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La Alfabetización Digital en la Agenda 2030

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En 2015 los Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas adoptaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la cual a través de 17 Metas –Sustainable Development Goals (SDGs)– se ha convertido en punto de referencia y plan compartido de acción para promover el desarrollo de las naciones en un contexto de desigualdades mundiales y ante un panorama donde los retos son globales. Temas como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad, la paz y la justicia son abordados por la Agenda 2030 para que, a partir de líneas de acción generales cada país incorpore en sus planes y proyectos de desarrollo las estrategias para atender los rezagos y fortalecer sus logros en todas las áreas sociales. En un plazo de quince años, se ha planteado la posibilidad de superar carencias históricas que han dado como resultado un mapa de desequilibrios mundiales en el acceso a los recursos, al bienestar, a la educación, a la salud. En el contexto de Globalización y derivado de la pandemia por COVID-19 esas Metas de Desarrollo Sostenible son más que necesarias toda vez que la crisis sanitaria ha puesto de relieve otras carencias y debilidades estructurales alrededor del mundo, particularmente en las naciones más pobres, pero también esa misma crisis ha impulsado a fuerza de la necesidad procesos educativos inéditos, proyectos artísticos y de investigación que no se habían experimentado o que apenas se vislumbraban en años anteriores.

La tecnología y sus expresiones contemporáneas han sido de los factores que aceleraron su paso en 2020, trayendo con ello la emergencia de comunidades e individuos para integrarse a los procesos digitales que en 2021 estarán en primer plano. La educación mediada por computadoras, las clases a distancia, el trabajo remoto son sólo algunas de sus expresiones, pero altamente significativas por el esfuerzo de aprendizaje y de uso que ha significado para millones de personas el contacto con la lógica del ciberespacio. 

De esta manera, ya sea que se hable de la investigación científica, del impacto de la digitalización en la vida cotidiana de las personas, de la convergencia mediática o del papel de la educación en el nuevo mapa conceptual del mundo existen herramientas tecnológicas que participan de la realidad de hoy en día e intervienen en todos los procesos educativos, de socialización y organización en todas las comunidades.

Desarrollo Sostenible

Uno de los ámbitos de intervención transversal en este panorama es la Alfabetización Digital, también conocida como Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) o en su versión en inglés, como Media and Information Literacy (MIL), que se refiere a la formación de las personas, de cualquier edad y sin importar su nivel educativo formal, para que obtengan herramientas conceptuales e instrumentales que les permitan fortalecer, ampliar y optimizar su relación con el ciberespacio, la Internet, la WWW y las tecnologías de la información y la comunicación y todos aquellos ámbitos que aterrizan en sus mentes y sus cuerpos a través de gadgets, plataformas e interfaces.

La UNESCO, a través de la iniciativa MIL CLICKS (unesco.org) ha puesto en marcha y a disposición de cualquier individuo, colectivos, gobiernos y empresas una gran cantidad de recursos educativos e información en línea para comprender el papel que las herramientas tecnológicas y los procesos digitales juegan en la cotidianidad y propiciar que cada persona usuaria de un smartphone, una computadora, una tablet, una laptop visualice, y comprenda, su participación en la Ecología Tecnológica y Mediática, no sólo como quien recibe mensajes e información, sino como entidad activa en la producción, diseminación y transmisión de mensajes. Información y formación para una ética en línea. Dar click, reenviar un mensaje, subir una fotografía, marcar “Me gusta”, retuitear un contenido, es hoy una responsabilidad personal. El primer paso es saberlo y asumirlo. Ahí comienza la Alfabetización Digital.


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Un año sin globalización

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Sin imaginarlo en un principio, poco a poco se evidenció nuestra condición por razones sanitarias, de arraigo domiciliario. Está por cumplirse un año nuestro enraizamiento o como llama Arnold J. Toynbee, el famoso historiador inglés, a uno de los dos momentos que en su consideración explican la historia de la humanidad, nuestro, œikoumené, nuestra sedentarización que se opone al tan recurrido Völkerwanderung, la migración, el andar de los pueblos hacia nuevos destinos que ha animado siempre la historia que se acentuó en el último siglo y que hoy parece enrarecido. Porque son migración y establecimiento de pueblos lo que teje el devenir humano.

Hemos vivido en los últimos años una constante corriente de migración en todos los sentidos. La Völkerwanderung se ensanchó en el último siglo. Desde principios de 1900 con el genocidio armenio, la Guerra de los Balcanes y la Gran Guerra, el período de entreguerras europeo y la Segunda Guerra Mundial, vivimos en el planeta las consecuencias de enormes desplazamientos humanos que, por razones económicas, de etnicidad, religión, hambre o ideología, obligaban a las personas a dejar sus países de origen y emprender largos viajes sin retorno: Lampedusa y las barcas rebosantes de migrantes africanos, la frontera mexicana en el norte y el sur, las migraciones norafricanas a Europa, las de Oriente Medio a Inglaterra y Francia, los desplazamientos de Sudán a Somalia, nos proveyeron todas de un imaginario migratorio que hoy está detenido. A él contribuyó también el desarrollo del turismo, de esa forma del viaje que implica literalmente “ir de vuelta”. Ir poco, asegurar el regreso.

migracion y globalizacion
Imagen: Cherry.

