¿Te has detenido a observar la frustración?

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El mayor reto que podemos enfrentar hoy no es la guerra contra el coronavirus, es el cambio de consciencia. ¿Estamos listos para observarnos más allá de las expectativas?

En esta crisis nos hemos puesto a la defensiva con nuestro escudo del miedo, alejándonos de todo, hasta de nosotros mismos. Si observamos bien, existe una mayoría quejándose o haciendo “memes” acerca de lo difícil que es estar en casa alejado de nuestra vida “normal”. En las redes sociales se leen mensajes como “No puedo dormir”, “He comido de más”, “No aguanto a mi marido”, “¿A qué hora regresan los hijos a la escuela?”, “Ya amo a mi jefe”, “Ya me acabé el Netflix”, “Ya no sé qué hacer”, entre muchas otras que provienen del mismo trasfondo que es: la frustración.

La frustración como todos los sentimientos, es una reacción biológica de nuestro organismo. Se trata de algo natural y el primer acto inconsciente que podemos cometer es suponer que no debe aparecer nunca. Como este sentimiento no nos gusta, inconscientemente lo negamos cuando aparece y lo que termina sucediendo al evitar la frustración, es más frustración.

frustracion enmascarada
Ilustración: Tania Yakunova.

El filósofo Séneca afirmaba que la frustración es el camino más rápido hacia la locura. Lo que consideramos normal determina cómo reaccionaremos ante este sentimiento. Una fuente muy común de problemas está en las expectativas, ya que las cosas no suceden como nos las imaginamos. El mundo es muy complejo y el futuro es impredecible, nada sale ni tan bien ni tan mal como esperamos, o al menos no de la forma que tenemos planeada. El exceso de confianza en el pensamiento positivo puede volverse contra nosotros.

Séneca en sus “Cartas filosóficas” (o Epístolas morales a Lucilio) define que la naturaleza es la que nos da la lección más elegante acerca de las necesidades a las que nos hallamos sujetos. El invierno trae el frío: tenemos que sufrirlo. El verano nos devuelve el calor: tenemos que soportarlo. La inclemencia del tiempo ataca la salud: tenemos que sufrir la enfermedad. Nos encontramos con una fiera en cualquier lugar, y con el hombre, más perjudicial que todas las fieras […] Tal estado de las cosas no podemos cambiarlo. […] A esta ley de la naturaleza debe adaptarse nuestro espíritu; a ésta debe secundar, a ésta obedecer […] Es una disposición excelente la de soportar lo que no puedas enmendar.

Si esperamos que las cosas salgan siempre bien, estamos abonando el terreno para sentirnos frustrados muchas veces. Existen abundantes motivos por los que los planes pueden torcerse y no todos pueden ser previstos. Estamos en el mejor momento en esta crisis, para asumirnos con todo lo que pensamos y sentimos porque eso es lo que somos cada uno de nosotros aquí y ahora, negarlo sería contraproducente.

pandemia y salud mental
Ilustración: Rachel Katstaller.

Imagina que pudieras en este momento escapar de esta frustración que vivimos hacia algún lugar lejano, ¿acaso no has pensado en querer escaparte y salir de donde te encuentras en este momento? Como no hemos aprendido a observarnos de forma consciente para asumir nuestra realidad, insistimos en buscar otros lugares donde sentirnos mejor. No nos damos cuenta de que nuestros vicios nos seguirán a donde vamos, y como dijo Sócrates: ¿Quieres saber por qué esa huida no te reconforta? Huyes contigo mismo. Tienes que descargar el peso del alma; hasta entonces ningún paraje te agradará.

Es momento de pasar de una postura defensiva-inconsciente a una ofensiva-consciente. Nuestra oportunidad la descubriremos frente a nosotros en el momento en el que dejemos a un lado los vicios del juicio y la negación, para pasar al entendimiento y a la aceptación. No hay forma de que nazca la creatividad ante un entorno de frustración, por lo tanto, si queremos realmente salir de este entorno que no nos gusta, habrá que liberarnos de nosotros mismos.

Abracémonos estando conscientes de nuestra frustración. Aprendamos a observarnos en autoreferencia sin juicio ni culpa. De la crisis aceptemos que no tenemos el control para detenerla pero sí para decidir cómo vivirla. En lo individual preguntémonos sinceramente ¿Quién estoy siendo ante mi frustración? y ¿Cómo decido vivir de ahora en adelante?


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