En redes sociales, propiamente en el perfil de una extraordinaria profesora leí que ella “quería vivir en el México del Quinto Informe de Gobierno”, y ante todo “lo bueno que pasa” (quién no, ¡¿eh?!). En su momento me pareció muy divertido por el tono sarcástico; sin embargo, analizando el contexto es evidente que estamos expuestos a una de las campañas mediáticas de promoción personal sin precedentes. Ya sea que vayas en el transporte público (radio), en casa (televisión) o hasta en el celular al reproducir algún video, nos llenan de “las cosas buenas” que están pasando en México.
Se parte del supuesto que ante la repetición vendrá la aceptación y/o la credibilidad. ¿Será que en verdad mi percepción de la realidad es tan negativa? Tal vez mi percepción se debe a que sólo sigo indicadores “negativos” como la deuda, el desempleo, el irrisorio salario mínimo de 80.04 pesos. Debo de dejar de ver el nivel de pobreza, que no me debe de interesar los casos de corrupción latentes.
Eso es a nivel interno; a nivel externo, antes al menos los que decidían cambiar esa realidad, arriesgaban su vida y se iban a Estados Unidos, pero ahora con Trump y con su inestabilidad emocional y decisiones viscerales, ya ni eso es opción.
En las cosas “buenas” que están pasando, se habla de “finanzas sanas”, sin mencionar la palabra “déficit”; se habla de inversión extranjera, pero no de inflación y migración. El informe debe incluir no sólo “lo bueno”, eso es su obligación, deben hacer las cosas bien. Se debe no sólo decir, sino permear, sentir, vivir que en verdad las cosas van bien. Que a título personal no las siento así, y dudo que muchos de los que lean estas palabras les pase lo contrario.
Simplemente, dudo que alguien, en su sano juicio, se crea lo que se dice en el Quinto Informe de Gobierno; esto es así porque, desafortunadamente, son indicadores que evidencian una realidad muy distinta y diferente. La inseguridad se palpa día a día, y si no es a nivel personal, es a nivel del primer círculo de cercanía que sabemos que fueron víctimas de la misma. Policías corruptos, funcionarios corruptos y sus excusas de errores administrativos ante la evidencia de su dolo en su actuar.
A varios meses del socavón en Morelos, no han rodado cabezas importantes; el titular de dicha dependencia es intocable, pase lo que pase, su estrategia a seguir es el olvido social. Y, por si fuera poco, está saliendo a la luz pero a través de redes sociales, a la par y en contraste de los spots del informe, el caso de corrupción llamado “La estafa maestra”, que de ser cierta la información, estamos ante el más grande caso de desvío y corrupción no sólo del Gobierno, sino de sus universidades afines.
¿Por qué gastar tanto en difundir el informe? ¿Por qué no usar esos recursos en gasto social o en gasto de inversión que es el rubro que más impacta positivamente a la economía? ¿Por qué no preguntar en qué gastarlo? Esa percepción de inclusión podría cambiar el impacto de todos esos recursos mal gastados. No es una inversión, eso deben de entenderlo al menos para su próximo (y último) informe.
En ese sentido, deberían invertir en un mecanismo de interacción social con el Gobierno o de inclusión en el rumbo del quehacer económico. Como sociedad hemos cambiado mucho, demandamos y necesitamos cosas diferentes día a día; y no hay algún cambio en la forma de gobernar desde que se conformaron los actuales mecanismos de representación. Deben dejar de hacer oídos sordos en muchos temas, y principalmente en la demanda de seguridad e inclusión social.
Estamos a años luz de los países desarrollados en temas de corrupción, seguridad y en temas económicos, principalmente. Es por eso que la pobreza del Quinto Informe de Gobierno no sólo radica por sus números a modo, ni en su estrategia mediática, sino que realmente no logra involucrarnos con el quehacer diario. El titular del Ejecutivo Federal podrá posar con tantos beneficiarios de su gobierno como él quiera, acción que ha hecho desde campaña, en donde aseguró que no subirían los precios de las gasolinas y todos sabemos cómo termino esa historia.
Lo que es cierto, es que la estrategia mediática afecta el corto plazo, invade y transgrede nuestros espacios, para intentar convencernos de que vamos bien; sin embargo, se olvidan que el uso excesivo de la misma provoca fastidio y hartazgo a largo plazo. Por lo que es incompleto e insuficiente decir lo “bueno” que está pasando, si no se enlista, todo lo malo y, sobre todo, que no se hace nada. Son dos caras de un mismo informe: pobre desde su contenido y alcance real; y muy ambicioso en su estrategia de posicionamiento mediático.