delincuencia

De la violencia criminal al altruismo humanitario

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Absortos en el tema de la peste y en las repercusiones inmediatas que están teniendo en el ánimo social el temor desbordado, justificado o no, la prolija difusión de información cruzada, el escepticismo sobre los datos oficiales, la confrontación entre grupos de poder de índole diversa, con visiones y versiones divergentes de la realidad económica, política y social respecto de las prioridades y potenciales consecuencias, apoltronados en los espacios de confinamiento y reducidos al papel de simples receptores, se ha dejado de lado la atención de situaciones que, antes de que la enfermedad apareciera, ocupaban el primerísimo lugar en la agenda de las preocupaciones ciudadanas y, alarmantemente, siguen vigentes y en aumento.

La complejidad del momento, caudaloso y turbulento río, donde confluyen al infortunio sanitario, tiempos e intereses políticos, ambiciones personales, confrontaciones y reclamos, ha despertado toda clase de apetitos y tentaciones, de alguna manera esperadas, por parte de los sempiternos pillos, embaucadores y especuladores que hacen de la incertidumbre ambiente propicio para la fechoría y de la tragedia botín.

Altamente preocupante es, sin duda alguna, y de primer orden en la agenda nacional, la emergencia sanitaria y los impactos inmediatos en la actividad económica que ya extiende su no menos mórbido abrazo sobre cientos de miles de mexicanos que vienen quedando en el desamparo.

crimen organizado en Mexico
Imagen: Plaza Pública.

El río revuelto, reza el refrán, otorga ganancias a los pescadores que, ante la actual crisis, obviamente, abundan. A la oportunidad la pintan calva, señala otra conseja y siempre habrá –condición humana– quien busque aprovecharla. Jugosos negocios pueden surgir a la sombra de la catástrofe, grandes fortunas pueden construirse con los detritos de la calamidad y, desde luego, nuevos paladines pueden erigirse como benefactores del pueblo, mientras el entramado social se resquebraja.

En tanto el gobierno está concentrado y ocupado en el asunto de la salud, la sociedad confinada para no contaminarse, los espacios públicos cancelados y algunos gobernadores colocando esposas a los peligrosos violadores de la norma que no usen cubrebocas, los criminales se regocijan mostrando músculo y retando al Estado una vez más, si bien de una forma diferente, no menos preocupante.

Las organizaciones criminales ostensible y abiertamente han adoptado un papel altruista y se han dado a la tarea de repartir despensas en diversas comunidades con logotipos publicitarios del respectivo cártel.

delincuencia en politica y discurso
Ilustración: Oldemar González (Nexos).

No se entiende este carácter “humanitario” de los grupos que violentan la paz pública con miles de asesinatos y ejecuciones de extrema crueldad, sino bajo la pretensión de consolidar su control territorial, generar simpatía y robustecer su base social como estrategia de protección a sus actividades delictivas, aprovechando los espacios que brinda la emergencia.

Ciertamente, no es novedad el reparto de obsequios entre la población por parte de la delincuencia, lo que sí resulta novedoso es la simultaneidad, la concurrencia de la temporalidad y el método que emplean los diferentes grupos en regiones diversas, lo que evidencia su coordinación para penetrar en el ánimo social como sus bienhechores.

El riesgo que entraña la circunstancia no es en absoluto despreciable, no debe perderse de vista el constante incremento de homicidios dolosos –sólo en marzo la cifra oficial contabilizó 2,585 víctimas– y el ambiente generalizado de inseguridad en todo el país. La capacidad de control territorial, la movilidad e impunidad con que actúan los grupos delincuenciales es bien sabida y si a ello se suma el apoyo comunitario, la amenaza se potencia.

A la crisis sanitaria que será seguida por la económica se sumará, según los pronósticos, la crisis social, escenario que puede resultar caótico si desde luego no se perfilan las medidas mínimas para contenerlo.

Muchos frentes se han abierto en la dinámica nacional, todos de gran relevancia y atención inmediata que amenazan, en su complejidad, con rebasar la capacidad de respuesta institucional y si a ello se adiciona la estructura criminal como un poder paralelo, con arraigo y empatía entre la sociedad y gran capacidad corruptora, el riesgo alcanza la estabilidad y seguridad misma del Estado.


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Ni el coronavirus disminuye el crimen y la delincuencia

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Pensar que por esta crisis sanitaria los delitos van a bajar porque los delincuentes se encuentran en aislamiento social, es un error.

Si analizamos las últimas cifras oficiales hasta marzo, el comportamiento de los homicidios se mantuvo sin cambios notables, al ubicarse en 83 diarios en promedio, lo que hizo que fuera el mes con mayor número de muertes de este tipo en lo que va del gobierno actual.

