Arte Contemporáneo

Suspenden edición 2021 de Zona Maco por pandemia

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El festival más importante de arte contemporáneo en México, Zona Maco, cancelará su edición 2021, debido a la situación por la pandemia de COVID-19 que se vive en el país.

Por medio de un comunicado, Zona Maco informó que pospondría su evento, que estaba programado para llevarse a cabo entre el 28 de abril y dos de mayo.

“Se decidió posponer ZⓈONAMACO 2021 anteponiendo el bienestar de todos, y esperando que el próximo año pueda realizarse con certidumbres suficientes para que sea un evento exitoso”, explicaron.

Las nuevas fechas para esta feria de arte serán del nueve al 13 de febrero de 2022.

Ante esta situación, se realizarán otro tipo de eventos, en lo que llamaron “Semana del Arte ZⓈONAMACO”, que se realizará del 27 de abril al dos de mayo de este año. Durante estas fechas, se llevarán a cabo proyectos especiales con galerías mexicanas en la Ciudad de México.

“Semana del arte” se enfocará en la capital del país y detallará la importancia de las galerías participantes, así como las relaciones entre coleccionistas, expertos y público en general. Todo se realizará tanto de manera presencial como virtual.

A lo largo del 2021, Zona Maco también contará con un programa de conversaciones mensuales con profesionales del arte en línea.

El año pasado, Zona Maco se realizó de manera convencional y presencial, en el Centro Banamex de la Ciudad de México, del cinco al nueve de febrero, poco antes de que se declarara la emergencia nacional.

Feria de bananalidades

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La decadencia del arte estrena, en su ya pretencioso e ininteligible vocabulario, un nuevo fonema: Bananalidad. Según el diccionario de arte VIP, el nuevo palabro significa: la prestidigitadora acción de convertir en arte un objeto vulgar, gracias al poder del dinero.

El Museo Guggenheim de Nueva York aceptó en “donación” la “obra” de Maurizio Cattelan que consiste en un plátano pegado con masking tape en una pared. Según el museo la obra fue donada por un generoso coleccionista que pagó por ella tres veces su valor en la feria Art Basel que era de 150 mil dólares, es decir, el certificado de avalúo que el museo aceptó fue de 450 mil dólares, ¡abracadabra! De un dólar se fue a 450 mil dólares, eso debe ser considerado más que arte, un milagro que ratifica que el neoliberalismo es una religión muy cumplidora con sus fieles. El formidable negocio debería ser cátedra en las universidades de Economía y en las de Teología. Existen sospechas de que el donante fue el propio artista, acusaciones infundadas de aquellos que no tienen fe en la buena voluntad de la mediocridad y el oportunismo.

La “obra” fue entregada con un instructivo detallado, y un certificado de autenticidad, muy necesario para evitar cualquier falsificación de esta masterpiece. El director del museo afirma que su departamento de conservación de obras está “muy preocupado” por el mantenimiento de esta delicada muestra de la estupidez humana, ya que hay que reemplazarla cada semana. Han contratado un team de científicos para calcular cuánto tiempo tarda la “obra” de arte en madurar y echarse a perder.

bananas en el Guggenheim
Fotografía: Pinterest.

La propuesta que tenemos para salvar la integridad del arte es donar varios racimos de plátanos al Guggenheim y en todos los museos del mundo, aquí ofrecemos una copia del certificado de autenticidad y del instructivo. Los pueden encontrar en mi sitio web avelinalesper.com, no es justo que esos lujos los tengan únicamente los museos del primer mundo.

En los museos primitivos del tercer mundo o en “transformación” también tenemos obras maestras, aquí en México, la Secretaría de Cultura planea construir un museo para exhibir una caja de zapatos de cartón, porque considera que ese objeto y su autor, el artista orgánico-oficial-orgullo nacional de la 4T, merecen ser consagrados como símbolos de su régimen. En el empeño van a destruir el Jardín Botánico, derribar árboles centenarios, y expoliar a todos los museos del país, no importa, la bananalidad es primero. En este futuro museo se aceptarán donaciones, así que pueden llevar su basura para ser consagrada como arte.

El arte VIP es inagotable, su estulticia es un agente armonizador, en países ricos o en trasformación como el nuestro, existe la misma obsesión: denigrar el talento y el verdadero arte para integrar a la mediocridad como una forma solidaria de igualdad. Arte bananero, gobiernos bananeros, la bananalidad está de moda. 


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Cuarentena VIP

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La creatividad no pierde oportunidades, aun en el encierro más inesperado, con las apocalípticas amenazas de esta pandemia, los artistas VIP iniciaron un nuevo género artístico: El Covid Art.

