felicidad

En defensa del optimismo

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La resignación y la aceptación son conceptos primos, pero no hermanos. Frente a una pérdida, una situación indeseable o una derrota, el primero supone una actitud indistintamente pasiva –todo está perdido u oposicionista–, no quiero que pase lo que está pasando. 

La aceptación, por otra parte, plantea un pulso distinto, un acto que moviliza, que obliga a un esfuerzo, a veces supremo, para encontrarle sentido y lógica a aquello que no lo tiene. No se trata aquí de elegir qué posición es la correcta, muy por el contrario, ambas son válidas y posibles para cada uno de nosotros dependiendo de la magnitud del dolor que experimentemos, pero también del carácter que cada uno de nosotros posea.

defensa del optimismo
Imagen: Freepik.

Para quienes la aceptación no es una opción, sino una forma de estar en el mundo, de vivir, y por qué no decirlo, aunque parezca algo cursi, de respirar, el optimismo se manifiesta, de modo natural, como proactividad, como una acción cognitiva o experiencial. No hablamos aquí del optimismo voluntarista que distorsiona escenarios adversos; muy por el contrario, se trata del optimismo realista, de aquél que se planta frente al dolor, al cansancio y al abatimiento y les dice: —¡No!, esto no me gusta, esto no es lo que elegí, esto no es lo que quería, pero esto no me la va a ganar. 

De algún modo se trata de una forma de fe, no necesariamente en un Dios o en el destino, sino que en algo profundamente básico y animal. ¿Instinto de supervivencia, eros en lugar de tánatos, tozudez? Podemos llamarlo de distinta manera, pero está ahí, en la historia de la humanidad y por lo tanto en la memoria libidinal de cada uno de nosotros. En momentos cruciales es la fuerza vital que produce las grandes transformaciones individuales y colectivas. 

Pero la aceptación no es un camino sencillo, ni mucho menos gratis. La aceptación implica compromiso, coraje, sacrificio y trabajo, un enorme trabajo. Los cambios verdaderos se dan no porque sean deseables o justos a nuestros ojos, o porque respondan a una concepción filosófica o política que creemos correcta, sino porque tienen mitología y épica; en otras palabras, porque tienen pulsión de vida.

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Imagen: TrendWatching.

Hay tanta oferta en estos días y tan poca rigurosidad para explicitar con claridad el costo, tiempo y sacrificio que requiere alcanzar aquello que se anhela. Soñar hace bien, apostar por mejores tiempos para la humanidad no es hoy tan necesario. Sin embargo, muchas veces el lenguaje nos juega malas pasadas y las palabras dejan de tener valor racional y centran su función en el plano afectivo. “Pienso, luego existo”, es tan cierto como “siento, luego existo”, a ambas premisas habría que agregarle, además: trabajo, me esfuerzo, creo nuevos paradigmas y soluciones y sobrepaso mis límites físicos y psíquicos, luego triunfo. Porque luché, porque no me di por vencido; aunque pierda, el camino elegido habrá valido la pena. En definitiva, acepto mi realidad, pero no me conformo.

“Vivimos en el mejor de los mundos posibles”, afirmaba el filósofo alemán Leibniz; algunos leen en su afirmación una actitud naif, otros ven en su obra un pesimismo subyacente. Karl Popper, ese optimista sobrio, defendería con nosotros la raíz profunda de la aceptación: renunciar a vivir en la ignorancia y en la anestesia psíquica, preferir la consciencia de muerte y de límite, elegir la lucidez y el rigor intelectual siempre, antes que la comodidad de una existencia meramente voluntarista y quejumbrosa. 


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¿Río de felicidad?

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¿Existe algún secreto para ser feliz? ¿Cuándo fue la última vez que sonreímos?

Probablemente cuando hayamos tenido una gran alegría, como el nacimiento de un hijo, la boda de alguien cercano, un éxito profesional o cualquier otro evento por el estilo.

