Comisiones de Derechos Humanos Inútiles

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Bien sabemos que Carlos Salinas de Gortari no ganó las elecciones presidenciales en 1988; en un acto vergonzante, de “agandalle” político, él mismo se alzó la mano en lo que fue un descarado fraude electoral. Es un hombre perverso, lleno de maldad, usurpó la máxima magistratura del país. El triunfador indiscutible fue Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, un líder decente, humanista y con cualidades ejemplares. Nuestro país hubiese sido distinto, sin duda ajeno a los innumerables actos de corrupción.

Salinas, con una presidencia “robada”, realizó cualquier cantidad de maniobras políticas para intentar legitimarse. “El usurpador” contó con un sinnúmero de aliados, entre ellos de los más activos fue Jorge Carpizo McGregor, astuto, experto en la “grilla”; acostumbrado siempre a explotar a destacados académicos, cuyas obras las hacía pasar como suyas, sus amenazas para sus opositores no tenían límite, por el contrario, se volvían diabólicas.

Durante el sexenio de su “compinche”, Jorge Carpizo ocupó todos los cargos que se puedan imaginar: Rector de la UNAM, Procurador General de la República, Secretario de Gobernación, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Embajador de México en Francia; ello sin contar que se “autodesignó” primer Presidente de la parafernálica Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

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Imagen: Alternos.la.

Aquello fue una auténtica “mafufada”, un vodevil, ya que tal organismo se creó para justificar las perversidades de Salinas. Así, la CNDH no tocaba a los funcionarios encumbrados, por el contrario, formulaba “sugerencias” para empleados menores.

Por la presidencia de dicha Comisión pasaron, casi siempre, incondicionales de Carpizo, era evidente, el propietario de dicho organismo era el “truculento” personaje quien, insistimos, para la maldad se pintaba solo; sabía intrigar, golpear y, por supuesto, perseguir a sus adversarios. Varios destacados personajes fueron sus víctimas, en especial, recordamos el caso del famoso periodista Mario Munguía “Matarili”, quien sólo por haber publicado que Carpizo McGregor formaba parte de “la jaula de las locas”, lo llevó a prisión, mostrando de manera cobarde su sed de venganza y sus malas hechuras.

Con estos antecedentes, la CNDH nació viciada, prácticamente ha sido ineficaz y, en la actualidad, es un elefante blanco, lleno de burócratas, quienes cobran elevados sueldos, ínfimos son los casos que atiende y sus recomendaciones son siempre tardías, sin fuerza para su cumplimiento.

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Imagen: Territorio.

Con estos antecedentes, la CNDH nació viciada, prácticamente ha sido ineficaz y, en la actualidad, es un elefante blanco, lleno de burócratas, quienes cobran elevados sueldos, ínfimos son los casos que atiende y sus recomendaciones o compadre para presidirlo, ratificando su nula credibilidad y falta de respetabilidad.

Recientemente varias oficinas de las Comisiones de Derechos Humanos, tanto federales como locales, fueron tomadas por personas, en su mayoría mujeres, laceradas y torturadas por los abusos de poder, señalando que sus demandas como víctimas no han sido atendidas. Tales “ocupas” son maltratadas, discriminadas y calumniadas.

Urge una revisión a fondo de estas instituciones apócrifas donde además de incurrir en evidentes dispendios, causan decepción social, por su inoperancia e ineficiencia.

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Imagen: Aluna Psicosocial.org.

La designación de la señora Rosario Piedra Ibarra, causó molestia al aún “poderoso” grupo Carpizo. Lamentablemente doña Rosario carece de experiencia y quienes protestan piden su remoción.

Es momento de poner punto final y, como lo ha dicho el Jefe del Ejecutivo, abundan organismos espurios e inútiles y entre ellas debe ubicarse a las Comisiones OFICIALES de Derechos Humanos. Mantenerlas es un error, resulta imposible que actúen con imparcialidad cuando dependen del gobierno, el cual es sin duda el máximo violador de los Derechos Humanos.

Es momento de dar paso a organizaciones no gubernamentales que, si bien es cierto algunas no son confiables, otras son valiosas y respetables. La Comisión de los Derechos Humanos debe estar al margen de los hombres del poder para poder juzgarlos, donde no haya compromisos y menos intereses creados.


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