Cultura

Las Paredes Gritan: Somos iguales porque somos diferentes

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Pilares y Circo Volador

El pasado 25 de febrero, en la inauguración de la Galería de Arte en la fachada externa de Circo Volador, estuvieron con nosotros varios funcionarios públicos. Una de ellas fue Brisa Solís Ventura, directora Ejecutiva de Promoción y Agendas en Derechos Humanos. Ricardo González Jiménez, del área de Cultura en la Alcaldía Venustiano Carranza. Y Ofelia Angulo Guerrero, Subsecretaria de Ciencia Tecnología e Innovación del Gobierno de la Ciudad.

De entrada, no hay más que agradecerles sus palabras y su asistencia. “Circo Volador representa un espacio de resistencia”, dijo Brisa Solís. “La atención de las juventudes tiene diversos formatos”, mencionó Ofelia Angulo. “Somos diferentes porque somos iguales, nos invita a conformarnos como una comunidad”, señaló Ricardo González Jiménez.

Había consenso. Había gusto. Había voluntad… Había ganas de celebrar la Galería. Es un hecho que la construcción de políticas públicas trata (o debe tratar) de acortar la distancia entre el gobierno y los ciudadanos.

Cuando inició el gobierno actual de la 4T con Claudia Sheinbaum, varios colegas investigadores fuimos convocados a conocer y dar ideas a un proyecto central en la ciudad: Los PILARES (Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes).

Se trataba de construir 300 Pilares en 2 años. En todas las Alcaldías de la CDMX. Sobre todo, en colonias y barrios marginales. Para 2021 (en teoría) deberían estar todos terminados. Pero llegó la pandemia de la COVID-19.

Sheinbaum pilares
Claudia Sheinbaum acude a la inauguración del parque Lago Alberto así como al Faro del Saber (Imagen: Cuartoscuro).

La visión de los PILARES tiene un sentido muy positivo para la comunidad: “Tener todas las actividades en un mismo lugar”. Además, como eje de gobierno, ofrece establecer una “igualdad de derechos para todos”.

No es frecuente encontrar estas políticas públicas con esa dimensión y con una cuantiosa inversión. Es obvio que, para la clase media y clases acomodadas, los PILARES no les son de utilidad. Ellos asisten a sus propios clubes deportivos o escuelas y esta política no los beneficia directamente.

Se trata de una política de izquierda. Orientada a garantizar el derecho a la educación. Que aprendan: “Que no están solos”. Es una gran política social. Cuando conocí el proyecto, me pareció vital para que la gente que ha abandonado sus estudios encuentre una forma de recuperarlos.

Pensemos que, en los últimos 40 años, la deserción escolar más fuerte (entre los jóvenes) se da a los 15 años. En esa edad, aproximadamente el 50 por ciento de los chavos (hombres y mujeres) abandonan la escuela.

¿Por qué? Hay muchos motivos. A muchos no les gusta, para otros, las cosas que les enseñan son inútiles. Otros, ya tienen que empezar a trabajar. Y muchas chavitas, atienden a sus familias.

No hay una razón para el abandono escolar, pero existe. Si no estudias, se te estigmatiza y tus trabajos serán malos y mal pagados.

En los PILARES (con sus “Ciberescuelas”), se puede terminar la primaria, la secundaria, la preparatoria, e incluso una licenciatura, con la ayuda de tutores. Ahí también hay talleres sobre ciencias, computación, educación emocional y música.

pilares
Imagen: CDMX.

En los PILARES hay maestros, hay computadoras. Y todo es gratuito. Además, a los estudiantes de preparatoria que tengan entre 15 y 29 años se les otorgará una beca de 800 pesos mensuales.

Hay muchas otras capacitaciones. Hay áreas dedicadas a fortalecer el empleo. Existen otras áreas de instrucción: Carpintería, Plomería, Joyería, Diseño de Imagen y Cosmetología, Gastronomía, Panadería y Banquetes. Hay actividades de cultura, clubes de libros, cine, talleres de percusiones, pintura y deportes.

Es una política muy amplia. Muy necesaria e indispensable en la vida de una ciudad como la nuestra. El costo aproximado de este programa (a principios de 2019) era de más o menos 6 mil millones de pesos. Más su mantenimiento posterior.

Con la pandemia no han parado. Tuvieron que cambiar muchos de sus programas y objetivos al modo virtual. Esperemos que cuando disminuya la pandemia retomen sus actividades.

De regreso a la Galería

Los discursos sobre Circo Volador fueron buenos. Tenemos 33 años de historia como proyecto. Recibimos el viejo Cine Francisco Villa en 1994, en completo estado de abandono. Un grupo de “teporochos” vivía adentro.

Y desde ese día hasta hoy, con la pandemia, no hemos recibido ningún apoyo económico del gobierno. No tenemos una Fundación. No recibimos aportaciones externas. Todo se ha construido con nuestras ideas y nuestro trabajo.

Cuando el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ganó la Jefatura de Gobierno en la capital en 1997, me comentó: “Volvamos tu Circo Volador una política pública”.

Le respondí: “Ingeniero, lo va a matar. Las políticas públicas sólo sirven tres o seis años. En el gobierno no hay continuidad para estos proyectos”.

galeria circo volador
Imagen: @Circovolador.

Sin embargo, con Alejandro Aura, que estaba en Cultura y varios otros compañeros, diseñamos los Faros (Fábricas de Artes y Oficios) que sí son una política pública. A veces les va bien… A veces les va mal.