La cuarentena sacó del estado comatoso al arte VIP, que ya había entrado en una agonía perpetua, agotando sus repetitivos recursos y discursos. La respiración artificial de las redes sociales, las plataformas tipo Zoom, les permitieron mostrar al mundo lo que saben hacer: casi nada. El encierro los lanzó a una intensa recolección de readymade, como testimonio de su experiencia.

Resucitaron las “Time capsules” de Warhol, en obras colectivas a distancia, varios artistas están metiendo en cajas sus tickets de las comidas a domicilio, supermercado, etc., objetos que se convierten en arte porque no están en la basura; una artista inglesa ha escrito un post it cada mañana con ideas brillantes como “Good morning virus” o “wash your hands”, lo llama un poema vivo, a live poem, el arte está en que es papel, no digital. Los cubrebocas son fundamentales, iniciaron dibujando cosas elementales o escribiendo frases en pedazos de tela, hasta que los chinos se lanzaron a la producción de millones de estampados, desplazando a los paupérrimos VIP.

Los artistas más arriesgados conservan todos los cubrebocas que han usado para hacer con ellos instalaciones. Los escatológicos coleccionan guantes de látex, pañuelos desechables usados, colillas de cigarro, y frascos vacíos de gel antibacterial. Los selfie adictos han hecho fotos diarias de su rostro, detritus, comida, lo más importante es que la degradación sea palpable, cómo viven en pijama, que no se peinan y no se bañan, porque la inmundicia también es arte.

La vertiente es inagotable. La esperanza tiene forma de escultura, una artista está tejiendo una bufanda gigante y la va a terminar cuando la ciencia encuentre una vacuna, según ella, es un homenaje a la sobrevivencia. Acudir a un museo para ver los resultados de los análisis clínicos de alguien, o sus fotos de niño con sus certificados escolares, ahora sí ha perdido cualquier razón de ser, la pandemia convirtió en museos las pantallas de los artistas VIP y nos liberó de la molestia de ir a un museo real.

La experiencia estética de ver una obra del Barroco o del Renacimiento es insustituible, ni un libro, ni una pantalla nos dimensiona lo que la obra significa y es, la contemplación es íntima y presencial. La diferencia es que con el arte VIP nos podemos ahorrar este trámite, con la enorme ventaja de que la virtualidad nos invita a escaparnos de la exposición en cualquier momento o mejor aún, nos protege de no contaminarnos de obras que no son arte y que antes de esta pandemia ya estaban enfermas con el virus de la mediocridad.


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Tiempo sin espacio. Los museos frente a la pandemia

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Hace tiempo que la literatura especializada sobre museos habla de ellos como espacios de transformación. Gradualmente fue modificándose su concepción de espacios de conservación y resguardo de objetos curiosos o de memoria, a escenarios donde se despliegan discursos que redundan en la transformación del visitante a partir de diversos detonantes. Sin importar si es de ciencia, de arte o de historia, el museo como institución se ha visto envuelto en discusiones que involucran su función social, su pertinencia, su presupuesto y que, sin duda, se han agudizado de cara a los efectos económicos de la pandemia y del confinamiento.

Prácticamente todo, todo lo que conocemos como estructura de vida y socialización se está transformando a raíz de la pandemia, y han salido varios artículos que reflexionan en torno a la situación de los museos y al sector cultural en términos generales en el marco de las decisiones económicas que esta administración federal ha tomado. No me propongo bordar sobre el mismo punto, pues el lector que desee conocer un panorama pormenorizado se puede remitir al excelente artículo de Graciela de la Torre que publicó El país el pasado 2 de mayo, “Cómo acabar con la creación, los museos y el andamiaje cultural de México”.

museos frente a la pandemia
Fotografía: France 24.

Además de contar con una larga, próspera e intachable trayectoria en el ramo de la gestión de instituciones públicas y privadas, así como de estar familiarizada con las discusiones contemporáneas en torno a la ontología y funcionalidad del museo, De la Torre ha sido una impulsora activa de la construcción de mecanismos para apoyar el desarrollo de estos recintos desde el punto de vista curatorial, mercadológico y presupuestal. Si en otros países se encara ya la coyuntura de reabrir los recintos conservando las máximas normas de seguridad para el público que recién sale a sus actividades de nuevo, en México los museos públicos enfrentarán un drama adicional: no es sólo abrir y garantizar la “sana distancia”, es abrir con un recorte presupuestal abrumador, abrir sin garantía de pago para el personal de capítulo 3000, abrir sin oferta atractiva de exposiciones, abrir sin la expectativa de que haya largas filas de visitantes impacientes: el mundo que construyeron personajes como Graciela de la Torre ha cambiado drásticamente. ¿Cómo imaginaremos los museos en el tiempo que viene?