Otros delitos tampoco parecen detenerse por la pandemia;  aunque registran bajas que pueden estar relacionadas con el resguardo que debemos seguir. Son los casos de robo de vehículo, y el Estado de México sigue siendo la entidad donde más ocurre, con 179 diarios –hasta el martes 14 de abril– e incluso el huachicoleo, que presenta una tendencia que no sube en el día a día, pero no disminuye con 6 millones de barriles robados al lunes de esta semana, de acuerdo con los datos públicos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

No olvidemos que uno de los elementos básicos del crimen es la oportunidad y, si ésta existe, entonces se planeará y se invertirá en cometer el delito.

crimen y coronavirus
Imagen: Proyecto Puente.

Es un cálculo de riesgo y de costo-beneficio. Un ejemplo: hace dos semanas y media, un grupo criminal roba un cargamento de oro de una mina en Sonora y huye en una avioneta. Hablamos de un delito muy específico, con criminales que cuentan con habilidades especializadas, pero aun así, el robo se lleva a cabo en plena pandemia y con el riesgo calculado de hacerlo en estas circunstancias.

Por eso es importante que sigamos enfocados en la prevención, que bajen delitos como el robo a casa habitación –tendremos que revisar su comportamiento ahora que mucha gente se fue de su casa a “aislarse” en la vivienda que tiene para descanso o buscó vacacionar encerrados en otro sitio–, o robo a transeúnte y en el transporte público, que podríamos pensar que tendrán un descenso por falta de víctimas a partir de la reducción de la movilidad en el país.

Entendemos que la delincuencia es una actividad ilegal que no tiene prestaciones y que vive al día sobre los crímenes que se puedan cometer para dividirse un botín entre un grupo. Si lo vemos de esa manera, entonces entenderemos que tomarán el riesgo hasta de contagiarse si es necesario para cubrir los ingresos que requieren.

¡La mejor seguridad es la prevención! No caer en engaños, ni físicos, ni electrónicos, tener cuidado con correos, idas al cajero, denunciar de inmediato si sabemos o vemos algo irregular, mantenernos en casa comunicados y atentos.

Aprovecho para reconocer la labor de todos nuestros buenos policías del país, mujeres y hombres, de los miembros de la Guardia Nacional, Ejército y Marina Armada que no han tenido un solo momento de descanso para protegernos en esta contingencia. Pues así como los trabajadores del sector salud son los héroes que combaten esta pandemia, también el crimen no parece quedarse en casa.


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El año más peligroso de la historia

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De acuerdo con las cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), 2019 fue el año con mayor número de homicidios dolosos desde que se lleva registro. Sin quitarle importancia a un dato brutal, los años anteriores ocuparon en su momento el mismo sitio infame, por lo que es fundamental empezar a trabajar como sociedad para reducir la violencia.

¿Cómo? Retirando la mayor cantidad de armas posible de las casas y de las calles. Mientras no comprendamos que para los delincuentes son herramientas de trabajo –y para nosotros, instrumentos de tragedia–, un gran porcentaje de las muertes violentas seguirá inalterable.

Sin armas en manos de civiles, que no defienden a nadie de la delincuencia y sólo se descargan en contra de otro ciudadano en la mayoría de los casos, bien podríamos comenzar a organizarnos desde el vecindario, la colonia y hasta la alcaldía.

Es una realidad que no sabemos quién vive al lado, no nos importa qué le suceda, y desconfiamos a tal grado que preferimos mirar hacia otro lado antes de involucrarnos en comunidad. Esta división plena a los únicos que fortalece es a los criminales, quienes nos han dado una lección acerca de cómo aterrorizar con violencia a comunidades enteras y no dejarlas actuar en conjunto.

violencia en mexico
Imagen: TerceraVía.mx

Sin tejido social es difícil prevenir cualquier delito. Mucho más si la delincuencia recluta desde nuestra población más joven; dejemos de pensar que el Ejército es de reserva para el crimen, los jóvenes son la primera línea de recursos humanos de las bandas del crimen organizado, que es todo, no hay mucha diferencia si hablamos de quien cuida coches y da pitazos al criminal, o de quien forma parte de un cártel de droga.

Paralela a esta realidad está la enorme desigualdad que prevalece en México. Nada en contra de la creación de riqueza, que es el único camino para desarrollar a una nación, sin embargo, es momento de lograr una distribución del ingreso que compita con la oferta de salario y ventajas artificiales que todos los días lanza la delincuencia.