La idea era tener una agrupación auto sostenible económicamente, que fuera independiente y que sobreviviera a los cambios de gobierno. Lo hemos logrado por 33 años… O sea, ¡Más de cinco sexenios!

Pero llegó la pandemia y tendremos que repensar varias veces lo que podemos hacer.

Se aceptan ideas.

¿Todo gratuito?

Entiendo la visión del gobierno. Quiere que todo sea gratuito para favorecer a los grupos que menos tienen. Está bien. Pero sería ideal que las dos o tres mil máquinas de coser que tendrán los PILARES se convirtieran en una unidad productiva.

Hay suficientes diseñadores y creadores de ropa que venden sus productos en el extranjero. También están las Costureras del terremoto de 1985 que saben trabajar. ¿Podríamos reunirlos? ¿No sería otra forma de hacer políticas públicas?

Ojalá y se entienda este mensaje… ¡No pararemos!

La Cueva Del Delfín 

¿Cuántas Galerías Callejeras podremos montar? Todas las que sean necesarias. ¡Hay conocimiento y capacidad para lograrlo!

¡Vientos huracanados!, si no me ponen de Pilar en el Circo nos veremos por acá la próxima semana


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Las Paredes Gritan: la Comunidad tomará las calles

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Comunidad y arte

“Comunidad”. Eso fue lo que me vino a la cabeza para titular la apertura de una Galería de Arte en la pared externa de Circo Volador. Después de un año de estar cerrados, realizamos este trabajo.

Circo Volador es un espacio para jóvenes. Desde 1997 trabajamos en este lugar con un sentido de inclusión, de participación, de apertura y de trabajo con los jóvenes y su realidad.

En 2021, con el apoyo de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX (CDHCDMX), instalamos en la pared externa del espacio una “Galería de Arte”, la cual inauguramos el jueves pasado.

¿Cuál es la realidad de los jóvenes y la pandemia? ¿Cuál es el arte que están creando?

Esta pared está abierta. No es un espacio cerrado. Es un pedazo significativo de Circo Volador que busca un lugar común de expresión.

Es un lugar libre. Que se renueva por todos y entre todos. Se trata de fotos de jóvenes durante la pandemia: ¿Qué reflejan?

La pared es de todos, por eso debemos valorarla… Su utilidad será igual para todos.

Exhibimos una muestra de fotos del Taller de Fotografía de Circo Volador para abrir sus puertas a otros artistas urbanos. La Galería es resultado de la alianza de la CDHCDMX y el Circo Volador.

galeria de arte circo volador
Imagen: @circovolador.

Es un espacio abierto, ubicado en la fachada principal, que presenta estas fotos de los alumnos realizadas durante la pandemia.

Son nueve fotos tomadas con técnica “Estenopeica”. Con ella, los propios alumnos construyen su cámara con un bote de avena y así, sin tener una cámara profesional, tienen acceso al mundo de los secretos de la fotografía.

Las cámaras estenopeicas, son las cámaras más sencillas que existen. La gente aprende a construirlas. Se trata de un bote de avena, con un pequeño orificio que permite la entrada de la luz. Y con ese trabajo se aprende la maravilla de la fotografía. Ellos realizan todo el proceso.

Después quedará abierta… Pero vale la pena comentar algo.

Dadas las características de la pared, la zona del Mercado de Jamaica y la presencia de numerosos grafiteros locales, esta pared es frecuentemente “chacaleada” (para utilizar el término que define la intervención de otros chavos).

O sea, se trata de una pared normalmente “intervenida”. Hay de todo: los que “manchan la pared”. Los que colocan enormes “tags” con sus identidades, etcétera.

Pero también hay otras intervenciones artísticas, como las del Colectivo Calpulli del Mercado de Jamaica. Por eso, en ese todo, se necesita tener un sentido comunitario.

Después de este pésimo año de pandemia y con el apoyo de Derechos Humanos logramos realizar este proyecto.

No era sólo intervenir un muro. Había que iluminarlo. En una zona que, a pesar de su mejoría, por las noches parece insegura.

Mucha gente camina por esa calle para llegar al Metro La Viga (que está frente al Circo Volador).

Desde que obtuvimos el comodato del espacio (1994) hasta la fecha, sabíamos que se instalaría en el futuro una estación del Metro y que el ámbito comunitario cambiaría con los años. Así ha sido.

Pero es indispensable reunir a la gente de esa comunidad: los vecinos, los comerciantes del mercado, los grafiteros, las autoridades locales y los talleristas de Circo Volador, para abrir un “nuevo espacio”.

galeria de arte circo volado
Imagen: @circovolador.

De eso se trató la inauguración. Se trató de encontrarnos, para rediseñar el uso de esa pared, de su iluminación y del sentido de colaboración colectiva que podría surgir si aprendemos a darle vida nuevamente a ese espacio.

La idea de Circo Volador es abrirlo. Ese lugar debemos ofrecerlo para muchas otras manifestaciones artísticas. Debemos incentivar a muchos otros artistas locales a expresarse.

Más allá del simbolismo de la Galería, se trata de sacar sus creaciones a la calle. Que le sea útil a más gente. A los que ven la obra, o a los que caminan por la noche en un lugar iluminado.

Esa conjunción de esfuerzos es uno de los cambios dentro de la “nueva normalidad” que enfrentaremos. Debemos pensar en el futuro.

Abrirnos. Abrirle la puerta a la comunidad. Como dice nuestro slogan: “Somos iguales, porque somos diferentes”.