Ya vimos en esta cuarentena que la generación de contenidos en línea no es lo fuerte de los museos mexicanos. El ICOM (International Council Of Museums) ha recomendado crear exposiciones y recorridos virtuales, hacer exposiciones en Pinterest e Instagram, crear historias con hashtags e, indudablemente, muchos recintos han logrado sostener su oferta aún con el confinamiento. ¿Qué viene después? Ingresos escalonados y regulados, toma de temperatura a los visitantes, gel y distancia sana en los museos que albergaban grandes oleadas de visitantes nacionales y extranjeros. Pero ¿cuál es el escenario real de museos menos favorecidos que, si de por sí ya enfrentaban crisis presupuestales, ahora han recibido el tiro de gracia con la solicitud de recortar su gasto en un 75%?

museos frente a la pandemia
Fotografía: NBC.

Los museos son espacios de transformación, decía al inicio, y justamente por ello, son espacios físicos que proporcionan estímulos y ambientes propicios para la sanación, para el encuentro del visitante con su dimensión trascendente. El problema de la oferta en línea es que, en mucho, proporciona información, mas no afectación estética. Se trata del carácter aurático de las colecciones, tal y como lo define Walter Benjamin en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1936): “Todo el ámbito de la autenticidad escapa a la reproductibilidad técnica”; el carácter histórico de los objetos exhibidos encuentra una nueva dimensión en la medida en que se consumen a distancia, mediados por una pantalla.

En el consumo virtual, la vinculación afectiva se diluye en pro de un ánimo de coleccionista: se pueden formar galerías, compartir, hacer grandes las fotografías para apreciar detalles de las piezas, pero el aura de los objetos permanece en ellos y en sus recintos. “¿Qué es propiamente el aura? Un entretejido muy especial de espacio y tiempo: aparecimiento único de una lejanía, por más cercana que pueda estar” (Benjamin, La obra de arte…, p. 47). Ese entretejido de espacio y tiempo se desarma si falta, naturalmente, una de las variables: el espacio. El consumo virtual merece ser analizado con detenimiento, desde luego, pero la experiencia está condicionada por el espacio y el encuentro con la historicidad y la tradición que comportan los objetos exhibidos.

Los museos también son sitios para la investigación: no sólo para los profesionales que ahí laboran, en contacto con colecciones, con objetos reales, con su materialidad y enfrentando cotidianamente el drama de su preservación; sino también para el público visitante: recorrer, discurrir a través de lo que un curador ha propuesto; es una labor investigativa: los detalles que revelan las piezas, más allá de los discursos, reportan una experiencia de conocimiento. ¿Volveremos a tener esa experiencia? En mi fuero interno, quiero responder que sí. Lo que seguramente cambiará serán los modos de aproximación, la gradualidad o administración de las afluencias ante propuestas que, tímidamente, reclamen de nuevo territorio: su espacio.


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¿Dónde está el Nuevo Teatro?

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Melodrama en un acto
Personajes:
Rosario
Jorge

Toda la acción sucede en una cafetería de la colonia Santa María La Ribera en la época actual.

Rosario: ¿Pensaste que estaríamos aquí como fantasmas? Tú estás muerto hace 37 años. Yo hace 46. Y henos aquí, deambulamos en esta ciudad como espectros esperando a que algo pase. Deberíamos sentir orgullo: los melodramas siempre usan fantasmas para amarrar la emoción.

Jorge: Me quedé con ganas de escribir más melodramas.

Rosario: Ya me imagino lo que hubieran dicho tus amigos los críticos y las altas mentes del teatro: “Jorge desperdicia su trabajo en algo tan vil como un melodrama”.

Jorge: Hablaron mal de mí de cualquier modo porque me atreví a cometer un pecado más grave: escribir más que teatro. Hice cuentos, novelas, ensayos. Hasta telenovelas. Nadie en el teatro me lo pudo perdonar. Querían que me quedara siempre ahí. Sólo para el teatro. No podía. Por eso ya nunca escribí obras. Mi arte no podía con tanta presión.

Rosario: ¿Fuiste artista?

Jorge: Si no fuimos artistas, ¿qué fuimos entonces?

Rosario: Hicimos teatro.

Jorge: Hicimos arte.

Rosario: Sólo fui una “humilde dramaturga”. Me encanta esa palabra: dramaturga. Y tú también sólo fuiste un “humilde dramaturgo”.

dramaturga de teatro
Fotografía: El Enateneo.

Jorge: ¿Por qué te causa escozor la palabra “artista”?

Rosario: Muy pronto me di cuenta que se volvería un problema en mi trabajo.

Jorge: ¿Problema?

Rosario: El ser “artista” me encerraría en una pose que sólo usaría en las fiestas bohemias. Aplastaría toda mi creatividad para hacer sólo caprichos y extravagancias. Yo sólo quería salir de mí, conectar con alguien más. Hacer un teatro digno de nuestro tiempo capaz de transformar, sanar. Lo que más me emocionaba de escribir teatro era dialogar con la gente. Preocuparme por los que estaban dispuestos a observar y escuchar.