Pero qué pasa con los otros momentos en los que pensamos que son normales y rutinarios, ¿somos felices? Pocas veces lo somos.

¿Nos hemos puesto a pensar cómo llegamos a donde estamos ahora?

En el transcurso de nuestras vidas pasamos de ser bebés a empezar a aprender todas las maravillas que existen. Nos quedamos incrédulos y sorprendidos al escuchar sonidos, al descubrir de lo que somos capaces; al dar nuestros primeros pasos, decir nuestras primeras palabras, aprender a leer –lo que nos abrió un mundo nuevo lleno de imaginación–, tener nuestro primer amigo –esa persona que fue la primera con la que compartimos nuestro ser por completo–.

Ahora, muchos años después, pareciera que hemos olvidado todo eso y que ya nada nos sorprende. Y de la felicidad ni hablar, es como si cada vez fuera más difícil y necesitáramos más cosas para ser felices. Ignoramos y damos por sentado todo aquello que en su momento nos bastaba para sonreír.

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Imagen: Hao Hao.

¿Cuándo fue la última vez que sonreímos? Pero sonreír en serio, de esas sonrisas verdaderas que se ven reflejadas en los ojos.

¿Existe la felicidad natural y la felicidad inducida?

Nuestros organismos producen sustancias químicas que son responsables de nuestro estado de ánimo (dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas). Las podemos producir de distintas maneras, como haciendo ejercicio, tomando sol, riendo, comiendo, abrazándonos… recordando.

Ver fotos de años anteriores es regresar por unos instantes a esos momentos, es como si nunca te hubieras ido de esos lugares. Las emociones vuelven y puedes sentir el aire, el agua, el frío, el sol… vienen a tu mente los pensamientos que tenías y eres capaz de escuchar lo que decías.

Para no olvidar quiénes somos y de dónde venimos, deberíamos ver un álbum de fotos todas las mañanas antes de empezar el día.

Si estamos tristes o preocupados, nos serviría para recordar que en otro momento fuimos más felices y despreocupados.

Si es tan fácil ser feliz, ¿entonces por qué no lo logramos?

¿Será que no queremos ser felices o que simplemente se nos olvida serlo?


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La fórmula de la felicidad del siglo XXI

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Hace algún tiempo pregunté a mis alumnos acerca de la felicidad, si sabían qué era, cómo se llegaba a ella, y sólo un 20% fue capaz de responder adecuadamente. Nos preguntamos si otras personas de más edad y experiencia sabrían lo que este término significaba y salieron a hacer entrevistas a otros profesores, familiares, amigos, etc. El resultado fue que sólo un porcentaje muy bajo fue capaz de responder bien el cuestionamiento y esto es ¡increíble! porque la pregunta por la felicidad es tan antigua como el ser humano, y aunque quizá muchas personas no se han preguntado qué es, todos los hombres y mujeres sin excepción vamos tras ella, es la causa de muchas de nuestras actividades, por ejemplo, elegimos una carrera porque pensamos que eso nos hará feliz, tenemos novio porque pensamos que él es la felicidad, compramos, compramos y compramos porque pensamos que esa sensación es la felicidad, lo terrible es que no es así y lo hemos comprobado.

Es importante señalar que no es lo mismo felicidad que alegría o placer, la diferencia es que el primero es perdurable, no así el placer o la alegría que duran sólo un tiempo muy corto. Muchas veces la confusión entre estos términos es lo que nos lleva por caminos equivocados, de modo que por esa razón primero tenemos que definirla: “la felicidad es ese sentimiento glorioso cuando todo parece estar bien, cuando todos los giros y vueltas de la vida y los bordes irregulares parecen encajar perfectamente. En esos destellos a menudo demasiado breves de genuina felicidad, cada pensamiento en tu cabeza es agradable, y no te importaría si el tiempo se detuviera y el momento presente se extendiera para siempre” (Gawdat, 2018). ¿Cómo conseguimos esto?, con 5 reglas simples:[1]

pequeno momento llamado felicidad
Imagen: Alvaro Cardozo.