La comunidad de Circo

Es obvio que los jóvenes reaccionan frente a la pandemia. Pero ¿qué hacen en este tiempo? Nuestro objetivo en 2020 fue darles visibilidad sobre cómo viven este proceso de transición.

Y nos preguntamos: ¿cuáles son sus preocupaciones?, ¿sus reflexiones?, ¿cuáles son sus reclamos en este proceso de transformación social?

Esto obliga a verlos de la mano con su propia transformación, como individuos, en una sociedad que camina hacia la decadencia.

Por ejemplo, con el arte. El arte es una herramienta fundamental para comprendernos y ayudarnos a superar las crisis sociales, personales y de identidad cultural.

Pero el arte independiente y contestatario, tiene poca atención por el sistema capitalista imperante, que se interesa más en la “estética” sólo cuando necesita vender cosas.

Por eso, apoyaremos a estos artistas.

O con el feminismo. Que tuvo en el inicio de la pandemia en 2020 un enorme despertar social. Una denuncia de la violencia contra la mujer. Y que por la misma reacción (Quédate en Casa), quedaron encerradas con sus violentadores.

Con ellas debemos trabajar en un plan de corto, mediano y largo plazo. Es vital para la sociedad.

galeria de arte circo volado
Imagen: @circovolador.

¿Qué haremos?

Crear en redes sociales la Comunidad Circo Volador, de acuerdo con los valores que dan identidad y guían las acciones del proyecto.

Difundir y realizar acciones que contribuyan a la Salud y el Bienestar, la Igualdad de Género y la Producción y Consumo Responsables.

Debemos reconfigurar los contenidos para trabajar en: Facebook, Twitter, Instagram, YouTube y Vimeo. A este espacio virtual agregaremos la radio que es una herramienta muy importante de comunicación.

Los Jóvenes y el COVID-19 y El Arte y COVID-19, son nuestras áreas centrales de trabajo.

¿Funcionará?… NPI.

Lo que no podemos hacer… ¡Es callarnos!

La Cueva Del Delfín

Si los productores de teatro, con las autoridades de la CDMX quieren reabrir en abril próximo, ¿cuándo lo haremos en Circo Volador?

¡Vientos huracanados!, si no me mandan a pintar Jamaica nos veremos por acá la próxima semana.


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La pandemia y los nuevos límites del consumo cultural

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¿A usted le parece que el consumo digital es democrático? Podemos conservar la pregunta sobre la mesa para plantear una serie de cuestiones. Recientemente se presentaron los resultados de la encuesta de consumo cultural que realizó la UNAM y que fue respondida por 8,780 personas. Si bien, el sesgo es claro (principalmente jóvenes, consumidores habituales de contenidos culturales), los resultados permiten reflexionar en las posibles orientaciones de los productos que los miembros del sector podrán tomar, de cara a una recuperación económica de la industria. Ahora bien, ¿cómo plantear la recuperación de un sector cuyos productos se consumen, en mayor medida, si son gratuitos?

La encuesta de consumo cultural durante la pandemia sugiere la posibilidad de diseñar nuevos estudios, más específicos, que arrojen resultados para orientar la toma de decisiones, tanto por parte de los productores que ofrecen contenidos gratuitos, como la propia UNAM o los museos públicos, como por parte de quienes viven de esa producción (artistas en general). El desarrollo de la plataforma Contigo en la distancia permitió la captación de varios usuarios, quienes se buscaron el tiempo para participar en conferencias o cursos en línea, cuando normalmente no lo hubieran podido hacer si se hubieran tenido que desplazar hasta una sede. Algo que debe llamar la atención de los desarrolladores de contenidos es, por un lado, lo que ya sabemos todos: que el Zoom llegó para quedarse y que la producción de videos, recorridos o podcasts que se pueden ver en forma asincrónica permite ampliar el rango de consumidores; por otro lado, que el dispositivo favorito para el consumo cultural en la pandemia es el smartphone. Esto implica desafíos de diseño (engagement, formato, atención) que eventualmente, todos los que nos dedicamos a la producción de contenidos vamos a tener que afrontar.

consumo digital de la cultura
Imagen: Ana Galvañ.

Los retos no son menores: vivimos en un país que ha recortado en grado extremo el presupuesto para el sector cultura. Los recintos públicos se encuentran cada vez más limitados para llevar a cabo producciones ciertamente costosas, como exposiciones internacionales, si no tienen un patronato o asociación civil que los respalde. Estas asociaciones normalmente no acometen con sus donativos los gastos operativos de los recintos, ni tampoco el pago, en forma consuetudinaria, de los colaboradores especializados.

La encuesta de consumo cultural arroja que la mayoría de los participantes no se muestra tan entusiasmada por los recorridos virtuales a museos o a exposiciones en específico, pero sí espera la apertura de actividades para volver a los recintos. La experiencia de visitar una muestra o un sitio arqueológico es insustituible y, pese a que los museos mexicanos no desarrollaron esfuerzos de particular monta para no perder la fidelidad de sus públicos durante la pandemia (los esfuerzos se concentraron en charlas y cursos en línea, como ya dije), el público que habitualmente visitaba museos está ansioso de volver a hacerlo. Hay recintos privados en peligro de desaparición, como Papalote Museo del Niño, quien tuvo que lanzar una campaña desde su sitio web para recaudar 50 millones de pesos, suma que destinará al pago a colaboradores y a los gastos derivados del mantenimiento del museo. No obstante, la producción de contenidos digitales es mucho menos costosa que la de una exposición internacional, por ejemplo, el presupuesto siempre es requerido y resulta muy incómodo operar con los mínimos.

