no está haciendo bien su trabajo ante la escasez del ingreso; a continuación, los mencionare brevemente.
En primer lugar; no debería existir un salario mínimo, porque no está determinado por el mercado; además, es innegable que no contempla las necesidades de los trabajadores, porque con $80.04 pesos (por de 8 hrs. de trabajo al día en México), no se sacian las necesidades básicas de una persona en un mes, y mucho menos de una familia.
La Canasta básica entraría en el segundo lugar, muchos de sus productos están fuera del alcance del salario mínimo; en teoría este salario debería de alcanzar para cubrirla, pero no sucede así y eso que no incluye insumos como la renta, educación, vestido y/o calzado.
La inflación, como tercer punto, controlada dentro del actuar del Gobierno, no cabe duda que es un lastre que afecta a cada uno de los consumidores, los precios deberían ajustarse de conformidad a la demanda y, por ende, no deberían de subir; pero eso no pasa. El cuarto punto, ligado con la inflación, es la pérdida del poder adquisitivo del salario, lo cual es tan cierto como el mismo billete que ya no alcanza para comprar los mismos productos, y no digamos hace años, sino meses.
Ahora el comercio (quinto y último punto), con el resto del mundo, se justifica en cuanto a no hacer lo que no nos conviene producir si en otro país lo hacen más barato. El llamado saldo deficitario de la balanza comercial; aunado al alza del tipo de cambio, hace que se encarezcan las importaciones, y como consecuencia, el poder adquisitivo se vea por los suelos.
No cabe duda que algo no está funcionando bien; el mercado no está autorregulándose ante la mercancía del trabajo y la compensación al salario se vuelve un tema político que deja indefenso al trabajador; y por si fuera poco, se conjunta con un problema de creación de empleo (aumento de la tasa de desempleo) que hace que el problema de la escasez busque métodos de compensación ya no oficiales, sino extraoficiales, como el mercado informal en el mejor de los casos, y hasta el aumento de la delincuencia en el peor de ellos.
No queda más que dejar que el mercado, dirán los teólogos del libre mercado, se autorregule y quitarle el peso de las decisiones gubernamentales. Mientras que los pro-intervención del Estado justifican que es necesario tomar medidas ante terrible falla del mercado, la realidad dice que es insostenible esta situación; que se debe permitir a los trabajadores tomar mayores decisiones que aumenten de su calidad de vida.
La escasez del ingreso no está determinada en la teoría económica como una falla de del mercado laboral; por lo tanto, resta esperar a que la orientación del mercado tome en cuenta la necesidad de sus actores económicos; o más bien que los actores económicos que influyen en el mercado por fin los tomen en cuenta; y esa orientación no va a cambiar por sí sola; cambiará en la medida en que nos interesemos e involucremos en el quehacer económico. Si logramos eso, ya no estaríamos añorando los derechos de otros países, sino por fin estaríamos cuidando y defendiendo los nuestros.