CES 2021, ¿todo se desvanece al aire?: una feria de objetos sin objetos

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¿Qué es hoy un hogar?, se preguntó con genuino sentido de indagación la primera frase con la que Samsung abrió su esperada presentación en la CES (Consumer Electronics Show), la feria más importante del mundo en productos tecnológicos.

Asidua asistente a la CES, Samsung, igual que todas las empresas participantes, se vio orillada por la pandemia a reinventar lo que en un mundo físico estaba compuesto por stands, edecanes, bocinas, música y bocadillos.

La feria misma, un evento centrado en objetos, en cosas sorprendentes que los visitantes van encontrando mientras caminan, se vio obligada a enfrentar el reto mayor en su historia: reinventarse.

Del DVD a la televisión HD, de la videograbadora a los celulares desplegables, del reproductor de CDs a los automóviles autónomos, la lista es tan extensa como la influencia del evento, desde 1967, la CES ha visto pasar a lo largo de más de 50 años a los más importantes productos tecnológicos de consumo masivo.

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Imagen: Expresso.

Hace apenas un año, llegaron en legión más de 150 mil visitantes que se perdían, gustosos, entre los cerca de 270 mil metros cuadrados que se usaron para albergar a casi 4 mil quinientos expositores.

¿Cómo trasladar la vivencia masiva, tumultuaria se diría, de los pasillos atestados, las luces, voces, encuentros y todo lo que de suyo ofreció la CES durante más de 60 años, a la imagen y el audio de las computadoras conectadas en todo el mundo?

¿Cómo, además, sustituir, si ésa es la palabra que vale, todo lo que conlleva mirar un objeto que está ahí, presente, ver sus detalles, casi tocarlo, o, quitemos el casi, tocar su superficie, sentir sus contornos?

Es cierto que a lo largo de muchos años, la presencia de personajes con un alto grado de influencia para el desarrollo de las tecno innovaciones digitales fue una parte importante del programa.

Pero no menos cierto es el hecho de que el show, como gusta de decir los americanos, se centraba en los objetos que se desplegaban a través de ese interminable territorio más cercano a tomorrowland que a una convención común.

Por eso, a mi modo de entender, lo que ha resultado más sobresaliente de esta edición del evento, es esta suerte de revaloración de la palabra, y con ella, de las ideas en un espacio centrado en la materialidad de los objetos.

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Imagen: Medium.

Incluso tratándose de estos, con los refrigeradores con reconocimiento de voz, las pantallas flexibles enrollables o los robots para tareas del hogar, el sitio central lo ocuparon las presentaciones y no los objetos mismos.

Estas presentaciones, como es de suponerse, dadas las condiciones de esta CES, se tornaron en piezas cuidadosa y costosamente producidas. La calidad visual de cada una de ellas fue, por decir lo menos, impecable.

¿Se trató entonces de una sucesión de “comerciales caros” mezclados con entrevistas y discusiones entre expertos, desarrolladores y analistas?

No. Y ahí radica, quizá, el mayor punto de inflexión de esta CES, pase lo que pase con la siguiente.

Una CES virtual en la que al aire, todo lo sólido se desvaneció.

Parafraseo la famosa frase de Marx, “Todo lo sólido se desvanece en el aire”; recuperada luego por Marshall Berman en su legendario ensayo sobre la modernidad capitalista tardía, no porque el esfuerzo de la CES virtual se hubiera desvanecido en el sentido de perderse.

Ha ocurrido, en cambio, que al aligerar el excesivo peso de la presencia de los objetos materiales, abrió camino a otro tipo de experiencia: pensarlos, vivirlos desde otro tipo de sensorialidad: la del pensamiento.

Plantear la presentación virtual de sus objetos les situó en el horizonte de la palabra, del pensamiento.

Baste regresar, en este sentido, a la manera cómo Samsung decidió comenzar su segmento. ¿Qué es hoy el hogar? ¿Qué entendemos por ello?

Tal pregunta, lejos de situarse en la invitación a tocar los impolutos contornos de un refrigerador, una televisión o un celular, objetos todos, es una pregunta que invita a acercarse a otro clase de contorno: el de las ideas.

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Imagen: Ken Research.

Pensar no como un ejercicio narrativo en pos de una respuesta única y uniforme, sino como indagación que busca hallar en su camino otras preguntas.

Si ya la sospecha de que los objetos son ideas materializadas estaba extendida, el show virtual que la CES ha desplegado en este inicio de 2021 la confirma plenamente.

No debe extrañar a nadie, pues, que asuntos como las “fronteras del hogar”, el sentido de la aseveración “estar presentes”, y, desde luego la salud, hayan ocupado tanto tiempo, esfuerzo y dedicación por parte de empresas que nunca son “sólo fabricantes de cosas”.

¿Detrás de la manera en que Samsung construyó su narrativa estuvo (está) uno o varios filósofos o pensadores? Me atrevo a pensar que sí. Uno o más.

Sin proponérselo así del todo, la CES cumplió con la promesa que la ha llevado hasta lo que es hoy: invitar a asomarse al futuro.

Nada mal si en ese futuro el pensamiento, la capacidad para hacer preguntas de las que surjan nuevas preguntas, se vuelve la gran novedad.

Nada mal.


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Rocío Sandoval Garrido

¡Qué padre tu artículo, Antonio!
Gracias,
Rocío

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