Aunque los recintos permanezcan cerrados, a causa de la crisis de salud que ha dejado la pandemia, los gastos no se interrumpen, como en el caso de las oficinas: las colecciones y los inmuebles siguen ahí y requieren de mantenimiento, limpieza, rotación, procedimientos de conservación preventiva, restauración. Esto quiere decir que hay que seguir operando a pesar del cierre y de la distancia de los públicos, y que el salario de los empleados especializados que se ocupan de las colecciones y recintos sigue y seguirá siendo necesario.

consumo digital
Imagen: The Objective.

Ahora, retomemos la pregunta de inicio: ¿es más democrático el consumo cultural digital? Si bien, sabemos que la oferta asincrónica en diversas plataformas permite un mayor número de visitas, también sabemos que un gran porcentaje de la población no cuenta con internet estable o plan de datos que le permita tener acceso a actividades culturales. También sabemos que hay quienes tienen un smartphone pero no por ello consumirán contenidos culturales, sino comerciales. Ahora bien, hay otro factor a considerar: la oferta gratuita ciertamente es un beneficio para muchos, pero no por eso se debe generalizar la idea de que la cultura “no cuesta”. La producción de lo que se ofrece, la preparación de los conferencistas, los derechos de reproducción de las imágenes, requieren dinero. La única manera de reactivar las industrias culturales es generando derrama económica y haciéndole entender al gobierno federal que, sin impulso presupuestal a la creación, a los espectáculos y a los recintos museísticos, este país está en riesgo de demeritar -hasta perder- sus instituciones culturales.

Más allá de la pregunta por la democratización, lo cierto es que los resultados de la encuesta de consumo cultural permiten detenerse a pensar en cómo será la oferta que preparemos en el futuro. Partiendo de la premisa de que hay experiencias presenciales insustituibles, los museos, por ejemplo, tendrán que comenzar a problematizar sus vocaciones y a abrir el panorama para incluir contenidos para comunidades remotas. Si se le da la vuelta mediante distintos discursos a las mismas piezas, lo más seguro es que la oferta presencial termine por gastarse, ante la imposibilidad de contar con obras u objetos procedentes de otras colecciones que despierten de nuevo el interés. Y aquellos recintos que no poseen piezas en custodia la tienen todavía más difícil.

¿Por qué íbamos al museo o a un espectáculo de danza o teatro? No era solamente para matar el tiempo: estábamos dispuestos a pagar por una experiencia transformadora, trascendente. Quizá el confinamiento le puso a muchos la alternativa de vincularse con la cultura como una manera de pasar los días, pero quizá también les hizo ver que puede ser una experiencia que salva. ¿Tiene el formato digital esa posibilidad de apelar a lo más profundo de la emoción y de la psique de un espectador? El reto está interesante, sobre todo, si se piensa que la vuelta a las actividades presenciales no está a la vuelta de la esquina ni será como antes de los confinamientos.


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Curva de aprendizaje

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Hace días que leemos varias publicaciones sobre el dramático recorte presupuestal que ha sufrido la Fonoteca Nacional. También sobre las tareas de preservación, restauración y difusión que no podrán realizarse a causa de que no podrán ser recontratados cerca de 93 empleados. He leído también el extraordinario texto de Pablo Piccato sobre el asunto y la manera en que el material resguardado en la Fonoteca le permitió entender mejor cómo las personas hablaban o se referían al crimen en un México ya ido. Leí también la carta a la opinión pública en la que los afectados explican el riesgo en que se pone este patrimonio con la decisión. He leído las publicaciones que hablan del nada discreto entusiasmo que manifiestan las autoridades por el proyecto –por cierto, prescindible– de Chapultepec. Y las he leído cada vez con más coraje.

He leído todas las noticias sobre los trabajadores que ejercían sus funciones contratados por el “capítulo 3000” y cómo el INAH ha prohibido destinar los recursos de la partida 33901 a la contratación de servicios personales, es decir, personal subordinado. También leí el texto de la Ley Federal de Austeridad Republicana y no puedo más que lamentar las decisiones de este gobierno, así como mi incapacidad para actuar a favor de las instituciones y de las familias que seguirán en la precariedad.

austeridad
Imagen: Elisa Biete.

No puedo más que reflexionar en mis 20 años de práctica pública, cuando también fui contratada como eventual, sin prestaciones, sin garantías de continuidad y cuando aprendí a no llevar ni una foto a mi oficina, porque no era mía y porque al día siguiente podría no tener acceso a mi centro de trabajo. También en la curva de aprendizaje que se cumple cuando, después de muchos periodos con contratos de tres meses, finalmente seguía laborando y llegaba a dominar mi arte. Conviví, valoré, tuve amistad con y fui instruida por trabajadores de base y confianza durante esos 20 años. Y aprendí. Aprendí a montar vinil, a manejar obra, a ser comisaria, a administrar presupuesto público, a usar las palabras mágicas (“coadyuvar” es una de ellas, y a todos nos daba mucha risa que funcionara mejor que otras) para ayudar a hacer los contratos de mis compañeros de capítulo 3000 y que no nos los objetaran. Aprendí a tranquilizar a la gente que trabajaba conmigo mientras transcurrían los cuatro primeros meses del año sin pago. Aprendí a fluir con eso hasta que me cansé. Hasta que no pude darles tranquilidad y mejor me bajé del barco en enero de 2019.