Todo el planeta ha sido a la larga de la gesta humana simultáneamente un espacio de migraciones y procesos civilizatorios de sedentarización. Esto hace que nos encontremos todos, sí, absolutamente todos, en algún punto del vector en ocasiones sorprendente e improbable que nos define; todos somos hoy producto de migraciones y procesos sedentarios.

Como seres finitos y egocéntricos, que solemos mirarnos el ombligo, las personas pensamos por lo general en estos procesos a la escala de nuestra finitud, digamos de la generación de nuestros padres a la de nuestros hijos, unos 100 años más o menos. Creemos que el mundo es así, como lo percibimos con esa miopía. Sin embargo, los instrumentos de la historia nos auxilian en lo comprensión de estructuras más amplias para ofrecernos una suerte de apofenia –que conecta datos aparentemente aislados o sin sentido expreso–, y hace entender las limitaciones de nuestra percepción, haciendo a la vez evidentes –cuando observamos los fenómenos en una escala mayor– lógicas distintas que hacen evidente lo que esconde nuestra miopía.

Henos aquí hoy, recogidos en nuestros espacios y sumidos en nuestras referencias, revisando el folklore, tejiendo añoranzas y aumentando a la escala del vacío de nuestras vidas, la realidad y las penas de los otros, esos otros que sólo vemos en la pantalla de nuestro celular, de la computadora o el set de televisión. 

Un año sin globalización aparente, sin que nos movamos físicamente en el espacio, es un período también en que la mundialización se redefine. Un año de humana y frágil condición procurada por la enfermedad que a todos nos pone bajo el mismo rasero y nos hace a todos kleine Mensch (personitas), humanos vulnerables, prudentes los unos y miedosos otros ante lo desconocido.

covid y globalizacion
Imagen: Brian Stauffer.

En el camino hemos visto emerger políticas y políticos que acercan todos unos discursos en imperativo que interpreta los hechos. La condición lega en esos liderazgos circunstanciales aparentes, amplificados por las redes y los medios, una posición inflada por las circunstancias. De Angela Merkel a Bolsonaro, de Donald Trump a Xi Jinping, de AMLO a Akufo-Addo de Ghana. Las estadísticas varían y confunden, todas sin embargo reflejan la debilidad humana para vencer con la palabra, los contundentes hechos. Escuchaba hace poco al del Papa Francisco decir con tono seco:

Dios perdona siempre
Nosotros lo hacemos a veces
Pero la naturaleza no perdona nunca…

Para algunos la condición pandémica que flagela a la humanidad es consecuencia del deterioro planetario y de la ambición por el control de la biología, más que de su comprensión y de la capacidad de recorrer, descubrir y vivir el planeta-casa sin necesariamente lastimarlo. Para otros, es resultado de la sucesión de errores políticos, algunos piensan que se trata de un “mal” diseñado, otros que es un negocio programado. Lo cierto es que a la escala del individuo este tema duele mucho, en todas las familias se vive hoy la consecuencia de una pérdida significativa.

Ante este fondo común de realidad, vemos emerger una positiva conciencia de identidad humana. La olvidada identidad de las personas que es, sin embargo, meta de la especie que aparece hoy ante nosotros. Este año sin globalización física es un año de comunicación real donde hemos aprendido a decir y a ser de un modo más esencial, a transmitir de manera más funcional, a querernos sin pasar por el abrazo vacío y a reconocer en la mirada del otro, en la nuestra misma, un relato que viaja desde el interior de las personas. Es ésa la lección de doña pandemia y la de un año sin globalización. Busquemos aprenderla, a sonreír con la mirada y a mostrar nuestro dolor común también.


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China: estrategias y planes para 2025 y 2035

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China, la primera economía del mundo desde 2014 según el Fondo Monetario Internacional y calculado mediante la paridad de poder adquisitivo (PPP), tomó a finales de octubre de 2020 iniciativas y medidas cruciales para 2025 y 2035. En América Latina y el Caribe, así como en México, pocos medios informaron al respecto: seguimos ensimismados en nuestro vecino del norte y con poca capacidad institucional de comprender a la República Popular China.

El 29 de octubre culminó la quinta sesión plenaria del XIX Comité Central del Partido Comunista de China (PCC) concluyendo sobre objetivos de largo plazo (2035) y propuestas para el XIV Plan Quinquenal para 2021-2025. Los resultados son relevantes globalmente y para México.

En el largo plazo (2035) –y con base en planteamientos de Xi Jinping en 2017 de “básicamente realizar la modernización socialista”, “alcanzar los niveles de países moderadamente desarrollados” en 2035 y “desarrollar a China en un gran país moderno y socialista” en 2049 (coincide con los 100 años de la fundación de la República Popular China)– destacan los objetivos de profundizar la “modernización socialista” y convertirla en un “líder global en innovación” (sin definir metas de crecimiento económico, aunque con un crecimiento entre el 5% y 6% anual pudiera duplicar el PIB per cápita a más de 20,000 dólares en 15 años), incluyendo objetivos ecológicos y de cooperación global, entre otros.

Xi Jinping
Xi Jinping, presidente de la República Popular China (Imagen: Ok Diario).

