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Tribunal en Yucatán confirma suspensión provisional de obras del Tren Maya

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El Tribunal Colegiado en Materias de Trabajo y Administrativa ubicado en el estado de Yucatán confirma la suspensión de las obras del Tren Maya en esa entidad.

Esto se dio luego de que el Tribunal declaró “infundado” el recurso de queja presentado por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), encargado del proyecto, en contra del freno de las obras.

Desde el inicio de las obras en junio del año pasado, cientos de organizaciones civiles y grupos originarios se opusieron a la construcción de este proyecto asegurando que se atropellaban los derechos y garantías de la población y violaba el Estado de Derecho. 

En el fallo emitido este lunes, el Tribunal alega que la ejecución del proyecto traería consecuencias irreversibles, además de un impacto significativo en el medio ambiente. 

¨Con la ejecución del referido proyecto se podría causar un impacto significativo en el medio ambiente, por toda la pérdida de cobertura vegetal, así como el desplazamiento en la flora y fauna, lo cual de ejecutarse sería irreversible¨, reza el fallo.

Tribunal en Yucatán confirma suspensión provisional de obras del Tren Maya
Fotografía: Notimex

Este recurso es provisional en lo que se determina una suspensión definitiva y se resuelve el juicio de amparo a fondo y sólo afecta a las obras del estado de Yucatán, pero el proyecto también abarca otras demarcaciones del sureste nacional como: Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo.

En diciembre del año pasado, también organizaciones civiles y comunidades indígenas metieron amparos para también suspender las obras en Campeche.

Durante una entrevista con la agencia EFE, el titular de Fonatur, Rogelio Jiménez Pons expresó que las asociaciones podrán meter los amparos que deseen, pero que estas no representan a los pueblos originarios, sino son intereses políticos opuestos al presidente, Andrés Manuel López Obrador.

En ese sentido, Rogelio aseguró que el Tren Maya se construirá ¨ a como dé lugar ¨, para este 2021 está pronosticado un avance del 30%.

El Tren Maya es uno de los principales proyectos prometidos por el presidente, el cual tiene un costo aproximado de US$ 6 mil millones. 

Firma SEP convenio para educación en pueblos indígenas

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Para garantizar la equidad e inclusión de los pueblos indígenas en la educación pública de México, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), firmaron un convenio de colaboración.

El instrumento fue firmado por Esteban Moctezuma Barragán, titular de la SEP y Adelfo Regino Montes, titular del INPI. Durante el evento, el secretario de Educación recordó la marginación que los pueblos indígenas han vivido por siglos en México, por lo que se buscará cerrar la brecha por medio de la educación, señaló un comunicado de la SEP.

La firma del convenio se realizó en el salón Nishizawa de la SEP, donde Barragán explicó que “en el nuevo Artículo Tercero de la Constitución, se establece la impartición de una educación plurilingüe e intercultural y considera a las lenguas indígenas como parte central del Sistema Educativo Nacional”, señaló el comunicado.

“Por lo que, con un enfoque intercultural, inclusivo, con equidad y excelencia, se deben garantizar los derechos educativos, lingüísticos y culturales de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes indígenas”, agregó el titular de la SEP.

Por su parte, Regino Montes, titular del INPI. aseguró que el convenio “permitiría materializar los sueños y aspiraciones de vida de los pueblos originarios, sobre todo en el ejercicio del derecho a la educación indígena, intercultural y plurilingüe”.

Identidad y pertenencia cultural: etnia, pueblo, nación

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Acabamos de observar que algunas identidades usuales, como la raza, no permiten una tipología biológica porque la genética de poblaciones ha demostrado que ningún grupo humano presenta un conjunto estable de caracteres hereditarios. Por esta razón, entre otras, la antropología prefiere hablar de etnias, pueblos, naciones o culturas. En la antropología clásica la palabra “etnia” vino a remplazar a “tribu”, un vocablo cargado de tintes peyorativos, y el estudio sistemático y comparativo de las etnias llegó a constituir la ciencia de la etnología, la cual, junto a la arqueología, la antropología física y la lingüística, constituye una de las cuatro grandes ramas de la antropología. En tanto categoría antropológica, una etnia se delimita por una lengua, una cultura, una tradición y una situación geográfica particulares. Las etnias se pueden diferenciar con facilidad aparente en los pueblos que han perdurado a través de centurias o milenios por medio de eficientes tradiciones orales. Muchas veces es posible documentar el desarrollo histórico de un pueblo o de una cultura como un factor definitivo de su condición colectiva.