Jorge: El teatro siempre se preocupa por el público.

Rosario: En este tiempo, ya escuché a más de un teatrero que no le dice público sino espectadores.

Jorge: Como le quieras llamar. El teatro se preocupa por el que observa.

Rosario: ¿El teatro siempre se preocupa por los espectadores?

Jorge: Sí.

Rosario: ¿Cómo?

Jorge: ¿Nunca viste las obras de Luis, José, Juan?

Rosario: No menciones a las vacas sagradas del teatro. Ellos sólo se preocupaban por ellos.

Jorge: A mí siempre me importaron los espectadores.

Rosario: ¿Te preocupaban los espectadores sólo porque compraban un boleto y se sometían a tu búsqueda artística?

Jorge: Por supuesto que no. Porque quería decirles algo importante.

Rosario: Tú escribiste telenovelas y con ellas también les decías algo importante a las personas. También lo hace el cine, los periódicos, las revistas. Mira, ahora, toda la gente camina con un montón de aparatos en la mano que todo el tiempo les dice algo importante.

Jorge: No es lo mismo.

Rosario: ¿Por qué?

Jorge: Porque en el teatro hay magia.

espectadores
Ilustración: Pinterest.

Rosario: Jorge, eres terrible al usar lugares comunes. Define magia.

Jorge: El teatro es un juego donde los artistas jugamos con la mente de los espectadores.

Rosario: También “artistas” juegan con la mente de los espectadores desde otros medios. Me encanta cómo juega conmigo Agnès Varda.

Jorge: ¿Nunca pensaste hacer un performance? A lo mejor ese era tu camino.

Rosario: Amo profundamente el teatro.

Jorge: No se nota.

Rosario: Sólo siento que me convertí en dramaturga cuando el teatro había agotado sus posibilidades. Las obras que escribí, las escribí pensando en los grandes escritores que nos repetían hasta la náusea nuestros maestros: Sófocles, Shakespeare, Molière, Chéjov. El diálogo que quiero establecer con las personas está en otra estructura. El modelo que conocemos se agotó.

Jorge: A lo mejor te agotaste tú.

Rosario: Cada semana nos paseamos por varios teatros de esta ciudad y vemos que las salas no están precisamente llenas. ¿No te parece eso una señal de desgaste del lenguaje teatral?

Jorge: A lo mejor ahora es más caro.

Rosario: El dinero es un problema sin duda. Pero hay uno más grande de fondo.

Jorge: Rosario, desde que estábamos vivos nos quejábamos de que la gente no iba al teatro. Es parte de sufrir la profesión.

Rosario: ¿Sufrir la profesión? ¿De qué estás hablando? ¿No te parece que hay una necesidad más grande todavía?

Jorge: ¿Fundar un Nuevo Teatro?

Rosario: ¡Exacto!

teatro clasico
Fotografía: Enateneo.

Jorge: ¿Por qué no fuiste performancera?

Rosario: Un Nuevo Teatro es lo que necesitamos. Aprender del pasado para construir algo totalmente diferente. Fuera de la norma, de lo habitual, de lo esperado. Alejado de lo que las personas ya tienen para ver y escuchar.

Jorge: No le trates de mejorar la plana a Shakespeare. Desde que éramos jóvenes conocí a muchos artistas como tú que decían lo mismo: “contstruir algo diferente”. Y cayeron en lo mismo. El teatro es lo que es.

Rosario: ¿Sabes por qué nos aferrábamos a escribir como Shakespeare o como cualquier otro escritor que admirábamos? Porque queríamos los efectos que lograron en su tiempo. Pero nunca nos dimos cuenta que las fórmulas que ellos usaron ya no nos sirven ahora. Son una buena pista para empezar. Sólo eso.

Jorge: ¿Te parece ocioso estudiar a los clásicos?

Rosario: No. Yo lo que quería era partir de ellos para encontrar algo nuevo. Su búsqueda me serviría para mi búsqueda.

Jorge: ¿Encontraste esa Nuevo Teatro?

Rosario: No.

Jorge: Touché.

Rosario: En cada nueva obra que escribía siempre mi intención era encontrar ese Nuevo Teatro. A lo mejor me faltó valentía de romper con todo lo que yo creía o con lo que yo había entrenado.

Jorge: Tu Nuevo Teatro me parece una cosa terapéutica que muchos ya intentaron…

Rosario: Puede ser terapia.

Jorge: Que muchos intentaron y ya fracasaron. Yo cada vez que escribía quería demostrarme qué mejor artista podía ser.