1. Debes comprender que el éxito no te lleva a la felicidad, sino que la felicidad contribuye al éxito. Muchas veces pensamos que debemos tener un puesto muy importante en el trabajo, tener mucho dinero para poder comprar todo lo que queramos, sin embargo, esto no es así. El éxito real tiene que ver con ser feliz, con tener una estabilidad en todos los sentidos. Si conseguimos esto, lo demás es lo de menos. El dinero, el poder, el tener, ha destruido a mucha gente y esto nos muestra que la felicidad no puede ir por este camino.

2. Haz una lista de momentos que te han hecho felices. Te darás cuenta que la mayoría de ellos no tienen que ver con el dinero, sino con tu familia o tus amigos. Te reto a que hagas tu lista en este preciso momento, no tienes nada qué perder y sí mucho qué ganar. Escribe al menos cinco cosas que te han dado esa felicidad que buscas, ¿qué te dice tu lista?

3. Elimina los pensamientos negativos: éstos sólo traen otros pensamientos negativos, mejor cámbialos por pensamientos positivos que traerán más positivos. ¿Te has dado cuenta de esto?, los pensamientos de odio, rencor, frustración, sólo traen dolor y desesperación, éstos te llevan a pensar más cosas negativas y se convierte en un círculo vicioso del cual no podemos salir. Es por ello que necesitamos cortar con estas ideas desde la raíz, si cambias ese pensamiento negativo por uno positivo, todo mejorará porque esas ideas traerán más elementos positivos que poco a poco subirán tu estado de ánimo, te harán sentir mejor y la felicidad llegará a ti. Con esto podemos darnos cuenta que los pensamientos son esenciales para la felicidad, son capaces de motivarnos o llevarnos al estrés o a imaginar cosas irreales, en una palabra, eliminar la posibilidad de ser felices. Deberíamos tratar de ser como niños, si te das cuenta, ellos no se preocupan por el pasado o por el futuro y son felices. Si nosotros intentáramos de concentrarnos sólo en los momentos positivos y no preocuparnos por el futuro, inmediatamente llegaríamos a este estado natural en el que todos fuimos felices. Aprende de ellos.

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Imagen: Jaen.

4. Recuerda siempre que ser feliz implica una elección consciente, el placer, la alegría, no son la felicidad, son parte de ella, pero a veces se convierten en un escape que nos aleja de la felicidad. Nosotros somos los responsables de nuestros actos y de nuestros pensamientos, somos capaces de dominar a nuestro cerebro para que piense lo que nosotros queremos, de esta manera, el cerebro también impactará en nuestro ser biológico, todo es cuestión de tomar la decisión, ¿tú ya la tomaste?

5. La felicidad es estar en armonía con la vida que tenemos, exactamente como es. Algún filósofo señalaba que la vida es como una obra de teatro, y cada uno de nosotros representa un papel en esta obra, lo que debemos hacer es representarla de la mejor manera posible, la vida perfecta es la nuestra, sólo tenemos que reconocerlo, no importa dónde vivas, qué puesto tengas, cuánto ganas, lo que importa es estar en armonía con lo que hacemos, que tengamos claro que cada uno de nuestros actos han sido reflexionados cuidadosamente y elegidos de acuerdo al bien. Pero en caso de que no haya sido así, no importa, estoy segura que a partir de ahora seremos más cuidadosos porque la felicidad nos espera, es nuestra meta en la vida, sería terrible tener una meta innata que no logremos alcanzar porque no la hemos elegido.


[1] Esta lista ha sido tomada del libro Solve for Happiness de Mo Gawdat.


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¿Qué nos hace felices?

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Todos decimos perseguir la felicidad en nuestras vidas; sin embargo, como la definimos varía frecuentemente de una persona a otra, entre las culturas y las generaciones. Por eso, es importante reflexionar sobre ello, ahora que este año 2020 finalmente apunta hacia su cierre.

