VIP

Cuarentena VIP

Lectura: 3 minutos

La creatividad no pierde oportunidades, aun en el encierro más inesperado, con las apocalípticas amenazas de esta pandemia, los artistas VIP iniciaron un nuevo género artístico: El Covid Art.

La cuarentena sacó del estado comatoso al arte VIP, que ya había entrado en una agonía perpetua, agotando sus repetitivos recursos y discursos. La respiración artificial de las redes sociales, las plataformas tipo Zoom, les permitieron mostrar al mundo lo que saben hacer: casi nada. El encierro los lanzó a una intensa recolección de readymade, como testimonio de su experiencia.

Resucitaron las “Time capsules” de Warhol, en obras colectivas a distancia, varios artistas están metiendo en cajas sus tickets de las comidas a domicilio, supermercado, etc., objetos que se convierten en arte porque no están en la basura; una artista inglesa ha escrito un post it cada mañana con ideas brillantes como “Good morning virus” o “wash your hands”, lo llama un poema vivo, a live poem, el arte está en que es papel, no digital. Los cubrebocas son fundamentales, iniciaron dibujando cosas elementales o escribiendo frases en pedazos de tela, hasta que los chinos se lanzaron a la producción de millones de estampados, desplazando a los paupérrimos VIP.

Los artistas más arriesgados conservan todos los cubrebocas que han usado para hacer con ellos instalaciones. Los escatológicos coleccionan guantes de látex, pañuelos desechables usados, colillas de cigarro, y frascos vacíos de gel antibacterial. Los selfie adictos han hecho fotos diarias de su rostro, detritus, comida, lo más importante es que la degradación sea palpable, cómo viven en pijama, que no se peinan y no se bañan, porque la inmundicia también es arte.

La vertiente es inagotable. La esperanza tiene forma de escultura, una artista está tejiendo una bufanda gigante y la va a terminar cuando la ciencia encuentre una vacuna, según ella, es un homenaje a la sobrevivencia. Acudir a un museo para ver los resultados de los análisis clínicos de alguien, o sus fotos de niño con sus certificados escolares, ahora sí ha perdido cualquier razón de ser, la pandemia convirtió en museos las pantallas de los artistas VIP y nos liberó de la molestia de ir a un museo real.

La experiencia estética de ver una obra del Barroco o del Renacimiento es insustituible, ni un libro, ni una pantalla nos dimensiona lo que la obra significa y es, la contemplación es íntima y presencial. La diferencia es que con el arte VIP nos podemos ahorrar este trámite, con la enorme ventaja de que la virtualidad nos invita a escaparnos de la exposición en cualquier momento o mejor aún, nos protege de no contaminarnos de obras que no son arte y que antes de esta pandemia ya estaban enfermas con el virus de la mediocridad.


También te puede interesar: Felinos salvajes.

Slogan y sueños

Lectura: 2 minutos

“La ilusión religiosa” se ha terminado, dice Freud, que es más difícil que creamos las promesas de la religión y que con esa angustia tenemos que enfrentarnos a las crueldades de la realidad, en la desolación y sin bendiciones. Creo que Freud se equivoca, ahora estamos viviendo el resurgimiento de esa ilusión religiosa, de un pensamiento mágico que nos aglutina y nos conduce a una falsa realidad que todo lo consigue, otorga y permite. La sobrepolitización de la sociedad, el maniqueísmo simplista y cómplice de las reacciones viscerales, ha convertido a las ideologías en las nuevas religiones que permiten las ilusiones de la masa. Derribar el Muro de Berlín no fue suficiente, los bloques se trasfiguraron en populismos que son igualmente fragmentarios, la gran diferencia es que pensamos que somos libres, así de efectiva ha sido la manipulación.

La gran bandera de esta ilusión es el arte contemporáneo VIP, que tuvo un crecimiento exponencial con la caída del Muro. Las exposiciones, los premios, las becas y la fama están en donde está el slogan, “a mayor compromiso social, mayor reconocimiento artístico”, y la ilusión, el espejismo milagroso opera convirtiendo en obras un montón de uniformes de guerrilleros o pasamontañas, etcétera, la politización es el arte.

Dislikes.
Ilustración: Eko.

“Las crueldades de la realidad” que dice Freud que no podemos soportar sin la magia de una religión, hoy el arte VIP las evade y las niega, ser ambientalista, feminista, activista, es decir, estar afiliado al maniqueísmo ideológico, los protege de su condición de personas sin talento. “Rendirnos a la realidad” es imposible, la realidad de no saber hacer nada se conjura con el performance de fotografiarse diario para ver cómo crece la barba o la barriga. La mediocridad tiene derecho a sus propios mitos y creencias. Las obras por estultas que sean, si van acompañadas de un slogan, son arte y esa es la más grande ilusión que podría haber inventado un sistema. ¿Cómo los artistas VIP se van a someter a un psicoanálisis masivo para enfrentarse a la realidad, si soñar es tan relajante? La fórmula es muy sencilla, alineados a una consigna se consigue hacer arte, es como comprar votos, “si votas por mí eres artista”.

La caída del Muro hizo de la ilusión de libertad el camino para imponer un nuevo absolutismo, el de la irresponsabilidad. La realidad como tal ya no existe, todo es arte, todos son artistas y los que estén en contra son enemigos, de la misma manera en que el populismo divide su realidad en buenos-nosotros y malos-ellos. La creencia subsiste, el fanático obtiene más que en una religión teológica, la religión ideológica les da privilegios aquí y ahora, el arte VIP es el opio de los intelectuales.