identidad cultural voladores de papantla
La danza de los “voladores de Papantla” representa un ritual de la etnia totonaca cuya raíz se puede trazar desde las ruinas de El Tajín hasta los actuales habitantes de la región. Se trata de una identidad cultural bien identificada por la historia, la lengua, la tradición y la geografía (fotografía tomada de Wikipedia).

Si bien la palabra etnia tiene mayor coherencia que la de raza, su definición tampoco está exenta de problemas. Por ejemplo, no existe una “esencia étnica” en el sentido de un conjunto de características físicas, mentales o culturales diferenciales, fijas y específicas de un pueblo o de una cultura. Sin embargo se habla del “alma de un pueblo”, idea de indudable encanto, subrayado y reforzado por varias corrientes ideológicas y artísticas admirables, desde el romanticismo hasta la música nacionalista derivada de cantos o danzas populares y por el patrimonio cultural de obras propias del genio creador de una cultura.

Además del concepto de etnia, propio de la etnología y las disciplinas humanas, las ideas afines de “pueblo” o “nación” están arraigadas en el habla cotidiana y son conceptualmente claras porque las personas sienten que pertenecen a un pueblo o nación en términos de lengua, historia, costumbre, paisaje o localidad. Cuando un individuo se identifica a sí mismo con un gentilicio, por ejemplo “soy huasteco”, “soy andaluz” o “soy irlandés”, asume e incorpora como parte de sí mismo aquellos rasgos que caracterizan a su grupo étnico y cultural. En este sentido la identidad comunitaria parece invocar una condición particular que desemboca en el concepto de nación en dos acepciones sucesivas: el conjunto de personas de un mismo origen que hablan un mismo idioma y tienen una tradición común, y el conjunto de habitantes de un país.

Por estas razones, la identidad cultural constituye un rasgo de mucho peso para que una persona se ubique o se identifique como perteneciente a cierto pueblo o nación. Esta identidad abarca categorías cada vez más amplias pero menos definidas porque tiene un gradiente que va desde el centro simbólico del yo situado en el mundo y se diluye hacia fuera; por ejemplo, una misma persona puede afirmar sucesivamente:  soy tuxpeña – soy huasteca – soy veracruzana – soy mexicana – soy americana – soy terrícola. Aunque las últimas identidades son inusuales, son más incluyentes y vale la pena revisar la ficha enviada al espacio exterior por la NASA en 1972 como símbolo de identidad humana.

placa de sonda espacial pioneer
Imagen de la placa colocada en la sonda espacial Pioneer 10, creada por la NASA en 1972. Se puede interpretar como un símbolo de la naturaleza humana y su entorno planetario, aunque las figuras del hombre y la mujer tienen rasgos occidentales.

Los conceptos de etnia, pueblo o nación implican necesariamente a la cultura cuyo estudio sistemático y comparativo es precisamente el objetivo de la etnología. Ahora bien, es difícil establecer y diferenciar con exactitud las características que definen a una cultura, como son la lengua, las creencias y costumbres, el folklore, las faenas, construcciones, obras e instituciones, pues, como lo sugiere la etimología misma de cultura, sus elementos están sujetos a cultivo y cuidado para mantenerse y ser viables. En efecto: toda cultura es cambiante y más que delimitarla como el conjunto ostensible de sus constituyentes en un momento dado, es necesario ubicarla como un proceso emergente de evolución comunal en el tiempo y la geografía. En este sentido se deben tomar en cuenta las constantes aculturaciones, enculturaciones, exilios y transplantes de pueblos y naciones; es decir, la imposición por conquista o dominio, la reubicación y la adopción de rasgos de otras culturas. Esta última tendencia es un proceso generalizado hacia una globalización planetaria, lo cual entraña ciertas ventajas, como la posibilidad de adentrarse y aprender de otras culturas, pero conlleva pérdidas enormes e irreversibles, como la desaparición de lenguas y etnias ancestrales.