Esa curva de aprendizaje es la más larga y más dolorosa, porque consiste en conformarse con seguir precarizados a condición de poder volver al siguiente año al lugar de trabajo que uno ama porque es histórico, porque resguarda patrimonio que uno tiene entre sus manos y abraza con el alma, porque ahí están los amigos y los maestros que nos han hecho especialistas. Cuando en 2018 estalló la primera protesta (#YaPagameINBA), yo era directora. En esa posición y conociendo la administración pública federal, no queda más que solidarizarse, a sabiendas de que una se hace cada vez más desagradable a los ojos de los superiores. Nadie mejor que mis trabajadores “eventuales” para desempeñar sus funciones y solucionar las insuficiencias profesionales del sistema. Los directores no teníamos (no tienen) recursos o argumentos para apagar las protestas porque el propio sistema los deja sin elementos de negociación: ni hacia arriba ni hacia abajo. Un país que había sido modelo por sus instituciones culturales se ha convertido en el referente internacional de precariedad y desmantelamiento, desde hace dos años, de manera acelerada.

inba curva de aprendizaje
Imagen: Sur Acapulco.

No tengo, tristemente, la salida jurídica, la propuesta para trascender esta crisis, pero sí tengo la certeza de que los recortes presupuestales a cultura y el desvío de recursos a proyectos faraónicos innecesarios no son lo que nos permitirá seguir caminando. También tengo la seguridad, por la experiencia y por la curva de aprendizaje, que la alianza entre niveles de gobierno e iniciativa privada es lo único que puede favorecer proyectos de gran calado que permitan la conservación y difusión de lo que tenemos: patrimonio artístico mueble e inmueble, tanto como la preservación de los expertos que han capitalizado su curva de aprendizaje y saben cómo hacerlo.

Creo que, en este callejón sin salida, lo único que se puede hacer es saltarse por la pared: visibilizar la precariedad y la protesta, sensibilizar sobre todo lo que se pierde. Nuestras instituciones culturales están en grave riesgo, lo mismo que lo que custodian. Espero que la curva de aprendizaje que nos ha costado, implicado, la elección de este sexenio sea suficiente para darnos cuenta.


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Un año sin globalización

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Sin imaginarlo en un principio, poco a poco se evidenció nuestra condición por razones sanitarias, de arraigo domiciliario. Está por cumplirse un año nuestro enraizamiento o como llama Arnold J. Toynbee, el famoso historiador inglés, a uno de los dos momentos que en su consideración explican la historia de la humanidad, nuestro, œikoumené, nuestra sedentarización que se opone al tan recurrido Völkerwanderung, la migración, el andar de los pueblos hacia nuevos destinos que ha animado siempre la historia que se acentuó en el último siglo y que hoy parece enrarecido. Porque son migración y establecimiento de pueblos lo que teje el devenir humano.

Hemos vivido en los últimos años una constante corriente de migración en todos los sentidos. La Völkerwanderung se ensanchó en el último siglo. Desde principios de 1900 con el genocidio armenio, la Guerra de los Balcanes y la Gran Guerra, el período de entreguerras europeo y la Segunda Guerra Mundial, vivimos en el planeta las consecuencias de enormes desplazamientos humanos que, por razones económicas, de etnicidad, religión, hambre o ideología, obligaban a las personas a dejar sus países de origen y emprender largos viajes sin retorno: Lampedusa y las barcas rebosantes de migrantes africanos, la frontera mexicana en el norte y el sur, las migraciones norafricanas a Europa, las de Oriente Medio a Inglaterra y Francia, los desplazamientos de Sudán a Somalia, nos proveyeron todas de un imaginario migratorio que hoy está detenido. A él contribuyó también el desarrollo del turismo, de esa forma del viaje que implica literalmente “ir de vuelta”. Ir poco, asegurar el regreso.

migracion y globalizacion
Imagen: Cherry.

Todo el planeta ha sido a la larga de la gesta humana simultáneamente un espacio de migraciones y procesos civilizatorios de sedentarización. Esto hace que nos encontremos todos, sí, absolutamente todos, en algún punto del vector en ocasiones sorprendente e improbable que nos define; todos somos hoy producto de migraciones y procesos sedentarios.

Como seres finitos y egocéntricos, que solemos mirarnos el ombligo, las personas pensamos por lo general en estos procesos a la escala de nuestra finitud, digamos de la generación de nuestros padres a la de nuestros hijos, unos 100 años más o menos. Creemos que el mundo es así, como lo percibimos con esa miopía. Sin embargo, los instrumentos de la historia nos auxilian en lo comprensión de estructuras más amplias para ofrecernos una suerte de apofenia –que conecta datos aparentemente aislados o sin sentido expreso–, y hace entender las limitaciones de nuestra percepción, haciendo a la vez evidentes –cuando observamos los fenómenos en una escala mayor– lógicas distintas que hacen evidente lo que esconde nuestra miopía.

Henos aquí hoy, recogidos en nuestros espacios y sumidos en nuestras referencias, revisando el folklore, tejiendo añoranzas y aumentando a la escala del vacío de nuestras vidas, la realidad y las penas de los otros, esos otros que sólo vemos en la pantalla de nuestro celular, de la computadora o el set de televisión. 

Un año sin globalización aparente, sin que nos movamos físicamente en el espacio, es un período también en que la mundialización se redefine. Un año de humana y frágil condición procurada por la enfermedad que a todos nos pone bajo el mismo rasero y nos hace a todos kleine Mensch (personitas), humanos vulnerables, prudentes los unos y miedosos otros ante lo desconocido.

covid y globalizacion
Imagen: Brian Stauffer.