Aquí no cabe la ideología política, ni la simpatía electoral, se trata de un problema estructural que ha permitido que la frontera entre el crimen y el poder político y económico se diluya hasta no saber dónde empieza uno y dónde termina el otro. La grilla ha perjudicado más a nuestro país que cualquier banda delincuencial.

Por eso debemos llegar a acuerdos mínimos en los que la voluntad y el compromiso sean los denominadores comunes. Sin esos elementos el sexenio se nos irá en sólo “contener”, tratando de reducir los números, pero sin erradicar las causas que hoy provocan la violencia.

mexico violento
Ilustración: Victor Solís.

Dos de los estandartes que ha abanderado el gobierno de la República son la eliminación de la corrupción y de la impunidad. Mi sugerencia es que los ciudadanos colaboremos haciendo que éstos se eliminen en cada actividad que tenemos a lo largo del día. No somos una sociedad corrupta y tampoco está en nuestra naturaleza o cultura, pero los malos hábitos cambian cuando el resto sanciona moralmente una práctica errónea, así que necesitamos empezar por convencernos nosotros, luego a nuestro círculo cercano y, finalmente, a todos los que convivimos en el país.

Éste es un segundo año crucial para la seguridad de nuestra nación. Sin ella, cualquier plan económico y político no sirve de mucho, es hora de tomarnos en serio lo que podemos hacer para evitar que el crimen y la violencia sigan afectando nuestro crecimiento personal y social.

¿Qué puedo hacer yo para ayudar? De nuevo: deshazte de cualquier arma que tengas; organízate con tus vecinos para que haya buen alumbrado, se recoja la basura y no se tire a cielo abierto en calles y unidades habitacionales, y se establezca un sistema de prevención que no es otra cosa que estar pendientes unos de otros. No fomentar la corrupción y denunciar cualquier acto, por mínimo que sea, que la implique; es decir, construyamos comunidad, con lazos fuertes, que hagan imposible que la delincuencia nos siga dividiendo.

García Luna: ¿policía o delincuente?

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Manuel Payno (1810-1894) escritor y político mexicano, autor de la novela Los Bandidos de Río Frío, que en mis lejanos años de preparatoria me hizo leer mi maestro de literatura (la obra consta de 900 páginas) narra, entre otras cosas, los episodios de una banda de asaltantes a viajeros que operaba entre el puerto de Veracruz y la hoy Ciudad de México, y era considerado como un grave problema de inseguridad que vivía la sociedad del siglo XIX. Lo trascendente en este caso es que los policías, cuando no eran bandidos, pertenecían a los mismos cuerpos de seguridad o ambas cosas a la vez.

Este antecedente literario me lleva al caso del exjefe policiaco Genaro García Luna, que ascendió desde empleado del CISEN –al que ingresó a los veintiún años de edad–, y se encumbró a los puestos de mayor relevancia durante los gobiernos panistas de los presidentes Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa; y que justamente el diez de este mes fue aprehendido en el suburbio de Dallas, Grapevine, Texas, bajo los cargos de perjurio –en México es el delito de falsedad en declaraciones ante la autoridad– y tráfico de drogas, que se desprenden de las declaraciones de testigos en el caso de Joaquín Guzmán, alias “El Chapo”, a quien se juzgó en un tribunal de Brooklyn del estado de Nueva York.

La detención de García Luna ha sacudido los altos círculos de la política y a los medios de comunicación; solamente fue neutralizada de manera parcial porque el día citado a juicio se celebró en Palacio Nacional, con bombo y platillo, la aprobación del T-MEC con sus agregados o sus adendum, motivo de otro debate nacional.

genaro y calderon
Fotografía: Nación321.

El tema ha encendido los focos rojos en la escena nacional porque la actuación alto exjefe de seguridad ha ligado a tres expresidentes, aunque se pone el mayor acento en Calderón Hinojosa, quien se apresuró a declarar que él desconocía las actividades de su subalterno y pide se le aplique todo el rigor de la ley, lo que lo pone en mayúsculo predicamento, pues era público y notorio que sus actos eran hartamente criticados y conocidos. Hoy, aquellos rumores se han vuelto realidad, aunque exista a favor del acusado la presunción de inocencia hasta que se le prueben sus ligas con el cartel de Sinaloa y otros delincuentes.

Las conjeturas han desatado una tormenta política y mediática. García Luna fue, en su tiempo, funcionario consentido del gobierno de los Estados Unidos de América. En esto, hay que considerar que tanto en México como en Estados Unidos los gobiernos han cambiado. Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump, cada uno con sus propios estilos de gobernar, marcaron la diferencia. No falta entre la comentocracia, quienes atribuyen una venganza contra Calderón Hinojosa, que en 2006 se le atribuyó haber llegado a la presidencia de México, mediante fraude electoral y que AMLO consideró como un robo. ¿Ni perdón ni olvido?