Por otra parte, en las sociedades modernas las etnias se disuelven a través del mestizaje y la aculturación. En algunos países, como sucede en México, la mayoría de los habitantes se identifican a sí mismos como “mestizos,” asumiendo una mezcla de indígena y español, una identidad histórica problemática que ha sido analizada con perspicacia en El laberinto de la soledad (1950) de Octavio Paz o en La jaula de la melancolía, identidad y metamorfosis del mexicano (1987) de Roger Bartra. Ha surgido así la entelequia de “el mexicano”, un ser de apariencia brava y festiva pero de fondo herido y nostálgico en espera de una incierta transformación.

identidad cultural con ocatvio paz
Portada de la primera edición de “El laberinto de soledad” y su autor, Octavio Paz, por esa misma época de 1950. Es un ensayo clásico sobre la identidad de “el mexicano” con base en la historia cultural del México mestizo.

En cuanto al lenguaje como posible epicentro de toda cultura, se debe decir que una cultura no equivale precisamente a una lengua materna, pues las hay que son habladas por culturas relativamente distintas, como el español, y porque una misma cultura, como la europea, puede albergar más de una lengua o a variantes claramente reconocibles de ella. Entre los hispanohablantes es fácil reconocer, entre muchas variedades culturales e identitarias, la pronunciación, la jerga o la música propias de comunidades andaluzas, caribeñas o rioplatenses. En efecto: los patrimonios del flamenco, la rumba o el tango expresan magníficamente su ser colectivo, cambiante y ahora interactivo.

Más que una esencia permanente, una etnia o un pueblo presenta un conjunto de características culturales, históricas, institucionales, económicas y lingüísticas que lo diferencian de otros. La suma combinada y emergente de esos rasgos y cualidades es lo suficientemente clara para permitir una identidad fuerte para la mayoría de las personas, la cual provee al individuo de autoestima y bienestar. La identidad y la diversidad se hacen muy patentes en la experiencia humana, pues experimentamos un shock cultural cuando nos sentimos ajenos y desubicados en el seno una sociedad extraña, la cual, a su vez, reconoce a los forasteros, los recela como inmigrantes o los acoge o rechaza como refugiados.

virgen de guadalupe
Detalle del lienzo de La Virgen de Guadalupe, poderoso símbolo de filiación e identidad cultural del pueblo mexicano.

Todo esto lleva a destacar el factor subjetivo propio de la autoconciencia: el hecho que la persona se sienta y se reconozca como miembro de una cultura y se identifique con su pueblo, su etnia o su nación. Este “sentimiento de pertenencia” implica al menos seis factores psicológicos en superposición y amalgama identitarias: (1) el comportamental: la adopción de tradiciones, normas y variante lingüística; (2) el perceptual: la familiaridad con rasgos y costumbres de la cultura propia y la extrañeza con la ajena; (3) el hogareño: el arraigo y refugio en la comunidad, el terruño, el barrio, el paisaje; (4) el afectivo: los sentimientos sociales como el orgullo y el arraigo; (5) el cognoscitivo: la adopción de creencias, saberes y valores; (6) el simbólico: la reverencia e identificación con íconos, insignias, héroes, sitios señalados o patrimonios.


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Epidemias en el México antiguo

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Decir que los antiguos mexicanos eran unos sanotes antes de la llegada de los malosos es un alegato flaco. Simplemente durante la segunda mitad del siglo XV el México antiguo estuvo azotado por fuertes cambios climáticos que resultaron en serias hambrunas y epidemias, obligando a la gente a emigrar. Inclusive la guerra, aparato indispensable para mantener la maquinaria cosmogónica, paró completamente y pueblos enteros se entregaban como esclavos a cambio de algo de comida o vendían a sus hijos por una mazorca. De 1450 a 1454 una tremenda sequía, combinada con fuertes heladas fuera de tiempo, llevó a los pueblos del altiplano a una crisis catastrófica de hambre y enfermedades. Uno de los primeros historiadores novohispanos, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, comenta que por las nevadas que se sufrieron en 1450 “la temperatura enfrió de tal manera que se presentó un catarro pestilencial (influenza), a consecuencia del cual murió mucha gente, en especial de edad avanzada”. Cinco años seguidos de escases de alimentos esenciales para la nutrición, junto con el mal clima, son para borrarle la sonrisa a cualquiera, sin importar clase social.