Rosario: En el teatro siempre me importó más la comunicación que el arte.

Jorge: Por eso nunca te dieron becas.

Los dos ríen.

arte del teatro
Imagen: Pinterest.

Jorge: No sabes cómo me dolió ya no escribir teatro.

Rosario: ¿Por qué dejaste de escribir obras?

Jorge: Ya te dije. Nadie del gremio me perdonó que hiciera otro tipo de trabajos.

Rosario: Ya sé. El “gremio” es muy celoso. Pero a mí no me puedes mentir. Siempre fuiste muy cínico y hubieras soportado cualquier mala cara de nuestros colegas en cualquier estreno tuyo. ¿Por qué dejaste de escribir?

Jorge: Yo estrené una obra de teatro en junio de 1970 que para mí era la mejor que pude haber escrito. Mi síntesis artística.

Rosario: “Los enredos de Jacinta”.

Jorge: Amabas esa obra. No lo niegues. Al mismo tiempo, se estrenó una telenovela que también escribí. La hice sólo por dinero.

Rosario: ¿La que hizo la gran Sonia? “La mirada del perdón”.

Jorge: Odiabas esa telenovela.

Rosario: Me encantaba. Y lo digo sin ironía.

Jorge: En una comida familiar, todos habían ido a ver la obra y conocían la telenovela. Toda la comida se la pasaron hablando de la telenovela y ni una palabra de la obra de teatro. Todos se emocionaban al hablar de los personajes de la televisión. Las pocas referencias a la obra eran como algo que le debían de rendir pleitescía sin ningún ápice de emoción. Sin víscera. Sentí que mi mensaje no era poderoso. Que yo no tenía la magia del teatro.

escritor fracasado
Ilustración: Romanzo.

Rosario: ¿En serio crees eso?

Jorge: ¿Por qué les importaba más la telenovela que la obra? ¿Por qué hicieron suya la telenovela y no hicieron suya la obra?

Rosario: A lo mejor fuiste demasiado artista en el teatro.

Jorge: A lo mejor no estaba a la altura del Nuevo Teatro.

Los dos suspiran.

Jorge: Amas profundamente el teatro.

Rosario: Por eso espero algo más. Si no lo pudimos encontrar tú y yo, espero que alguien lo pueda hacer.

Jorge: Y henos aquí, deambulamos en esta ciudad, por los teatros, como espectros esperando a que algo pase.

Rosario: A que algo pase.

OSCURO


Entremos en debate:
~ ¿Tú de qué lado estás?
~ ¿Piensas más como Rosario o como Jorge?
~ ¿Qué importa más: la comunicación o el ejercicio artístico?
~ Ahora la telenovela va a la baja. Para ciertas audiencias, el producto audiovisual más socorrido es la serie. ¿Una serie puede ser más profunda que una obra de teatro?
~ ¿Dónde está la magia del teatro que no la podemos encontrar en la televisión?
~ ¿Necesitamos un Nuevo Teatro?

Espero tus respuestas en redes. Puedes encontrarme como @pezdeoromx en Facebook y Twitter.


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Luciana Cacciaguerra Reni, maridaje de color

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Por segundo año consecutivo, Luciana Cacciaguerra Reni visita la Ciudad de México para presentar su obra pictórica en el marco de la 17ª edición de zsona MACO (México Arte Contemporáneo) de la mano del galerista Óscar Román.

Luciana es liviana, sus grandes ojos verdes sonríen más que sus labios. Es grata (easy going). No se jacta ni se engrandece de su rancio abolengo, aunque a la gente del medio y muchos de quienes están a su alrededor, parezca importarles más su sangre aristocrática que su propuesta pictórica.

Luciana es cálida como sus cuadros, armoniosa como la composición de su obra; es discreta al igual que el rostro no revelado de sus Meninas. No logro tener esa conexión todavía con la expresión del rostro humano, indica la artista sin ningún tapujo, ni elaborado pretexto. ¡Adoro a esta mujer y su sencillez!

(Fotografía: Lucero Zepeda de El Semanario Sin Límites).

Luciana Cacciaguerra Reni

Al llegar a la cita para nuestra entrevista, me encontré para mi asombro y emoción con parte de la obra de la colección anterior llamada “Emoción Tropical: Caballito de mar azul, gallo pez, peces arlequín…”, la cual nos sumergen como una marea en el colorido del mundo de la obra naif de Luciana.

Al preguntarle del porqué y cómo se inicia en las artes plásticas, Luciana sorprende la manera de expresarse en un tono natural de espontaneidad y franqueza, que empiezo a distinguir como una de sus grandes virtudes.

¡No sé! Desde niña lo he hecho. Por parte de mi madre hay un gen, yo siempre he trabajado con distintos materiales: esculpiendo, dibujando, pintando. Siempre me gustó hacerlo […]. La pintura siempre ha estado presente, hasta en determinado momento y según las etapas que he ido viviendo, aún como una forma de desahogarme.