En el mediano plazo (2025), y en el marco del XIV Plan Quinquenal, enfatiza un “nuevo paradigma de desarrollo” con base en su economía de mercado socialista y el concepto de “circulación dual”, es decir, reconociendo la relevancia de los factores económicos que llevaron a su crecimiento vía exportaciones, pero ahora destacando también su mercado doméstico. En ambos escenarios la “reunificación nacional” con respecto a Hong Kong y particularmente Taiwán, son elementos indispensables. De igual forma, la cooperación con el mundo –“una comunidad con un futuro compartido para la humanidad”– sigue siendo un aspecto crucial en el proceso de “globalización con características chinas” propuesto desde 2013.

¿Qué implicaciones tienen estos planteamientos de mediano y largo plazo para países como México?

Por un lado, comprender que China buscará un cambio “cualitativo” en su crecimiento económico y desarrollo, en el cual por ejemplo el medio ambiente –así como la erradicación de la pobreza y la disminución de las brechas entre el campo y las ciudades–jugará un papel de creciente importancia. A diferencia de las décadas anteriores, China enfatizará la calidad de su desarrollo e incremento en la calidad de su población, sin descartar el objetivo de un sustantivo incremento en el PIB per cápita hasta 2035. La comprensión e integración por parte de México a estos objetivos específicos –por ejemplo en términos del comercio, la inversión y/o el turismo– serán fundamentales: no se trata de propuestas abstractas, sino sumamente concretas y puntuales, como lo son las iniciativas y medidas de China para 2025 y 2035.

china y mexico
Imagen: El CEO.

Desde una perspectiva mexicana –y considerando las crecientes tensiones de Estados Unidos con China– es crucial el énfasis en el mediano y largo plazo y de que China se convierta en un “líder global en innovación”, es decir, continuará escalando procesos y productos en segmentos de cadenas globales de valor como autopartes, automotriz, electrónica, robótica, telecomunicaciones y nuevos servicios (como la inteligencia artificial y nuevos medios de distribución). Lo anterior es relevante en su relación con ALC –la brecha tecnológica en el comercio bilateral seguramente continuará ensanchándose– y particularmente con Estados Unidos, Japón y la Unión Europea: las “tensiones” en torno al liderazgo tecnológico y en la innovación continuarán in crescendo en el futuro –y más allá de futuras administraciones en Estados Unidos–: de la 5G a semiconductores y al transporte autónomo, la robotización, Inteligencia Artificial y el e-commerce (Alibaba, entre otros), China profundizará su presencia e independencia tecnológica.

Para terceros países como ALC y México, lo anterior planteará un creciente dilema, ya que las tensiones entre Estados Unidos y China no se esfumarán, sino que crecerán en todos los ámbitos imaginables y requerirán de constantes decisiones ante respectivas presiones: de la 5G, automóviles eléctricos, proyectos de infraestructura, inversiones, intercambios culturales y académicos (…); en todos estos casos el concepto de “nuevas relaciones triangulares” será fundamental, es decir, reconociendo la todavía hegemonía estadounidense será innegable la competencia china y su incentivo –tecnológico, de precio, calidad, etc.– ante múltiples presiones.

Sólo nos resta estar preparados para un “ambiente denso” en el mediano y largo plazo (2025, 2035), ¿será?


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¿Pandemia versus globalización?

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Más allá de los desafíos inmediatos de salud pública y para la economía, así como los relacionados con la “nueva normalidad” o “economía de bajo contacto” a corto y mediano plazos, el COVID-19 puede dejar como legado transformaciones estructurales de gran calado. Ése pareciera ser el caso del proceso de globalización, al tomar fuerza tendencias de freno o reversa que ya previamente mostraban impulso.

Se ha hablado mucho de la pandemia como botón de aceleración (fast forward), como si se adelantara el futuro. Eso ya ocurre, por ejemplo, con la incorporación acelerada a de las tecnologías de la información a todos los ámbitos de las actividades humanas. Sin embargo, las grandes crisis también pueden detonar o dar cauce a regresiones: a que se den pasos hacia atrás, como si se apretara el botón de regresar (Rewind).

Al menos desde hace cinco años eran notorias las inclinaciones nacionalistas y proteccionistas, y desde el 2018 con tensiones crecientes y abiertas entre potencias, sobre todo de Estados Unidos y China. Asimismo, ya eran frecuentes las muestras de menosprecio o abierto ataque a instituciones y organismos multilaterales y de gobernanza internacional, desde la Organización Mundial de Comercio hasta Naciones Unidas. Ahora estas actitudes se replican, como ocurre contra la Organización Mundial de la Salud, a partir de las amenazas de la administración Trump y la cancelación del pago de las cuotas de Estados Unidos.

En suma, la pandemia, que por su misma naturaleza demanda medidas de distanciamiento, se da en un mal momento para la globalización. Justamente en ese caldo de cultivo de movimientos populistas proclives al nacionalismo y al proteccionismo, en parte producto de contradicciones y problemas estructurales de la misma globalización.

pandemia trump
Ilustración: Zakeric.

Apenas empezaban asimilarse las consecuencias y las lecciones del crack financiero del 2008-2009 cuando nos explota una crisis aún más compleja.

