El fin de semana me mandó un amigo un artículo publicado por el IMFBLOG, la “Inversión pública para la recuperación”, sobre el cual quisiera comentar y hacer unas reflexiones.
El tema es fundamental a nivel global, pero creo que es vital para los países más afectados por la crisis económica que está ocasionando la pandemia, en particular para nuestro México. Es además relevante debido a los diversos esfuerzos que hemos visto por parte del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) desde el año pasado para llegar a un acuerdo en conjunto con el Ejecutivo para lograr que el país crezca de manera sostenible, como la única manera para reducir no sólo los efectos de la pandemia sino las grandes brechas en desigualdad y pobreza ya existentes en nuestro país desde antes del COVID-19.
En junio de 2019 se firmó un Acuerdo entre el Gobierno Federal y el CCE para promover la Inversión y el Desarrollo Incluyente, donde se promueve la colaboración entre el Gobierno Federal y el sector privado para impulsar la inversión, tanto pública como privada para lograr un mayor crecimiento, más empleos y el bienestar para la población de tal manera que se reduzcan las brechas de inequidad y pobreza.
El sector privado se comprometió a colaborar con el gobierno para que las acciones que genere el sector público puedan dar confianza a la inversión privada y se eleve ésta del 17.5% del PIB en 2018 al 20% en los siguientes dos años, así como a colaborar y participar en proyectos públicos que eleven la inversión pública del 2.8% del PIB en 2018 al 5% en el mismo periodo. Se establecieron cuatro áreas prioritarias:
1.- Sector energético. Cumplir con los contratos de inversión entre empresas y el sector público para incrementar la producción de petróleo, gas y energía eléctrica; fomentar la producción de energías limpias y renovables; y coadyuvar a desterrar la corrupción en PEMEX y la CFE.
2.- Infraestructura de transporte. Incluir proyectos de carreteras, puertos, puentes, ferrocarriles y aeropuertos que permitan mejorar la interconexión de las diferentes regiones del país y resolver los problemas de logística.
3.- Inversión social. Promover proyectos de gran impacto social: de educación, salud, agua y saneamiento, para lograr un desarrollo incluyente.
4.- Desarrollo del sursureste. Los proyectos de la región deberán tomar en cuenta la vocación productiva de los estados, fundamentalmente energía, servicios o agroindustria, así como la integración de cadenas productivas.
Posteriormente y anticipando los efectos desbastadores que tendría la pandemia sobre la salud y el empleo, hubo un acercamiento importante por parte del CCE a principio del año para proponer cerca de 70 acciones para recuperar la salud y el crecimiento.
El pasado 5 de octubre y con base al acuerdo entre el Gobierno Federal y el CCE para Promover la Inversión y el Desarrollo Incluyente, se estableció el acuerdo “UNIDOS POR EL PROGRESO DE MEXICO Y EL BIENESTAR DE TODOS. Acciones y proyectos para apuntalar la Reactivación Económica”, donde se busca promover y financiar proyectos de infraestructura pública donde la aportación privada deberá ser de al menos el 50% del costo total.
En este esfuerzo, que veo como una primera etapa del acuerdo firmado en junio del 2019, se han identificado 39 proyectos por un monto total de $297.3 miles de millones de pesos, en los sectores de Comunicaciones y Transportes (principalmente carreteras, $196.2 mmm ps), en Energía (por $ 98.98 mmm ps, principalmente en coquizadoras y licuefacción) y en Agua y Medioambiente (por $ 2.1 mmm ps, principalmente en temas de agua potable y tratamiento de residuos sólidos).
Estos 39 proyectos son los primeros de un proceso conjunto, entre el sector público y privado, que implicara afinar y concluir los cientos de ideas y proyectos que existen hoy en el país para que se lleven a cabo y se ejecuten antes del 2024.
Creo que este acuerdo es un importante avance entre el gobierno y el sector privado, sobre todo en la dirección correcta. Se establece un mecanismo conjunto para atender temas prioritarios como la integración a las cadenas productivas, los programas para el desarrollo de proveedores nacionales competitivos, el turismo, así como otros temas del T-MEC, etc. Sin embargo, el monto de aproximadamente $13,000 millones de dólares (a 22.20 pesos por dólar, cierre de diciembre del 2019) representara tan sólo alrededor del 1% del PIB (usando el PIB del 2019).