Luciana asegura que siempre se despierta contenta todos los días, gracias a su proceso personal y el trabajo que ha hecho en lo espiritual, lo psicológico, lo mundano, así como lo divino.

Porque si en la vida uno está agradecido, tiene tantos, pero tantos motivos para estar contento, y si no los pierdes de vista, ya los tienes. No necesitas más que la gratitud. Cada quien tiene un momento exacto individual en el que tomas esa conciencia.

Cuando le pregunté cómo es que ella misma se vive a través del color, responde sonriente: yo tengo que estar rodeada de color, porque para mí el color es alegría, misma alegría que me identifica, misma alegría con la que me despierto por la mañana. El color me llena, El azul y el verde son mis colores favoritos, no tienen una connotación ni manifestación más que le esencia de su propio color y eso me llena (en este momento apunto a la cámara que a pesar del conjunto monocromático que porta Luciana en tonos beige y tierras, sus uñas, lucen un verde turquesa).

Condesa Luciana
Condesa Luciana Cacciaguerra Reni, artista plástica venezolana (Fotografía: Lucero Zepeda de El Semanario Sin Límites).

Kitzia Nin Poniatowska (KNP): Luciana, también has dicho que te identificas con el sol, ¿por qué?

Luciana Cacciaguerra (LC): Dicen que el sol representa el rol o patrón paterno; yo me identifico mucho con mi padre –también con mi madre por supuesto, pero en otro sentido–. Creo que mi padre me ha marcado muchísimo, con él he compartido tantas cosas que no sólo me han formado y enriquecido en educación o enseñanzas de vida; él fue un amante de la naturaleza, alguien a quien le encantaba explorar, y con el hice viajes al Amazonas, la gran planicie, fueron experiencias invaluables que me unieron con mi padre y también definieron mi carácter. El sol también es alegría, la luz es la alegría, el calor del sol es vida. Esto está comprobado, el efecto positivo que el sol tiene en nuestro ánimo, así como la falta de éste, te lleva a la depresión […]. Para mí el sol es vida, es amor a mi padre, es amor a la vida. Pero también para mí el pez simboliza vida. ¡Estoy enamorada de los peces tropicales! Los peces del otro lado del mundo son grises; los peces tropicales me transmiten de igual manera emoción, ilusión, fluidez. El agua también es vida, de ahí que esta colección se llame “Emoción Tropical”.

KNP: ¿Qué es lo que te hace venir a México y participar en zsona MACO?

LC: Siempre he admirado y me he identificado con muchos aspectos de la cultura mexicana. Zsona MACO se lo debo totalmente a Adriana, mi Public Relations; quedé encantada. Para un artista poder contar con este tipo de plataforma es una enorme oportunidad, es una enciclopedia, un espejo y una confrontación.

KNP: Ahora Luciana, hablemos de hoy: las Meninas. Un poco osado ¿no crees?

LC: (responde en italiano impegnativo) Como se diría en Italia “comprometedor”.

KNP: ¿Cómo abordas desde el arte naif, que es tu pintura, una reinterpretación de un cuadro como el de Diego de Velázquez que apunta al detalle del perfeccionismo?

LC: El motor que me empujó a abordar este tema y esta temática, es un amigo de toda la vida, quien tenía un año pidiéndome una menina a mi manera. Yo le decía “¡no!”. La menina ha sido tantas veces pintada, “violada”, la han esculpido, Madrid está lleno en las calles de meninas, y yo decía “no”, no me siento que estoy lista ni inspirada. Finalmente, el año pasado mi amigo me volvió a insistir y a decir “píntame una menina a tu manera, quiero una menina Luciana”. Entonces fue cuando empecé a trabajar los bocetos que influyeron y se dieron sin ninguna dificultad; tengo 10 bocetos de los cuales hoy se encuentran aquí seis, faltaron cuatro que no me dio tiempo de terminar.

pintura de Luciana Cacciaguerra

Luciana Cacciaguerra Reni

pintura de Luciana Cacciaguerra

Empecé a pintarlos con mi estilo, mis colores, mis elementos. Empecé con ésta –dice señalando detrás de sí, a sus espaldas, a la vez que voltea para ver el cuadro–, La Parisienne, fue la primera que dibujé y me encantó hacerla. Empecé con la serie que fluyó, me divertí muchísimo y todo se dio muy espontáneo; perdí el miedo ante la importancia del cuadro Las Meninas y del pintor Diego Velázquez. Entendí que las meninas son un tema universal y de cierto dominio público que ha sido estudiado y reinterpretado desde la misma historia del cuadro.