Arquitecto (aunque en realidad sea ingeniero egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana), de la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, García Luna junto con Calderón Hinojosa, hicieron salir inconstitucionalmente de los cuarteles al ejército para combatirlos y provocó la sangrienta guerra que perdura hasta nuestros días. Últimas noticias del imperio yanqui, informan que en su comparecencia ante el juez texano que conoce del asunto, se vio a un García Luna, muy nervioso y modesto –aunque vestía un suéter de marca–, y a pesar de que se le afama como un individuo que siempre demostró gran seguridad, aún en el momento que el diputado federal, Gerardo Fernández Noroña, lo calificó como cobarde, asesino y cómplice del “Chapo” Guzmán en las comparecencias en la Cámara de Diputados, nadie lo tomó en cuenta.

Manuel Payno tenía razón. Policía o delincuente, en este caso, puede ser semejante.

La delincuencia: monstruo de mil cabezas

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Estimados lectores, hoy tengo un malestar, siento rabia, odio, rencor e impotencia, por lo que pasa todos los días en nuestra área conurbada (CDMX–EDO. DE MEX), sí, todos los días los ciudadanos que utilizan el transporte público, es decir, nuestra gente trabajadora, incluidos varios compañeros de oficina o plantas, útiles al país, que pagan impuestos y, por qué no decirlo, a veces o muchas veces explotadas, tienen que ser víctimas de unos cobardes, que en lugar de ponerse a trabajar, deciden subirse –y últimamente ya no es necesario hacerlo– a las combis o micros, y a punta de pistola y con palabras altisonantes atracan a los pasajeros; y cuidado y no les entreguen lo que te piden, ya que tu vida depende de ello.

 ¿A dónde hemos llegado?, ¿por qué esta bola de infelices no se enfrentan y tratan de robar a alguien que realmente les deje dinero? –y no es que incite a que lo hagan, sucede de facto y por supuesto que es también condenable–, la respuesta es simple, y se ha visto cuando lo han intentado. Esa clase social va protegida, armada, tiene influencias, conocidos y, claro, ante esto, es mejor quitar relojes, celulares, anillos, aretes, carteras, etc., de poco valor, para ir a venderlas por casi nada, ¿ésa es una forma de vida?, ¿qué tipo de gente se atreve a hacer algo así? Pero, sobre todo, ¿por tan poco? No me imagino cómo pueden decirle, ya sea a su madre, esposa, concubina, amante, o lo que sea, “ahora vengo ‘voy a trabajar’”, simplemente es un descaro.

Creo que todos y me refiero a “TODOS”, estamos hartos de esta situación y que nos hayan prometido resolver dentro de los primeros tres meses de gobierno. Vemos con pena que cada día la delincuencia va en aumento, sin ninguna respuesta de las autoridades. Ya no se dice nada, ¿acaso piensan que el pueblo está de acuerdo que si bien les va, los asalten cuando menos una vez a la semana, o al mes?, ¿para eso dieron su voto?, ¿fue tal el engaño? Aunque a muchos no les agrade, es evidente que no hay avance, bueno, hay que aclarar el punto, “NO” hay avance para reducir la delincuencia, o mejor dicho, encontramos “AVANCE” de la delincuencia. Todavía hay opiniones (minoritarias, desde luego) que piensan que estuvo bien lo de Sinaloa –los admiradores del gobierno–, dicen que se actuó con una demostración “sabia” de cordura, con el fin de evitar mayores daños a la población. Es absurdo, si eso fuera cierto, me pregunto, ¿por qué autorizó el operativo?, ¿quién cree qué un movimiento así no puede ser autorizado por el jefe del Ejecutivo y comandante supremo de las Fuerzas Armadas?, ¿acaso hay o existe personal que no está de acuerdo en que sus órdenes sean coherentes, cuerdas, atinadas, como para brincarse ese paso?, ¿tenemos títeres en las dependencias?

Combi de la muerte.
Ilustración: El Colombiano.

Si partimos del “yo tengo otros datos” es muy probable que exista. Haya funcionarios, colaboradores molestos, enojados, a disgusto, pero, por favor, ¿un movimiento así?, no lo hubiera autorizado ni el propio presidente Calderón, no podemos cerrar los ojos a la realidad y lo que es peor, “el mensaje enviado”, eso no tiene reversa y desde luego que las células de los malandros, malandrines, o como quieran llamarlos, están en todos lados y tienen vía libre para perpetrar sus fechorías, y lo peor es que lo vemos diariamente, ya no causa sorpresa y cuidado, esto es un mal irreversible, no tiene vuelta, para la gente normal, es común, es normal, es un hecho cotidiano y “NO”, desde luego que no lo es, no podemos ni debemos permitirlo, asumir que es un mal irreversible de la sociedad es bajar los brazos, es aceptar que NO hay nada por hacer y que estamos destinados a vivir con miedo, con angustia, con la incertidumbre de qué pasará mañana.