Otro caso notorio fue el abandono de la ciudad de Tula, un viejo asentamiento poblado desde el 700 d.C. Las causas fueron muchas, pero sobre todo el caidón de una gran epidemia en el año 7 tochtli: de los mil toltecas que quedaban, murieron novecientos.

Por supuesto, para el hombre prehispánico todos los males físicos y sociales eran producto de la voluntad de los dioses, un castigo, una maldición. En su Monarquía Indiana, Torquemada escribe: Cuentan las historias, que pocos días antes de la guerra, apareció en el cielo una gran Cometa… la cual duró hasta el fin de la batalla. Esta señal tuvieron por mal agüero; porque estos indios (también como nosotros los castellanos) conocen de ellas significar Hambres, Pestilencias, y Guerras como en esta ocasión se verificó.

epidemias en el mexico antiguo
Imagen: Wikimedia.

El siglo XVI fue testigo de grandes epidemias y con la llegada de los españoles vinieron nuevas enfermedades que diezmaron categóricamente la población indígena. Si se dice que había más de veinte millones de estos antes de la Conquista, con las epidemias terminaron siendo menos de diez millones. De ahí que tampoco debe echársele la culpa completa al conquistador como el ejecutante principal en el exterminio del indígena, a diferencia de los colonos anglosajones, que ellos sí exterminaron al nativo norteamericano.

Ahora bien, mientras morenos y blancos se acomodaban, entró en este teatro de desavenencias un actor importantísimo en el asunto de las enfermedades: el negro africano: El negro fue un portador de nuevos y terribles padecimientos que aniquilan y debilitan al blanco y al indio por igual. Las embarcaciones llenas de esclavos no sólo transportaban crueldad y sufrimiento humano, sino también las semillas de terribles epidemias y pandemias. Los padecimientos que trajo el negro se volvieron endémicos en el Nuevo Mundo y desde entonces han sido de primordial importancia en la historia, comenta José Luis Martínez en su libro Pasajeros de Indias (2004).

epidemia por negros en Mexico antiguo
Códice Telleriano-Remensis (¿Cómo ves?, revista de ciencia de la UNAM).

La primera desbandada de esclavos negros de España a el Nuevo Mundo fue hacia 1500 a la isla de Santo Domingo (República Dominicana), pero en los siguientes dos años se comenzaron a importar directamente de África en grandes cantidades. Claro, como los indios fueron escaseando, había que traer a alguien que hiciera el trabajo pesado. Inclusive el gran defensor de los indios, Bartolomé de las Casas, fue responsable directo de la explotación del negro en América, pues no sólo participó en su trata, sino que sostenía fervientemente que el negro era más resistente, por lo tanto, podía soportar la labor que estaba destartalando al indio. Aunque en promedio, el 30% de los esclavos se moría en la travesía atlántica, normalmente por disentería, el negro africano no sólo resultó ser más resistente al trabajo pesado, sino también a todas las enfermedades.

enfermedades Mexico antiguo
Imagen: México Desconocido.

Poner en cuarentena a los esclavos era la única manera de prevenir la propagación de enfermedades. Pero muchas veces ésta no se respetaba porque era mucha la urgencia de los amos para que sus chicos se pusieran a chambear. Esto llevó a que se propagaran enfermedades como paludismo, amibiasis, lepra, sífilis y fiebre amarilla. De hecho, la nefasta viruela, quizás la más letal epidemia en América, fue transmitida por un negro infectado que llegó a Veracruz, en 1520, en una de las naves de Pánfilo de Narváez, que venía por órdenes del gobernador de Cuba a corretear al desobediente Cortés. Una crónica atestigua que aquel amigo de la selva salió a tierra, fuelas pegando a los indios de pueblo en pueblo, y cundió de tal suerte esta pestilencia, que no dejó rincón sano en la Nueva España, y en algunas provincias murió la mitad de la gente, y en otras poco menos. Uno de los muertos fue Cuitláhuac, hermano de Moctezuma.

epidemias en el mexico antiguo
Códice florentino (Imagen: Wiimedia).

