Alonso Ancira Elizondo, llamado por algunos medios el Rey del Acero, quien fuera Director y Presidente del Consejo de Administración de la siderúrgica Altos Hornos de México, y ocupara destacados cargos dentro de las mayores organizaciones empresariales del país, es uno más de los personajes que se une a los implicados en la denuncia hecha por Emilio Lozoya Austin, detonante de otro de los escándalos de corrupción entre empresarios y funcionarios en el régimen de Enrique Peña Nieto, que fue extraditado de España, y hoy es procesado por el delito de lavado de dinero por haber vendido a sobreprecio a Petróleos Mexicanos la planta de Agro Nitrogenados, ubicada en Coatzacoalcos, Veracruz.
Ancira, originario de la Ciudad de México, con residencia actual en Monclova, Coahuila, de sesenta y nueve años de edad, egresado de la Universidad Anáhuac, con un largo historial en la industria del acero nacional, no es la primera vez que se encuentra involucrado en asuntos malolientes, pues anteriormente huyó a Israel, de donde regresó al resolverse graves problemas de administración en la principal acería del país, que le fuera vendida en 1991 en el régimen de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), época en que se transfirieron trescientas nueve empresas estatales a la iniciativa privada, bajo la premisa de que el Estado es mal administrador, de acuerdo con Milton Friedman, padre del neoliberalismo, pandemia economicista que azotó al mundo a finales del siglo XX e inicios del actual.
Gran parte de la economía de Monclova y poblaciones del centro de aquella entidad depende de Altos Hornos de México. Fue fundada en 1941 y durante décadas dirigió esta paraestatal, Harold R. Papé, un norteamericano de ascendencia judía, que creó gran número de empleos (en la década de los sesenta se calculaban dieciocho mil trabajadores sólo en la planta central) pero también un grupo de diez millonarios que formaron empresas de materias y servicios; el señor Papé, como era comúnmente nombrado, creó más de diecisiete empresas de su propiedad alrededor de la misma. La población creció de cinco mil a ochenta mil habitantes en aquella época de auge y bonanza. Su “contrapeso” era el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, liderado por Napoleón Gómez Sada, padre del actual senador Napoleón Gómez Urrutia.
El mayor cargo que pesa sobre el empresario capitalino es el de lavado de dinero, quien aprovechó la administración del Enrique Peña Nieto para revender la empresa en condiciones deplorables, se dice chatarra, Agro Nitrogenados a PEMEX, en más de quinientos millones de dólares que, conforme a la Auditoría Superior de la Federación, reveló el sobreprecio de doscientos diecinueve millones de dólares aproximadamente, al que habría que cargar los intereses de dicha suma. Si a ello se agrega que este asunto está ligado a los sobornos de Odebrecht, empresa brasileña dedicada a la corrupción de funcionarios de diversos países para obtener jugosos contratos, el asunto de Ancira se agudiza.
Otra de las malas jugadas del empresario fue el haber acusado el 11 de diciembre de 2020, al presidente Andrés Manuel López Obrador, por las declaraciones que hizo sobre el tema en una mañanera y referirse a su persona, con los cuales afectaba su “honorabilidad” y por lo cual el Titular del Ejecutivo debía darle una disculpa pública. La acusación fue desechada por los tribunales federales por no encontrar elementos que sustentaran dichas afirmaciones, por lo que se echó un alacrán al seno, aunque todos sabemos que lo de AMLO “su fuerte no es la venganza”.
Por ahora, desde el 4 de enero del presente año, Ancira Elizondo se encuentra en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, en prisión preventiva, y con la esperanza de llegar a un acuerdo resarcitorio por los más de doscientos millones de dólares con el sigiloso Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, que no suelta prenda sobre esta reparación del daño causado en perjuicio de Petróleos Mexicanos. Todos los recursos de sus abogados porque lleve su proceso en libertad han sido vanos, bajo el argumento del juez de control, quien se resguarda en el concepto de que el procesado está en “riesgo de fuga”. También debido a que el acusado tiene la nacionalidad estadounidense.
¿Será Ancira de aquellos 23 magnates mexicanos que acumularon una fortuna de 48 mil millones de dólares, en el boom del neoliberalismo de Salinas y sucesores? “Sólo Dios y los americanos” como dicen en mi pueblo, al no saber la respuesta.
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Excelente artículo.