Para esta edición de las Meninas he modificado el gran formato que normalmente manejo, a uno más pequeño, de 60 x 80, porque como tú bien sabes, en Europa la cuestión de los espacios es algo complejo. También siento que en este formato queda más integrado y recogido.

KNP: Estas Meninas no tienen rostro, ¿por qué?

LC: Sí, aún no he logrado pintar el rostro del ser humano. No logro todavía esa conexión con expresión del rostro […] pero lo encuentro muy placentero, cálido e innecesario. No hay necesidad de cara, ni ojo, ni labio.

KNP: ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Después de despertarte contenta, qué sigue?

LC: No hay nada predeterminado, mi motor es la curiosidad, el desafío, la necesidad misma de pintar, en este caso, quitar el miedo y emprender. Lo que sí es muy claro, es que yo veo el cuadro que voy a pintar, hago el boceto con esas grandes ganas de pintar, porque así son las ideas: vienen y anidan. Empiezas a construir, tu boceto va marcando la pauta y la magia se va desplegando.


Instagram: @kitzianinponiatowska

El arte, Zapata y la polémica

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A David y Daniel Maya, jóvenes universitarios.

En semanas pasadas, surgió una amplía polémica sobre la obra La revolución de Fabián Cháirez, incluida como parte de la exposición que se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes, Emiliano. Zapata después de Zapata.

La obra, como varios habrán leído en reseñas y hasta notas en la televisión, causó revuelo por la forma en que se representó al líder revolucionario Emiliano Zapata. Quien nunca había visto la obra, seguro se la encontró como parte, incluso, de los emoticones del celular. Otros, supieron de su existencia a partir de las protestas y de una trifulca suscitada en el propio Palacio.

En casa se volvió parte de la plática de la cena de fin de año. Y antes, un alumno me enseñó que en la funda de su teléfono traía la imagen de la obra como símbolo del derecho a expresarnos de forma libre.

La polémica fue escalando distintos niveles. Al momento de escribir esta columna, leo que en Morelos se encabezó una protesta ante el presidente.

Me detengo en dos ejes de las discusiones: el valor de la pieza como obra artística y el derecho a la libertad de expresión.

Comienzo con la primera. ¿Es arte o no lo es? El filósofo alemán, fundador de la Hermenéutica, Hans Georg Gadamer (1900-2002) abordó la problemática de entender el arte contemporáneo: el artista, antes del siglo XX, buscó conmover al espectador a través de su obra. La fidelidad de un retrato, la magnificencia de un paisaje, la devoción por una imagen religiosa, fueron varios de los fundamentos en la apreciación artística. La historia, la tradición y el contexto (sobre todo religioso) fueron el bagaje cultural que nutrió la estimación del arte mismo.

En el siglo XX vino el cambio (por no decir, el choque). El artista buscó ahora la provocación en la apreciación artística. Se alejó de la tradición y de la historia. Lo religioso, uno de los parámetros hasta ese momento, se modificó. La medida ya no fue lo divino. El cambio demandó un mayor entendimiento por parte del espectador. El arte ya no pudo entenderse a partir de la imitación de la naturaleza, del hombre mismo o de representaciones religiosas. Gadamer afirma que lo que cambió fue el contexto. Surgió una nueva religión: la religión de la cultura.

Y así, propios y extraños –como suele decirse–, se vieron inmersos en un mundo de formas artísticas diversas, divergentes y, las más de las veces, turbulentas.

arte picasso
Pablo Picasso, “Las señoritas de Avignon”, 1907. Óleo sobre tela. 2.43 x 2.33 m. Museo de Arte Moderno. Nueva York, E.U.A. (Fotografía: Flickr).

La obra de Cháirez no es la primera obra que sufre el descrédito de no ser considerada arte. Picasso con sus formas “sin forma” del cubismo estuvo expuesto a comentarios que causaron escarnio. Las señoritas de Avignon, de 1907, es un ejemplo de ello (imagen 1). La representación de cinco mujeres trabajadoras de un burdel en Barcelona, de la mano de su configuración en formas geométricas nunca antes vistas. Los ready-made del dadaísmo encabezados por Marcel Duchamp también causaron revuelo como fueron los casos de La fuente (1917) y L.H.O.O.Q. (1919) (imagen 2). La primera, un mingitorio convertido en obra artística. La segunda, un cartel de La Mona Lisa al que el artista pintó barba y bigotes convocaron a la inmediata descalificación de esas obras. La desacralización de las obras icónicas fue una de las características de los movimientos de vanguardia de la primera mitad del siglo XX.