En ese escenario, para un país como México, por su condición geopolítica y su exposición al mundo, es fundamental –crítico– tener una lectura completa al respecto, tanto de los retos y las amenazas como de las oportunidades. Hay mucho que perder si la visión y la respuesta son erradas, aunque también podríamos salir ganando, con la postura adecuada.

¿Adiós a la globalización?

Hoy hemos visto cómo China presiona para imponer un nuevo marco de seguridad en Hong Kong que pudiera violentar el tratado de 1984 que creó el estatus de “un país, dos sistemas”, el cual supuestamente debería extenderse hasta el 2047. Esto podría derivar en repercusiones geopolíticas y económicas de gran alcance, al estar de por medio un centro neurálgico tanto para el sistema financiero en Asia como, por la relevancia de su puerto, para el comercio global. En respuesta, Estados Unidos ha amenazado con retirar el trato especial a la ciudad. La cuestión es que esto es sólo una arista del antagonismo.

Durante la pandemia y previamente, la administración Trump lo mismo ha escalado la ofensiva contra Huawei, en una pugna cada vez más abierta por el liderazgo global en el desarrollo de las telecomunicaciones, que acusado a los chinos de una presunta responsabilidad para que el COVID-19 se propagara sin control. La competencia incluso de da en una carrera vertiginosa por el desarrollo de la primera vacuna contra el virus.

Simplemente consideremos la significación de que el Representante de Comercio Robert Lighthizer publicara en el New York Times un artículo con este título: “La era de la deslocalización de empleos de EE. UU. ha terminado” (11 de mayo). Ahí, precisamente se resalta que las crisis aceleran cambios y adelantan acciones por venir “después de derrotar esta enfermedad”: “devolver los empleos a Estados Unidos”.

Las potenciales implicaciones rebasan por mucho a las relaciones con China. Como señalamos, le atañen a México.

desempleo por pandemia
Ilustración: Otto Dettmer.

Hay que tener en cuenta que una alternancia en el gobierno estadounidense no implica necesariamente una situación distinta, pues la ofensiva no viene sólo de la Casa Blanca. Para muestra un botón: se ha reportado que legisladores tanto republicanos como demócratas trabajan en propuestas para presionar a las empresas para que saquen sus operaciones de proveeduría estratégica de China y las lleven a Estados Unidos, lo que incluiría estímulos fiscales, nuevas regulaciones e incluso subsidios, incluyendo un “fondo de reubicación” dotado inicialmente de 25 mil millones de dólares.

No son sólo propuestas y palabras. Ya hay acciones concretas en marcha, como una legislación con respaldo bipartidista para que el gobierno canalice miles de millones de dólares en estímulos a la industria de semiconductores con un propósito fundamental: llevar de vuelta a Estados Unidos operaciones de investigación y producción.

¿Más robots?

No sólo pesan los factores geopolíticos: éstos se refuerzan con nuevas capacidades industriales que dan viabilidad e inclusive rentabilidad a la relocalización productiva. En un artículo revelador publicado en el portal del Center for Economic and Policy Research, “COVID-19 could spur automation and reverse globalisationto some extent” (28 de abril), se da cuenta de cómo podría acelerarse la automatización y una reversa –“hasta cierto grado”– a la globalización.

Los autores, Deborah Winkler y Adnan Seric, de la Organización de Desarrollo Industrial de la ONU, exponen que, mucho antes de la epidemia, firmas globales han recurrido a elementos del concepto Industria 4.0 para mitigar riesgos de disrupción de sus cadenas de suministro, incrementar la resiliencia y mejorar los estándares de sus productos: lo mismo con el esquema de fábricas inteligentes que impresión 3D. Todo ello hace más factible el traer de vuelta a sus países sede partes de las líneas de producción con un costo-beneficio competitivo: pueden así estar más cerca de los principales mercados de consumo (China, Estados Unidos, Europa, Japón) y consolidar varios procesos regionalmente o en un sólo sitio.

“Hacer frente a esta pandemia podría acelerar algunas de estas tendencias de los últimos años, incluida la adopción de tecnología y el uso de nuevos datos”, señalan los investigadores, que ponen ejemplos como la incorporación de robots para suplir a trabajadores en la industria del vestido en Bangladesh, como medio de adaptación para alzas en la nómina. La automatización y la relocalización, desde el punto de vista de estas multinacionales, pueden ayudar a reducir la dependencia en la cadena de abasto internacional, particularmente la de manufacturas de bajo costo de mano de obra.

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Ilustración: Tech Hive.

Reversa provisional, pero disruptiva

En medio de las noticias sobre los problemas inmediatos de la pandemia, la influyente revista británica The Economist, siempre abierta partidaria de la globalización, publicó hace unas semanas un artículo de lectura obligada para entender lo que viene: “Has covid-19 killed globalisation?” (14 de mayo).

En su visión, el sistema abierto de comercio, que ya estaba herido por el colapso financiero del 2008 y la guerra comercial chino-estadounidense, ahora recibe un tercer duro golpe en apenas una docena de años.

Como la publicación, muchos consideramos que la globalización es irreversible, lo mismo por razones históricas que tecnológicas que hacen prácticamente inevitable el acercamiento y la integración humana. De hecho, coincidimos en que es necesario y urgente que se resuelvan dilemas estructurales para que ese proceso se profundice.

