Instituto Nacional de Salud Pública

Del Seguro Popular al INSABI

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Para los fines de este escrito utilizaremos la acepción de la palabra “oficio” para referirnos a la capacidad que tiene un individuo para realizar una tarea propia de su ejercicio profesional, algo así como el saber ser, el ser o el saber estar, una serie de habilidades que le permiten a una persona aplicar los conocimientos propios de su profesión o de la tarea encomendada. En algunas situaciones un profesional, aun teniendo los conocimientos suficientes, la falta de oficio le impide aplicarlos eficientemente, por eso cuando se juntan conocimientos insuficientes y falta de oficio, la situación puede tornarse catastrófica.

A un médico no le basta con tener los conocimientos necesarios para atender a su paciente, es necesario tener actitud de servicio, y en la cual se insiste en todas las currículas de las escuelas de medicina, pero no siempre se adquiere una capacidad para acercarse a los pacientes, una capacidad para elegir la mejor terapia para un enfermo, tomando en cuenta no sólo su problema, sino también su entorno, etc. A un investigador no le basta con tener un bagaje suficiente de conocimientos, que incluyen además de los relativos a su área de trabajo, también las de la metodología de la investigación científica, la cual requiere desarrollar una imaginación y una ambición que le permitan el progreso, y una gran capacidad para encabezar o participar en su grupo de trabajo; necesita aprender cómo sus aportaciones pueden ser conocidas más rápida y ampliamente.

Desarrollar un Sistema de Salud es muy complejo, muy difícil, pero cambiar uno que funciona (aunque sea de manera insuficiente y quizá deficiente) es un enorme reto. La transición del Sistema de Seguro Popular al INSABI ha resultado no sólo controvertida sino accidentada. Me parece que no se ha visto que el Seguro Popular no era un sistema de atención, era un sistema de financiación de la atención; atención que después de un largo proceso a través de varios medios, se había desconcentrado y era responsabilidad de cada entidad federativa, la Coordinación de Institutos de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, y que dicha entidad federal brindaba los servicios de tercer nivel que los estados no podían ofrecer.

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Imagen: Libertad bajo palabra.

El Seguro Popular era universal aunque no era absolutamente completo, atendía a todos los pacientes pero no todos los padecimientos, se fue haciendo conforme se tenía suficiencia presupuestal para atender determinadas enfermedades. A lo largo de su existencia fue ampliando su espectro de atención aunque no llegó a ser absoluta. Las aportaciones económicas que hacía tanto a los estados como a cada Hospital de Alta Especialidad o Instituto Nacional de Salud, estaban marcadas por el número y características de los pacientes que atendía o atendería. Ahora se habla que el INSABI dará atención universal, total y gratuita a todos los mexicanos que no tienen Seguridad Social. Han mencionado que se tiene como ejemplo a los sistemas de seguridad social o de atención de la salud de países como Canadá, España, Noruega, entre otros.

Debo comentar rápidamente que en España el sistema se encuentra desconcentrado y cada Comunidad Autónoma gestiona el sistema en el área de su responsabilidad y la inversión es cercana al 10% del PIB; en Noruega la inversión en salud es cercana al 11%, y existe de manera complementaria el sistema de aseguramiento privado al que cerca del 10% de la población recurre ante la saturación de los servicios; y en Canadá, donde la inversión también es mayor al 10% del PIB, el sistema es absolutamente diferente, los médicos y los hospitales son privados, los pacientes los seleccionan y el Estado a través de un sistema de Seguro cubre los costos. El sistema americano no es comparable, aunque es muy eficiente, es muy caro y sólo se puede acceder a través de Seguros privados que cubre en gran parte el ciudadano. En México, la inversión pública en Salud ronda el 2.4% del PIB, este año fue reducido el presupuesto asignado, aunque muy recientemente se habló del incremento en 40 mil millones de pesos, con lo que quizá no llegue al 3%.

La atención de la salud, en términos generales, a lo largo del mundo, va teniendo mejores resultados, el pronóstico de muchos padecimientos se va tornando más halagüeño, pero también, la atención se va haciendo más costosa cada vez. Por ejemplo, en el caso de un infarto al miocardio, en el que si bien el pronóstico ha cambiado, requiere de una inversión enorme en instalaciones, las salas de hemodinamia, de terapia coronaria, también recursos humanos, enfermeras con alto nivel de especialización, cardiólogos intervencionistas, intensivistas y técnicos expertos, significan un costo muy alto, pero en cada paciente se requiere invertir entre 100 y 200 mil pesos en medicamentos y material para solucionar su caso.