En la década de 1960 y de forma más evidente a partir de los ochentas, la creación y aceptación ante este tipo de representaciones artísticas fue indiscutible. Las tendencias artísticas en el siglo XXI nos han sorprendido. Su diversidad, en varios casos, ha provocado todo tipo de emociones estéticas que van de lo agradable hasta lo desagradable. Pero también se han vuelto reflejo de la sociedad que somos. La “religión de la cultura” no ha permeado los niveles completos de la sociedad. La educación, no sólo escolar sino en todos los sentidos, es la base de la misma.

Y aquí está la cuestión del otro de punto de vista respecto a la obra de Zapata. Más que la libertad de expresión se trata de la intolerancia ante este tipo de manifestaciones artísticas. ¿De dónde surge la intolerancia? De varias vertientes, pero tal vez la más importante, de nuestros aprendizajes. Y cabe preguntarnos, ¿qué clase de sociedad mexicana somos? ¿Qué clase de sociedad queremos ser?

Tal vez lo que sucede es que no entendemos la obra de arte y carecemos de la sencillez suficiente para reconocer la falta de recursos propios para la apreciación artística. Ante esto, no queda más que juzgarla con expresiones de disgusto y hasta de violencia (que van de la mano de la intolerancia). La clave está en la Educación (con E mayúscula). Ése debería ser el verdadero punto de discusión en estos momentos.

La exposición Emiliano. Zapata después de Zapata se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes hasta el 16 de febrero de 2020. De martes a domingo, de 10:00 a 17:45 horas. Boleto por 70 pesos. Entrada libre a profesores y estudiantes con credencial vigente, adultos mayores con INAPAM y menores de 13 años. Domingos, entrada libre.

Desert Music

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El arte es para vomitar a la realidad, para llevarla adentro, tocando lo más oscuro y sacarla, tal vez más terrible, tal vez más insoportable. La existencia no tiene tiempo, ni siquiera es nuestra, pensamos que la vivimos, que le damos un sentido y desde ese punto en que no podemos cambiarla nos demuestra que estar aquí, que ser lo que creemos que somos, es una ilusión de nuestra vanidad. Entonces llega el arte y nos enfrentamos a algo que nos deja vivir, sentir que se puede cambiar un ápice nuestra insuficiente condición. La pesadilla intemporal y eterna de la frontera mexicana, ese lugar del tránsito penitente, en el que la degradación se concentra infranqueable, agujero claustrofóbico del que sólo se escapa con un poema, canta William Carlos Williams, ante un cadáver sin piernas y sin brazos que podría ser un huevo o un montón de harapos, “¿Cómo decir lo que ha de ser dicho?”, “Sólo el poema”.

“Sólo el poema” y el poema está sólo, y el arte está sólo y la creación está sola, y vivimos esta realidad, la padecemos, mentirosos decimos que la gozamos, falseando creemos en lo que hemos hecho de nosotros y en el puente entre El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, el poeta ve un cadáver. “Sólo el poema medido con exactitud, imitar y no copiar, la naturaleza: no copiar la naturaleza”, el arte no copia, imita, observa, aprende, se traga eso que desea y lo vomita, y ahí está la obra, ahí está la realidad y así, como leer un poema o como ver un dibujo, entendemos algo, intuimos que por fin, eso de tan insoportable tiene explicación, tiene que estar ahí, en ese instante y ser para nuestro ser, ser para el arte.

poema williams
William Carlos Williams, escritor estadounidense (Fotografía: LitKicks).

Los que no quieren ver dicen con parca ignorancia “pintura retiniana” negando la presencia de los sentidos en la contemplación, los sentidos que nos obligan a tragar esa realidad y nos empujan a asimilarla pedazo a pedazo con un poema o un dibujo. Detenidos, esperamos el símbolo que contiene esa cotidianidad que no soportamos, balbuceamos la metáfora que la sublima, refugiados en el artificio de la forma, podemos soportar lo que nos es dado, lo que nos ha condenado, y acumulamos en la memoria poemas, imágenes, música que significan el todo que nos acorrala, y así, adoramos aquello que aborrecemos. La prostituta que baila grotesca, los gringos borrachos y a Williams “se le atraganta el poema” porque debe salir, debe ser expulsado así con la violencia en que entró esa suciedad, ese cadáver. “No consigo escapar”, “No consigo vomitarlo”, “Sólo el poema escrito, el verbo lo trae al ser”. La belleza, la presencia misma de la obra, es un cuerpo destazado, el artista toma sus pedazos y los lleva al color, los reúne en palabras, los desbarata en música, y sobrevivimos gracias a esos despojos.

El arte, sacarlo todo, no cargarlo dentro, dejarlo atrás convertido en poema, en algo que ya no es ese momento, que es todos los momentos, que se queda ahí, triunfando sobre este espanto que no comprendemos, “una agonía de la autoconciencia” y que nos seduce, nos convence, de que esa agonía tiene sentido, recompensa y final, mientras alarga el camino sin salida.