Varios de los grandes desafíos de la humanidad sólo podrán ser superados con más y no menos globalización: por ejemplo, el cambio climático, las distorsiones económicas que reproducen las desigualdades y las crisis migratorias, así como las propias pandemias, que si bien requieren políticas efectivas en cada país, también necesitan cooperación y coordinación internacional efectiva.

Sin embargo, son claros los síntomas de esta reversa que, aunque provisional, no dejará de tener efectos altamente disruptivos:

El número de pasajeros en Heathrow disminuyó en un 97% interanual.
Las exportaciones de automóviles mexicanos cayeron un 90% en abril.
El 21% de los viajes transpacíficos de contenedores en mayo ha sido cancelada.
Se estima que el comercio mundial de bienes puede reducirse entre 10 y 30 por ciento este año.
En sólo los primeros 10 días de mayo, las exportaciones de Corea del Sur cayeron un 46% interanual, la peor disminución desde 1967.
Alrededor del 90% de las personas vive en países con fronteras en gran medida cerradas. Muchos gobiernos se abrirán solo a países con protocolos de salud similares.

economia, pandemia y globalizacion
Ilustración: Bill Bragg.

Tendencias previsibles

De acuerdo con The Economist, a medida que se reabran las economías, la actividad podría recuperarse, pero no esperemos un rápido regreso a un mundo sin restricciones de movimiento y libre comercio.Lo más probable es que la pandemia “politizará” los viajes y a la migración, aún más de lo que estaban. En Estados Unidos, Trump quiere reducir aún más la inmigración, aduciendo que los empleos deben ir a los estadounidenses. Otros países le seguirán, con un sesgo hacia la autosuficiencia.

Naciones tan cercanas como Francia y Gran Bretaña han tenido frecuentes fricciones por las reglas de cuarentena, en plena era Brexit. China ha amenazado a Australia con aranceles punitivos por exigir una investigación sobre los orígenes del virus. Estados Unidos y China siguen en pie de guerra sobre el comercio.
A pesar de algunos casos de cooperación durante la pandemia, como los préstamos de la Reserva Federal, Estados Unidos se ha mostrado reacio a actuar como líder mundial o súper potencia, como lo intentó tras la caída del bloque soviético.
Esta sacudida hacia adentro debilitará la recuperación, dejará a la economía vulnerable y propagará la inestabilidad geopolítica.
En todo el mundo, gran parte de la opinión pública se está alejando de la globalización. Y esto es sólo el comienzo.
El comercio sufrirá a medida que los países abandonen la idea de que las empresas y los bienes reciben el mismo trato sin importar su procedencia.
Los gobiernos y los bancos centrales están pidiendo a los contribuyentes que suscriban a las empresas nacionales a través de sus paquetes de estímulo, creando un incentivo enorme y continuo para favorecerlos.
Y el impulso para llevar las cadenas de suministro a casa en nombre de la resiliencia se está acelerando. The Economist pone el ejemplo de India: el llamado explícito de su Primer Ministro a “una nueva era de autosuficiencia económica”.
Otros más: el estímulo japonés COVID-19, que incluye subsidios para empresas que repatrían fábricas, mientras, del otro lado del mundo, los funcionarios de la Unión Europea hablan de “autonomía estratégica” y están creando un fondo para comprar participaciones en empresas.
El comercio digital prospera, pero su escala es modesta. Se estima que las ventas al exterior de Amazon, Apple, Facebook y Microsoft equivalen a sólo el 1.3% de las exportaciones mundiales.

La pregunta es: ¿dónde queda México? ¿Qué vamos a hacer? Voltear a otra parte no servirá de nada. Hay que pensar y actuar estratégicamente, en función de nuestras circunstancias. Con base en fortalezas como las que hemos construido en materia industrial y de nuestra red de tratados de libre comercio, incluyendo el TLCAN. Hay retos y amenazas, pero también oportunidades. Proponemos abordar este balance SWOT en el próximo comentario.

Algo es seguro: ensimismarnos en los problemas internos y la polarización política en nada ayudan. El mundo no va a detenerse ni nos esperará.


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El mundo está globalizado, cuidemos los riesgos

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Lamentablemente el coronavirus nos está haciendo reflexionar y replantear paradigmas que en un mundo globalizado dejamos de cuestionar y, consecuentemente, estamos pagando un alto costo tanto en vidas como económicamente por no habernos protegido de manera correcta.

Me parece que una gran lección a aprender es que en un mundo globalizado, el manejo de riesgos debe ser no sólo prioritario sino fundamental, el mundo se globalizó muy rápido y sin que los diversos países se pudieran poner de acuerdo en las reglas fundamentales, cuando más bien, el comportamiento de cada país se mueve según los muy particulares intereses de cada uno de ellos, y dejando en segundo término el interés general de todos los que habitamos este planeta.

Si esto es correcto, no nos queda más remedio, tanto como países, empresas, instituciones públicas y, en lo particular, de minimizar los riesgos de la globalización.

