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Los principios espirituales de la existencia: movimiento, adaptación y servicio

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A diferencia del resto de la creación y hasta donde sabemos, los seres humanos somos la única especie que se da cuenta de su existencia y que elige hacia dónde dirigir su destino. Este conocimiento y esta libertad se puede ejercer en el mismo sentido que fluye toda la vida o tomar múltiples destinos opuestos con las respectivas consecuencias en las personas y el entorno.

En efecto, el instinto que domina el comportamiento animal y que garantiza sus respuestas a lo largo de su existencia es prácticamente inexistente en las personas. Éstas requieren resolver el reto de la existencia por medio de sus elecciones, aun cuando sean inconscientes o pretenda no ejercer la posibilidad, pues no elegir de suyo es una opción.

Orientar correctamente las decisiones personales no se encuentra necesariamente en el terreno que lo bueno o lo mejor implica, pues esto cae en la subjetividad y ésta puede equivocarse, sino dirigirlas en el mismo sentido que corre el resto de lo creado. Por ello, para encauzar adecuadamente la propia vida es necesario contemplar la totalidad del universo, desde la más mínima partícula hasta el macrocosmos para reconocer la sabiduría que encierra e iluminar el criterio.

macrocosmos
Imagen: Anjali Mudra.

Al contemplar el sentido en que corre la vida se descubren tres características que conviene observar, analizar, comprender y aplicar en la propia vida para fluir en la misma dirección. Estas constantes siempre presentes son: movimiento, adaptación y servicio.

Movimiento

El movimiento es el principio de la existencia misma. Todo está en marcha, con meneos múltiples, internos y externos, individuales y comunitarios, intencionales e inconscientes. Incluso aquello que percibimos inmóvil está constituido por átomos cuya característica es el giro de sus electrones alrededor del núcleo; de hecho, estamos tan adaptados a este flujo que muchos de ellos ni siquiera los percibimos como la rotación y la traslación de la tierra, el circular de la sangre o la actividad al interior de las células.

El movimiento interno, asegura la auto-regulación y la existencia individual como la rotación de la tierra o la circulación de la sangre; por su parte, el movimiento externo mantiene la existencia del sistema como la traslación terráquea y la interacción humana con el entorno.

movimiento
Imagen: Yuko.

Adaptación

La adaptación es la condición indispensable para la supervivencia. Efectivamente, el universo, siempre en movimiento enfrenta frecuentemente variables inesperadas, fenómenos violentos que lastiman el equilibrio, agresiones que alteran el orden, afecciones que impiden el flujo cotidiano. Cuando esto sucede, tanto los individuos como los conjuntos requieren adaptarse para mantener su existencia individual y comunitaria, para sostenerse en la vibración que garantiza fluir en el sentido correcto.

La subsistencia depende de la adaptación. En efecto, adecuarse a las circunstancias que presenta el devenir, sin perder el sentido y la dirección es la condición que garantiza no solo la permanencia en la vida, sino una existencia apropiada a las condiciones, satisfactoria y, en términos humanos: feliz.

adaptacion y movimiento
Imagen: Jonny Ruzzo.

Servicio

Todo lo creado está imposibilitado para subsistir por sí mismo. Requiere de lo otro para mantener su equilibrio, es decir, para alimentarse, crecer, desarrollarse, existir. Nada está para sí mismo, acaece para que la totalidad del sistema funcione. En este sentido la existencia de suyo es un proceso espiritual, es un acto de trascendencia, es una práctica eterna de servicio. En el caso del ser humano, asumir la propia vida de acuerdo con esta característica requiere de una intencionalidad debidamente analizada, comprendida, ejercida, revisada y corregida cuando el caso así lo requiera.

Vivir para dar vida requiere aportar solamente aquello que el entorno y lxs otrxs necesitan para existir, ni más ni menos, sin entorpecer su propio proceso, sin negar las necesidades propias, con una mirada ampliada que vea el conjunto, los antecedentes y las consecuencias; sin culpa, miedo, ni apego, pero sí con responsabilidad.

El camino de crecimiento espiritual supone vibrar en armonía con la sabiduría del universo, fluir en su misma dirección y gozar de la experiencia.