Y bien, ahora estoy en casa, con mi familia, pero, y ¿mañana?, ¿cuándo salga a trabajar?, ¿llegaré al trabajo?, ¿podré regresar a convivir con mi familia o pasaré a ser un número más de la estadística de crímenes sin resolver?, ¿un caso más para el archivo?, ¿tan poca cosa vale mi vida para las autoridades? Empero, ¿qué pasaría si se tratara de un familiar, pariente, amigo, compadre, de algún Secretario de Estado?, ¿funcionaría el sistema para ellos?, ¿pasarían a la estadística?, ¿estoy seguro que no?, eso les sucede sólo a los de la clase media para abajo, y si no, ¿por qué las cárceles están llenas de personas con delitos, algunos mayores, que tal vez su error fue no cumplir el pacto con el influyente, pero la mayoría, por un delito menor, propició su ingreso al penal?, ¿estorbaban?, ¿no aceptaron colaborar con ese monstruo llamado “CORRUPCIÓN”?, ¿pensaron que podría resolver el caso y no caer en las garras del mismo? ¿Seguirá siendo un problema difícil de ver, entender, comprender pero, sobre todo, de resolver?

La maquinaria es enorme, hay personas de poder metidas hasta el fondo y difícilmente se logrará avanzar. Hoy vemos que después de muchos años de denuncias, abusos, extorsiones, hay uno, dos o tal vez tres personajes en investigación, pero ¿son sólo tres los que nos han llevado al caos que tenemos?, desde luego que no, entonces ¿por qué si ya se inició un proceso, no seguirlo hasta las últimas consecuencias? Una vez más es dar “atole con el dedo”, el monstruo es enorme, nadie lo puede tocar, al menos hasta hoy. 

Hay intereses creados de muchos años, el sistema es, por eso, “el sistema”, no sabemos cuántas cabezas tiene y si cortamos una, cuántas saldrán después fortalecidas, ya que tomarán experiencia del pasado y evitarán caer en el mismo error de las anteriores.

Criminalidad.
Ilustración: Manrique.

Realmente es alarmante la cifra de robos a compatriotas según UNO TV y con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). El Estado de México es una de las entidades con mayores asaltos con violencia al transporte público.

En el primer semestre del 2019 ocupó el primer lugar con 4,769 robos registrados, de los cuales sólo hubo una denuncia. Claro, los ciudadanos no creemos en las instituciones, ni quienes las manejan. Lo vemos, nuestro sistema en tan vago, sucio, y si logran meter a alguno de estos tipos a la cárcel, saldrá a las pocas horas o días, ya que el supuesto delito no está considerado como grave, y para “el sistema” no hay nada que perseguir.

Cuántas veces hemos leído que capturan a estos tipos portando armas para uso exclusivo del ejército, que supuestamente representa una pena por ese simple hecho y vemos por desgracia que tampoco pasa nada, no importa de dónde las saquen, compren, roben, etc., el caso es que la justicia no llega para ellos, la cuestión es ¿por qué?, ¿es parte de la impunidad que vivimos?, ¿cuando llegará el día que la justicia sea igual para todos?, sí, ¿para todos? También tenemos otros sujetos que no roban, pero peor aún, raptan y mutilan a sus víctimas para ejercer presión sobre los familiares y conseguir que paguen el rescate solicitado, e incluso así, llegan a quitarles la vida. 

¿Qué tipo de ente es el que sin remordimiento alguno actúa de esa manera con un ser humano? Sólo porque la víctima tuvo visión, trabajó, se esforzó y logró tener una mejor posición, un patrimonio logrado con esfuerzo, para que de la noche a la mañana se lo quiten y la vida también. Estoy seguro que tú, apreciado lector, conoces casos o has tenido familiares que han pasado por esto que es inaceptable, que deja una marca para siempre, pero sobre todo, surge un sentimiento de rabia de impotencia, de la falta de resultados, y como decía hace un momento, de pasar a ser un número más de la estadística de casos sin resolver.

Mi pregunta, y tal vez sea la de muchos, ¿dónde comienzan mis derechos como persona, ciudadano? ¿Dónde terminan los de ellos como delincuentes?

Y, como siempre, ¿ustedes qué opinan?