El yo onírico, la cámara subjetiva y el sueño lúcido

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En alguna lectura averigüé que caer, perder el control de un vehículo, aparecer desnudo en público, enfrentar una prueba sin estar preparado o ser perseguido están entre los actos más referidos en los relatos de sueños. Además de generar sentimientos de angustia o peligro, el protagonista que vive la acción en este tipo de sueños es el propio soñador, pero claramente no su persona somática, sino una representación de sí mismo en el mundo soñado. Se trata del yo onírico e intentaré sondearlo, a sabiendas de su esquiva liviandad.

sueno de grete stern
Fotomontaje de Grete Stern publicado en la serie de ilustraciones de sueños narrados por las lectoras para la revista argentina Idilios en los años 50. Esta imagen ilustra la multiplicación de yoes en el relato de un sueño.

Entre los fenómenos más peculiares y sugerentes de los sueños están los absurdos quiméricos, pues en el orbe onírico suelen romperse o dislocarse no sólo leyes físicas de tiempo y espacio, causa y efecto o escala y perspectiva; también se trastorna la identidad personal. En efecto, las personas cercanas suelen aparecer diferentes de cómo se les reconoce en “la vida real” y el propio yo onírico dista de ser una entidad clara y estable. Esto se revela en muchos relatos de sueños, cuando la persona refiere que en su sueño era más joven o más vieja, mejor parecida o, al revés, deforme y repelente. En ocasiones quien relata un sueño asegura que era otra persona: ¡hace tiempo una hija mía soñó que “era” un monje chino! Además, a diferencia de la experiencia durante la vigilia, cuando el punto de vista usualmente está anclado en el cuerpo y en los actos de la persona, en el sueño el punto de vista es móvil y puede ubicarse en el yo onírico o bien verse a sí mismo desde fuera, como tomado por una cámara situada a distancia, o incluso tomar la perspectiva de otros.

dark passage
Una de las escenas más clásicas con cámara y punto de vista subjetivos fue Dark Passage (La senda tenebrosa de Delmer Davis, 1947). El protagonista (que eventualmente vemos es Humphrey Bogart) le enciende un cigarrillo a Laureen Bacall y la cámara se sitúa desde su punto de vista, de tal manera que la actriz simula que le mira a los ojos al mirar a la cámara.

Una de las maneras más útiles para mostrar el punto de vista tanto en la vigilia como en la ensoñación es el uso de la cámara subjetiva en el cine. Esto ha pasado cuando lo que se percibe en la pantalla pretende ser lo que ve y oye algún personaje de la película. La cámara subjetiva da al espectador la impresión de ser ese personaje o, mejor dicho, de ver desde su punto de vista. Ahora bien, en la mayoría de los sueños filmados vemos al que sueña como un personaje en la escena, mientras que en los relatos de sueños el punto de vista suele estar en su cuerpo del yo onírico, como sucede en la vigilia. En el sueño que da inicio a 8 ½, obra maestra de Federico Fellini realizada en 1961, la escena muestra acertadamente lo que ve el protagonista, quien se encuentra flotando en el aire como si fuera un papalote con una cuerda amarrada a su tobillo izquierdo, en tanto observa que alguien allá abajo en una playa sostiene el otro extremo de la cuerda. Ahora bien, a pesar de lo creativo y fascinante de estas escenas, tanto en la vigilia como en el sueño, la cámara subjetiva no captura bien la experiencia, ni siquiera la visión ocular, pues ésta se restringe a un rectángulo para ajustarse a la pantalla. La cámara subjetiva no alcanza a captar la experiencia multisensorial y mnemónica de quien tiene una vivencia intensa.

sueno Fellini
En la primera escena de 8 ½ de Fellini (1961) vemos lo que ve el yo onírico.

Es muy indicativo que al relatar un sueño las personas usen el tiempo imperfecto, (yo estaba en tal parte, yo era más joven, etc.) porque también se emplea al referir fantasías, en los juegos infantiles o en los cuentos de hadas (érase una vez; este era un rey, etc.). Cuando utiliza el tiempo imperfecto del indicativo, el enunciador hace un ajuste temporal, pues expresa una acción indeterminada o inacabada en el tiempo, como acontece con los tres verbos irregulares en este tiempo: yo era, yo iba, yo veía. El tiempo verbal imperfecto sugiere que el protagonista de la ensoñación, de la fantasía o del juego es otro yo, o mejor dicho, es una representación alterna en una mascarada de posibles identidades. Las actrices y actores consumados son expertos en adquirir y expresar otras identidades, como veremos más tarde.