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Credos: la certeza y el delirio, la duda y la fe

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Los niveles de certeza varían mucho y proporcionan diversos grados de validez y de impacto a una creencia. Kant distinguía tres clases: la opinión, la fe y la ciencia; pero esta distinción no sólo implica niveles de certidumbre, sino diferencias más generales de sentido. Quizás sea más sencillo distinguir grados crecientes de certidumbre entre la sospecha, la impresión, la opinión, la convicción, la obstinación, el dogmatismo y el fanatismo. El máximo grado de convicción ocurre en esta última y siniestra condición, pues el fanático se adhiere y se identifica tenazmente con sus creencias, rechaza cuestionarlas y por ellas puede exponer su vida o llegar a matar. Un polo opuesto del fanatismo podría ser la indecisión, la cual también suele engendrar dificultades, pues si el obstinado y el fanático se encuentran muy dispuestos a entrar en acción por sus creencias, el indeciso vacila. Aunque no determina a la creencia, la voluntad interviene desde la deliberación, hasta la decisión de actuar o no hacerlo.

Contra el fanatismo
Portada del libro “Contra el fanatismo” (2003) del escritor, periodista y pacifista israelí Amos Oz, Premio Príncipe de Asturias 2007.

En algún modo, la creencia entraña una inferencia de probabilidad y podría argumentarse que el opuesto del fanático no es precisamente el indeciso sino el escéptico (del griego skeptesthai: examinar), un calificativo del agrado de muchos pensadores, académicos y eruditos, en especial cuando se trata de la divinidad y de otras creencias religiosas. El escéptico no afirma ni niega: se abstiene de enjuiciar, duda y descree de algunas proposiciones que desde su perspectiva no tienen o no admiten demostración empírica. Pero también tenemos al agnóstico, término acuñado por el anatomista británico Thomas Henry Huxley, llamado “bulldog de Darwin” por su militancia evolucionista. El agnóstico (de a privativa y gnosos, conocer) es un escéptico especializado y radical, pues cree en verdades científicas pero niega que las proclamadas por la religión, la magia, el ocultismo y sus derivaciones tengan o puedan tener validez. Se ha dicho con frecuencia que el agnóstico es un ateo de clóset.

Los filósofos de la mente difieren en su concepción de la creencia como posible objeto de estudio, y, según el Diccionario de Filosofía de Stanford, se pueden distinguir tres posturas distantes o incluso incompatibles entre ellos. La primera, avalada por Jerry Fodor, es que el entendimiento de sentido común o de psicología popular es básicamente correcto en el sentido que las creencias son entidades mentales definibles y analizables, susceptibles y dignas de estudio empírico. La segunda tesis considera que, si bien la psicología puede probar causas de la conducta sin necesidad de postular creencias, este concepto, según Stephen Stich, tiene utilidad para hacer predicciones o para entender mejor las causas de las acciones, como lo propone Daniel Dennett. La tercera es la posición más severa, pues defiende que el concepto mismo de creencia es equívoco e imposible de analizar empíricamente, por lo que Patricia Churchland argumenta que debe ser evitado en todo proyecto científico que pretenda entender la mente y el comportamiento.

escepticismo
Ilustración de la página Skeptic (escepticismo en el sentido etimológico de análisis o indagación.

Ahora bien, la discusión filosófica ha ocurrido al margen de los métodos y análisis científicos que han logrado definir, inducir o medir creencias en la psicología cognitiva y analizar sus correlatos neurobiológicos mediante imágenes cerebrales. Por ejemplo, se conoce que cuando un sujeto afirma creer en un predicado particular, sea religioso o no, se activa su corteza cerebral prefrontal ventromedial. En la actualidad es posible mantener que la creencia es una categoría y capacidad cognitiva que puede ser abordada por diversas disciplinas, como la psicología, la lingüística, la narrativa, la religión comparada, la neurociencia o la fenomenología, de tal manera que esta amplia plataforma transdisciplinaria hace posible su abordaje y mejor comprensión. Michael Shermer, historiador de la ciencia y escéptico autoproclamado, ha analizado cómo las creencias nacen, se refuerzan, se retan y se extinguen en la política, la economía o la religión. Concluye que el cerebro humano está evolutivamente diseñado como un “motor de creencias,” de tal forma que las personas primero albergan una creencia y luego la respaldan con evidencias. Arguye que en el curso de la evolución esto fue ventajoso para detectar pautas previsibles de todo tipo y éstas, una vez determinadas, fueron insufladas de significados.

libros de escepticismo
Portada de “El cerebro creyente” y de “Cómo creemos” del estadounidense Michael Shermer, historiador de la ciencia y fundador de la Sociedad de Escépticos.