En el camino hemos visto emerger políticas y políticos que acercan todos unos discursos en imperativo que interpreta los hechos. La condición lega en esos liderazgos circunstanciales aparentes, amplificados por las redes y los medios, una posición inflada por las circunstancias. De Angela Merkel a Bolsonaro, de Donald Trump a Xi Jinping, de AMLO a Akufo-Addo de Ghana. Las estadísticas varían y confunden, todas sin embargo reflejan la debilidad humana para vencer con la palabra, los contundentes hechos. Escuchaba hace poco al del Papa Francisco decir con tono seco:

Dios perdona siempre
Nosotros lo hacemos a veces
Pero la naturaleza no perdona nunca…

Para algunos la condición pandémica que flagela a la humanidad es consecuencia del deterioro planetario y de la ambición por el control de la biología, más que de su comprensión y de la capacidad de recorrer, descubrir y vivir el planeta-casa sin necesariamente lastimarlo. Para otros, es resultado de la sucesión de errores políticos, algunos piensan que se trata de un “mal” diseñado, otros que es un negocio programado. Lo cierto es que a la escala del individuo este tema duele mucho, en todas las familias se vive hoy la consecuencia de una pérdida significativa.

Ante este fondo común de realidad, vemos emerger una positiva conciencia de identidad humana. La olvidada identidad de las personas que es, sin embargo, meta de la especie que aparece hoy ante nosotros. Este año sin globalización física es un año de comunicación real donde hemos aprendido a decir y a ser de un modo más esencial, a transmitir de manera más funcional, a querernos sin pasar por el abrazo vacío y a reconocer en la mirada del otro, en la nuestra misma, un relato que viaja desde el interior de las personas. Es ésa la lección de doña pandemia y la de un año sin globalización. Busquemos aprenderla, a sonreír con la mirada y a mostrar nuestro dolor común también.


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Se entrega presea “Eugenio Trueba Olivares” al maestro José Suárez

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En la edición 48 del Festival Internacional Cervantino (FIC), la presea “Eugenio Trueba Olivares” se entrega al maestro José Suárez.

José Suárez estudió órgano en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. En 1968 fue admitido en el Conservatorio de Música Santa Cecilia en Roma, donde estudió bajo la guía de los maestros Fernando Germani y Domenico Bartolucci.

En 1975 recibió el diplomado en Órgano y Composición. Participa regularmente en conciertos de música de cámara en México. Desde 2010 reside en Guanajuato. Ha participado en al menos 25 ediciones del Festival Internacional Cervantino.

El Gobernador del Estado, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, entregó la presea “Eugenio Trueba Olivares” al maestro José Suárez, de quien dice que existen suficientes motivos para ser merecedor de esta distinción. Pues se ha perfilado con gran ejemplaridad en el Festival Cervantino “por su gran calidad artística, su amplia participación en diferentes ediciones del festival y contribución al desarrollo musical de Guanajuato, además de su espíritu pedagógico”.

El premio entregado, hace honor al maestro guanajuatense Eugenio Trueba Olivares, uno de los pilares históricos del FIC: “Su amor por el teatro lo llevó a crear grupos artísticos que, con el paso del tiempo, dieron origen al que hoy es uno de los festivales culturales más importantes del mundo”.

Con este premio, el gobierno en conjunto con el Instituto Estatal de Cultura, se busca reconocer la trayectoria artística y las aportaciones a la grandeza del Festival.

Además del reconocimiento musical, José Suárez es reconocido por su generosidad y su gusto por la enseñanza.

Durante 32 años dio cátedra de diferentes materias musicales, además de haber sido maestro de piano y órgano en el Conservatorio Nacional de Música en la Ciudad de México.

Asimismo, el maestro ha participado en al menos 25 ediciones del Festival Internacional Cervantino, enriqueciendo con su talento y su capacidad artística el programa musical de este festival. “Por ello, es un gusto y un honor entregarle esta Presea, a quien incluso ha hecho de Guanajuato su casa, desde hace algunos años. Muchas gracias, maestro José Suárez, por seguir aportando a la juventud sus conocimientos y su amor por las expresiones artísticas”, expresó el Mandatario.

El maestro José Suárez agradeció a las autoridades estatales la entrega de este reconocimiento, y señaló la importancia que tienen las expresiones artísticas como la música y las artes en transformar la vida de las personas.


Identidad y pertenencia cultural: etnia, pueblo, nación

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Acabamos de observar que algunas identidades usuales, como la raza, no permiten una tipología biológica porque la genética de poblaciones ha demostrado que ningún grupo humano presenta un conjunto estable de caracteres hereditarios. Por esta razón, entre otras, la antropología prefiere hablar de etnias, pueblos, naciones o culturas. En la antropología clásica la palabra “etnia” vino a remplazar a “tribu”, un vocablo cargado de tintes peyorativos, y el estudio sistemático y comparativo de las etnias llegó a constituir la ciencia de la etnología, la cual, junto a la arqueología, la antropología física y la lingüística, constituye una de las cuatro grandes ramas de la antropología. En tanto categoría antropológica, una etnia se delimita por una lengua, una cultura, una tradición y una situación geográfica particulares. Las etnias se pueden diferenciar con facilidad aparente en los pueblos que han perdurado a través de centurias o milenios por medio de eficientes tradiciones orales. Muchas veces es posible documentar el desarrollo histórico de un pueblo o de una cultura como un factor definitivo de su condición colectiva.

identidad cultural voladores de papantla
La danza de los “voladores de Papantla” representa un ritual de la etnia totonaca cuya raíz se puede trazar desde las ruinas de El Tajín hasta los actuales habitantes de la región. Se trata de una identidad cultural bien identificada por la historia, la lengua, la tradición y la geografía (fotografía tomada de Wikipedia).

