¿Podría ser ...?

Tiempo al tiempo

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¿Por qué venimos a esta vida con tiempo limitado?

Desde temprana edad, cuando ya somos conscientes, sabemos que algún día vamos a morir. Si lo pensamos, cada día que pasa estamos más cerca de morir.

No pedimos nacer, pero igual nacemos y nos encontramos en una realidad en la cual viviremos por un breve periodo de tiempo, y que después de éste, inevitablemente moriremos.

Cuando se nos acaba el tiempo y morimos, ¿es el fin del juego?

De no ser el fin, ¿a dónde vamos después?, ¿esta vez podemos escoger?, ¿depende en algo de cómo nos hayamos comportado?

Y si no decidimos nacer ni tampoco morir, ¿hay algo que decidamos por nosotros?

En el tiempo limitado que tenemos, crecemos, nos reproducimos –si tuvimos “suerte”– y morimos. En el inter de esto, sufrimos accidentes, enfermedades… pérdidas, que tampoco decidimos.

Lo que sí decidimos fue casarnos –cada vez menos de nosotros–, tener hijos –ya sea que hayamos podido o no–, abrir un negocio, estudiar una carrera o un oficio, viajar…

¿Seguro que lo decidimos nosotros?

¿Tiene sentido vivir sabiendo que pronto vamos a morir?


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¿Evolucionaremos para no desaparecer?

Imaginemos que no necesitáramos más de alimentos para vivir.

¿Podría una pastilla darnos todo lo que necesitamos al día para vivir? De ser así, ¿podríamos producirla?, ¿cuál sería el costo de producción? ¿alto?, ¿bajo? ¿Quién la produciría? ¿Se comercializaría o sería gratuita? ¿Sería la solución para el hambre?

Así como existen árboles y plantas que dan frutas y verduras por separado, los cuales son un regalo de la naturaleza, ¿podría Dios crear un árbol o una planta que nos de en un solo alimento todo lo que contienen todos los árboles y las plantas en conjunto? Y si no es Dios, ¿podemos hacerlo nosotros genéticamente? ¿Alguien ya lo está haciendo?

Nuestra forma de vida está basada en hacer lo necesario para conseguir los alimentos que necesitamos para vivir. Así que es nuestra primera necesidad, siendo todo lo demás secundario –transporte, vivienda, gustos, etcétera–.

¿Estamos en este mundo para ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente?

Una cosa sería no necesitar alimentos, y otra que aunque no necesitáramos igual decidiéramos seguir comiendo.

Pensando que existiera este árbol que nos dé todo lo que necesitamos, ¿modificaríamos nuestra forma de ser y de trabajar, o seguiríamos igual?


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¿Nuestros hijos estudian y aprenden lo que necesitan, o lo que un programa que dura muchos años diseñó para ellos?

Desde que son muy pequeños mandamos a nuestros hijos a la escuela para que los maestros les enseñen lo que los encargados de la educación en el mundo quieren o consideran que requerirán en el futuro. Así que niños de 2 años en adelante se sientan varias horas al día en un escritorio escuchando sus explicaciones.

¿En realidad así se aprende algo más allá de hablar, escribir y tener un poco de conocimientos generales?

Vamos a la escuela de los 2 a los 18 años, es decir, 16 años sin interrupción en los que de lunes a viernes desde las 9 a.m. hasta las 3 p.m. nos sentamos en un pupitre dentro de un salón a escuchar a diferentes maestros con diferentes materias para enseñarnos y “prepararnos” para salir a vivir la vida.

Con la pandemia hemos visto que los niños no necesitan ir a la escuela para aprender, basta con sus mamás y papás. Entonces, ¿mandamos a los niños a la escuela para que aprendan, o para que alguien se ocupe de ellos mientras las mamás y papás trabajan? O si las mamás no trabajan, ¿para que tengan un momento de paz y tranquilidad durante el día?

aprendizaje y estudio
Imagen: Marly Gallardo.

Después de estos 16 años de estudio, nos convencen a través de las universidades de que debemos de seguir estudiando algunos años más para prepararnos para trabajar, entonces escogemos estudiar una carrera a la cual dedicarnos, lo cual nos toma aproximadamente unos 4 años más.

Para entrar a la universidad, muchos tenemos que pedir un préstamo o trabajar al mismo tiempo que estudiamos para poder pagarla. En caso de haber pedido un préstamo, ¿cuántos años nos tomará de trabajo para poder pagar nuestra deuda?

Saliendo de la universidad, ¿encontraremos el trabajo que buscamos en atención a la carrera que estudiamos?

Por si esto no fuera suficiente, después nos ofrecen hacer una maestría para especializarnos en lo que estudiamos en la universidad, y acabándola, un doctorado para especializarnos aún más, lo cual equivale a otros 2 a 4 años de estudio adicional.