Por su parte, la psicopatología ha proporcionado nociones muy valiosas para el entendimiento de la creencia. El delirio es el caso más relevante, pues se ha definido como una falsa creencia y la literatura psiquiátrica ha descrito detalladamente delirios de control, de referencia, de persecución, de grandeza, de infestación o de celos. El gran psiquiatra y fenomenólogo existencialista Karl Jaspers consideraba a los delirios como patologías del sistema de creencias por estar enraizados de manera anómala y constituir certezas impermeables a la evidencia. Las cuatro alteraciones cognitivas del delirio serían la convicción sólida, la incorregibilidad, la imposibilidad y la ininteligibilidad. El o la paranoide cree firmemente que es acechado y perseguido, aunque se le pueda probar objetivamente que no es así, o demostrar la incoherencia o imposibilidad de la amenaza que siente. Algunos estudios indican que los pacientes delirantes presentan un sesgo en el razonamiento probabilístico consistente en buscar menos información para llegar a una inferencia. La relación entre el contenido de la creencia como un juicio consciente y la naturaleza de la realidad es relevante para el peliagudo tema de la verdad y que no corresponde elaborar en este momento.

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Portada de el libro “The God delusion” (“El delirio sobre Dios”) y su traducción al castellano como “El espejismo de Dios” del biólogo evolutivo Richard Dawkins, donde propone que creer en Dios es un delirio; ¿es acertada esta idea?

En The God delusion (“El delirio sobre Dios”) de 2008, el conocido biólogo evolutivo y analista de la ciencia, Richard Dawkins, aventuró que las creencias religiosas son delirantes pues no existen pruebas de la realidad de sus contenidos, empezando por la existencia de Dios y otros entres sobrenaturales. Sin embargo, no hay mayor similitud entre el delirio del psicótico y la convicción religiosa. Pareciera ser que Dawkins equipara toda creencia religiosa con la superstición, un tipo de creencia mágica, pero ésta tampoco podría siempre etiquetarse como delirante, porque no suele encuadrarse en una psicopatología personal, sino en una conseja compartida. A diferencia del delirio que invade la conciencia de quien lo padece, el creyente sincero de alguna religión organizada se adhiere voluntariamente y por medio del insight o la esperanza a creencias de amplio y largo arraigo que suelen estar argumentadas y debatidas por sus teologías. También en contraste con el delirio individual y subjetivo, la fe es comunal e intersubjetiva y se expresa en ceremonias públicas de rito y culto. Por lo demás, la duda es frecuente en la fe y, para algunos teólogos y pensadores, el estado de duda, preocupación e indagación sobre cuestiones trascendentales, es la actitud que mejor caracteriza a la fe.

Dado que toda creencia es provisional y tentativa, la disposición a revisar las propias creencias de acuerdo con nuevas observaciones, razones y evidencias es un signo de madurez. Es necesario el desapego o el desprendimiento de la persona en referencia a sus creencias para facilitar su valoración, verificación, rectificación o su cancelación. Esta actitud crítica e inquisitiva es propia de la labor científica para procesar las conjeturas metódicas denominadas “hipótesis de trabajo,” las cuales son creencias justificadas por la lógica y la evidencia para explicar una incógnita que deberán ser sometidas a pruebas, validaciones o refutaciones mediante la investigación y la experimentación empíricas.


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La Encíclica “Todos Hermanos”. Oportuno mensaje global

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Hace escasas dos semanas el Papa Francisco pronunció un excelente discurso en el 75 aniversario de la ONU, argumentando la necesidad de un nuevo multilateralismo. El fin de semana pasado, celebrando el día de los Franciscos, presentó su Encíclica Social Fratelli Tutti, en la que destaca la importancia de la fraternidad y la amistad social para construir un mundo mejor, más justo y pacífico, con el compromiso de todos los pueblos. Al mismo tiempo hace profundas reflexiones sobre las responsabilidades de los gobiernos y los diversos actores sociales que ofrecen alimento para la reflexión interna en todo país, incluyendo el convulsionado México nuestro de cada día.