Es importante comentar que 10 años antes de la pandemia la inversión pública en infraestructura venía bajando de manera importante, tanto en países desarrollados como en los emergentes.
Los gobiernos de prácticamente todos los países están tomando medidas extraordinarias en conjunto con sus bancos centrales y sus sectores privados para mitigar los efectos del COVID-19. El objetivo es recuperar la salud y el empleo lo más pronto posible. Los rangos de apoyo varían por país, pero en algunos llegan a ser encima del 20% del PIB. Si bien es imposible predecir cuáles serán los resultados, sí podemos anticipar con cierta certeza que aquellos países que hicieron más y mejores esfuerzos estarán en condiciones más óptimas para recuperarse de manera rápida y eficiente.
El Fondo Monetario Internacional a través de su Monitor Fiscal (Fiscal Monitor) muestra que incrementos en inversión pública en países desarrollados y emergentes puede ayudar de manera significativa a reactivar las economías de lo que está siendo la más profunda y aguda crisis económica global de la historia contemporánea. La inversión pública podrá crear millones de empleos directos en el corto plazo y muchos más en un periodo largo de tiempo.
El artículo mencionado hace énfasis en la importancia de la inversión pública y su rol potencial en la recuperación económica global. Por ejemplo, por cada millón de dólares gastados en infraestructura tradicional se pueden crear en promedio 5 empleos directos aproximadamente y alrededor de 10 por cada millón de dólares gastados en investigación y desarrollo, en energías limpias y edificios inteligentes.
De igual manera los autores del artículo nos dicen que en periodos de alta incertidumbre, como los que estamos viviendo, la capacidad multiplicadora de la inversión pública es de por cada 1% de incremento en la inversión pública en relación PIB, éste se incrementará en 2.7%, la inversión privada se incrementará en un 10% y el empleo formal después de dos años crecerá en 1.2%.
El artículo profundiza en la importancia de la inversión pública sobre el crecimiento de un país de manera directa o como un multiplicador de confianza para la inversión privada nacional o extranjera. Se convierte ahora en una prioridad invertir en salud, educación, edificios inteligentes y seguros, transporte seguro e infraestructura digital y conectividad. Esto aplica para todos los países, pero creo que para México y otras economías emergentes es mucho más importante para no perder nuestra posición en las cadenas productivas globales.
La baja en las tasas de interés a nivel global y la alta liquidez disponible (los dólares en circulación, M0, han aumentado en los últimos meses, según FMI, en aproximadamente 63%. Y la hoja de balance de la FED ha subido del 28 de agosto de 2019 al 21 de octubre del 2020 de $3,721 billones de dólares a $7,137) deberían ser factores claves a considerar para incrementar la deuda de manera responsable y eficiente. Esto es, para invertir solamente en aquellos proyectos rentables desde el punto de vista económico y social, para impulsar todas las actividades afectadas, pero sobre todo aquellas que contribuyan de manera importante para recuperar la salud y el empleo.
Creo que será fundamental restructurar de manera estructural tanto a PEMEX como a la CFE, es decir, desde un punto de vista financiero como también de manera operativa, invirtiendo en ellas de manera ordenada, transparente y eficiente.
Nos debería quedar claro que, si aumentamos la inversión tanto pública como privada, lograremos aumentar el crecimiento del país y conseguiremos reducir la desigualdad y la pobreza.
Es importante enfatizar que en tiempos de incertidumbre la inversión pública de calidad logrará incentivar de manera significativa la confianza de los inversionistas privados tanto nacionales como extranjeros al mandar una señal de compromiso por obtener un crecimiento sostenido.
Los estragos que tendrá la pandemia en todas las economías, pero sobre todo en la nuestra, sólo podrán ser contrarrestados con acuerdos como el que se firmó el 5 de octubre con la colaboración del sector público y privado.
Sin embargo, el esfuerzo de ambos sectores debería ser mucho mayor como está ocurriendo en otros países. Es momento de replantear qué se necesita para crear las condiciones para que se dé una inversión mucho mayor tanto del sector privado como del público, en sectores y proyectos que creen empleos formales, que sean altamente productivos y rentables.
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