Hoy estamos enfrentando una pandemia a nivel global y, sin embargo, cada país está implementando soluciones distintas y en tiempos distintos, lo cual con la tecnología y las comunicaciones que se tienen, me resulta totalmente incongruente.

riesgos globales
Ilustración: Shutterstock.

Pero lamentablemente eso es lo que hay y, por lo tanto, debemos mitigar los efectos disminuyendo los riesgos en cada una de las diferentes ramas donde nos toque interactuar.

En el ramo industrial muchos caímos en la tentación de comprar los insumos que requerimos donde encontramos la mejor relación precio-calidad, sin tomar en cuenta que si, por ejemplo, compramos el 100% de las partes requeridas en China por ser más baratas y, de repente, quedó parada su industria, hay casos en los que lamentablemente tendremos que parar las fábricas por falta de algún insumo que probablemente no represente un porcentaje alto del total, pero no tenemos alternativas.

Después de sufrir esto, es lógico entender que debemos tener más proveedores en otras latitudes aunque sean más caros, ponderando la compra, pero diversificando los riesgos.

Lo mismo también sucede en el gobierno, específicamente en el sector salud.

En algún momento se pensó en que la compra consolidada debería bajar los precios de adquisición, y en un principio resultó cierto, se consiguieron mejores precios, pero a la larga se fueron consolidando enormes proveedores con mucho poder y sin competencia. Con el paso de los años, obviamente empezaron a tomar ventajas dada su privilegiada condición, lo que provocó finalmente un rompimiento y el desabasto que esto implicó.

riesgos de salud
Ilustración: Nexos.

Por eso creo que al ser el gobierno un comprador tan grande, debe diversificar los riesgos y garantizar que siempre haya competencia y opciones para satisfacer sus requerimientos, pero el consolidar las compras, en el largo plazo, el hecho de no diversificar los riesgos cobrará su factura en circunstancias que muchas veces es imposible predecir; tal como estamos sufriendo lamentablemente por el coronavirus, que llegó sin avisar y está saliendo carísimo tanto en términos de salud para los mexicanos y, por supuesto, también en lo económico.

La lección es sencilla, al comprar los insumos que necesitaremos en un lapso amplio de tiempo, será mucho más exitoso tener cuando menos dos o tres proveedores. Desde luego, con riesgos distintos para comprar los insumos que necesitamos, ponderando la compra, pero nunca dándole a alguien el total.

En un mundo globalizado, debiera haber muchas opciones, no las cerremos.

Entiendo que son tiempos en que las economías pararán temporalmente, pero la realidad es que con las tecnologías que existen hoy, es imposible que el mundo se cierre.

Seamos inteligentes y prudentes, planeemos nuestras compras diversificándolas, eficientándolas, y bajando nuestros riesgos.


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Gobernar México en la globalización

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Si bien es cierto que México es formalmente una república, representativa, democrática, laica y federal, todos sabemos que de ello hay poco o nada en la manera de gobernar nuestro país, en sus casi 200 años de vida independiente.

Sin embargo, a partir de la alternancia democrática en el Poder Ejecutivo Federal, se presentaron al menos dos fenómenos: el fortalecimiento de la independencia de las ramas legislativas y judiciales a nivel federal; una creciente independencia política de los gobiernos estatales y los ayuntamientos; y, por otro lado, de gran importancia la dotación de autonomía a diversos órganos del Estado Mexicano tales como: el Banco de México, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información, y, de particular valor, la autonomía al Instituto Nacional Electoral. Incluso se llegó a plantear la posibilidad de una evolución del modelo presidencial mexicano hacia uno semi-presidencial, como el modelo francés.

EN PERSPECTIVA, es posible una reforma estructural de fondo, que lleve nuestro modelo de gobierno a un horizonte nunca visto. Un Modelo de Gobierno Mixto, que agregue a la ecuación un Cuarto Poder, a la manera de la aristocracia griega o los cónsules romanos, que permita que los mejores mexicanos, los más ilustres e ilustrados, puedan ser una garantía al buen rumbo de la nación en medio de los nuevos retos de la globalización y las necesidades especiales de los ciudadanos millennials y centennials.

De esta manera, sin renunciar a la democracia, se puede proteger al país de sus distorsiones. Al parecer, ésa sería una buena ruta evolutiva para nuestra gobernanza.

O ¿usted qué opina, estimado lector?


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Hacia un nuevo paradigma del desarrollo global

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En medio de las turbulencias políticas en varias regiones del mundo, entre ellas, en América Latina y ante el riesgo de una recesión económica global, es oportuno reflexionar sobre la necesidad de un cambio de paradigma sobre el desarrollo global. Las actuales estructuras políticas y económicas parecen claramente rebasadas para la solución de la problemática contemporánea y para enfrentar los retos que nos depara el futuro tanto en el corto como en el largo plazo.

Por ese motivo quiero traer a la atención del lector el último informe presentado al Club de Roma, que recientemente se publicó en español: “Come on! Capitalismo, cortoplacismo, población y destrucción del planeta”. Señalo que es oportuno comentarlo nuevamente porque ya efectué un comentario en estas páginas cuando se publicó hace unos meses en inglés.