La segunda gran epidemia en el México antiguo fue el sarampión, que explotó hacia 1531. No murieron tantos naturales como con la viruela, pero el caos no se hizo esperar, ya que también se trataba de una enfermedad desconocida para los nativos, quienes lo llamaron záhuatl tepiton, que quiere decir lepra chica. Otra epidemia fue una que causó también gran mortandad, sin embargo, no se menciona su nombre, pero sí sus padecimientos: “pujamiento con sangre y juntamente con calenturas, y era tanta la sangre, que les reventaba por las narices”. Suena divertida.

Desde antes que se conocieran, tanto indígenas como españoles tenían conocimiento del tifus. Claro, los piojos son tan viejos como nosotros. Pero a mediados de siglo XVI la condenada tifo regresó reloaded cobrando muchas vidas. Hay códices indígenas que representan a los afectados de esta enfermedad con la piel cubierta de manchas parduscas. Inclusive el primer libro de medicina que se publica en América, la Opera medicinalia (1570), de don Francisco Bravo, trata por primera vez, entre otras cosas, sobre esta enfermedad. Como nota curiosa, o inútil, comento que cuando se publicó este libro, al comité encargado de censurar las obras, que era prácticamente de talante inquisitorial, se les fueron dos capitulares –la letra mayúscula que inicia un capítulo, que se agranda y adorna– con motivos eróticos un tanto cachondos.

Opera Medicinalia
Opera Medicinalia de Francisco Bravo (imagen: iberlibro.com).

Se dice que en 1545 cayó la más grande pestilencia (epidemia) sobre la población, causando la muerte de un jalón de más de ochenta mil indios. Un cronista indígena de la época escribió: …se difundió entre nosotros una gran peste, una enfermedad general. Comenzó en Tepéilhuitl. Sobre nosotros se extendió: gran destruidora de gente. Algunos bien los tapó, por todas partes (de sus cuerpos) se extendió, en la cara, en la cabeza, en el pecho, etcétera […] ya nadie tenía cuidado de nadie, nadie de otros se preocupaba. […] Pero a muchos con esto se les hechó a perder la cara, quedaron cacarañados, quedaron cacarizos. Otros perdieron la vista.

Las epidemias más terribles que sacudieron el México antiguo fueron la viruela, sarampión y el tifo. Los indígenas las llamaban de diferente forma, pero también tenían un nombre especial para designarlas a todas ellas: Cocoliztli o peste. ¿Será que de ahí viene la poderosa frase, además muy ad hoc para estos tiempos, ¡nos va a ir del cocol!?

epidemias en el mexico antiguo
Imagen: Wikimedia.

De todas ellas, la viruela fue la más pérfida –inclusive el rey Luis XV de Francia murió de ella–, y ésta no se combatiría sino hasta principios del siglo XIX, curiosamente gracias al imperio español, que fueron los creadores de las campañas de vacunación. Más bien gracias al rey que tenía fama de idiota, Carlos IV, que de su bolsillo pagó una expedición a América, mandando a su médico particular, Francisco Javier Balmis, junto con veintidós niños huérfanos inoculados. Balmis y los niños (vacunas con patas) recorrieron con el dinero del rey de 1803 a 1806 desde Sudamérica hasta América del norte y de ahí a Filipinas, vacunando de manera gratuita a pequeñines a destajo, con lo cual se erradicó el maldito bicho.

