Hiperinflación a la mexicana

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Como este término causa mucho miedo usarlo, mejor seguimos la ruta institucional de decir que es “una inflación creciente por encima de la estimación para este año”; además, ya se tomaron acciones correctivas, y se contempló enfrentarla con el reciente aumento al salario mínimo, el mayor en los años recientes.

Sin embargo, 2017 es un año lleno de tintes de hiperinflación, término que se ocupa ante una subida del nivel de precios muy rápida y continua, teniendo como principal efecto, un encarecimiento de la canasta básica ‒haciendo inaccesibles bienes de costos elevados‒ y, a su vez, provoca que la gente no retenga el dinero, desincentivando el ahorro y, por ende, encareciendo el crédito, comprometiendo el consumo futuro ante el endeudamiento presente. Esto deriva, para algunos casos, en actos violentos, que no se justifican pero que son efecto económicos reales y palpables; dado lo anterior, más el derroche de dinero por las campañas políticas, nos espera un año difícil; en pocas palabras, es un panorama no muy alentador para 2018.

Hagamos que hablen los números y no sólo mi apreciación personal. Según datos del Banco de México, la inflación acumulada a enero de 2017 era de 1.7 %; mientras que para noviembre fue de 6.15%. Representando un aumento de 261%. Sí, “doscientos sesenta y un por ciento”. Pero, igual esa cifra no es tan relevante; veamos el dato de inflación anual, misma que pasó de 4.72% en enero de 2017 a 6.63% para noviembre, lo que representa un encarecimiento de las cosas en un 40.4 %; y a esos datos es lo que yo llamo “hiperinflación”; pero, como decía en el primer párrafo, podemos llamarle inflación alta que empieza a controlarse.

La pregunta pertinente que debe seguir es saber si ¿es realmente el mercado el que determina la tasa de inflación? ¿Es el mercado el que determina el aumento en los precios de los productos y/o servicios?

Al menos en el modelo económico “de libre mercado a la mexicana” no es así. El mercado no decide nada. Se le achaca a la “competencia” la disminución de algunos precios pero, en general, todo ha aumentado de precio. Y, para no poner en duda todo lo que se ha dicho, los invito a buscar un ticket de compra de diciembre de 2016 y verán que todos, absolutamente todos, los productos de ese ticket ahora valen más, y no fue el mercado quien determinó que así fuera; no, no fue así, y no será así por más que lleguen a repetirlo.

Y no es así, querido lector, simplemente porque para cualquier empresa es insostenible mantener los precios, si los insumos y los costos de transportación aumentan mes con mes. El aumento a los precios de la gasolina es el principal insumo de la “hiperinflación a la mexicana”, recordemos que para julio de 2010 el litro de magna estaba en 8.63 pesos, y ya en diciembre (13 de diciembre de 2017) está en 16.45 pesos por litro, lo cual es un aumento del 96%. Y eso no lo decidió en absoluto el mercado, fue una (más bien, “es”) política gubernamental. No hay propuestas reales para realmente poder dejar en desuso la energía fósil, no hay alternativas para el uso real de energía limpia. Deberían existir financiamientos gubernamentales para que puedan consumirse autos ya sea híbridos o eléctricos, pero no, se sigue apoyando al sector automotriz convencional porque genera empleo, y ése es un dato muy importante de mantener, pues recuerden que es el eslogan del “sexenio del empleo”. Son una serie de decisiones contradictorias entre sí, que se justifican institucionalmente y, desafortunadamente, los costos son asumidos por el grueso de la sociedad.

Cabe mencionar que tampoco fue decisión del mercado el aumento al transporte público que se dio en este año; debemos enfatizar que el servicio no es de calidad y, de hecho, ha aumentado muchísimo la inseguridad; es un secreto a voces que están coludidos los asaltantes y los diferentes ramales del transporte público, sin dejar de lado a las autoridades encargadas de velar por la seguridad.

La realidad nos dice que la población tiene un ingreso que está por demás polarizado, y que más del 50 por ciento, vive en la pobreza, por lo que la inflación es un indicador vital para el día a día y para todos.

Finalmente, recordemos que, en lo que va de 2017, pagamos 40% más por muchos productos; ésa es la realidad económica con la que concluye este año; ésa será la base de un 2018 lleno de incertidumbre política; escucharemos miles de propuestas que solucionen todos y cada uno de los problemas que nos atribuyen como sociedad. Se vienen muchas promesas y una realidad latente. No, no es el mercado quien los va solucionar, y mucho menos quien los provoca, de esa realidad debemos partir.

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