La Sociedad Mexicana de Estudios de Calidad de Vida y el Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana, a través de su Observatorio de Políticas Públicas y Procesos Electorales, profundizan en el tema analizando el reporte “Global Happiness 2020”, realizado por la empresa Ipsos entre cerca de 20 mil encuestados de 24 países (Alemania, Argentina, Arabia Saudita, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, China, Corea del Sur, España, Estados Unidos, Francia, Hungría, India, Italia, Japón, México, Países Bajos, Perú, Polonia, Reino Unido, Sudáfrica, Suecia, y Turquía). Ambas organizaciones coinciden en que “la felicidad”, justamente por su ambigüedad conceptual, no es un buen parámetro para medir lo que en el marco de los “Estudios del Bienestar” se conoce como “satisfacción por la vida”, “bienestar subjetivo” o “bienestar percibido”.

Y el asunto de la conceptualización no es menor, porque de ello depende la posibilidad objetiva de medirlo con seriedad y en esa medida de mejorarlo ajustando nuestro estilo de vida, las políticas de nuestras organizaciones, y las políticas públicas de nuestras sociedades.

Porque con la riqueza de matices que nos ofrece el idioma español, ciertamente no es lo mismo “ser”, que “estar”, o “sentirse”, sea esto “feliz” o “satisfecho”. De hecho, como puede verse desde el constructivismo filosófico y psicológico, la realidad no existe como tal, sino es una percepción basada en experiencias previas, conceptos y esquemas mentales adquiridos. Y ahí es donde está la oportunidad. Con educación y entrenamiento es mucho más factible modelar nuestra manera de interpretar y valorar los satisfactores con los que efectivamente contamos, que modificar el entorno objetivo para obtener aquello de lo que carecemos o incrementarlo.

Lo anterior, de ninguna manera debe entenderse como una actitud conformista ante la vida. Por el contrario, es una recomendación práctica para incrementar tu autopercepción de bienestar, en tanto continúas luchando por mejorar ciertos aspectos que te gustaría mejorar o incrementar.

El estudio “Global Happiness 2020” revela algunas áreas clave que a través de los países, culturas, razas y clases sociales son promotores de bienestar, y a las que en consecuencia deberíamos canalizar principalmente nuestros recursos y esfuerzos, como los siguientes:

felicidad en el mundo
buscar ser felices

Cambios en los niveles de felicidad

Resulta interesante conocer cómo se ha comportado a nivel mundial la felicidad, reconociendo al 2020 como un año particularmente difícil por la situación de salud pública y su impacto en la economía. Para nuestra sorpresa, en comparación con el año pasado, cayó solo un punto porcentual del 64% al 63%.

Interesante también resulta los cambios que ha experimentado a nivel país, aumentando cinco puntos o más en cinco países (China, Malasia, Turquía, Rusia, y Argentina); y disminuyendo cinco puntos o más en 12 países (Perú, Chile, México e India).

El líder de la felicidad en 2020 es China, donde el 93% dice estar feliz, seguido de los Países Bajos con el 87% y Arabia Saudita con el 80%.

Llama la atención la contracción en países como Canadá y Australia, líderes del año pasado en felicidad, los cuales registran una caída notable este año: Canadá con 78% (baja ocho puntos) cayendo así al cuarto lugar en empate con Francia (baja dos puntos) y Australia con 77% (baja nueve puntos) cayendo al sexto lugar.

La encuesta también muestra significativas disminuciones en los niveles de felicidad en países como Perú (26 puntos menos que el año pasado a 32%), Chile (15 puntos a 35%) y México (13 puntos a 46%).

graficas de la felicidad
cuestion de felicidad

EN PERSPECTIVA, ya podemos dejar de lado el mito de que México es un país de gente feliz, y afrontar el hecho de que no sólo no lo estamos haciendo bien como sociedad, sino que cada vez lo hacemos peor. Y observe muy bien esto estimado lector, tres de las principales fuentes de la felicidad (relación de pareja, relación con los hijos, y dotar de significado a nuestras vidas) no son en forma alguna responsabilidad del gobierno. Son producto de la relación con los seres queridos de nuestro primer círculo social (la familia) y de un proceso de comprensión de nosotros mismos y nuestro papel en el mundo. A esto último le llamaría espiritualidad con sentido.