Mientras tanto, nuestro indígena del México antiguo nunca tuvo anticuerpos para enfrentar las enfermedades traídas de Europa y África. Si a esto le sumamos las guerras y la imposición de un sistema basado en la explotación, el resultado es una fuerte baja en la productividad, sobre todo en la entonces más importante, la agrícola. Esto desembocó en hambrunas, estableciendo así un círculo infernal e interminable de epidemias y hambrunas. Por otro lado, vino un choque existencial muy canijo: mientras para el viejo indígena una enfermedad era castigo divino, para el nuevo indio era un bien con el cual se ganaba la gracia de Dios, ¿¡tons!?

Fco. Javier de Balmis
Imagen: Revista Metode.

No en balde el empobrecido, vapuleado y confundido indígena prefirió entrarle con gusto a una epidemia que le resultó más soportable, aunque igual de destructiva: el chupe, epidemia que sigue reinando hasta en nuestros tiempos… y seguirá.

P.D. La historia de la “Expedición Balmis” es fascinante y vale la pena leer sus peripecias. El ganador del Premio Planeta, Javier Moro, cuenta la historia de estos niños en su gran libro “A flor de piel” (2015).
También está “Los héroes olvidados” (2011), de Antonio Villanueva.


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Olivia Arévalo y los cantos sagrados de la floresta

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Escucha que afuera alguien la llama por su nombre. Su cuerpo cansado se dirige hacia la puerta. El súbito destello es seguido por un fuerte estruendo. Olivia mira hacia al cielo intentando entender lo que ocurre. Un calor metálico, punzante, le invade el pecho. De pronto todo es silencio. Ronin, la serpiente cósmica, madre de las aguas, creadora de todo el universo a partir de su canto, surge repentinamente ante sus ojos. Se acerca lentamente a sus oídos para susurrar un último íkaro. Su cantar es el más melodioso de cuantos hubiera podido escuchar hasta hoy. La resonancia de sus armónicos vibra intensamente en todo su ser.

La ahora octogenaria Olivia ArévaloPanshin Beka en su idioma tradicional– había nacido en el seno de una familia de médicos de la etnia Shipibo-Konibo de la amazonia peruana. Estos especialistas en la sanación a través del uso de la herbolaria local son los responsables por la salud de su comunidad, la cual en la actualidad se divide en diferentes asentamientos ubicados en las riberas del río Ucayali y sus afluentes. Aquel fatídico día ella no traía puesto su chitonti, la falda tradicional femenina de su pueblo, adornada con un vistoso kené. Estos intrincados diseños geométricos que se aplican sobre la piel de sus cuerpos, textiles, cerámica y toda clase de objetos, tienen la función primordial en la cultura Shipibo no sólo de embellecer, sino también de ofrecer protección. De acuerdo al mito, los múltiples trazos de la piel de la anaconda Ronin sintetizan todos los grafismos del kené existentes y aún por existir, tanto en el mundo material como en el de los espíritus. Su elaboración le es encomendada mayoritariamente a las mujeres, quienes lo crean a partir de su propia imaginación, pero principalmente mediante la observación de la naturaleza. Las simetrías de los dibujos plasmados en plantas, animales y minerales configuran las fuentes de inspiración para generar los fractales complejos de este arte femenino.

Ninas Shipibo
Niñas Shipibo vistiendo la falda tradicional chitonti.

Olivia conocía bien los efectos de la aplicación de las gotas del piripiri en los ojos y ombligo de mujeres y niñas. Esta planta de poder otorga una visión agudizada del kené, tanto en el sueño como en la vigilia, permitiendo de esta manera una mayor destreza en su creación y trazado. Habiendo sido iniciada aún muy joven en los misterios de las plantas medicinales de la selva amazónica, los ojos y oídos terrenales de Olivia lograban atisbos profundos en el reino de lo invisible no sólo a través del consumo del piripiri sino de la poderosa ayahuasca –ambas consideradas manifestaciones materiales de Ronín en el reino vegetal‒. Todo su entendimiento de la vida y del universo integra una vasta herencia, resultado de la relación simbiótica milenaria entablada entre su gente y la naturaleza del lugar.

Elaboración del kené.
Elaboración del kené en textiles.