Si bien la palabra etnia tiene mayor coherencia que la de raza, su definición tampoco está exenta de problemas. Por ejemplo, no existe una “esencia étnica” en el sentido de un conjunto de características físicas, mentales o culturales diferenciales, fijas y específicas de un pueblo o de una cultura. Sin embargo se habla del “alma de un pueblo”, idea de indudable encanto, subrayado y reforzado por varias corrientes ideológicas y artísticas admirables, desde el romanticismo hasta la música nacionalista derivada de cantos o danzas populares y por el patrimonio cultural de obras propias del genio creador de una cultura.

Además del concepto de etnia, propio de la etnología y las disciplinas humanas, las ideas afines de “pueblo” o “nación” están arraigadas en el habla cotidiana y son conceptualmente claras porque las personas sienten que pertenecen a un pueblo o nación en términos de lengua, historia, costumbre, paisaje o localidad. Cuando un individuo se identifica a sí mismo con un gentilicio, por ejemplo “soy huasteco”, “soy andaluz” o “soy irlandés”, asume e incorpora como parte de sí mismo aquellos rasgos que caracterizan a su grupo étnico y cultural. En este sentido la identidad comunitaria parece invocar una condición particular que desemboca en el concepto de nación en dos acepciones sucesivas: el conjunto de personas de un mismo origen que hablan un mismo idioma y tienen una tradición común, y el conjunto de habitantes de un país.

Por estas razones, la identidad cultural constituye un rasgo de mucho peso para que una persona se ubique o se identifique como perteneciente a cierto pueblo o nación. Esta identidad abarca categorías cada vez más amplias pero menos definidas porque tiene un gradiente que va desde el centro simbólico del yo situado en el mundo y se diluye hacia fuera; por ejemplo, una misma persona puede afirmar sucesivamente:  soy tuxpeña – soy huasteca – soy veracruzana – soy mexicana – soy americana – soy terrícola. Aunque las últimas identidades son inusuales, son más incluyentes y vale la pena revisar la ficha enviada al espacio exterior por la NASA en 1972 como símbolo de identidad humana.

placa de sonda espacial pioneer
Imagen de la placa colocada en la sonda espacial Pioneer 10, creada por la NASA en 1972. Se puede interpretar como un símbolo de la naturaleza humana y su entorno planetario, aunque las figuras del hombre y la mujer tienen rasgos occidentales.

Los conceptos de etnia, pueblo o nación implican necesariamente a la cultura cuyo estudio sistemático y comparativo es precisamente el objetivo de la etnología. Ahora bien, es difícil establecer y diferenciar con exactitud las características que definen a una cultura, como son la lengua, las creencias y costumbres, el folklore, las faenas, construcciones, obras e instituciones, pues, como lo sugiere la etimología misma de cultura, sus elementos están sujetos a cultivo y cuidado para mantenerse y ser viables. En efecto: toda cultura es cambiante y más que delimitarla como el conjunto ostensible de sus constituyentes en un momento dado, es necesario ubicarla como un proceso emergente de evolución comunal en el tiempo y la geografía. En este sentido se deben tomar en cuenta las constantes aculturaciones, enculturaciones, exilios y transplantes de pueblos y naciones; es decir, la imposición por conquista o dominio, la reubicación y la adopción de rasgos de otras culturas. Esta última tendencia es un proceso generalizado hacia una globalización planetaria, lo cual entraña ciertas ventajas, como la posibilidad de adentrarse y aprender de otras culturas, pero conlleva pérdidas enormes e irreversibles, como la desaparición de lenguas y etnias ancestrales.

Por otra parte, en las sociedades modernas las etnias se disuelven a través del mestizaje y la aculturación. En algunos países, como sucede en México, la mayoría de los habitantes se identifican a sí mismos como “mestizos,” asumiendo una mezcla de indígena y español, una identidad histórica problemática que ha sido analizada con perspicacia en El laberinto de la soledad (1950) de Octavio Paz o en La jaula de la melancolía, identidad y metamorfosis del mexicano (1987) de Roger Bartra. Ha surgido así la entelequia de “el mexicano”, un ser de apariencia brava y festiva pero de fondo herido y nostálgico en espera de una incierta transformación.

identidad cultural con ocatvio paz
Portada de la primera edición de “El laberinto de soledad” y su autor, Octavio Paz, por esa misma época de 1950. Es un ensayo clásico sobre la identidad de “el mexicano” con base en la historia cultural del México mestizo.

En cuanto al lenguaje como posible epicentro de toda cultura, se debe decir que una cultura no equivale precisamente a una lengua materna, pues las hay que son habladas por culturas relativamente distintas, como el español, y porque una misma cultura, como la europea, puede albergar más de una lengua o a variantes claramente reconocibles de ella. Entre los hispanohablantes es fácil reconocer, entre muchas variedades culturales e identitarias, la pronunciación, la jerga o la música propias de comunidades andaluzas, caribeñas o rioplatenses. En efecto: los patrimonios del flamenco, la rumba o el tango expresan magníficamente su ser colectivo, cambiante y ahora interactivo.

