Voto 2018: la mercancía en escasez

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La escasez se define, según el diccionario de la lengua española, como la “poquedad o mengua de algo”; o bien como la “pobreza o falta de lo necesario para subsistir”, o la “cortedad, mezquindad con que se hace algo”.

Económicamente la escasez es o representa un desequilibrio entre las necesidades ilimitadas de los consumidores, y los medios de producción limitados para satisfacerlas esas necesidades en algún mercado en particular.

En este 2018, enfrentamos el mercado electoral en su total auge y apogeo; y la mercancía más importante será el voto. En ese orden de ideas, la escasez para 2018 es el voto. El voto como aquella mercancía que quieren obtener (si se puede asegurar comprándola, lo harán) los distintos partidos políticos, y aunque es escasa no les es difícil acceder a ella.

El mercado de votos de acuerdo al padrón electoral del INE para 2018 es de 87’308,602; de los cuales 45’289,761 son mujeres que representan el 51.87%; y el restante 48.13% (42’018,841 votantes) son hombres. Los partidos quieren acceder al mayor número de esos votos. Al hacerlo, les representa enormes cantidades de dinero, desde los puestos que obtienen, como los recursos que se les da con instituciones políticas.

Un gran mercado está en juego, las reglas de juego están dadas, las omisiones y/o lagunas en la ley son las que aprovecharán todos y cada uno de los partidos, para obtener el mayor número de votos.

Eso le da valor creciente a cada uno de los votos; pero son 87 millones; ¿qué tiene que ver la escasez?, y pareciera que no tiene que ver, sin embargo, para 2012 el padrón electoral era de 84’605,812, de los cuales 52’523,288 fueron los que votaron, representando el 62.08%. Con una abstención del 37.92 % (32,082,524 votantes). Hasta acá sigo sin entender la escasez, diría alguien. La coalición ganadora lo hizo al obtener 19’226,784 votos, que representa el 22.73% en relación al total del padrón electoral.

Es ahí que se entiende la escasez, fueron escasos casi 20 millones de cerca de 84 inscritos en el padrón; porcentaje que sería menor si se contempla que somos cerca de 110 millones de mexicanos, los que decidieron el futuro del país en ese momento. Esos votos implicaron la continuidad de la política económica de los últimos seis lustros. Así funciona la democracia representativa en este país. Resultados que hacen cuestionarla, y de hecho salen a colación propuestas como la segunda vuelta, que hace menos llamativos o preocupantes este tipo de resultados.

El mercado electoral para este año, al menos para el INE, implica gastar nada más y nada menos que 18 mil 226.4 millones de pesos, sin contar lo que gastarán cada uno de los partidos. Si en este momento, en la etapa de pre-campaña, ya estamos siendo saturados por todos los medios posibles de sus rostros y promesas de campaña, se viene lo más intenso. Es inconmensurable lo que falta o lo que se viene; calles llenas de rostros maquillados, radio, televisión, ahora internet y en redes sociales.

Todo esto tienen un porqué, ya que el voto es una mercancía escasa de quienes llegan a ir a las urnas, y que son muy pocos; los partidos harán todo lo posible de lo que está legalmente permitido (y también lo que no) para obtener el mayor número de votos que, por cierto, no les sale muy caro obtener.

Un problema que no se ha enfrentado es el abstencionismo, no se trabaja como un punto de mejora de la institución encargada de las elecciones; y eso que en 2006 el nivel de abstención fue del 41.5%, 39.7%, 52.9% para 2012 y 2015 respectivamente. En promedio de las dos elecciones presidenciales pasadas, se espera un 39.7% de abstencionismos para las elecciones de este año.

Se piensa que las campañas mediáticas harán que la gente salga a votar, que no es necesario educar cívicamente a los ciudadanos. No hay cultura cívica sobre el ejercicio de ejercer el voto. No hay conciencia de que el poder ciudadano es el que realmente determinará el futuro del país.

El desinterés generado por el hartazgo hacia los políticos es lo que preocupa más a los partidos, que el abstencionismo mismo. Pero quienes se abstienen de votar, no tienen problema; los partidos, saben qué estrategias pueden hacer con el fin de lograr obtener los votos necesarios para poder ganar; sin embargo, los que promueven la abstención al voto, que por tal o cual cosa les es más incómodo, les genera incertidumbre. Por eso, hasta ahora el voto es una mercancía escasa y de fácil acceso para los partidos; pagan no más de 500 pesos por ese tipo de votos. Sin embargo, sería totalmente distinto si realmente tuvieran que convencer no a 19 millones para ganar, sino a más de 87 millones. Se acabarían las promesas al aire; no harán especulaciones ni encuestas a modo, pero cívicamente no estamos listos para salir todos a las urnas; sería increíble que este 2018 nos regalara ese fenómeno atípico. Ojalá hagamos historia.

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marisol

Estimado licenciado Guerrero, Creo que no entiendo bien cuál sería el fenómeno atípico: 1: Que los partidos tuvieran que convencer a más de 87 millones de inscritos en el padrón electoral, o 2: que todos estuviéramos listos para salir a las urnas a votar (perdón la redundancia). Si se refiere al que pongo como caso 2, yo opinaría: ¿Por qué saldríamos todos los 87 millones en el padrón electoral a votar? ¿Realmente cree que ese fenómeno atípico podría darse en este México decepcionado, triste, desencantado con las opciones que se le ofrecen? La puntilla con que me encuentro hoy es, Los actuales Señores Feudales, convencidos de que el territorio sobre el que mandan es de su exclusiva propiedad, se lo heredan a sus hijos, esposas, hasta un hijastro hay por ahí. Es decir, creo que ocurrirá todo lo contrario de lo que usted espera. Claro que habrá quien acepte vender su voto por 500 pesos (o 1000, ya ve que todo sube cuanto más escaso se vuelve) Pero estas “elecciones” con todo y ser las más caras en la historia de México, serán las más inútiles. Porque el o la mexicana se dan cuenta POR FIN de que en México NO HAY DEMOCRACIA, lo que hay es PARTIDOCRACIA. Y que se necesita hacer algo distinto para obtener también un resultado diferente y alentador: crear una Democracia Auténtica. Lo malo es que los mexicanos todavía no se dan cuenta de su gran poder económico y cómo pueden aprovecharlo para correr del candelero a estos Señores Feudales. El día en que auténticamente lo aprovechen -lo aprovechemos- y fundemos una DEMOCRACIA donde hasta ahora no existe, será cuando DE VERDAD, Hagamos Historia con un País Nuevo.

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