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Espiritualidad y expansión de la consciencia

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La espiritualidad está íntimamente relacionada con el desarrollo de la consciencia. Tema muy de moda en esta época que necesita ser aclarado para delimitar a qué hace referencia y sobre todo qué prácticas contribuyen a su expansión.

El diccionario de la Real Academia Española proporciona cuatro acepciones para definir qué es la consciencia: 1) Capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella. 2) Conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones. 3) Conocimiento reflexivo de las cosas. 4) Acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo.

En todos los casos implica una forma de reconocer e integrar las experiencias de la vida y se encuentra relacionada con el percatarse de que se está existiendo en un mundo que a su vez está acaeciendo.

Espiritualidad y consciencia
Ilustración: Fran Pulido.

Esta habilidad implica dos momentos y funciones diferentes. El primero, corresponde al conocimiento inmediato, es decir, al darse cuenta de aquello que está sucediendo en un momento dado. Para hacerlo requiere de atención plena en tiempo presente para registrar los diferentes datos provenientes de los sentidos y que, en condiciones ideales, incluye identificar las emociones y sentimientos que desata. El segundo, comprende la reflexión que permite afirmar, modificar o descartar las respuestas de la persona a la realidad. En la medida que cada sujeto desarrolla su consciencia, éste se hace dueño de su historia y dirige su destino hacia donde prefiere en vez de que la vida le viva.

En ninguna de las definiciones anteriores hay una connotación que implique un juicio de valor, pues éste en realidad pertenece al ámbito de la moral y/o la ética.[1] La palabra que describe esta función es conciencia –sin “s”– y corresponde, de acuerdo nuevamente al Diccionario de la Lengua Española, al “conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios”; o, en otro de sus significados, al “sentido moral o ético propios de una persona”.

Este conocimiento se origina a partir de dos fuentes: una proporcionada por el entorno, religioso o no, que determina la bondad o la maldad de los actos; la otra, propia de la facultad humana de reconocer esta diferencia. Ambas requieren ser cultivadas, ponderadas y asumidas durante la vida y son susceptibles a modificación en la medida que la persona cuenta con mayores elementos para analizar y comprender una situación.

consciencia
Ilustración: Victor Mosquera.

En efecto, tanto la consciencia, inmediata o reflexiva, como la conciencia, o conciencia moral, requieren ser formadas para expandirlas. Actividad que inicia con la existencia misma y que continúa a lo largo de toda la vida. Proceso que puede ser inhibido, detenido o desarrollado y cuyo único obstáculo o límite se encuentra en la decisión y la voluntad de la persona misma.

El ser humano no sólo percibe y analiza la realidad, también interactúa con ella, de forma irreflexiva o razonada, impulsiva o moderada, ética o inmoralmente. De aquí la relación entre la espiritualidad y la conciencia, es decir, una valoración más humanizada e integral de la realidad hace que las acciones personales sean más constructivas y unificadoras, y contribuye a una mejor condición de existencia para sí mismo, para los otros y para el entorno en general.


Notas:
[1] La palabra moral, por estar asociada al ámbito religioso, se considera más subjetiva, sin verdadero fundamento teórico y suele descalificarse. En cambio, a la palabra ética se le reconoce un mayor valor objetivo, por lo cual la mayoría de los autores la prefieren.


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Los aportes de los cinco pilares del islam al desarrollo espiritualidad

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Todas las tradiciones religiosas tienen aportes que contribuyen al desarrollo espiritual, así como a una vida personal y comunitaria mejor. Acercarse a conocer sus principios básicos de manera respetuosa elimina prejuicios surgidos de la ignorancia, genera ambientes de convivencia armónica y permite profundizar en la propia espiritualidad.

El islam, como toda tradición religiosa, tiene enseñanzas y principios valiosos para la humanidad entera. Entre ellos destacan los cinco pilares sobre los cuales está construida esta religión que deben cumplir todos los musulmanes a partir de la pubertad.

Testimonio de la unicidad de Dios y de la profecía de Mahoma (Sahada)

El primer fundamento de la fe islámica está en reconocer la existencia de un solo Dios y en la veracidad del mensaje de su profeta. La expresión de este testimonio en árabe dice “Atestiguo que no hay divinidad fuera de Dios, y que Mahoma es el enviado de Dios”. Esta confesión de fe acompaña al fiel toda su existencia y genera un sólido vínculo afectivo y de confianza.

pilares del islam
Ilustración: Feifei Ruan.
Oración ritual (Salat)

La liturgia musulmana se basa en cinco oraciones diarias que los fieles están obligados a efectuar: al-fajr al amanecer, al´zohr al mediodía, al-’asr a media tarde, maghreb al ponerse el sol y al-’asa por la noche. Además, los varones se reúnen en la mezquita los viernes por la mañana para orar y escuchar el sermón. También hay otras oraciones especiales para las grandes fechas del año y, en ocasiones diversas, como calamidades públicas o funerales. La oración se realiza en estado de pureza ritual para lo cual son necesarias las abluciones de agua en pies, manos, brazos, cara y cabeza; se hace siempre orientados hacia La Meca e incluye inclinaciones, postraciones y movimientos específicos de las manos.