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José Antonio Ferrer Varela (Fotografía: Sin embargo).

El cáncer de mama es otro ejemplo, si bien el pronóstico ha mejorado, se requiere de una gran inversión en detección temprana y luego en medicamentos que van siendo más efectivos pero más caros. La gratuidad total de la atención es una meta utópica y, aunque a las utopías hay que perseguirlas, es necesario hacerlo desde la realidad; sin un incremento sustancial en el presupuesto en gastos para la salud no se alcanzará; la recentralización de las responsabilidades de las entidades federativas al gobierno central, es difícil que resulte eficiente por compleja, enorme, y además significa una desconfianza absoluta en los gobiernos estatales que rompe el pacto federal.

En todo caso, los cambios, tratándose de un área tan delicada como la atención de la salud, debieron hacerse de manera muy planeada y meditada; con reglas de operación muy precisas, buscando la sustentabilidad económica, la operatividad, la suficiencia de recursos humanos calificados y de instalaciones físicas resultan indispensables. Nada de esto se ha hecho, pero sí hace tres meses se aprobó el nuevo sistema, el INSABI, y ya está en operación, claro que con tropiezos y dudas. Al respecto, hay dos cosas graves que avizoro, una es que si no es apoyado económicamente (pero “muy” apoyado) su viabilidad será muy complicada y, quizá, incompleta y frustrante. Otra es qué pasará con los derechohabientes que para sus diferentes seguros aportan cerca del 6% de su salario, además de las cuotas patronales y estatales, ¿surgirá una inconformidad acerca de las cuotas ante otro servicio, absolutamente gratuito y, ojalá, tan eficiente como el del IMSS?

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Jorge Alcocer Varela y José Antonio Ferrer Varela (Fotografía: Publimetro).

En la jerga taurina cuando un torero, por falta de oficio, no puede con el compromiso, se dice que está fuera de cacho, pues Jorge Alcocer Varela (el Secretario de Salud) y José Antonio Ferrer Varela (el director o titular del INSABI) han estado fuera de cacho, algunos de sus colaboradores han intentado salir a salvar las apariencias (López Gatell) sin hasta el momento conseguirlo.

Etiquetado de alimentos pros y contras

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La recién aprobada ley de etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas en México analizada por el INSP.

Arantxa Colchero, doctora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), aseguró que el nuevo etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas en México que contendrá advertencias sobre altos niveles de azucares y grasas no afectará el número de empleos ni los salarios, ya que las grandes industrias no sólo producen este tipo de productos.

De acuerdo con los resultados de un estudio realizado en colaboración con la escuela de negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, la Universidad de Carolina del Norte y el INSP, durante la primera fase de implementación del etiquetado en Chile no hubo afectaciones al empleo ni a los salarios.

“En Chile no hubo un impacto negativo en el empleo ni en los salarios, por lo que es muy probable que suceda lo mismo en México”, señaló.

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Otro estudio también realizado en colaboración con el INSP, el Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Chile y la Universidad de Carolina del Norte sobre la regulación en la compra de bebidas azucaras luego del etiquetado en Chile, arrojó una reducción significativa en su consumo.

Luego de dar seguimiento a dos mil 386 hogares en Chile de enero de 2015 a diciembre de 2017, señaló Arantxa Colchero, se encontró una reducción grande en las compras de bebidas con etiquetas, aún más grande de la que se había registrado con la implementación de impuestos a dichos productos.

Por su parte, la Investigadora del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Chile, Marcela Reyes Jedlicki, indicó que con la implementación del etiquetado muchas personas han podido saber que es lo que realmente consumen.

No obstante, apuntó, lo más sorprendente fue que los niños y niñas de preescolar se comenzaron a volver un motor de cambio, pues gracias a que el etiquetado es tan sencillo y lo entienden incluso quienes no saben leer, los menores ya no querían que se les compraran productos con etiquetas de advertencia.

Con información de Notimex.