En la mayoría de los sueños la acción figurada acontece fuera de la voluntad de quien sueña, pero en ocasiones éste se percata que está soñando, lo cual constituye un sueño lúcido. En las ciencias cognitivas se denomina sueño lúcido al darse cuenta o ser consciente sin despertar de que está uno soñando. Se trata de una facultad de la autoconciencia en el sentido de que la persona se hace consciente de lo que ocurre en su propia mente, lo cual lo habilita para reflexionar dentro del sueño o controlar el curso de la ensoñación.

Si bien el sueño lúcido es un fenómeno subjetivo, ha sido posible estudiarlo porque es una facultad que es posible entrenar y manifestar, como lo ha venido demostrando el psicofisiólogo Stephen LaBerge desde su tesis doctoral en la Universidad de Stanford en 1980. LaBerge y sus colaboradores han desarrollado una técnica para inducir sueños lúcidos, dicho método consiste en entrenar a los sujetos durante la vigilia a recordar momentos peculiares de sus sueños y hacer el propósito de reconocer ese tipo de instancias en sus sueños futuros para que se percaten que están soñando. De esta forma, logró que una serie de voluntarios no sólo puedan inducirse sueños lúcidos, sino que lo realicen en el laboratorio mientras se les registran señales corporales como el electroencefalograma y pueden emitir pistas de que saben que están soñando. Estas señales son acciones mínimas que no despiertan al sujeto y se emprenden como consecuencia de un entrenamiento previo y de un acuerdo con los investigadores.

Stephen LaBerge sueno
Portada del libro sobre sueños lúcidos de Stephen LaBerge y el autor a la derecha.

Este método ha permitido llevar a cabo experimentos en los cuales los sujetos informan sobre el sueño lúcido y sus contenidos al despertar. Por ejemplo, el sujeto hace ciertos movimientos oculares en algunos momentos relevantes de su ensoñación indicando que está experimentando un sueño conscientemente. Los movimientos oculares voluntarios durante el sueño se registran junto con los movimientos oculares espontáneos que ocurren durante esta fase del sueño y se distinguen de ellos por su morfología electrográfica. Al despertar los sujetos mencionan las experiencias oníricas conscientes que tuvieron durante cada uno de esos momentos, lo cual ha permitido demostrar de forma empírica y experimental que los sueños son experiencias reales y no falsos recuerdos.

A partir de estas evidencias se han multiplicado los estudios del cerebro en relación a la ensoñación lúcida y menciono ahora sólo algunos. En un trabajo se comparó el volumen de algunas áreas cerebrales mediante resonancia magnética en sujetos que, en un cuestionario ad hoc, reportaron muy alta frecuencia de sueños lúcidos en comparación con quienes reportaron una baja incidencia. Los primeros mostraron un mayor volumen de sustancia gris y mayor señalización en las áreas frontopolares, las zonas más anteriores del lóbulo frontal del cerebro que intervienen en el control del pensamiento. En un estudio más reciente fue posible obtener imágenes cerebrales de sujetos que se encuentran soñando lúcidamente, y los resultados preliminares apuntan a que las regiones prefrontales y parietales están involucradas.

Por otro lado, se ha observado que ciertas manipulaciones pueden aumentar la incidencia de sueños lúcidos y entre ellas destaca el uso de fármacos que incrementan la neurotransmisión a base de acetilcolina en el cerebro. Estos mismos fármacos favorecen ciertos aspectos de la memoria y se utilizan para frenar el deterioro en la enfermedad de Alzheimer. Las vías colinérgicas que utilizan acetilcolina en el el cerebro están implicadas en la motivación, la emoción, la memoria, el sueño, la demencia tipo Alzheimer y otras funciones que intervienen en la autoconciencia. Por esta razón se ha postulado que este abundante neurotransmisor excitatorio del cerebro puede jugar un papel en la integración del Self.


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