Es un documento bien estructurado y actualizado que nos recuerda que todos los habitantes del planeta somos parte una misma familia humana globalizada e interconectada, donde sólo podremos encontrar caminos y soluciones juntos, para los retos políticos, sociales, económicos, sanitarios o ambientales. Un factor de inspiración que cita varias veces es el Documento sobre la Fraternidad Humana firmado por el Pontífice y el Gran Imán de Al-Azhar en febrero de 2019.

La Encíclica consta de ocho capítulos que aclara, están basados en sus propias reflexiones, pero recogen también documentos, cartas y opiniones de muchas personas y agrupaciones de todo el mundo.

El primer capítulo, “Las sombras de un mundo cerrado”, destaca las múltiples distorsiones del mundo contemporáneo: la manipulación de conceptos como democracia, libertad y justicia; la pérdida del sentido de lo social, marcada por el lucro y la cultura del consumismo; el desempleo, la pobreza, el racismo y aberraciones como   la esclavitud, la trata de personas, el tráfico de drogas y órganos, y “la cultura de los muros” que estimula la proliferación de mafias, alimentadas por el miedo y la soledad.

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Imagen: Cassandra Meek.

El segundo destaca la necesidad de construir puentes con los olvidados y marginados a partir del ejemplo del Buen Samaritano. Todos somos corresponsables en la construcción de un mundo incluyente y en “reconocer a Cristo en el rostro de todos los excluidos”. Después de todo “la estatura espiritual de la vida humana está definida por el amor, que es siempre lo primero y nos debe llevar a buscar lo mejor para la vida de los demás. A partir de esa definición aborda la necesidad de la ética en las relaciones internacionales.”

El tercer capítulo, “Pensar y gestionar un mundo abierto”, actualiza el significado de los valores de libertad, igualdad y fraternidad; enfatiza la necesidad de promover el bien moral y el valor de la solidaridad; reitera la función social de la propiedad y recuerda que “los derechos humanos no tienen fronteras”.

Parte del segundo y todo el cuarto capítulo, “Un corazón abierto al mundo entero”,  están dedicados a los migrantes; plantea la necesidad de una nueva gobernanza mundial que otorgue importancia al diseño de estrategias y acciones concertadas de largo plazo para abordar la tarea pendiente de las migraciones internacionales, refugiados y los desplazamientos internos por pobreza, desigualdad, ausencia de salarios dignos y los que huyen de guerras, persecuciones, desastres naturales y  traficantes sin escrúpulos.

Los migrantes, señala, deben ser acogidos, protegidos e integrados. Hay que evitar migraciones innecesarias mediante la generación de empleos, salarios dignos y seguridad humana en sus poblaciones y países de origen. En los países de destino, se buscará el equilibrio adecuado entre la protección de los derechos de los ciudadanos y la garantía de acogida y asistencia a los migrantes. El Papa señala algunas “respuestas indispensables” y acciones concretas, particularmente para los que huyen de grandes crisis: desde concesión de visados hasta creación de corredores humanitarios con garantía de vivienda, seguridad y servicios esenciales. Lo crucial es una colaboración internacional para las migraciones que ponga en marcha proyectos de largo plazo de desarrollo solidario, más allá de las emergencias individuales.

Migracion y tolerancia
Imagen:Green European Journal.

El quinto capítulo se refiere “a la mejor política” que debe estar al servicio del bien común y conoce la importancia del pueblo, que requiere ser escuchado, como una categoría abierta, disponible para la confrontación y el diálogo. Éste es el “popularismo” indicado por Francisco, que se contrapone a ese “populismo” que atrae consensos para instrumentarlos a su propio servicio. Pero la mejor política es también la que tutela el trabajo, “una dimensión irrenunciable de la vida social” y busca que todos tengan la oportunidad para desarrollar sus capacidades y permitirles una vida digna.

Insiste que el mercado solo no puede resolver todo, aunque haya quien esgrima ese pobre dogma neoliberal, que propone siempre las mismas recetas y supone el mágico goteo como único camino para resolver los problemas sociales. El derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social. Se requieren dos cosas: una política económica activa orientada a promover la inversión, la diversidad productiva y la creatividad empresarial; y una forma interna de solidaridad y de confianza recíproca, sin la cual el mercado no puede generar consumidores y cumplir su propia función económica.