¿Sorprendido por los resultados? ¿Usted qué opina estimado lector?


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Atrapados en nuestro propio juego

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Al pasar de los años sigue el sueño de una mayoría que cree que llegará alguien a salvarnos o a proporcionarnos la fórmula mágica para ser felices en esta vida. Esos héroes que nunca llegan son como los amigos imaginarios, existen sólo en nuestra mente. ¿Por qué esperar a que alguien nos salve en nuestro propio juego?

Hemos creado un sistema que nos hace creer que, para disfrutar del juego, debemos estudiar una carrera para obtener un empleo y trabajar para recibir un salario. Debemos formar y mantener a una familia y hacer que nuestros hijos estudien para obtener un trabajo y, por lo tanto, un salario y formar una familia. Así sucesivamente es como nos encontramos ciclados en el nivel más bajo de este juego llamado “experiencia terrenal”. No cabe duda de que estamos siendo el “personaje” del juego en vez de ser quien tiene el control del mismo.

Estamos pasando por un momento clave del juego en el que si no despertamos seguiremos viciados en el nivel más bajo, en el cual se experimentan las emociones de pena, culpa, dolor, apatía, deseo, miedo y orgullo, entre otras. Éstas nos mantienen estancados en un mismo sitio, aunque pensemos que estamos avanzando, sin darnos cuenta que todo es una mera ilusión.

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Imagen: MZStatic.

Estamos enmarañados en una “matrix” que no entendemos y que nosotros mismos alimentamos. No nos damos cuenta de que todo está conectado de alguna forma y que cualquier cosa que nosotros pensamos, sentimos y hacemos, crea la realidad que experimentamos. Inclusive hemos creado un sistema lineal para medir el tiempo que no entendemos del todo, y por eso nos mantiene conectados al pasado, con miedo al futuro y sin disfrutar el presente. ¿Dónde está la clave para jugar este nivel?

Tenemos un contexto histórico lleno de contenidos donde se habla de que vivimos en una ilusión terrenal. Lo han mencionado desde corrientes espirituales como el cristianismo, el budismo y el taoísmo, los más grandes filósofos de la Antigüedad, chamanes del mundo, científicos de MIT y Harvard, así como Elon Musk, por mencionar a un líder visionario actual. Aun y que existe toda esta información y fórmulas de cómo funciona el juego, la humanidad sigue buscando y creando experiencias físicas que la mantengan de alguna forma “segura” en este nivel más básico sin poder avanzar.

La primera regla para entender el juego es aceptar que el juego existe. Eso abre la puerta al observador consciente que todos tenemos, para empezar a entender cómo funciona. Hay reglas que hemos creado que nos mantienen distraídos en este primer nivel y otras que son universales que nos permitan avanzar al siguiente. El reto es damos cuenta de cuáles son las que nos ayudan y de cómo funcionan. Inclusive hay quienes han entendido mal las reglas del juego y han decidido tomar el control de la experiencia de los demás para jugar el suyo.

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Imagen: Pinterest.

Por todos los medios conocidos de la historia nos ha llegado la información de cómo avanzar en este primer nivel, pero no lo hemos querido ver. Nos han insistido en hacernos saber que no estamos separados y sucede que cada vez nos vemos más alejados de los demás. Nos han compartido que el sufrimiento es un aprendizaje para avanzar y lo rechazamos volviéndonos ciegos a descubrirlo. Hemos confundido la plenitud con la felicidad y, por lo tanto, intentamos encontrarla constantemente en las cosas materiales y en las experiencias emocionales. Hemos decidido buscar la clave para avanzar en el exterior cuando nos han compartido por siglos que ésta se encuentra en nuestro interior. Hemos recibido todas las señales posibles mediante la evolución de los mismos medios que hoy tenemos a la mano a través de la tecnología. No hemos querido creer que podemos tener el control del juego si nos conectamos con nosotros mismos en vez de buscarlo en experiencias externas.

