En la agenda pública de México el tema de las energías limpias (solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica y energía marina), se encuentra aislado, confuso y sin prioridad alguna. El gobierno federal le ha cerrado el paso a las empresas privadas para impulsar las energías renovables, y en cambio prefirió acelerar el uso de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), y de paso ignoró el Acuerdo de París (2016) en materia de cambio climático.
La política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es bloquear espacios donde la inversión privada nacional y extranjera apunta, con este caso de las energías limpias. Los ejemplos son claros se cancelan permisos de una forma brusca sin respetar marcos legales o se busca a toda costa frenarlos.
A mediados del año pasado, 172 participantes privados en el sector eléctrico, que impulsaban las fuentes de energía renovable, interpusieron amparos ante el Poder Judicial contra el gobierno federal por frenar este cambio ambiental.
En ese momento, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) advirtió que las autoridades de la Secretaría de Energía (Sener) buscaban frenar la emisión de permisos a las nuevas centrales de energía renovable. “Modifica el orden de despacho de las plantas por criterios de confiabilidad y no económicos, como se maneja hasta ahora; y busca privilegiar a algunos proyectos de la CFE”, (El Financiero, 29 de junio 2020).
La postura del gobierno federal —cerrada y errada—, ha sido que la medida contra las empresas privadas es necesaria para mantener la seguridad e independencia energética, y para tal efecto justifica que la Constitución mexicana establece que el servicio público de transmisión y distribución son áreas estratégicas del gobierno federal.
Sin duda, el gobierno de López Obrador retrocede en la política ambiental y de sustentabilidad, pues la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE) decidió comprar carbón para sus plantas generadoras de electricidad como el caso de Coahuila, y cuya combustión es altamente contaminante por las emisiones de dióxido de carbono que coadyuvan al calentamiento global. Otras plantas siguen empleando el combustóleo (generador de gases efecto invernadero y muy contaminante por su alto contenido de azufre). Vaya retroceso por la “independencia energética”, y que, además, frena la misión de México con el Acuerdo de París.
Además, a mediados de 2019 la empresa productiva del Estado, la CFE, canceló el suministro de todos los productos anticontaminantes para sus plantas, sin importar marca y género. Este tipo de productos ayudan a mitigar las emisiones tóxicas en sus calderas en todas las instalaciones de esta Comisión en el país. Y hasta la fecha no ha sido transparente sobre cómo y cuándo se resolvió este asunto. Y vale preguntar: Estuvo o está enterada la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), de este caso, pues las plantas operaron o siguen operando con altas emisiones a la atmósfera.
Para algunos expertos en cambio climático, el sector eléctrico es el que mejor ofrece la oportunidad y rapidez —mediante el uso de fuentes renovables—, para cumplir con las metas del Acuerdo de París, pues los otros sectores como el transporte y la transformación de la cubierta vegetal del suelo (con altas tasas de deforestación en el país), es más complicado y a largo plazo.
A fines del año pasado, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) envió su compromiso de reducción de emisiones de gases efecto invernadero —GEI—, al Secretariado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, y sólo refrendó el compromiso no condicionado de reducir estos gases 22% y de carbono negro 51% para 2030.
Esta acción fue calificada por especialistas como una falta de cumplimiento de compromisos del gobierno mexicano al Acuerdo de París.
Pero el gobierno federal mantiene su rumbo por seguir contaminando y elevando los GEI con el uso de combustibles fósiles, con su plan en la CFE, por ser omiso en la deforestación que sigue arrasando selvas y bosques, por mantener su proyecto insignia de la Refinería de Dos Bocas, entre otras políticas que van contra el ambiente y atentan contra la salud de los mexicanos.
Hasta ahora las denuncias de diversos actores sociales como las cúpulas empresariales, las ONG, líderes ciudadanos, expertos, académicos y los partidos de oposición, no han logrado frenar esta política retrógrada.
Sin embargo, ahora con el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien junto con congresistas demócratas promueven que se incluya en el Capítulo 24 del T-MEC los compromisos del Acuerdo de París, tal vez esto implique una presión fuerte al gobierno de López Obrador y entonces si tenga que girar su política hacia las energías limpias.
Mientras, la ONU clama a nivel mundial por mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados Centígrados e impulsar acciones por limitarlo a 1.5 grados.
Así o más claro…
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Estamos fomentando el retroceso de las energías renovables, por una política energética que no beneficia a nadie. El gobierno está muy cerrado al progreso y, no entiendo la idea de seguir apoyando empresas contaminantes.