México 2018: ¿Quién elige?

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Recién inicia el proceso de elección para el titular de Ejecutivo Federal en México, las caras de los candidatos se empiezan a conocer, y me llaman la atención palabras sin sentido que hizo el precandidato único del PRI: Llevaremos a México al lugar de potencia mundial que le corresponde, la vieja promesa PRIista de sacar al país de la pobreza; aun y en contra de su propia actuar, ya que él como Secretario de Hacienda puso en marcha los llamados ajustes que trajo consigo la reforma energética, los así llamados gasolinazos; que han afectado a la economía y que tanto han impactado directamente en el nivel alto de inflación; y por otro lado, en su año como Secretario de Desarrollo Social, no hizo nada que cambiara el panorama de la pobreza en México, como buen institucional sólo dio continuidad a lo que se venía haciendo.

De eso hablamos de continuidad, y me queda claro que bajo este camino que se trazó no vamos a llegar al primer mundo, nunca, e impensable ocupar un lugar como potencia mundial. Por lo que me cuesta trabajo creerle cuando dice que “llevaremos a México al lugar de potencia mundial que le corresponde”, mismo que será un eslogan más de las tantas ofertas de primer mundo que escucharemos en los siguientes meses, desafortunadamente.

Y sí, tiene experiencia y sabe acatar decisiones, se integra y hace equipo, eso es visible al ser parte de los funcionarios de élite en dos sexenios, de partidos “opuestos”; en ese sentido, ya fue Secretario de Hacienda (varias veces), de Relaciones Exteriores, de Desarrollo Social, de Energía, y actualmente ocupa el puesto de precandidato único para aspirar a la Presidencia de la República por el PRI; porque al fin y al cabo vienen siendo su nuevo puesto que le toca desempeñar.

La continuidad del modelo económico, que él representa, va en contra de éste su primer eslogan de campaña; porque para ser potencia mundial, se necesita una industria sólida en sectores prioritarios y no sólo manufacturas; un sector agroalimentario consolidado que es la base del crecimiento, se necesita un salario realmente competitivo para consolidar la demanda, con una muy buena línea de ingreso. Abatir la inseguridad y la corrupción, y desafortunadamente hablamos que representa a la clase política más corrupta, véase los ex-gobernadores procesados o con una orden abierta. Su candidatura, deja de lado todo aquello que de alguna manera como funcionario público llegó a hacer.

El orden político, con su particular política económica a seguir, no dejará perder sus privilegios que han obtenido hasta ahora para cumplir con ese eslogan. Se necesita inversión en educación; ser potencia mundial, invertir en investigación, desarrollar e impulsar innovación. Es simplemente lograr un cambio de chip, y no, la continuidad no privilegiará ese cambio de chip.

A 5 años del regreso del PRI a Los Pinos, no hay mejora en la calidad de vida, y por el contrario junto con el desinterés de Mancera, han hecho que al menos en la Ciudad de México, la violencia e inseguridad sea el pan de cada día.

La clase política y su interés de perpetuarse en ésta, nos evidencian su desinterés en el quehacer diario de la gente; ya se olvidaron, y es moneda política la situación de los afectados por los pasados sismos de septiembre. Mancera se irá sin hacer nada (real) por ellos, esos créditos que pretende otorgar, no deberían ser créditos.

Mi columna de hoy encabezada con la pregunta de “¿Quién elige?”, según las instituciones, será la misma gente; sin embargo, y sin temor a equivocarme, no es ni será. Mancera abandonará el barco sin sentido que ahora tiene, sin rumbo y a la deriva nos dejará a los capitalinos; con un sistema de transporte ineficiente y con un nivel de inseguridad como cuando gobernaba el PRI en la Ciudad de México; los funcionarios de élite dejarán de lado sus “importantísimas” reformas, tanto hacendaria y educativas para buscar dar continuidad no a un partido en el poder, sino un sistema político y económico, mismo que jamás, pero jamás nos llevará a ser potencia mundial.

Una verdad a voces es que Meade será invariablemente el nuevo Presidente de México para 2018; simplemente porque el sistema político-económico-electoral del país así ya lo decidió. No nos tocará ser potencia mundial, y no por la sencilla razón que la política económica no se encamina a ese fin, pero pues suena bonito como eslogan, y será explotado hasta la saciedad; lo respaldará su “enorme experiencia”, carrera pública “intachable” y su “amor por México”. Además de él, la contienda electoral del próximo año tendrá muchas caras (varias de ellas “independientes”), pero desafortunadamente el sucesor está decidido. Ahora toca jugar a la democracia, obviamente con sus descalificaciones, escándalos políticos, compra de votos, coacción en la intención del voto, y movimiento de encuestas a modo.

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