No se trata de enjuiciarnos y pensar que no es bueno estar en el nivel más básico, sino de entender que a eso venimos y que podemos transitarlo de forma distinta. La finalidad del juego consiste en vivirlo al máximo y disfrutarlo para que con este aprendizaje podamos avanzar. Es claro que si seguimos pensando que los demás son los culpables de lo que experimentamos en este nivel, estamos siendo controlados por el juego. ¿Quieres seguir atrapado en el “personaje” o vas a tomar el control?


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La infelicidad por la pandemia

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Nivel de felicidad en México se ve afectado por la pandemia de la COVID-19

El encierro de la cuarentena, el freno en las actividades productivas, la crisis económica, el desempleo y las miles de muertes que se han registrado en el país; han afectado el nivel de felicidad en México y el 19 por ciento de los mexicanos que se sentían ‘muy feliz’ en marzo, dejaron de serlo en junio.

De acuerdo con una encuentra realizada por El Financiero, el porcentaje de mexicanos que dice ser “muy feliz” pasó del 57 de marzo a 38 por ciento en junio, un descenso en los niveles de felicidad que se da en medio de la pandemia y de la crisis económica.

Según el estudio, las circunstancias económicas son la que más parecen estar influenciando la disminución de la felicidad o bienestar subjetivo.

Los resultados desagregados por nivel de ingreso de los encuestados muestran que el porcentaje que dice ser muy feliz entre los niveles bajo y medio bajo va en picada, pasando de 46 a 26 por ciento entre marzo y julio, 20 puntos menos.

Por su parte, el porcentaje que se dice muy feliz entre los niveles medio y medio alto ha tenido altibajos, con 61 por ciento en marzo y 47 por ciento en julio, 14 puntos menos pero con una tendencia al alza en la última encuesta.

Considerando el nivel educativo de los entrevistados, aquellos con menores niveles de educación son los que registran la caída más notable en felicidad.

Entre los encuestados con estudios básicos, el porcentaje que se dice muy feliz bajó de 56 a 28 por ciento entre marzo y junio, recuperando 4 puntos en julio para situarse en 32 por ciento. La caída máxima en esos meses fue de 28 puntos.

En contraste, los encuestados con estudios universitarios registraron una caída de 66 a 54 por ciento entre marzo y junio (12 puntos), y registraron 55 por ciento que dijo ser muy feliz en julio.

Con información de El Financiero

¿Cómo podemos ser más felices?

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El tema de la felicidad y de ser feliz está muy de moda desde hace algunos años, se ha sofisticado tanto que en Harvard dan cursos al respecto y es uno de los programas más demandados en términos de personas que lo quieren tomar. Hay empresas dedicadas 100% al tema, talleres, cursos, conferencias, bueno, hasta una universidad en España y demás.

Como lo mío es “hacerlo sencillo”, les comparto algunas reflexiones que se sustentan en estudios e investigaciones, y otras aproximaciones de cómo ser feliz, basadas en la experiencia, y diría que hasta en la lógica, sin tanto rollo.

Sólo antes de entrar en tema, y como lo prometido es deuda, les comento que aquí mismo en El Semanario tengo escritos dos artículos sobre negociación que espero les resulten de su interés y les sean muy útiles.

En mi libro “Políticamente incorrecto, notas de viaje” dediqué un mini capítulo al tema de la felicidad y de ahí parto para estas reflexiones. Por cierto, el libro está disponible, sin costo, en mi perfil de LinkedIn.

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Ilustración: Julia Back.