La fragilidad de los sistemas económicos mundiales frente a la pandemia ha evidenciado que no todo se resuelve con el mercado y que la dignidad humana debe ser el pilar sobre el que se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos”. No aprendimos la lección de la crisis de 2007 que apuntaba a la necesidad de una economía ética que regulara la actividad financiera especulativa y la riqueza ficticia. Remendamos las instituciones y continuó el deterioro a favor del individualismo.

Hoy Francisco insta una reforma tanto en la ONU como en la arquitectura económica y financiera internacional –las Instituciones de Bretton Woods– para que, a 75 años de su fundación, se dé concreción real a “la familia de naciones”. Para evitar la tentación de “apelar al derecho de la fuerza, más que a la fuerza del derecho,” propone “fortalecer los instrumentos normativos y los acuerdos multilaterales porque garantizan el bien común mejor que los tratados bilaterales”.

El capítulo sexto, “Diálogo y amistad social”, destaca el concepto de la vida, como el arte del “encuentro” con todos en cada país, incluso con las periferias del mundo. El verdadero diálogo (siguiendo a Mandela y a Desmond Tutu de Sudáfrica) es el que escucha y permite respetar el punto de vista del otro e incorporar sus intereses legítimos. En esta óptica, los medios de comunicación desempeñan un rol clave; deben evitar sacar lo peor de nosotros y orientarse a promover el encuentro y la cercanía.

union social
Imagen: Eva van Passel.

El capítulo séptimo, “Caminos del reencuentro”, realza el valor y la promoción de la paz. Enfatiza su vinculación con la verdad y la justicia y su lejanía de la venganza. La paz es proactiva y tiene como objetivo la reconciliación y el desarrollo mutuo. “La guerra no es un fantasma del pasado, sino una amenaza constante, la negación de todos los derechos”. Con el dinero invertido en armamentos propone crear un fondo mundial para eliminar el hambre.

“Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo”, el octavo y último capítulo, reitera que la violencia no cabe en las convicciones religiosas, sino en sus deformaciones; condena las expresiones terroristas y las que llevan a hambre, pobreza, injusticia, opresión y discriminación.

La Encíclica concluye rememorando a Luther King, Gandhi, Tutu y al Beato Carlos de Foucauld, “el hermano universal”, que inspira al Papa Francisco.

Concluyo. Se trata de una Encíclica muy sólida y oportuna que aconsejo leer completa en sus 132 páginas y valorar para reconstruir la gobernanza mundial, pero también nuestras atribuladas sociedades nacionales. Este México polarizado, para comenzar, tan urgido de un diálogo efectivo y un reencuentro nacional.     


*Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico El Financiero


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¿Quién creó a quién?

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¿Fue Dios al hombre, o el hombre a Dios?

Si pensamos que Dios creó el universo, entonces es lógico pensar que Dios creo al hombre después. Podríamos ir más allá y creer que, además, lo creo a su imagen y semejanza.

Pero, y si Dios no creo el universo, y la teoría del Big Bang es cierta, ¿entonces seguiríamos pensando que Dios creo al hombre?

¿Sería posible que en su afán de creer en algo a lo que no encuentra una respuesta simple, el hombre haya creado a Dios?

Pensemos por un momento, ¿quién es Dios?

el hombre y la creacion del mundo
Imagen: Getty Imagen.

Para responder a esa pregunta dependerá de la persona a la que le preguntemos.

Para algunos de nosotros Dios es el creador, el salvador, el rey de reyes, el que le da sentido a la vida, el guionista de nuestro destino… el amo supremo.

Para otros de nosotros, Dios no existe.

Las diferentes respuestas pueden depender del enfoque científico o religioso que se le de a la pregunta, o de la forma en la que la vida nos ha tratado.

Sin duda, resulta complicado creer en un Dios que permite que pasen cosas malas, o bastante sencillo, si creemos que es destino y que todo pasa por algo –aunque sea imposible de entender–.

creacion, origen de todo
Imagen: Getty Images.

Los seres humanos tenemos una inteligencia limitada y somos frágiles, por lo que a veces lo que no podemos entender con la razón, lo dejamos en manos de la fe.

La fe nos permite vivir más tranquilos y nos da esperanza de algo mejor. La esperanza, a su vez, se convierte en el motor que impulsa nuestra vida.

Si es que la esperanza es lo que nos mantiene vivos y es lo último que se muere, ¿entonces existe la posibilidad de que los hombres hayamos creado a Dios para darle sentido a nuestra existencia?


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