Más que una esencia permanente, una etnia o un pueblo presenta un conjunto de características culturales, históricas, institucionales, económicas y lingüísticas que lo diferencian de otros. La suma combinada y emergente de esos rasgos y cualidades es lo suficientemente clara para permitir una identidad fuerte para la mayoría de las personas, la cual provee al individuo de autoestima y bienestar. La identidad y la diversidad se hacen muy patentes en la experiencia humana, pues experimentamos un shock cultural cuando nos sentimos ajenos y desubicados en el seno una sociedad extraña, la cual, a su vez, reconoce a los forasteros, los recela como inmigrantes o los acoge o rechaza como refugiados.

virgen de guadalupe
Detalle del lienzo de La Virgen de Guadalupe, poderoso símbolo de filiación e identidad cultural del pueblo mexicano.

Todo esto lleva a destacar el factor subjetivo propio de la autoconciencia: el hecho que la persona se sienta y se reconozca como miembro de una cultura y se identifique con su pueblo, su etnia o su nación. Este “sentimiento de pertenencia” implica al menos seis factores psicológicos en superposición y amalgama identitarias: (1) el comportamental: la adopción de tradiciones, normas y variante lingüística; (2) el perceptual: la familiaridad con rasgos y costumbres de la cultura propia y la extrañeza con la ajena; (3) el hogareño: el arraigo y refugio en la comunidad, el terruño, el barrio, el paisaje; (4) el afectivo: los sentimientos sociales como el orgullo y el arraigo; (5) el cognoscitivo: la adopción de creencias, saberes y valores; (6) el simbólico: la reverencia e identificación con íconos, insignias, héroes, sitios señalados o patrimonios.


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El toreo es parte de nuestra cultura

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Es un lugar común acudir a diferentes artistas que de variadas maneras han plasmado lo que les significa el toreo, y honestamente hablando y por rotundo que parezca, son argumentos que siendo útiles pudieran provocar el que le contesten como lo hacen algunos: “¡A mí que me importa que a fulano o a mengano hayan sido o sea, taurinos!”. Así se trate de García Lorca o de quienes ustedes gusten y manden.

En mi opinión, el argumento más claro es que el toreo es parte intrínseca de nuestra cultura; en el caso mexicano a punto de cumplir 500 años, en 2026, con o sin sana distancia de que se celebró un festejo taurino en la antigua Tenochtitlán, hoy en día Ciudad de México. Seguramente Cuba ya los habría cumplido, de no haberse suspendido desde hace muchos años los festejos al ayudar Estados Unidos al país antillano a independizarse de España, hacia finales del siglo diecinueve. Lo arrancó de su cultura y quedan ya, desafortunadamente, pocos resabios.

Los antropólogos, la gente que estudia la cultura, las distintas formas de ser, de sentir y de pensar, llevan más de un siglo en este debate sobre qué es; y siguen en ello. Si bien no hay claridad de que se resuelva pronto, hay algo en lo que están de acuerdo: no hay una cultura, sino que hay varias culturas. De hecho, hay muchas… ¡muchísimas!, pues si hay algo que caracteriza a la cultura es precisamente su diversidad. Constitutivamente la cultura es diversa. Cada uno de nosotros la utiliza para vivir de forma original y genuina.

toreo como arte
Pablo Agudo, torero español (Fotografía: El Español).

Alguna vez leí que la cultura es la manifestación de los pueblos frente a su existencia y por ello afirmo con el derecho que me asiste de hacerlo: ¡El toreo es cultura! Porque quienes lo practican y quienes lo disfrutamos, lo tenemos arraigado en nuestra forma de ser y es un valor de muchos que lo tenemos tatuado.

En ocasiones hablamos de cultura nombrando a la dimensión artística de algo –el mundo de la cultura, por ejemplo–, y así solemos referirnos a ella en términos de sustancia, diciendo que alguien es muy culto, o que tiene mucha cultura.

En otro sentido, la palabra cultura se utiliza, sin embargo, para describir un todo que parece determinar el comportamiento de la persona, utilizándose para aclararnos que eso que no comprendemos es normal en “su cultura”. Tal fue el caso de Renato Leduc, el gran escritor mexicano cuando afirmó hace años: “No me explico qué hacen los domingos por la tarde las personas en los países en los que no tienen toros, deben de aburrirse como ostras”. Desdeñando por ejemplo a los deportes, al teatro o al cine, por poner ejemplos. Para él nada como un domingo de toros que para muchos, sin ellos, no es domingo.

renato leduc
Ex poeta mexicano Renato Leduc (Fotografía: Rogelio Cuéllar).

Cantando, pensando, jugando, rezando, comiendo o toreando o haciendo cualquier cosa, estamos expresando nuestras formas de ser, de sentir y de pensar: estamos expresando nuestra cultura. ¿Cómo la expresamos? Poniendo en juego una serie de formas culturales escogidas a las que les damos uso y con las que nos identificamos: nos vamos haciendo a nosotros mismos en la práctica de las acciones del día a día.

Por eso afirmo que acudir a tantos personajes que han amado y hemos amado el toreo –por más prestigiosos que sean– no me parece el argumento principal de su existencia. En mi entender, el que sea parte de la cultura de varios países es un hecho rotundo, por más que algunos pretendan borrarlo de un solo golpe.

Cuando las ponemos en práctica nos identificamos no sólo con nosotros mismos -para reconocernos–, sino con los otros. Este acto de identificación y de construcción de uno mismo no es un camino que se recorra sólo en un sentido, pues nos hacemos a nosotros relacionándonos con los demás, pero los demás también se hacen relacionándose con nosotros, y eso es los que hacemos los taurinos en el mundo. Hoy que está en receso la tauromaquia, me pareció muy importante, recordarlo.


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