Estoy convencido de que este libro es de enorme trascendencia para el análisis y la solución de la problemática global. El Club de Roma cumplió recientemente 50 años de su fundación. El informe contenido en este libro se inscribe en la tradición de los más importantes reportes que ha patrocinado el Club de Roma como lo fue “Los límites del crecimiento”  o más tarde “La primera revolución global”. Es un texto en el que se reitera la tradición del enfoque transdisciplinario, multisectorial, para lograr una visión holística, global, y sobre todo de largo plazo.

El Club de Roma ha publicado numerosos informes, muchos de ellos en el plano de la prospectiva y de los estudios de futuro, pero este reporte está inscrito más en el campo de la reflexión. El contenido es una propuesta de análisis sobre el presente y el futuro, sobre la situación que tiene el mundo y las causas que nos llevaron al actual estado de cosas, así como las propuestas de soluciones en la problemática global. Se trata de salvar al planeta, nuestra casa común, pero también vencer los desequilibrios que nos hacen habitar en un mundo tan desigual y por lo mismo tan inestable.

El libro pone en manos del lector la agenda global contemporánea y plantea con claridad los retos que deberá enfrentar la humanidad en el siglo XXI. Pero sobre todo, señala su confianza en que el ser humano sabrá superar los obstáculos que se le presenten.

Problemas sociales.
Ilustración: Stuart McReath.

El mundo vive un profundo cambio de época en todos los sentidos, como la inestabilidad política internacional, el crecimiento demográfico global, la nueva composición de la población con el envejecimiento de la misma, la cuarta transformación tecnológica- industrial que modificará muchos aspectos de la vida económica y social, pero enfrenta particularmente la acelerada destrucción de la naturaleza y el ambiente, del cual el cambio climático es una expresión, así como la sobreexplotación, con frecuencia hasta su agotamiento de los recursos naturales en un mundo finito.

La inestabilidad política internacional está relacionada con el hecho de que, de la actual población mundial, que alcanza casi 7,700 millones de personas, alrededor de 4,000 mil millones, esto es, más de la mitad, viven en situaciones extremas de diverso tipo, entre los que se incluyen conflictos bélicos, tiranías, sequías, inundaciones, hambre y pobreza absoluta.

Asimismo, enfrentamos crecientes problemas por el cambio climático, la escasez de suelo fértil, y la extinción masiva de especies. Frente a esos desafíos, las Naciones Unidas aprobarán por unanimidad la Agenda 2030, los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

De igual forma, diversos grupos como el propio Club de Roma han elaborado estudios prospectivos hacia el 2050, lo cual nos ayuda a tomar decisiones con visión de largo plazo.

El libro se divide en tres partes. La primera está dedicada al análisis que postula que las tendencias actuales no son en absoluto sostenibles. Se analizan los diferentes tipos de crisis, desde la creciente desigualdad y la persistencia de la pobreza en algunas regiones del mundo, con la paradoja de que en otras áreas como en varios países del Asia-Pacífico, nunca tantas personas han salido de la pobreza. Se señala el problema de una economía internacional en la que la especulación financiera, y la concentración del ingreso y la riqueza siguen siendo una de las causas de la desigualdad actual. Un mensaje particularmente importante es que estamos aplicando soluciones basadas en teorías y creencias formuladas para resolver los problemas de un mundo vacío, y no para la realidad actual de un mundo saturado.

Humanidad.
Ilustración: Jun Cen

Se destaca la actualidad y relevancia de los límites del crecimiento, el informe del MIT al Club de Roma publicado en 1972. Al respecto se describe la problemática derivada del Cambio Climático, así como de los 9 límites planetarios.

Se plantean las características fundamentales de la era del antropoceno. Por supuesto, una parte central del libro es el desafío climático, así como una descripción de las posibles soluciones. También es importante destacar el aspecto demográfico, la agricultura y la alimentación; la Agenda 2030 de Naciones Unidas y sus contradicciones; la transición de un mundo vacío a un mundo lleno. En esta edición hay un anexo sobre los límites materiales planetarios.

La segunda parte del libro está dedicada hacia la necesidad de la construcción de una nueva lustración; los errores filosóficos del dogma del mercado, con especial referencia a la manipulación del pensamiento de Adam Smith, David Ricardo y Charles Darwin. Hay una severa crítica a la filosofía reduccionista que es plana e insuficiente, así como al divorcio entre la teoría, la educación y la sociedad, pero sobre todo a la necesidad de la búsqueda de nuevos equilibrios entre el hombre y la naturaleza; entre el corto y el largo plazo; entre lo privado y lo público, entre otros.

La tercera parte del libro está dedicada tanto a las soluciones globales como a las específicas. Es necesario construir una economía regenerativa, rediseñar todo. Se exponen casos de éxito en la India rural; los principios de la economía azul, planteados por Gunter Pauli; la transición energética; las políticas agrícolas sostenibles; la urbanización regenerativa: la ecópolis, los casos de Adelaida y Copenhague; la economía circular; la necesaria reforma del sistema económico, la importancia de medir el bienestar no sólo el PIB; e inclusive un análisis del papel de la sociedad civil y el liderazgo colectivo. Se enfatiza la necesidad de la acción global para el establecimiento de normatividad a escala mundial así como de las acciones en el ámbito nacional, las reformas instrumentadas en países tan diferentes como China y Bután, así como de la educación para una civilización sostenible. Este libro es un llamado a la acción colectiva y se puede obtener vía Kindle.