Nadie tiene el secreto de la felicidad. Cada quién tiene su receta, sus ideas de cómo alcanzarla. Es posible ser feliz en esta vida, después quién sabe. Aquí pongo sobre la mesa algunas sugerencias para lograr este ideal, esta quimera:

Vivir el presente. Por todos lados nos bombardean con ideas de soñar, de tener más y mejores cosas, los anuncios ˗en general˗ y entiendo la lógica, son muy aspiracionales. Pero la verdad es que, si compramos tal o cual cosa, si vamos a tal o cual lugar a comer o a viajar, no hay una garantía de que eso nos hará más felices, podremos haber puesto la palomita de que ya hicimos eso, pero hasta ahí.

Yo estoy convencido de que vivir el presente con la cabeza, el corazón y el estómago, lo más que podamos, nos hará mucho más felices. No vivir del pasado, y eso no quiere decir que no podamos recordar con cariño algo que hicimos, un puesto que ocupamos, un viaje que realizamos, etc., y tampoco hay que vivir del futuro; de lo que podría ser.

Hay que gozar lo que somos y lo que tenemos, sacar provecho lo más que podamos a estas realidades.

Cerrar círculos. Todos hemos oído hablar del tema y creo que el problema es que no lo hacemos y no que no lo entendamos.

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Ilustración: Qian Shi.

Cerrar círculos es sacar de nuestras vidas, de nuestra cabeza, por las buenas o por las malas, las cosas que ya pasaron. “Estaba muy enamorado y mi pareja decidió terminar la relación conmigo”, obviamente esta situación te va a doler mucho y se vale llorar, lamentarse del hecho, preguntar al otro/la otra ¿qué pasó?, ¿qué hiciste que ocasionó lo sucedido?, ¿cómo podrían haber cambiado las cosas? Pero si no hay arreglo, es necesario dejar esa experiencia como un aprendizaje y darle para adelante. No estoy 100% seguro si “un clavo saca a otro clavo”, pero ayuda.

Y esto que es doloroso, como la muerte de un ser querido, o el haber perdido un empleo, o un negocio, o que nuestro equipo perdió un partido importante ˗o lo que nos duela a cada uno de nosotros˗, son hechos de vida con los que tenemos que aprender a vivir.

Y seguramente alguno de ustedes me podrá decir, “esto es muy fácil decirlo, pero muy difícil hacerlo”. Y yo digo, “falso”. Es nuestra decisión hacerlo y creo que casi todos podemos con ello.

También alguien me podrá decir que no es lo mismo la muerte de alguien que el que nuestro equipo pierda, pues les tengo noticias, eso depende de cada uno de nosotros. Por eso dije al principio de este artículo que no hay recetas.

Obviamente esto aplica no sólo a hechos, sino a ideas, paradigmas, creencias y muchas otras cosas que traemos en nuestras cabecitas, que a veces nos traicionan o juegan en nuestra contra.

Hay un dicho que me encanta y uso en mis talleres que dice: “Yo intentando pasar la página y tú leyendo ya otro libro”. Remite a las relaciones personales y se refiere al hecho de que cuando terminamos una relación uno de los dos se recuperará más pronto siempre.

ser mas felices
Ilustración: Bao Luu.

Los invito a que sean ustedes los que estén leyendo el libro…

Seamos nosotros. No seamos lo que no somos. Aprendamos a ser sinceros, auténticos. Si vivimos nuestra propia vida y no somos impostores de la vida de otros, nos vamos a quitar muchos problemas y podremos disfrutar mucho más de la nuestra; y eso les aseguro que sí es el camino a la felicidad.

Y en esa lógica les comparto una reflexión de la cual desconozco al autor, pero que me parece crucial para ser feliz: “Las personas son para que las amemos y los objetos son para ser usados. Sin embargo, en este mundo loco y material, se suele usar a la gente y se ama a las cosas, los objetos.” Entre más ames a las personas y menos a las cosas, serás más feliz. Podemos ser felices si ordenamos nuestros valores.

