El mundo vive una situación de extremo peligro por el cambio climático y el muy acelerado proceso de destrucción de la naturaleza en todos sus ámbitos, a pesar de los esfuerzos reflejados en el Acuerdo de París de 2015 y de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Este año que termina, esta crisis se vio severamente complicada por la pandemia del COVID-19.
Frente a este panorama, António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, declaró la semana pasada que parece que estamos en guerra con la naturaleza y que es necesario hacer las paces, así como detener este suicidio colectivo. También urgió a la comunidad internacional a detener el cambio climático y señaló que en 2021 se debe articular una coalición global para lograr la neutralidad de carbono en 2050. Es necesario retomar el Acuerdo de París en el sentido de que la temperatura media del planeta no supere 1.5ºC respecto de los niveles pre-industriales.
En relación con el COVID-19 y la crisis económica y social que ha provocado, señaló muy puntualmente que es lamentable que el G-20 esté auspiciando más inversión en combustibles fósiles que en energías renovables, en los planes de recuperación de la situación económica generada por la pandemia. Es absurdo, agrega Guterres, que las futuras generaciones tengan que pagar una enorme deuda que se habrá utilizado para continuar destruyendo el planeta.
Ante esta situación y frente a un año perdido por la pandemia, se plantea que el 2021 puede ser determinante para afrontar los daños derivados del calentamiento global y por la destrucción de la naturaleza. Por eso, se propone una coalición global para lograr la neutralidad de carbono en 2050.
Este llamado de Guterres se da en el contexto de un profundo cambio del panorama político internacional. El triunfo de Joe Biden y Kamala Harris en la reciente elección presidencial en Estados Unidos reorientará en muchos aspectos las políticas de ese país. Uno de los ámbitos en los que se tienen más expectativas es en materia de combate al cambio climático. Biden anunció que se creará una oficina en la Casa Blanca para tal efecto, la cual estará a cargo de John Kerry, experimentado político. Asimismo, anunció el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París. Esto le dará viabilidad al mismo. De esta forma se pone fin a las irresponsables y torpes políticas de Trump en la materia. De igual forma, la Unión Europea ha articulado sus políticas de recuperación de la crisis generada por la pandemia, a través de un conjunto de políticas, que tiene entre sus ejes rectores el Pacto Verde y la Agenda Digital.
El triunfo de Biden ha motivado que incluso políticos populistas como Boris Johnson se comprometan a colaborar en el combate al cambio climático y a tomar medidas como las de prohibir el uso de automóviles de combustión interna en 2030, decisión ya anunciada por otros países europeos como Alemania y Francia. Asimismo, otras naciones de Europa ya han establecido esta prohibición en plazos más cortos. También China se ha comprometido a lograr la neutralidad en materia de carbono a más tardar en 2060.
Varios organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE y la CEPAL han asumido actitudes proactivas para combatir y mitigar el cambio climático. Lo mismo sucede con muchos agentes económicos del sector privado, que van desde el fondo de inversión Blackrock, hasta bancos, aseguradoras y empresas petroleras. En el primer caso, Larry Fink, CEO de Blackrock, anunció desde hace ya casi un año, la intención de esa empresa de dejar de hacer inversiones en energías fósiles. Asimismo, varias de las grandes petroleras privadas globales han perdido severamente su valor accionario y algunas de ellas han anunciado desinversiones en proyectos de hidrocarburos, así como el inicio de proyectos de energías limpias. Pero, como lo señaló António Guterres, el panorama no es lineal, ya que ante la urgencia de salir de la crisis económica y social provocada por la pandemia, se están canalizando recursos a energía fósiles, con las consecuencias antes apuntadas.
Sin embargo, es importante señalar que el problema del cambio climático es de solución urgente. Recientemente, Jørgen Randers, Profesor Emérito de la Universidad de Oslo, Noruega, publicó un estudio en el que señala que aun si se suspendiera de inmediato el uso de combustibles fósiles, los efectos del calentamiento global, como el derretimiento de los polos, el permafrost, Groenlandia, entre otras áreas, son ya imparables, con todas las consecuencias que esto conlleva. Por eso es necesario no sólo detener la emisión de gases de efecto invernadero sino de su captura.
Basta recordar que tres de los últimos cinco años son los más calurosos a nivel mundial, desde que se lleva registro. Además, la concentración de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera son los más altos, no sólo en la historia de la humanidad sino en buena parte de la vida del planeta. De igual forma, recordemos que la acelerada destrucción de los ecosistemas está directamente vinculada a las crecientes epidemias y pandemias.
El mundo vive un conjunto de riesgos de carácter global sin precedentes, derivados tanto del acelerado proceso de destrucción de la naturaleza, el cambio climático, el crecimiento demográfico, la sobre-explotación de los recursos naturales, entre otros problemas. Estos no son, desde luego, los únicos riesgos globales, que comprenden muchos otros, como las armas nucleares, diversos fenómenos naturales o los graves problemas de la economía global, capturada por la especulación financiera.
Vivimos en la época de mayor progreso científico y tecnológico de la historia humana, el cual se ve potenciado por la digitalización y la Inteligencia Artificial. Estamos en la Cuarta Revolución Tecnológica-Industrial. Nunca antes tanta gente había salido de la pobreza, como en China y otros países del Asia Pacífico. Pero la pobreza y la desigualdad persisten para una parte muy elevada de la población mundial.
Frente a la falta de solución de problemas ancestrales, han surgido en el mundo una serie de líderes populistas, que han propuesto soluciones simples, siempre alejados del conocimiento científico. Esperemos que esta ola llegue a su fin. La derrota de Trump es un buen augurio para retomar una agenda global urgente. Una coalición en 2021 contra el carbono es un buen comienzo.
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