De tal manera que habremos pasado alrededor de 20 a 24 años estudiando –de los 2 a los 22 o 26 años de edad–.

¿Acaso en unos meses de trabajo no se aprende más que en unos años de estudio?

Así que después de todos estos años de estudio, ¿habremos aprendido lo que necesitábamos? ¿Eran necesarios tantos años? ¿Era éste el sistema adecuado?


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¿Tenemos un lugar al cual llegar todos los días?

Salimos de la casa en la mañana y nos subimos al coche, a la bici, al transporte público o caminamos, pero ¿a dónde vamos? ¿Al trabajo? ¿Todavía tenemos uno?

La mayoría –aunque ya ni tan mayoría– de nosotros vamos a trabajar varios días a la semana. ¿Por qué o para qué trabajamos?

Pues para tener dinero y después usar ese dinero para (sobre) vivir. Entonces en un día normal nos levantamos de madrugada, recorremos una gran distancia y cruzamos ciudades para llegar a nuestro lugar de trabajo. Después de unos cuantos días de trabajo recibimos un sueldo o salario, el cual nos servirá para comprar las cosas que necesitamos o queremos, hasta donde nos alcance.

Muchas veces este sueldo no es suficiente, pero es mejor que no tener nada. ¿Si tuviéramos dinero suficiente y no necesitáramos más, igual tendríamos un trabajo? Puede ser, a lo mejor para hacer lo que nos apasiona, para tener poder o para no volvernos locos.

felicidad
Imagen: Cloud Front.

Para muchos de nosotros que tenemos la necesidad de trabajar para tener dinero, pensemos por un momento ¿por qué y para qué necesitamos dinero? Para comprar agua y comida, en promedio podemos vivir 3 o 4 días sin agua y de 2 a 8 semanas sin comida. Para comprar ropa y calzado.

Para comprar o rentar una casa o un departamento en el cual vivir, dormir y protegernos del frío, de la lluvia, del calor, de la suciedad y de todas las enfermedades que ocasionan.

¿Acaso no podríamos vivir en y de la naturaleza?

En los bosques, campos, montañas, playas, lagos, ríos, etc., los cuales son gratis y no cuestan, podemos encontrar todo lo que necesitamos para vivir (agua y comida) y usar sus elementos para construir una casa o una cabaña en la cual refugiarnos.

Hace cientos, miles o millones de años, los humanos vivíamos así. Después apareció el truque y empezamos a intercambiar unas cosas por otras para tener lo necesario –como por ejemplo el cambiar un alimento por otro, o comida por recipientes y utensilios– y, finalmente, se creó la moneda o el dinero para suplir al trueque.

Esta moneda pasó de ser dientes de ballena, cacao, sal, hasta llegar al oro. Y algunos siglos después aparecieron los bancos, y con ellos aparecieron diversos instrumentos como las letras de cambio, los cheques, las transferencias; y la aceptación del dinero en todo el mundo.

Así es que con dinero se puede comprar prácticamente lo que sea, y sin dinero, no se puede comprar nada.

a donde vamos dinero
Imagen: Behance.

Tan indispensable se ha vuelto tener dinero que no hay límites para conseguirlo. Juntamos más y más dinero y lo guardamos, o compramos todo lo que se pueda comprar. Pero el dinero que tenemos de más, una o más personas lo tienen de menos, lo que ocasiona desigualdad y en ocasiones pobreza extrema al no tener ni para comprar alimentos.

Hemos puesto todo a la venta, y claro que para poder comprar, necesitamos dinero.

Si queremos luz, agua, teléfono, internet, televisión, cine, teatro, conciertos, etc., tenemos que pagar dinero, así que nos encontramos en un círculo que parece no tener final.

Pareciera que alguien nos tiene muy entretenidos trabajando para conseguir dinero, para que no nos demos cuenta de que no lo necesitamos.

¿Decidimos este sistema o nos lo impusieron?

¿Llegará el momento en el que desaparezca el dinero y regresemos a nuestras raíces?


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¿Existe algún secreto para ser feliz? ¿Cuándo fue la última vez que sonreímos?

Probablemente cuando hayamos tenido una gran alegría, como el nacimiento de un hijo, la boda de alguien cercano, un éxito profesional o cualquier otro evento por el estilo.

Pero qué pasa con los otros momentos en los que pensamos que son normales y rutinarios, ¿somos felices? Pocas veces lo somos.

¿Nos hemos puesto a pensar cómo llegamos a donde estamos ahora?

En el transcurso de nuestras vidas pasamos de ser bebés a empezar a aprender todas las maravillas que existen. Nos quedamos incrédulos y sorprendidos al escuchar sonidos, al descubrir de lo que somos capaces; al dar nuestros primeros pasos, decir nuestras primeras palabras, aprender a leer –lo que nos abrió un mundo nuevo lleno de imaginación–, tener nuestro primer amigo –esa persona que fue la primera con la que compartimos nuestro ser por completo–.