Por un momento Olivia recuerda el frío de la tierra en las plantas de sus pies desnudos y el olor del bosque tropical al caminar, años atrás, rumbo al templo en donde había sido contratada como onanya junto con otras mujeres de su comunidad. Su trabajo en aquel entonces consistía en participar en rituales de sanación chamánica a través del consumo del brebaje de la sagrada ayahuasca y del canto de íkaros, para turistas extranjeros. Hasta entonces, la práctica del curanderismo había sido un campo reservado casi exclusivamente al universo masculino Shipibo. La iniciación como médico en la sanación era obtenida después de largos períodos de ayuno, reclusión y dietas especiales, bajo la guía de un maestro. El discípulo tendría que pasar por duras batallas trabadas en el ámbito espiritual para obtener las herramientas necesarias para curar. Una vez en estado de trance, alcanzado mediante la toma de pócimas de plantas psicoactivas, las visiones de formas, sonidos, fragancias y sabores revelarían un universo sinestésico en donde el aprendiz interactuaría con diferentes entidades habitantes de realidades paralelas. En su viaje por la dimensión sobrenatural descubre, o le son revelados, íkaros sanadores. Estas melodías, imbuidas de poderes mágicos, se incorporarán a los cantos aprendidos con su maestro para conformar su repertorio musical terapéutico personal.

Desde luego, Olivia atesoraba de manera muy especial sus propios íkaros. Con ellos no sólo podía sanar, sino también ganarse la vida. Mediante su canto tendía puentes entre lo humano y lo no-humano, incluyendo tanto animales y plantas fantásticas como los espíritus de los muertos y deidades ancestrales. Una vez entonado el íkaro, su substancia sónica se alojaría y seguiría vibrando en el cuerpo del paciente, aún después de haber dejado de sonar. Su eficiencia sería resultado directo de la potencia de la entidad de la cual se había desprendido: los Íkaros más poderosos serían engendrados por seres mágicos igualmente poderosos. Con su voz suave, Olivia podía invocar al mundo invisible que de igual manera había atraído en años recientes a un número creciente de occidentales interesados en experiencias exóticas a través de la ayahuasca, del kené y de los íkaros.

Los Shipibo-Konibo han demostrado a través de su historia una gran capacidad de resiliencia y adaptación a la presencia del hombre blanco en su territorio. Las embestidas de las misiones evangelizadoras, la búsqueda de El Dorado y la fiebre del caucho han dejado profundas cicatrices en esta comunidad. En años más recientes, las tensiones generadas por el extractivismo, la expansión de las ciudades, la degradación de ecosistemas, así como la globalización y el éxodo de las nuevas generaciones, han demandado nuevos niveles de resistencia de este pueblo originario, así como de su delicada tradición oral. La complejidad de su cosmogonía, medicina y expresiones artísticas atrajo el interés de estudiosos de los campos de la antropología, lingüística, arqueología y etnografía. Igualmente, las publicaciones sobre los Shipibo-Konibo contribuyeron de manera directa a la popularización de esta cultura en el circuito de la industria del turismo psicotrópico internacional.

Olivia ArévaloPanshin Beka para los suyos– había encontrado un lugar en esta compleja y velozmente cambiante realidad.  Su trágica historia se confunde con tantas otras.  Ahora se siente envuelta por la tierna melodía que resuena profunda en sus oídos. Confundida, toca con sus manos el pecho adolorido. La sangre escurre entre sus dedos dibujando grafismos en un exquisito kené carmesí. Ronin, la anaconda madre de todas las criaturas le canta a Panshin en vano. Su íkaro ya no podrá sanar las heridas que le han ocasionado los disparos de arma de fuego. Su cuerpo se derrumba. La aspereza del suelo invade su boca con un sabor amargo. La mirada de Panshin recorre el azul del cielo. Su voz se apaga, aunque su canto resuena en incontables ecos. Percibe por última vez la fragancia del vuelo de la mariposa cortando el aire.*


*Olivia Arévalo Lomas fue asesinada el 19 de abril de 2018, en la Comunidad Intercultural Victoria Gracia,  Departamento de Ucayali, Perú, en condiciones aún no esclarecidas.