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Cultura en venta

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Para donde se mire el mundo, hay grandes cambios, algunos evidentes como los tecnológicos que están cambiando la forma de trabajar; otros no son tan visibles en la vida diaria, como la globalización que hizo del ciudadano objeto de una mercadotécnica invasiva, desde lo personal a lo social en los niveles económico, político y cultural, y en todos los espacios locales y globales.

Por efecto de la publicidad mercantil, la clase media de la sociedad mexicana ha sufrido cambios muy similares a los que han transformado a las de otros países, y se resumen en la imposición de un modelo cada vez más homogéneo, no sólo de consumo sino de vida.

Ese cambio viene con la globalización financiera, productiva y mercantil, pero pasa desapercibido para casi todo mundo; es la entronización de los valores relacionados con el consumismo, la comunicación y el individualismo como ejes de referencia colectiva.

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Ilustración: Heatopics.

Si hace unas cuantas décadas los valores eje se referían al trabajo que se tenía o se buscaba, bueno, malo o regular, y a ciertos principios de solidaridad social, hoy son los que ha elaborado la mercadotecnia, vinculados, en un primer plano, a propuestas imaginarias de sensaciones asociadas al consumo: “tal desodorante te hará un conquistador irresistible”, falacia que pretende sembrar en el inconsciente que somos los bienes y servicios que compramos.

Leo en Cultura en Venta, libro colectivo que coordinaron el Dr. Ricardo Pérez Montfort y la Dra. Ana Paula de Teresa, publicado con el sello editorial de Penguin Random House, cómo el desarrollo de la publicidad ha desplazado la transacción de un producto –material o inmaterial– al comercio de una “experiencia” o de una imagen asociada con prestigio y privilegios que van generando símbolos de identidad.

En un segundo plano, que constituye el corazón del libro, los diversos autores constatan que las expresiones socioculturales –no sólo lo que producen y comercializan las actividades económicas–, se están transformando en un mercado en el que todos los actos de la naturaleza y de la vida humana son susceptibles de comercialización.

En la medida en que tradiciones y costumbres sociales como las fiestas ceremoniales o conmemoraciones cívicas –el día de muertos, por ejemplo– se integran al juego de la oferta y la demanda, como atractivo visual en películas o de interés meramente turístico, el mercado y la mercadotecnia pueden llegar a modificar el contenido de esas expresiones socioculturales.

expresiones
Ilustración: El País.

La publicidad se ha convertido así, en la generadora de una realidad cuya función esencial es la producción de imaginarios colectivos con lo que busca influir, determinar y dirigir la conducta y representaciones sociales de los públicos.

Y lo va consiguiendo: los públicos hoy responden más a factores adscriptivos sobre intereses específicos –como el feminismo o el ambientalismo– que a los electivos, lo que significa una modificación sustantiva de la concepción clásica de lo que es ciudadanía.

Bajo la égida del consumismo viviríamos sin saber cómo vivimos, ni por qué: estaríamos condenados a no entender, a dejar que otros “lo entiendan” y lo manejen por nosotros.


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