Ahora, muchos años después, pareciera que hemos olvidado todo eso y que ya nada nos sorprende. Y de la felicidad ni hablar, es como si cada vez fuera más difícil y necesitáramos más cosas para ser felices. Ignoramos y damos por sentado todo aquello que en su momento nos bastaba para sonreír.

felicidad
Imagen: Hao Hao.

¿Cuándo fue la última vez que sonreímos? Pero sonreír en serio, de esas sonrisas verdaderas que se ven reflejadas en los ojos.

¿Existe la felicidad natural y la felicidad inducida?

Nuestros organismos producen sustancias químicas que son responsables de nuestro estado de ánimo (dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas). Las podemos producir de distintas maneras, como haciendo ejercicio, tomando sol, riendo, comiendo, abrazándonos… recordando.

Ver fotos de años anteriores es regresar por unos instantes a esos momentos, es como si nunca te hubieras ido de esos lugares. Las emociones vuelven y puedes sentir el aire, el agua, el frío, el sol… vienen a tu mente los pensamientos que tenías y eres capaz de escuchar lo que decías.

Para no olvidar quiénes somos y de dónde venimos, deberíamos ver un álbum de fotos todas las mañanas antes de empezar el día.

Si estamos tristes o preocupados, nos serviría para recordar que en otro momento fuimos más felices y despreocupados.

Si es tan fácil ser feliz, ¿entonces por qué no lo logramos?

¿Será que no queremos ser felices o que simplemente se nos olvida serlo?


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La vida que viene y yo me voy

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Si supieras que vas a morir pronto, ¿qué harías a partir de ese momento en adelante?

Obvio…haríamos todo lo que siempre quisimos hacer.

Probablemente renunciaríamos a nuestro trabajo (si aún tenemos uno), para dedicarnos tiempo a nosotros mismos, a nuestras familias y amigos.

Venderíamos muchas cosas que tenemos y que no usamos.

Usaríamos el dinero que tenemos para viajar y conocer el mundo, ya que antes no teníamos tiempo para hacerlo.

Pasaríamos más tiempo buscando información y leyendo para intentar comprender qué sigue después de la muerte.

Probaríamos aquellas cosas que no habíamos hecho porque nos daban miedo.

Buscaríamos ser felices y apreciar los pequeños detalles y momentos que nos regala la vida.

Y si supieras que vas a morir mañana, ¿qué harías hoy?

Pues no mucho, más que otra cosa el tiempo nos alcanzaría únicamente para despedirnos de nuestros más cercanos.

Entonces, ¿sería más satisfactoria nuestra vida si la viviéramos pensando que pronto moriremos?

¿Viviríamos realmente el tipo de vida que siempre quisimos?

¿Existe algún impedimento para empezar a vivir de esa manera a partir de hoy?


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¿Por qué lo digo yo?

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En cada historia hay tres verdades: la de una parte, la de la otra parte, y la verdad.

Muchas veces las cosas no son lo que parecen, otras veces son exactamente lo que parecen, y algunas otras son una mezcla.

Dos personas que estén en el mismo lugar, al mismo tiempo, y vean lo mismo que acaba de pasar, ¿pueden tener versiones distintas de lo que vieron? Y, de ser así, ¿las dos serían verdad, sólo una de ellas, o ninguna?

¿Qué es la verdad? ¿La verdad para quién o definida por quién?

La verdad es definida como la conexión entre lo que pensamos o sabemos con la realidad. Es decir, la relación entre lo que afirmamos con lo que se sabe, se siente, se piensa o se presume que existe.

Dicho de otra manera, la verdad es lo contrario a la mentira.

¿Podemos decir una mentira cuando estamos convencidos de estar diciendo la verdad?

Entonces, ¿existe la verdad o es relativa?


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¿Te escondes para decir lo que piensas o para hacer lo que quieres?

Es más fácil opinar y actuar si nadie sabe quienes somos.

Detrás de un seudónimo, una máscara, una puerta, un teléfono, en línea…

Si no tuviéramos ese velo protector, ¿nos portaríamos igual?

Denunciar algo de manera anónima puede servir para proteger nuestra vida, pero atacar algo o a alguien sin estar en peligro y sin dar la cara ¿tiene algún sentido?

Quien no tiene miedo a las consecuencias generalmente dice lo que piensa y hace lo que quiere, pero quien tiene miedo rara vez lo lleva a cabo o de manera anónima.

Entonces, ¿el anonimato alienta a las personas a portarse mal o revela cómo las personas elegirían actuar todo el tiempo si pudieran?


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