La limosna o impuesto social (zakat)

El zakat es un tipo de diezmo destinado a los pobres o para aquellos que han caído en desgracia, se encuentran separados de sus fuentes de ingresos o están agobiados por las deudas. Es un impuesto de beneficencia que permite además financiar empresas de interés para toda la comunidad que ha funcionado como factor de solidaridad y de unidad. Los beneficios del zakat está dirigido exclusivamente para los musulmanes; sin embargo, la limosna del ramadán puede dedicarse a miembros necesitados fuera de la comunidad religiosa.

oraciones islam
Ilustración: Ellie Hodesdon.
El ayuno del mes del ramadán

El mes del ramadán recuerda la revelación del Corán a Mahoma por parte del ángel Gabriel. Se celebra el noveno mes del año lunar musulmán y consiste en ayuno de sólidos y líquidos, incluida el agua, prohibición de tabaco y relaciones sexuales durante el día. Por la noche el ayuno se rompe con cenas fraternas que se comparten con familiares, amigos y comunidad. Es un mes que recuerda a los ricos el hambre de los pobres, además de ser un contundente ejercicio de autodominio y ejercicio de la voluntad al resistir el hambre, la sed, la necesidad de fumar y las pasiones.

Peregrinación a La Meca

El sentido de la peregrinación es la remisión de todos los pecados anteriores. Está obligada una vez en la vida para todo musulmán adulto libre que tenga los recursos necesarios para llevarla a cabo sin descuidar los compromisos económicos con su familia y con la condición de que el trayecto sea seguro, es decir, que no esté amenazado por guerras, bandidos o pandemias. Durante la peregrinación el fiel recorre siete veces la distancia entre las colinas sagradas de Safa y Marua, da siete vueltas rituales a la Kaaba al principio y al final del trayecto y arroja piedras a tres pilares que simbolizan el demonio.

Las siete sencillas, pero profundas prácticas que sostienen el islam fortalecen la disciplina y el espíritu de los fieles, establecen un hondo vínculo con Alá, forman comunidad y promueven la solidaridad hacia los menos favorecidos.


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Esperanza cristiana para los creyentes como virtud teologal

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La espiritualidad como hemos visto con anterioridad es la energía que nos permite manifestarnos, misma que conviene coordinar con pensamientos correctos para reconocer los recursos internos con los cuales ya contamos, examinar las posibilidades que nos ofrece el entorno y establecer las estrategias pertinentes para lograr nuestro objetivo.

En el artículo anterior mencionaba la conveniencia de apoyarse en la propia creencia religiosa o espiritual para enfrentar la cuarentena. En este texto quiero hacer referencia específicamente a un aspecto fundamental de la fe cristiana: la esperanza.

La esperanza es una forma adaptativa presente en los humanos proveniente de la tristeza. La tristeza es una de las cinco emociones primaria que sirven como registros fisiológicos de supervivencia cuya función es identificar de manera precisa qué corresponde hacer frente a estímulos y fenómenos del entorno. En este sentido, no existen emociones positivas o negativas, éstas son simplemente funcionales, por ello, reconocerlas adecuadamente y fluir con aquello que indican, incrementan la calidad de vida en las personas.

esperanza cristiana
Ilustración: Sonya Korshenboym.

La tristeza indica la necesidad de retirarnos frente a situaciones de pérdida. En efecto, la vida no ha sido, ni es, ni será nunca exactamente como la deseamos. Constantemente nos enfrenta con circunstancias adversas, contrarias a las expectativas y nos reta a vivir en condiciones desagradables. Ante estas realidades la tristeza permite precisamente desprendernos y alejarnos de aquello que ya no es para poder contemplar las múltiples oportunidades que proporciona lo existente. Este proceso toma tiempo, el cual varía de acuerdo a las circunstancias específicas de los acontecimientos y de las habilidades propias de la persona misma. La esperanza se relaciona precisamente con esta espera, con este lapso de adaptación íntimamente ligado con la paciencia.

Como virtud teologal, la esperanza cristiana impulsa al creyente a sostener la tensión de su presente gracias a la promesa de felicidad, que si bien se identifica como plena y absoluta después de la muerte, durante su vida la encuentra en la confianza de que Dios tiene la capacidad de hacer nuevas todas las cosas y el fiel de percibirlo y llevarlo a cabo, es decir, en transformar una realidad adversa en un espacio de encuentro con el misterio divino que despierta nuevas posibilidades en su propio ser y le impulsa a elegir y guardar tesoros que los ladrones no hurtan, ni el tiempo corroe (cf. Mt 6,19-21).

La esperanza cristiana permite enfrentar la calamidad con la certeza que tiene fin y que mientras eso llega se está sostenido por Dios. Además, unida a otra de las virtudes teologales, la caridad, motiva a ver y reconocer las afectaciones y el sufrimiento de otros y a solidarizarse con ellos.

esperanza cristiana
Ilustración: Lou.

La esperanza cristiana se fortalece con la oración; con ese momento de intimidad en donde el creyente puede reconocer con toda libertad su limitación, experimentada como miedo, enojo, dolor, frustración, angustia, etcétera, lo pone en manos de su creador y al hacerlo encuentra consuelo en su incertidumbre, orientación y fortaleza para enfrentar el momento, confianza en sus habilidades y sobre todo paz interna para sobrellevar cualquier circunstancia.

La esperanza cristiana transforma el corazón y sostiene la vida a pesar de las adversidades; permite ilusionarse por la vida y descubrir en ella el misterio de amor que inunda la realidad entera y se manifiesta de forma concreta en hombres y mujeres que buscan consolar, sostener, animar y cuidar de otros.

La esperanza cristiana impulsa a la persona a descubrir nuevos horizontes y nuevas posibilidades allí donde se creída todo perdido. Lo impulsa a crear nuevos mundos, nuevas relaciones, nuevas oportunidades en donde amar amando y servir sirviendo a los demás.


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