En suma, se trata de un estudio que contiene la discusión actual de la agenda global y sus posibles soluciones.

Un mundo abierto e interconectado

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De la mano de un cambio tecnológico vertiginoso, en apenas dos décadas, el siglo XXI ha transformado la manera en que nos relacionamos unos con otros, y las expectativas de futuro.

Vivimos en y a través de un mundo abierto e interconectado, regido por una globalización; realidad palpable e irreversible, seña de identidad básica del siglo XXI.

En el tránsito de un siglo a otro, de una época a otra, habrá quien siempre asuma la aldea, y la visión aldeana de la realidad, como un refugio.

Como todo parteaguas, la Primera Guerra Mundial ha de ser vista como un acontecimiento entremundos.

Es decir, que en sí mismo significa como la frontera entre un tiempo y otro. Última guerra del siglo XIX, y primera del siglo que ella misma inauguraba.

El desarrollo de la máquina de vapor, el telégrafo, el foco, el automóvil, la pasteurización, la expansión de los ferrocarriles, la sustitución del fiero por el acero, el desarrollo de los explosivos, entre muchos otros avances, marcarán el preámbulo del siglo XX.

Llamada también la primera globalización, la 2ª Revolución Industrial tiene su apogeo justamente entre 1860 y 1914, los años que preceden a la guerra.

Hace tan sólo unos días, el mundo, una parte de él, cuando menos, celebró el año 101 del cese al fuego en la primera gran guerra. 

El conflicto, desarrollado entre 1914 a 1919, y que pudiera haber cobrado la vida de hasta 30 millones de seres humanos, significa en sí, a la par de su sangriento saldo, por haber sido el primer escenario en donde a gran escala la tecnología prueba su condición no neutral.

Conectividad global.
Imagen: Market competition.

De modo premeditado o no, determinar eso no es lo central ahora, el hecho concreto es que la Primera Guerra Mundial se torna en un gigantesco y macabro laboratorio y espacio de prueba para parte del desarrollo tecnológico de la época.

El uso de la tecnología para fines de la humanidad es tan remoto, o más que la propia aparición de la idea, y la posterior concreción, del monumental Caballo de Troya.

Lo singular, sin embargo, en el caso de la Primera Guerra Mundial son dos cosas. La escala, que es tan grande como nunca lo había sido, por un lado.  Y, por el otro, el hondo abismo en el que derivó el vasto optimismo con que los avances tecnológicos registrados entre 1860 y 1913 invistieron la visión de futuro.

La tecnología, se ha dicho una y otra vez, a la sombra de una definición que corresponde a Manuel Castells, no es buena ni mala; pero tampoco neutral.

Hace un año, el 11 de noviembre de 2018, en París, 50 líderes mundiales se reunieron para dar testimonio de la trascendencia del armisticio de Compiègne.

En ese tiempo, el año que transcurrió entre el centenario del Armisticio y la más reciente celebración ocurrida días atrás, más de 400 millones de personas más se conectaron a Internet.

 De acuerdo con lo que se conoce como The Global State of Digital, en 2018 había un poco más de cuatro mil millones de personas conectadas, este número registró un crecimiento superior al 10%.

En el lapso de un año, entre octubre de 2018 y octubre de 2019, el número de usuarios únicos de líneas móviles telefónicas creció en más de 120 millones.

Mientras la población total del planeta creció en apenas 1%, resulta más que notable el incremento superior al 15% que tuvo el uso de redes sociales, a través de celulares, al sumar a casi 480 millones de personas a este tipo de interacción.

Este crecimiento, sin embargo, presenta la misma problemática que muchos otros tipos de bienes y servicios a nivel planetario: la asimetría, la inequidad.

La calidad y costo del servicio sigue colocando a una buena parte del planeta como mero espectador de la Era digital.

Kenia.
Fotografía: El País.

Baste sólo mencionar que en África meridional (Burindi, Gabón, Kenia, entre otros) la cobertura alcanza cuando mucho a un 12% de la población.

Por su parte, en África del Este (Somalia, Yibuti, Uganda, entre otras naciones) la penetración a duras penas llega al 32%.

La paradoja es clara. Ahí donde más se necesitan las telecomunicaciones y el acceso a los bienes y servicios asociados a la Era digital, es donde se encuentran más escasos, de peor calidad y mayor precio.

Sólo puede haber algo peor que quedar anclado en el atraso; el aislamiento. Entrelazadas, ambas condiciones son, sin duda, el anuncio de que el rezago se perpetuará.

En su momento, el Armisticio dio lugar a la idea de que podría sobrevenir un tiempo de paz y progreso.

Entre los Tratados de Versalles y la furia del nazismo, el mundo volvió a la guerra 20 años después.

Las posibilidades del mundo actual residen hoy en el mundo entero. En la capacidad de éste para verse así mismo de ese modo: abierto e interconectado.

El aislamiento es ya de por sí una condena como para que haya quien, desde una visión provinciana, suponga que a estas alturas es una posibilidad para alguna nación.

De tal pretensión, el costo será altísimo; ya se verá.