Eso de la perfección no existe. Nadie es monedita de oro. No podemos ser “perfectos” frente a los ojos de todos. Es más, nadie es perfecto y se acabó. La vida perfecta no existe, por eso hay que arriesgarnos y hacer lo más y mejor que podamos, ser mejores todos los días y celebrar nuestros logros, aunque sean pequeños. Si queremos ser más felices, tenemos que atrevernos, ser osados y buscar ser la mejor versión de nosotros mismos todos los días en lo personal y en lo profesional. Nada de “¡no se puede!”.

Reír mucho y divertirse siempre. Así de simple, reír mucho y de esto hay muchos estudios que dicen que nos hace bien emocional y físicamente. Así que hay que reír más, hasta por las cosas más sencillas de la vida. Creo que fue Charles Chaplin quien dijo que “un día sin reír es un día no vivido.”

ser felices
Ilustración: Renu Vaswani.

Nos tomamos la vida y el trabajo demasiado en serio, hay que gozar lo que hacemos y si no nos gusta algo de lo que estamos haciendo… ¡Cambiémoslo! Somos nosotros accountables de que esto suceda.

Cuando llueve, tenemos dos opciones: Quejarnos de que nos hemos mojado, o bien, sentir y disfrutar la lluvia, el olor de la tierra mojada, refrescarnos con las gotas.

Podría en este artículo citar a Tal Ben-Shahar, el gurú de la felicidad de Harvard y sus siete (en algunos textos hablan de nueve) lecciones; los invito a leerlas, o a cualquiera de los otros autores sobre el tema, pero la verdad de las cosas está en nosotros, en cada uno, el encontrar qué es lo que verdaderamente nos hace felices, y todo es válido.

Disfrutemos cada momento y a las personas de nuestro alrededor. Por ahí puede merodear la felicidad.

El único camino es darle, entrarle, andar ligeros de equipaje, sin cargas estorbosas.

Éste es el momento de ser feliz. Sí, ahora.


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Yellow Day; el día más feliz del año

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El tercer lunes de enero se conoce como Blue Monday, el día más depresivo del año en el hemisferio norte a causa de las condiciones climáticas. Sin embargo, también existe su contraparte, el Yellow Day, que es el día con mayor felicidad entre la población de dicho hemisferio.

Este miércoles 20 de junio se celebra el Yellow Day, el día más feliz del año según una fórmula realizada entre meteorólogos y psicólogos quienes tomaron en cuenta factores como la temperatura, las horas de luz solar, la cercanía de las vacaciones y la paga extra de verano.

La combinación de estos da como resultado una población con mejor estado anímico, mayor productividad y una mejor unión entre familiares y amigos. ¿Cómo afecta cada uno de estos factores nuestro humor y sensibilidad?

Temperatura

  • Solamente queda un día para la llegada del verano y el clima, regularmente, es agradable en esta fecha. En Ciudad de México, la temperatura promedio durante el mes de junio es de 21 grados centígrados, ni muy fría ni muy caliente, lo cual permite disfrutar de las actividades al aire libre.

Luz solar

  • La luz solar no solo es necesaria para la vida en la Tierra, también activa la producción de serotonina, una de las hormonas responsables de la sensación de felicidad en los humanos. Por este motivo, muchas personas se sienten más tristes durante el otoño e invierno, ya que la baja secreción de serotonina puede causar depresión estacional.

Cercanía de las vacaciones

  • La llegada del verano nos hace pensar en playas, albercas, parrilladas u otras cosas que nos motivan a resistir el estrés laboral y comenzar a planear cómo celebrar el periodo vacacional de verano, aunque sea por solo un fin de semana.

Pago adicional

  • Del 1 de mayo al 29 de junio se realizará en México el reparto de utilidades, ingreso que muchos utilizarán para sus merecidas vacaciones o viajes de fin de semana. Este pago puede ser también utilizado para gastos escolares, quitando un peso de encima de muchas familias.

¿Listos para disfrutar del día más feliz del año?