Hace ya más de 30 años que a José Luis Carazo “Arenero”, mi señor padre, junto a un grupo de novilleros y matadores de toros en retiro –nada de ex que suena horrible– se reunieron y conformaron la Hermandad Taurina con el propósito de chanelar –en cristiano significa hablar de toros– y, desde luego, de sus recuerdos.
También tenían como asignatura en los aniversarios luctuosos, asistir a donde descansaban sus restos, y con la familia –a veces sin ella– para recordar sus hazañas con el entusiasmo de cuando les vieron actuar en los ruedos.
Era un grupo muy compacto que fue creciendo en el que hacía cabeza “Arenero” y su segundo de a bordo siempre lo fue Gerardo Vergara, quien era el equilibrio de nobleza y bonhomía, entre el carácter explosivo de sumo apasionado de Gerardo, cuando de pronto parecían salirse del cauce generoso que propició el grupo –entre los de la legua y las figuras del toreo–, metía el capote y los dejaba quietos, para una lidia más tersa, para que los demás intervinieran y regresara la cordura.
Entre muchas de ellas, recuerdo una reunión en casa de mi hermano José Luis con la presencia de Luis Castro “El Soldado” y Manuel Capetillo, por mencionar a dos que entendiendo la filosofía del grupo, compartieron pan y sal y, desde luego, algunos vinillos, sin poner por delante logros taurinos ni jerarquías taurinas, eso sí, con el respeto propio de quienes han portado el traje de luces, lo mismo en una plaza de trancas que en una monumental.
Finalmente eran hermanos en la profesión y eso les convocaba, reitero, con el liderazgo de Carazo, pero con la gran mano izquierda de Gerardo Vergara, a quien cuando salió la gran serie de Juncal, les llegamos a comparar en su relación a mi padre con el torero retirado y a mi querido Gerardo con Búfalo, uno de los personajes más entrañables que se hayan tejido en la imaginación de un escritor, en este caso Jaime de Armiñan.
Para describirla, mi hermano Luis Alonso, que habita ahora con ellos en La Gloria, en alguna reunión en el cortijo de Carlos Arce presentó una poesía que describe lo que significó la Hermandad Taurina, y mejor de cómo hubieran podido expresarlo alguno de ellos:
Toreros de Romanza
Toreros de Romanza
¿Qué pasa, matador como has estado?
¿Figura, que es de tu menda?
no, manito yo ya con 7 nietos
¡Uhhh! Pues ya ando malo, ¿pero dejar a mis hermanos?
sí, el tiempo ha volado y ya no más:
oye artista a la 10 en el Venus ¡Eh!
¿Mejor entrenamos en la Ford no?
pos yo los veo en la tarde en el Tupinamba
sí, el tiempo voló o más bien ellos fueron los que volaron
por qué el tiempo es el mismo y nosotros seguimos caminando.
Y así es como ahora en los 80 casi casi los 90
se vuelven a juntar los toreros de los 30, los 40 y los 50
y en verdad que veo que los años no acaban
acabaran el pelo, las figuras y las caras
pero de verdad que lo de adentro, sí, lo de adentro eso,
eso no se acaba.
Sí, señores se han juntado otra vez, los Toreros de Romanza,
y no se juntan como amigos, como cuates de parranda
no, se han juntado otra vez como hermanos de crianza,
unos fueron grandes, otros menos, pero eso sí,
todos aunque sea le pegaban sus pases a los bueyes de chonadas
todos estos chavos tuvieron ilusiones en sus andanzas
admiraron a los grandes y por ellos forjaron sus ansias.
¡Ah! qué bellos recuerdos, Toreros de Añoranza,
sí, señores se han junta’o otra vez, los Toreros de Romanza,
los que vivieron la época de Dondifi, Malgesto y
Esperanza, aquellos de la Ford, la Morena y Tlanepantla,
esos que se zumbaban lo que las figuras dejaban
pa’ demostrar en la arena su arte, salero y gracia
lo mismo con capote, banderillas y estocadas
dejaban en los ruedos alma, vida y esperanza
y es que en verdad no había miedo que los parara.
¡Ah! quien no los recuerda Toreros de Añoranza
sí, señores aquí están de nuevo los Toreros de
Romanza.
Y a esta nueva cita se presentan sin tardanza
los Arce, Tapia y Cámara
y llega también Estrada, gran artista ¡Qué torero!
¡Qué pujanza!
y Carazo con micrófono quiere entrevistar hasta las
vacas y éstas le contestan venga diestro a calmar tus ansias,
el canijo Ciego mentando madres que espanta
y Procuna, El Callao figurones de alabanza que ahora
vienen a embriagarse solamente de nostalgia
y así uno a uno llegan a juntarse otra vez
pa’ recordar con sus hermanos todas sus vagancias
ah!, qué muchachos los Toreros de Añoranza
siguen pesando en el mundo los Toreros de Romanza.
Esos que en su silencio de almohada
siguen tejiendo tardes, tardes de gran comparsa
aquellos que disfrutaron de Silverio, El Soldado y Garza
y en punto y aparte tenían a Fermín el maestro que
arrasaba.
Esas calles de Bolívar, mudo testigo de sus chanzas
si pudieran quejarse, el infierno los esperará
aquí pues dejo a estos Toreros de Añoranza
aquellos que Dios permita gozar de su esperanza
a revivir de nuevo toreros, hermanos de Añoranza y señores a cuidarse,
aquí están de nuevo, los Toreros de Romanza.
Hace unos días se nos adelantó Gerardo en el paseíllo de la vida; aficionado chipén, amigo generoso y al que vamos a extrañar mucho por su bondad e integridad y que experimentaba la emoción del toreo, su estética y sus valores, creando una familia de la misma cepa, con base en sus principios de honradez a carta cabal.
Bien dirían los hermanos del Río:
Algo se muere en el alma cuando un amigo se va
Y va dejando una huella que no se puede borrar.
Siempre lo vamos a recordar con su pasión y amor, por la más bella de todas las fiestas.
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